ENTREGAR O SALVAR LA DEMOCRACIA
Darío Ruiz Gómez
Las turbas desafiantes de
seguidores de la Alianza Nacional Popular (Anapo) estaban seguras de su
triunfo electoral en 1970 y exigían con violencia la entrega inmediata de esos
resultados esperando así conquistar el poder. El presidente Lleras Restrepo decretó
el toque de queda en todo el país y al día siguiente declaró como ganador de
las elecciones a la Presidencia de Colombia al Dr Misael Pastrana Borrero.
Punto. Como reacción al hecho de lo que los dirigentes de la Anapo consideraron
como un robo a las “masas populares” nació el movimiento guerrillero M19 una
guerrilla de la derecha populista que en principio iba a combatir a las FARC,
pero también al “empresariado burgués”. No voy a volver a describir las
peripecias de este grupo ni sus formas de violencia ya que después de la firma
de la Paz con el gobierno de Virgilio Barco la mayoría de sus jefes y militantes se
acogió a las normas establecidas por la democracia bajo cuyos beneficios han envejecido,
o, han muerto. El caso de Petro es diferente ya que su adoptada nueva imagen de
revolucionario bajo la égida de Chavez y ahora Maduro, es, como lo está
comprobando cualquier cronista político, declaradamente antidemocrática. Un ejemplo:
historiadores como el emérito Richard Piper han desmontado la falsa leyenda acerca
de la llamada revolución de Octubre -“marchas heroicas”, “asaltos de los oprimidos”- al demostrar que
Lenin, Stalin, los sóviets se rebelaron en realidad contra Kerensky, un Presidente títere, mediante
un golpe sangriento a partir del cual se desataría la mayor demostración de terror y violencia que haya padecido la humanidad.
En la historia de las Ciencias Políticas Kerensky ha pasado a convertirse en el
prototipo de la figura de esos políticos títeres
utilizados por el comunismo para luego dar paso a las dictaduras del terror.
¿No fue esto lo que aconteció en Cuba, en Nicaragua, en Venezuela donde
ingenuamente se entregó el poder a los totalitaristas bajo el estúpido argumento
de que “ustedes han ganado las elecciones”? Tuvo razón Carlos Lleras Restrepo
en defender la democracia y no entregarla a los desafueros de la plebe ¿Cuántas
mesas de votación habían sido quemadas, ¿cuántos votos comprados, ¿cuántos
campesinos desplazados? La democracia
recuerda Borges no es un problema de
estadística sino una conquista de la
civilización lograda a través de la noción de Demos o sea de un espacio público donde todos participan en igualdad de condiciones y no se impone el dogma de unas minorías que
pretenden convencernos de que ellos son
“la voz de los que no tienen voz” Me refiero a la cobardía de algunos políticos e intelectuales a la cual aluden Ortega, Hayek, Tony Judt,
Revol, Ovejero, Enrique Krauze, que a la
hora de salir a defender la democracia amenazada por lobos vestidos con piel de cordero se hacen los despistados tal como sucede hoy
en Colombia donde los avances y conquistas de la democracia son cada vez más
limitados en tanto crece la fragmentación social en manos de un agresivo
multiculturalismo.
“Lo triste es un indecente
con poder. Esto es lo que tenemos que evitar” nos recuerda el gran Emilio Lledó. En el vacío de valores que caracteriza hoy a todas
las llamadas juventudes en Colombia la debilidad de caer en el totalitarismo
es más que manifiesta cuando a la política que parte de los hechos se la
sustituye por el simulacro populista, cuando al amor por la libertad se lo
sustituye por un emocionalismo redentorista, cuando a la crisis real se la
sustituye por el sofocamiento de las conciencias y de las responsabilidades
personales. ¿Qué hacer ante los huesos del mamut de los Partidos tradicionales
y con su burocracia ciega y muda para sacarlos de la indolencia y llevarlos a
defender nuestras conquistas democráticas? No podemos entregar nuestras últimas
libertades a quiénes procederán de inmediato a liquidarlas.
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