INCERTIDUMBRE Y CAMBIO SOCIAL
Darío Ruiz Gómez
Los colombianos (as) vivimos
hoy en la mayor incertidumbre ante el nuevo gobierno pues si por la historia
del petrismo y lo que ha predicado en su
última campaña conocemos de los alcances
a los cuales podría llevarnos su declarado populismo desde el momento de su posesión como
Presidente esta incertidumbre se ha apoderado aún más de la
ciudadanía que históricamente ha estado con la democracia y en defensa de las libertades
conquistadas a través de nuestra vida republicana. Revolución o cambio fue una discusión que los
marxólogos universitarios se hicieron en los años 80. A partir de Marx
la idea de revolución supone la supuesta
coyuntura para que toda una sociedad cambie, para que
la historia de un giro de 360 grados y
luego de la violencia revolucionaria venga esa armonía social anhelada. Arrasar el pasado histórico de una nación para construir a partir del vacío que supone una sociedad sin memoria otra sociedad” justa” es pues una gran falacia
tal como lo demostró la crueldad del
comunismo, el intento de suprimir al individuo e imponer la colectivización
social uniforme. Por eso cuando Petro nos
anuncia que en Colombia lo primordial consiste en hacer de inmediato un cambio y que “la historia apenas comienza” no
sabemos – dados sus antecedentes- lo que este enunciado supone ya que “cambiar” una sociedad significaría ni más ni menos
que hacer tábula rasa de los valores
sociales , religiosos para imponer de
inmediato una dictadura totalitaria.
Lo que llamamos tradiciones – la huella viva de la cultura de
un pueblo- no es algo que se pueda suprimir caprichosamente como lo quiere nuestro populismo: la llamada cultura oral, la de la verdadera transmisión de
saberes, que es propia de las de las
sociedades agrícolas, del pueblo artesano, la de las etnias, memoria de
palabras, fuente eterna de la riqueza lingüística no puede ser borrada de cuajo
por un Comisario(a) de Cultura, por un
grosero “lenguaje inclusivo”. ¿Quién puede borrar la memoria católica que ha
sido tanto para el pobre y el trabajador como para el católico de todas las
clases una fuente universal de superación en la fe y un aporte de civilización?
Entrar en la incertidumbre ante estas amenazas totalitarias
es la reacción lógica de quien presagia que los valores de la civilización están en peligro, que algo
extraño flota en el ambiente. En Cuba,
Nicaragua, Venezuela la corrupción es la
definición misma de Dictadura a través de una nueva oligarquía, de una
burocracia mediocre que suplanta la estructura jurídica de un Estado de Derecho
para esclaviza a los pobres y lanzar a la diáspora a millones de aterrados ciudadanos(as). Es la crisis de la economía azotando la vida de
la familia la causante de la desesperación que la inflación causa en cada ser derrotado
que ha vuelto a ver la miseria en las ciudades y los caseríos tal como sucede
hoy en Estados Unidos con ese intangible paso del terror que surge ante
la felicidad perdida. Los millones y millones de argentinos que fueron confinados en la miseria por la corrupción de Cristina
Fernández Kirchner y sus gorilas
peronistas condujo a formas inauditas de
sometimiento social pero también hoy al surgimiento de un vigoroso
movimiento democrático que va a restaurar las perdidas libertades. Recordemos finalmente con Sartoris: “¿Debe
permitir una democracia su propia destrucción democrática? Es decir ¿Debe
permitir que sus ciudadanos elijan a un
dictador?” La verdadera oposición reside
en la defensa de la libertad y se fundamenta en la crítica atenta y vigilante de este estado de cosas.
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