COLOMBIA: POTENCIA MUNDIAL DE LA VIDA
Darío Ruiz Gómez
El Presidente Petro ha señalado que su gobierno convertirá a Colombia en una “potencia
mundial de la vida” lo que constituiría
la más loable de las aspiraciones de un gobernante pero cuyo cumplimiento conlleva una serie de
condiciones que su misma ideología está
negando de salida, ya que Colombia en los pocos meses en que viene ocupando la Presidencia se ha convertido en lo contrario; en una potencia mundial pero
de la muerte pues el uso de la violencia contra la población desarmada en las
distintas regiones del país pero sobre todo en Departamentos como Cauca, Meta,
Arauca, Antioquia, Atlántico donde las
masacres se han cuadruplicado, es muestra irrefutable de lo contrario a ese supuesto objetivo de
vivir en un país que potenciaría la vida
contra la muerte . En una fotografía aparecida en “El Colombiano” se ve en primer plano a tres muchachos campesinos –uno de ellos haciendo un gesto de arrogancia
y desafío a sus captores- custodiados
por otros dos adolescentes “Disidentes
de las Farc” armados con modernísimos
fusiles. Tomada la foto, los tres adolescentes fueron fusilados de inmediato y
sus cuerpos diseminados a una distancia de cinco kilómetros en las montañas de
las poblaciones de Angostura y Campamento. La pregunta es inevitable: Si todo
este vasto territorio del Nordeste que va hasta Valdivia y sus mares de coca,
Tarazá, Cáceres, Caucasia con líderes reconocidos ha entrado ya en el cese al fuego acordado
por el Gobierno con el ELN y las Farc, que nunca abandonaron su dominio territorial, esto supone
que estas agrupaciones delincuenciales no continuarían matando ni asaltando ni secuestrando ni
haciendo cortes de carreteras o sea que a nombre de la Constitución y de la “Ética” tendrían que haber renunciado
a “su bárbara justicia revolucionaria”. Van sin embargo 30 infracciones graves
de las “Disidencias” con asesinatos, secuestros, minas a la salida de una
escuela rural, etc. No cabe aquí la disculpa de que por encontrarse en
territorios remotos no “habían recibido la noticia del cese al fuego” ni que
Petro vuelva a decir que éstos habían sido “mal redactados”.
En la tragedia de Yarumal y del Nordeste desde que fue convertido en un corredor para el envío al
exterior de droga y desde hace mucho al microtráfico, es imposible describir con palabras lo que supone vivir ante el pánico a las ejecuciones semanales que han tenido un efecto traumático en sus habitantes, un trauma - recordemos la vida
bajo cualquier forma de gobierno totalitarista- cuyos efectos llevan a una parálisis de la conciencia y a
silenciarse ante lo que ocurre: la
visión de los padres ante el reclutamiento de sus hijos, la irrupción en sus
territorios de cuadrillas de feroces asaltantes provenientes de otras regiones del país, la
separación de las familias, la ausencia, por lo tanto, de la presencia de la civilización
y esto en el Centro mismo del país
histórico, al lado de la Troncal de la Costa. ¿No es la instalación de un Tribunal
de Crímenes de Guerra una premisa necesaria - antes de que llegue la JEP- para restaurar
el imperio de la ley castigando a los masacradores, a los ángeles de la muerte
con el fin de devolver a las familias los territorios que ellas fundaron y
legitimaron en su memoria y para permitir que la libertad sea una realidad y no
una frase retórica? ¿Por qué se comienza por desconocer entonces los Tratados
de Ginebra? ¡Libertad, libertad,
libertad para el desplazamiento por los caminos y veredas, libertad para las
familias, libertad para la niñez agredida! Esto sería confirmar que Colombia es
una potencia mundial de la vida y no de la muerte.
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