Un hombre besa a su pareja. (Rankin/Relate) |
Marcela
Atehortúa Flórez
El
otoño
El
otoño se acerca con su ruido de hojas secas
Cambiando
de colores y consistencias
Encendiendo
el horizonte con sus naranjados, rojos y amarillos
Los
árboles desnudos de su vestido
Cobijados
con los vientos septembrinos.
Aquí
estoy, esperando
Después
de un largo tiempo
Aguardándote
con tus misterios
De
fiebres y de climaterios
De
piel ajada y cuarteada
De
sueños vencidos en una batalla.
¿Qué
habrá más allá de “cerrar edad”?
¿Habrá
aventuras nuevas? ¿Saborear nuevos vinos?
¿Sórdidos
viajes al interior del ser?
¿Expediciones
poéticas a la vida y al amor?
¿Qué
me espera?
El climaterio
Le
tengo terror al climaterio
Lo
que viene detrás de eso
Lo
que esconde, lo que oculta, lo que significa
Aridez,
soledad, desamor
Esperas
que nunca fructifican.
¿Por
qué el temor a envejecer y aclimatar?
Porque
han pintado de terror el horizonte de los años
La
idea de la muerte nos acompaña cada día
La
intranquilidad por la finitud nos agobia.
Son
tiempos de inspiración, de pensarse a sí mismo
De
noches añosas que dibujan un desfiladero al amanecer.
En
este punto del trayecto, te ves apocada al balance
A
equilibrar las cargas del viaje
A
soltar amarres y blandir tu bandera
Echarte
a navegar sin brújula ni estrellas
Es
la continuación del viaje.
...
El tiempo pasa
El
tiempo pasa
Dejando
su inexorable huella en mi cuerpo y en mi alma
¡Ya
no tengo la piel de manzana! Clama humedad
Los
surcos cincelados cerca a los ojos
Las
carnes se tornan grávidas
El
abdomen se abulta y el derrier pierde su curvatura
Las
tetas delatan su pasado de amamantar
El
peso sube y baja según la prescripción médica y las horas sentada leyendo o
escribiendo, viendo televisión o tejiendo.
El
ánimo me da la espalda
El
caminar se torna suave y sin afanes
Los
sueños siguen siendo infantiles
La
mirada aún es fulgurante
El
sexo permanece tibio como un carbón cerca del fuego
Mi
coraje no lo detienen bridas ni herrajes
Mi
ímpetu llama a las tempestades, la energía de la tierra, del cielo y el mar.
El
alma rebosante como un tonel de vino añejo, suave y fuerte
Que
me beba quién merezca
...
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