Jesús Antonio Bejarano |
LAS FARC Y EL SICARIATO: JESÚS BEJARANO
Darío Ruiz Gómez
Julián Gallo el inevitable Lozada
acaba de declarar que fueron las FARC quienes ejecutaron en 1999 al eminente
economista e historiador Jesús Bejarano, mediador en las fallidas
conversaciones de Paz en el gobiernos de
César Gaviria y que “se sienten afligidos por esta ejecución” pues el Comisariado creyó
por un “error” que Bejarano “estaba boicoteando esas conversaciones” ¿Recuerdan
que Gallo hizo lo mismo cuando declaró que él había asesinado a Álvaro Gómez Hurtado?
Sofismas de distracción como estrategias leninistas para encubrir la espantosa ofensa moral que
supone un crimen de lesa humanidad
disfrazándolo de justificaciones políticas. Lo que descaradamente está haciendo sin
consultarle a nadie Iván Cepeda saltándose a la torera la advertencia que la
justicia universal establece para diferenciar a un actor armado que actúa bajo
un supuesto ideal político de un simple sicario al servicio de una organización
de narcotraficantes. ¿La legalización
del crimen político? La lista de anónimos políticos, profesores universitarios,
intelectuales, de periodistas desaparecidos
por las FARC durante dos décadas es desproporcionada por el número y sobre todo por el silencio que
se ha tendido sobre estos crímenes por parte de la justicia. Lo que las
escuetas cifras del Informe de la
Comisión de la Verdad ocultan es el
escenario de mezquindad, de traiciones, de miseria moral que imperaba e impera
aún en los diferentes grupos y grupillos
de estalinistas, guevaristas, maoístas, troskistas y todas las raleas de las cloacas “revolucionarias” que
justificaban la desaparición de un
opositor, las matanzas de gentes inocentes
con el cínico razonamiento “materialista” de que “la revolución exige
altas cuotas de muertos”. Algo espantoso fue el hecho de que Jesús Bejarano
supiera días antes que lo iban a asesinar, pidió ayuda y muchos de sus considerados
amigos lo fueron dejando solo hasta que
dentro de la Universidad el sicario enviado por Tiro Fijo, Arenas, Lozada, Reyes, Cano,
Márquez le dio un tiro en la frente en nombre de nada. Todavía las FARC no habían
tomado la decisión de que entrar en el narcotráfico estaba justificado revolucionariamente “para acelerar la caída del imperialismo y de
la burguesía”
El asesinato de Jesús
Bejarano fue acompañado, repito, del silencio vergonzoso no solo de la justicia
colombiana sino de la llamada “izquierda
de cafetería universitaria”, del malévolo silencio de quiénes tantas veces vi salir efusivamente
a su encuentro. De esos(as) que cuando calificaban a un discrepante de “Derechista”
no volvían a dirigirle el saludo, lo censuraban. Leer a Bejarano es encontrarse
con un pensador de la economía que entiende las lecciones que ya Adam Smith o
Ricardo o Keynes, Hayeck aconsejaban:
para exponer un argumento económico
es necesario contar con un gran estilo literario que permita la
clarificación de ideas e hipótesis y no
pues como los marxólogos que, limitados
a la aplicación del desacreditado cliché de lo “ científico y de masas ” publicaron
insoportables ladrillos que hoy nadie lee. Pensamiento crítico y por lo tanto liberal
capaz de mirar la economía y los conflictos sociales bajo la perspectiva de un humanista
para una paz fundamentada desde una lectura de la historia universal y regional
y desde la premisa necesaria de la
libertad. Los ocho tomos de su obra recopilados por la Universidad Nacional dan
fe de una fervorosa pasión intelectual por la verdad que hoy en medio del
asalto de la ignorancia cobra una urgente vigencia al convertirse en un punto
de partida necesario para defender la democracia. El error de un alto el fuego
con las FARC, nos recuerda Jesús Bejarano, fue aprovechado por éstas para su
expansión territorial. Que no se repita ese error.
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