sábado, 21 de mayo de 2022

ENTREGAR O SALVAR LA DEMOCRACIA / Darío Ruiz Gómez

 


ENTREGAR O SALVAR LA DEMOCRACIA

Darío Ruiz Gómez

Las turbas desafiantes de seguidores de la Alianza Nacional Popular (Ana­po) estaban seguras de su triunfo electoral en 1970 y exigían con violencia la entrega inmediata de esos resultados esperando así conquistar el poder. El presidente Lleras Restrepo decretó el toque de queda en todo el país y al día siguiente declaró como ganador de las elecciones a la Presidencia de Co­lombia al Dr Misael Pastrana Borrero. Punto. Como reacción al hecho de lo que los dirigentes de la Anapo consideraron como un robo a las “masas po­pulares” nació el movimiento guerrillero M19 una guerrilla de la derecha populista que en principio iba a combatir a las FARC, pero también al “em­presariado burgués”. No voy a volver a describir las peripecias de este grupo ni sus formas de violencia ya que después de la firma de la Paz con el gobierno de Virgilio Barco   la mayoría de sus jefes y militantes se acogió a las normas establecidas por la democracia bajo cuyos beneficios han enveje­cido, o, han muerto. El caso de Petro es diferente ya que su adoptada nueva imagen de revolucionario bajo la égida de Chavez y ahora Maduro, es, co­mo lo está comprobando cualquier cronista político, declaradamente anti­democrática. Un ejemplo: historiadores como el emérito Richard Piper han desmontado la falsa leyenda acerca de la llamada revolución de Octubre -“marchas heroicas”, “asaltos de los oprimidos”- al demostrar que Lenin, Stalin, los sóviets se rebelaron en realidad contra Kerensky, un Presidente títere, mediante un golpe sangriento a partir del cual se desataría la mayor demostración de terror y violencia que haya padecido la humanidad. En la historia de las Ciencias Políticas Kerensky ha pasado a convertirse en el prototipo de la figura de esos políticos   títeres utilizados por el comunismo para luego dar paso  a las dictaduras del terror. ¿No fue esto lo que aconte­ció en Cuba, en Nicaragua, en Venezuela donde ingenuamente se entregó el poder a los totalitaristas bajo el estúpido argumento de que “ustedes han ganado las elecciones”? Tuvo razón Carlos Lleras Restrepo en defender la democracia y no entregarla a los desafueros de la plebe ¿Cuántas mesas de votación habían sido quemadas, ¿cuántos votos comprados, ¿cuántos campe­sinos desplazados?  La democracia recuerda Borges no es un problema  de estadística  sino una conquista de la civilización lograda a través de la no­ción de Demos o sea de un espacio público  donde todos participan en igualdad  de condiciones  y no se impone el dogma de unas minorías que pretenden  convencernos de que ellos son “la voz de los que no tienen voz” Me refiero a la cobardía de algunos  políticos e intelectuales  a la cual aluden Ortega, Hayek, Tony Judt, Revol, Ovejero, Enrique Krauze,  que a la hora de  salir a defender la democracia  amenazada por  lobos vestidos con piel de cordero  se hacen los despistados tal como sucede hoy en Colombia donde los avances y conquistas de la democracia son cada vez más limitados en tanto crece la fragmentación social en manos de un agresivo multicultura­lismo.

“Lo triste es un indecente con poder. Esto es lo que tenemos que evitar” nos recuerda el gran Emilio Lledó.  En el vacío de valores que caracteriza hoy a todas las llamadas juventudes en Colombia la debilidad de caer en el tota­litarismo es más que manifiesta cuando a la política que parte de los hechos se la sustituye por el simulacro populista, cuando al amor por la libertad se lo sustituye por un emocionalismo redentorista, cuando a la crisis real se la sustituye por el sofocamiento de las conciencias y de las responsabilidades personales. ¿Qué hacer ante los huesos del mamut de los Partidos tradicio­nales y con su burocracia ciega y muda para sacarlos de la indolencia y lle­varlos a defender nuestras conquistas democráticas? No podemos entregar nuestras últimas libertades a quiénes procederán de inmediato a liquidar­las.

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