viernes, 25 de febrero de 2022

LA “DESAPARICIÓN” DE PABLITO / Darío Ruiz Gómez

 



LA “DESAPARICIÓN” DE PABLITO

Darío Ruiz Gómez

 Uno de las metodologías preferidas por el terrorismo soviético involucró a un importante creador del arte moderno como Rodchenko  a quien se acusa de haber participado en  la  extinción de miles de condenados por el régimen pues bastaba con un finísimo retoque sobre la foto de carnet de un condenado para que éste, convertido en un extraño, desapareciera para siempre de la vida pública. Milán Kundera mostró lo que la manipulación de fotos supuso en el régimen comunista checo. La revista Semana tituló.”¿El Comandante Pablito está vivo o muerto?” “El Colombiano”: “Pablito se perdió y Colombia ni se enteró…” Esta misma información salió en “El Tiempo” y la recalcó Infobae. ¿Quién o quiénes podrían recordar que el sanguinario Pablito Comandante del ELN se llama Gustavo Aníbal Giraldo? ¿Pablito es el ladino personaje que nos mira de reojo en una foto? El abrumador informe de “Human Rights” sobre las tropelías del ELN en Arauca muestran a Pablito como la versión de un dictadorcillo dueño de vidas y bienes quien abanicándose en una hamaca dirige las operaciones de extracción de oro y de Coltán en las minas de la frontera de Colombia y Venezuela. ¿Cuántas veces lo he descrito yo mismo basándome en la documentación  de grandes periodistas venezolanos, de NTA24” Pero, recordemos en un país donde los llamados medios informan para desinformar: Pablito y el ELN, Márquez, Gentil Duarte juraron fidelidad al régimen de Maduro y por lo tanto al dejar de ser colombianos se convirtieron en mercenarios al servicio de un régimen que ha hecho del asesinato de sus contradictores un ejercicio cotidiano. O sea que Pablito es un invasor de un territorio consagrado por la soberanía colombiana y en esa medida un terrorista que debe ser juzgado bajo las leyes de la justicia penal internacional que hasta el momento  y  ante este consumado violador de derechos humanos ha guardado silencio tal como la justicia colombiana ha sido incapaz de configurar jurídicamente sus monstruosidades. En el caso de Klaus Barbie el llamado carnicero nazi de Lyon,  quien asesinó y torturó a miles de niños, de familias enteras ¿Llegó a ser considerado como un despiadado carnicero solamente después de que la justicia francesa lo condenara o ya había sido de antemano condenado por el juicio de las víctimas con nombre propio? Esto mismo ha sucedido con Ratko Mladic condenado por la Corte Internacional de la Haya por la matanza –entre otras- de 8.000 bosnios. Reclutamiento de menores, violencia sexual, sometimiento de la población bajo el terror, juicios y fusilamientos al capricho  o sea un verdadero  Compendio de brutalidades  contra la humanidad que Pablito ha venido cumpliendo con una pasmosa capacidad de sadismo, hechos comprobados ante los cuales  la justicia colombiana no puede declararse  en suspenso  para  su condena a la espera de que se le detenga y pase a ser juzgado  por una “justicia  transicional”  donde un hábil abogado  puede dejarlo en libertad.

Hay un momento preciso en que la justificación de crímenes de lesa humanidad cometidos y justificados bajo supuestos argumentos revolucionarios – lo repito- se extingue ante la Ley para ser considerados como crímenes comunes, la diferencia que es necesario que la JEP no olvide y que se da – repito- entre el supuesto altruismo de unos levantados en armas y la conversión de estos grupos y sus responsables en multinacionales del crimen. ¿No es entonces justa mi curiosidad de porqué a la vez y como si se hubieran puesto de acuerdo previamente los grandes medios colombianos de comunicación hayan dado a conocer este más que evidente fake news sobre la supuesta desaparición de Pablito “del radar de la justicia colombiana”? ¿No es llamativo que de nuevo los arzobispos de Monseñor Monsalve hayan salido a pedir una urgente mesa de conversaciones en Quibdó “con un representante de la Onu” y de los “grupos armados”? La guerra de las plataformas aparece en toda su capacidad de distorsionar los hechos, de convertir en invisible a un criminal para que escape impunemente sin castigo alguno. ¿Tenemos lectores de estos cambios de narrativas digitales en nuestra justicia? Pablito se está escondiendo a la vuelta de la esquina y está dejando a su paso cientos de cómplices de su inventada fuga.   

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