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Diario del Maestro de Víctor Bustamante
Carlos Alfonso Rodríguez.
El más reciente trabajo literario de Víctor Bustamante, se encuentra circulando en la ciudad de Medellín y en otras ciudades de Colombia, y será lanzado de manera rutilante en el Ateneo, de Las torres de Bomboná, en el Centro de Medellín, también conocido como el Teatro Porfirio Barba Jacob. Este nuevo libro del autor de Amábamos tantos la revolución y Cuando muere un poeta, tiene características especiales con respecto a sus más recientes publicaciones narrativas y poéticas, pues Diario de un maestro, es un híbrido literario en donde se condensa el testimonio, la investigación y la narrativa de la ciudad desde otras perspectivas, probablemente más crudas, realistas y existenciales, sin dejar de ser ficción literaria y creativa. En Diario del Maestro, el personaje principal es un músico de la orquesta sinfónica que cansado de la vida disipada e insegura de artista decide entrar a trabajar como profesor o maestro. Tal vez porque esperaba encontrar un universo laboral más armonioso, creativo y humano, que el monótono y rutinario trabajo de ser músico en una orquesta sinfónica regional. El músico que se había alquilado como profesor o maestro, en sus horas libres escribía bellas baladas de amor y algunas cristalinas sinfonías en donde encontraba su más absoluta realización personal y profesional como artista. Pero en el terreno de los hechos, en la realidad cotidiana; o sea, en el aburrido trabajo de profesor o maestro se encuentra con un mundo espeluznante y sórdido. Por ejemplo, descubre en la enseñanza de estudiantes que cada uno de sus discípulos tiene una psicología distinta y que en muchos casos era violenta, agresiva y revanchista. También descubre que algunos tienen unos afanes distintos al estudio y que solo les interesa permanecer en el centro estudios porque se ha convertido en un pequeño mercado de estupefacientes o psicotrópicos. La mayoría de estudiantes del maestro viven en barrios marginales, barriadas y villorrios del inmenso municipio de Bello, en donde proliferan el microtráfico, las bandas, los combos y pandillas, la corrupción política y tantas otras cosas más. El joven músico por lo tanto de la noche a la mañana se convierte en un espía literario que empieza a contar, narrar y describir la vida rutinaria, apabullante de un profesor en un Liceo del norte de la ciudad de Medellín, además descubre en este extenso e intenso relato la rutina de una rectora que tiene una doble vida, es decir es una directora ejemplar en sus horarios de trabajo; pero en su vida íntima es libertina y licenciosa. Este curioso, audaz y perspicaz maestro penetra en este universo tormentoso y realista, como alguna vez Vargas Llosa, ingresó al mundo de la política peruana para desnudarla, contarla y describirla de pies a cabeza en el célebre libro El pez en el agua, cargado de biografía y anti biografía, además de situaciones personales que lo condujeron al fracaso político que como es de dominio público lo expectoró de ese gremio de por vida; o como el gran poeta, escritor y maestro Carlos Mario Garcés, ingresa al mundo real de un lenocinio para escribir esa maravillosa obra denominada La Casa de Resfa, o como el periodista Guillermo Descalzzi se convierte en un gamín para contarnos ese doloroso relato que descubre la vida nocturna en la ciudad de Nueva York, en ese libro llamado El príncipe de los mendigos, o como el periodista peruano Felipe Montoro escribió Yo fui mendigo, incluso el horroroso testimonio Las cárceles del emperador de Jorge Espinoza Sánchez, un libro que tituló el poeta Jaime Jaramillo Escobar, pero al cual no tuvo la gentileza de obsequiarle un solo ejemplar; en fin, hay muchos casos y experiencias semejantes en estos ámbitos. Diario del Maestro, es un relato en donde el autor como un reportero y cronista no solo cuenta y describe, sino que también pinta cada escena que se vive en las aulas, en los patios y traspatios de un Liceo al sur de la ciudad. De alguna manera, el cronista es implacable con el universo de los profesores, un gremio que se encuentra en permanente crisis en donde hay profesores que solo trabajan para cobrar una pensión, que tienen que encontrarse todos los días con jóvenes adolescentes que llevan una paupérrima formación desde el hogar, que con el paso del tiempo también distribuyen de manera gratuita sus rencores, frustraciones y resentimientos. Diario del Maestro, es a veces una novela sartreana, una crónica nadaísta o neonadaísta. Diario del Maestro, es un pequeño infierno en la ciudad, es una historia de la ciudad con decenas de diablos y diablas, en este libro un liceo parece una cárcel, un reformatorio de muchachos y muchachas, no solo para los jóvenes que son obligados a quedarse por largas horas en esa institución, sino también para los profesores que se convierten en represores. Ahora recuerdo ese clásico de Collodi, en donde dice: "los profesores solo sirven para regañar a los alumnos". Pero si así son los colegios en muchos sectores de la ciudad, el país y el continente, cómo estarán las facultades y universidades privadas o públicas. "Pío Veinte Agudelo, eternamente de afán, al sonar el timbre sale expedito con su maleta atiborrada de papeles. Es alto y flaco, y desde las cuatro de la mañana en pie: sale para un colegio privado donde es estricto y cumple y no reclama; y el otro, oficial en donde reclama, refunfuña, analiza y vive pendiente de cada subsidio que mencionen; según su leal saber y entender, al gobierno no se le puede dar tiro: roban mucho dinero. Él es