HABLANDO DE BERGOGLIO EL POPULISTA
Darío Ruiz Gómez
Hace ya casi dos meses que Yolanda Díaz Ministra
de Trabajo del Gobierno español militante comunista viajó a entrevistarse con el Papa en la Santa
Sede en una inesperada audiencia que con ribetes de puro oportunismo
podrían beneficiar su acogida ante un electorado que conoce ya de las
debilidades de Sánchez como un gobernante sin personalidad. ¿Recuerdan la
también “inesperada” visita de Cristina Kirchnner a su viejo amigo? ¿El desaire a las Damas de Blanco y en cambio su
caluroso saludo a los hermanos Castro en la Habana? ¿Fue cierta la audiencia a Petro?
¿Por qué figuras radicalmente opuestas al catolicismo lo buscan? Juan José
Sebreli – a quien me ha referido en
otras ocasiones - un notable pensador
argentino autor de textos tan importantes como “Buenos Aires: vida cotidiana y alienación,
“Fútbol y alienación” análisis profundos
de unas formas de vida urbanas, de lo que llega a suponer la masificación del
deporte, publicó en 1991 “Un asedio a la
modernidad” exhaustiva descripción y
análisis de lo que para los diversos
intentos de una modernidad en Latinoamérica basada en los Derechos Humanos, el libre juego
de Partidos, el papel iluminador de la ciencia en su intento de fundamentar lo que debían ser unas democracias modernas, implicó
ese palo en la rueda que fue y lo es hoy
la irrupción de los llamados movimientos indigenistas con su retorno
a una nueva barbarie, propuesta abiertamente
rechazada por Mariátegui el pensador
marxista peruano, los populismos retrógrados como expresión de odio a las conquistas de la
modernidad, al legado hispánico tal como
– volvamos a recordar- lo hizo Perón al destruir un Estado y una economía modernas
inventándose la presunta defensa de unas
masas de “descamisados” a los cuales como señala Sebreli nunca se los sacó de su condición de pobreza, no se
los integró a la sociedad, ni se les reconoció
en el amor como prójimos y en cambio se los sumió en las tinieblas de la
miseria. ¿Quién habló de López Obrador?
La pobreza es austeridad,
vivir sin ostentación, tal como lo predica el ejemplo de Cristo, lo ejemplifican
San Francisco, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, pero otra cosa es la
miseria que estos populismos traen con gobiernos donde sus dirigentes se convierten en nuevos ricos desafiantes mientras
proliferan las alucinantes Villas Miserias verdaderos infiernos en los cuales
la humillación humana llega a extremos inconcebibles. Sebreli que ha sido amigo desde su juventud y
lo conoce íntimamente no dudó en tachar a Bergoglio de “líder del populismo
mundial” cuando éste fue reconocido como Papa. El Papa, hay que decirlo, que
escindió en dos la figura del representante de la fe católica sobre la tierra–
una fe donde el pobre tiene libre albedrío, un alma universal- para incorporar
al Bergoglio peronista que desde el Vaticano ha sido y sigue siendo un defensor
firme de estos populismos. Como católico
estoy llamando la atención no sobre el Papa que universalmente debe representar a los pobres del mundo sino
que –tal como el propio Bergoglio lo ha permitido al anteponer a su misión
evangélica la de un simple agitador político- criticar a quien ha puesto en
duda la legalidad de una Institución como la Iglesia y sobre todo su legitimidad
como señala Agamben al exaltar la figura venerable de Benedicto XVI cuya
luminosa voz no nos ha permitido escuchar la algarabía de los populistas.
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