experto en la cosa jurídica, pregunta por teléfono al abogado Valerio en Bogotá si se ganará el pleito de las cesantías que desde diez años adeudan, pero nada de eso es posible porque nunca encuentra al abogado, y en el Ministerio nadie sabe nada, lo envían por un laberinto de teléfonos hasta que desiste. Es un profesor que desde las cuatro de la mañana se encuentra en pie, así mismo los sábados cuando debe dar clase en un Pre ICFES, y así mismo los domingos cuando debe dar clase en un centro para adultos. Nada de almorzar, dice, nada de malgastar la plata, mantiene a sus diez hijos con su sueldo de la novena, su materia viva, su plan es el afán de salir corriendo de las aulas del colegio hacia su casa. No se sienta nunca en la sala de profesores, ya que es estricto con su tiempo. Reinaldo, alto y mujeriego, trata muy bien a las mujeres, es casado y considera un hecho depravado salir con su mujer, con la cual no la une ninguna posibilidad afectiva, sino efectiva. Viven bajo un mismo techo por economía, dice."(Págs. 69-70, Diario del Maestro) Víctor Bustamante, es un autor prolífero y tiene una sólida obra, en donde destaca un gran crónica que se llama "García Márquez leerá una oración fúnebre sobre la tumba de Jorge Isaac", en realidad es un reportaje a la manera de Gay Talese, Tom Wolfe o Norman Mailer, se me viene a la memoria este gran reportaje, porque existe una técnica semejante entre esta obra en donde el personaje narrador es un periodista, mientras que en Diario de Maestro, el personaje narrador es un músico de la sinfónica que trabaja como maestro: "Ser maestro es la última escala del intelectual, el último refugio, asilarse en la enseñanza como el mal endémico a proteger. El llamado intelectual no sirve absolutamente para nada, vaga, piensa, mira las tablas del cielo raso, ha adquirido su cuarto como prisión, es el bohemio incomprendido y escribe como un perfecto idiota, como si no le bastara lo que se ha compuesto en música, incluido los excrementos de algunos malos compositores locales. El intelectual, a pesar suyo, es un enfermo, evade, creando otros sistemas: los suyos. Huye de la realidad creando otra realidad más fantasiosa: la suya. Al no poder salir por razones económicas, a tirarse junto a la arena del mar, o a esconderse en una cabaña protegido del frío, decide encerrarse en su cuarto e imaginar mundos, cree que es un demiurgo, crea sonidos destemplados, busca la originalidad, pero esta lo arredra. A ellos les crea un paisaje interior, una escena en donde lo disuelven y medran." (Pág. 82, Diario del Maestro) A través del gran relato-crónica-reportaje, de Diario del Maestro, el autor analiza la vida de los maestros, que en verdad es una labor humana, noble, a veces abnegada, pero como forma parte de un sistema de antivalores también se menoscaba, se daña y se tejen una serie de componendas, amarres y clientelismo de toda laya y especie. Tal vez por todo eso y muchas cosas más el narrador de Diario del Maestro, hace una suerte de mea culpa y entonces viene una especie de autocrítica: "La máscara de la experiencia la llevo colocada con la máscara de terror, si no se manejan bien. Recuerdo que la mentira de la pedagogía no funciona, junto a la otra gran mentira, la del conocimiento; esa es mi mercancía, la que vendo a precio reducido. Me creo importante por encerrar en cada hora cincuenta alumnos en un aula. Intentando prestar atención, calladitos, entretenidos en copiar tareas de otras materias, en jugar al triqui, en conversar. Los veo callados y hablo y hablo, hasta que el tiempo se estira, y nada que tocan el timbre. Así en este país de ciegos. Hay que verlos con su mirada obediente en el tablero y los grandes deseos de salir corriendo para otra parte. El miedo al tablero, el miedo al ridículo que ellos utilizan. ¿Vamos afuera? dicen. Si me cogen contento los llevo o mejor me quedo con ellos, aunque no aguanto este calor, esta tristeza, este sopor en el amado salón de clases. Como dije alguna vez, ¿Amado salón? pura demagogia. Nadie ama el encierro, la cárcel, menos un salón en donde asesinan, masacran y aniquilan tantas expectativas. La puesta en escena en el salón de clase, con mi teatralidad, soy el maestro de ceremonias, soy el que inicia el camino hacia el conocimiento y hacia la represión. En el salón ejerzo el papel de vigilante. Desde un comienzo esas mentes infantiles, esos muchachos que desean, quieren, necesitan sentir el pulso de la vida, sospechan y odian la forma en que son vigilados. Desde la familia son incesantemente vigilados, espiados. Desde la escuela se les realiza una hoja de vida y así ellos quedan con un terror a ser mirados que los aniquila desde ese instante, y desde ese instante odian cualquier tipo de autoridad representada en sus padres y en esa suerte de policías, de soldados, de celadores, de niñeros en que se convierten los maestros." (Págs. 102 y 103, Diario de maestro) Obviamente, no todo es drama en una historia, ni tampoco todo es malo en la vida, por lo cual el autor de Diario de Maestro, también retrata con agudo pincel el esfuerzo de algunos jóvenes, el tesón de muy pocos profesores y la solidaridad entre los estudiantes y jóvenes. No tengo ninguna duda de que Diario de un maestro, debe ser leído por las autoridades educativas de Bello, Medellín, Colombia y Latinoamérica.
Jaime Torres, Nicolás Monsalve, Néstor López, Víctor Bustamante, Harold Dávila. Fotografía de Carlos Puerta |
Felicitaciones al autor por su libro y al periodista y poeta que hace una interesante reseña, dos motivos suficientes para leer la obra.
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