RECORDANDO A JOSÉ LIBARDO PORRAS
(A propósito de la novela Happy birthday, Capo,
de
José Libardo Porras)
Antonio Arenas B
“El Capo huye de la muerte buscando la muerte”.
En la Antología de
grandes Crónicas colombianas (Tomo II, 1949-2004), selección
y prólogo de Daniel Samper Pizano, aparecen dos crónicas significativas: el
Capo máximo “Un fin de semana con Pablo Escobar”, del periodista Juan José
Hoyos, y el Capo máximo, “La muerte de Pablo Escobar”, de Alonso
Salazar. Ambas crónicas rotulan, en una síntesis asombrosa, el poder del
dinero, la vida de lujo, las relaciones peligrosas de algunos políticos y la
muerte de uno de los mayores capos de la droga, que ha dado nuestro complejo e
inverosímil país. Sostengo que las crónicas aquí mencionadas son fuentes
primarias, que se conectan directa o indirectamente con la original novela Happy birthday, Capo del
escritor de la Generación Mutante, José Libardo Porras. El poder, la fortuna, la
muerte, la persecución, el asedio, las pasiones amorosas y la conciencia del hombre
son quizás los aspectos más relevantes de la ficción. La novela ésta escrita en
un formato de 57 capítulos, no más de 234 páginas, y entre el soliloquio se diluye
la vida de un hombre poderoso, asediado por sus enemigos, las autoridades y la
DEA. Se da a entender en la narración que al Capo máximo no lo derrota nadie.
Lo derrota el destino sangriento y su propia existencia azarosa. El Capo antes
de su expiración, ya no tiene confianza en nada, ni nadie.
Se espanta de la muerte, pero tropieza con la
muerte. "¿A quién se le ocurre que
el Capo máximo se ha pasado cavilando su propia muerte en las últimas ocho
horas de su existencia?" El autor de la novela logra un invento ficcional; entre el
habla interior y el desasosiego. Construyendo una realidad y un personaje,
Pablo. “Ensayó a llamarse Pedro,
Juan; ensayó otros nombres de santos, de artistas, de políticos. No él era
Pablo. Ser Pablo era su destino”. Happy birthday, Capo, condena al
lector a que especule sobre el final trágico del hombre, que creó todo un
imperio del mal, del lujo y el dinero. La
narración es un círculo vicioso, donde un hombre está sólo ante el
destino, pero sabe y es consciente de que va a morir; pero su muerte es un
juego con la vida. Y en la muerte, el poder del dinero para nada le sirve.
¿Quién habla en la ficción? y ¿qué dice? o ¿qué no dice? Es acaso el juego del lenguaje o las
voces de la conciencia las que logran doblegar la voluntad del hombre. En días
de terror, corrupción y muerte todo duele y… ¿qué cuesta más? Morir acorralado,
traicionado o ser simplemente víctima de las circunstancias y acciones de la
guerra. El Capo murió de una enfermedad letal, plomo-nía. El relato opta porque el personaje escuche en su
conciencia lo que le va a pasar y lo poco que le queda de vida. Para que obre
una traición es necesario que el poder quede consagrado a la nada. “¿Qué pasará con la muerte del Capo?
¡Nada! todo seguirá igual”. Happy birthday, Capo es una novela-guión que intenta recuperar el
sentido de la muerte del Capo máximo. Es el intento por un horizonte narrativo,
distinto de la crónica, pero que no escapa a la trampa del guión de cine o de
televisión. La novela nos identifica con la locura y la genialidad de un
criminal nato. El sujeto criminal diluye la importancia social del crimen y lo
convierte en un héroe de sí mismo. José Libardo Porras ha combinado
en esta novela la realidad y la ficción, la mentira y el odio, la traición y la
corrupción política, y el entusiasmo de contar una película sobre las últimas
horas de vida del Capo máximo del narcotráfico en Colombia. Su propuesta
literaria no se reconcilia con la violencia, pero emplea algunos de sus
conceptos para describir la barbarie de una época, la génesis del terror, el
crimen organizado y la larga estela de muertes violentas que azotaron el país y
la gente inerme ante el dinero fácil de la droga. Lo más importante es el hecho
de configurar la muerte del Capo máximo como un suceso literario, libre de la sicaresca y a la luz
de una realidad callada. Veamos la descripción de su muerte:”Primero convertido en cedazo, se desplomó el
joven (Corozo), rodó por las tejas de barro y voló hasta la acera !plas¡ con la
cabeza estropeó un rosal que su dueña abonaba y podaba con mano de seda; una
rama con hojas y espinas se le enrosco en el cuello. Y el otro (Pablo),
resguardado en las paredes, era un blanco difícil. El capitán Ávila, pensando
que sin duda ése se estaría lacerando la piel contra el muro sin revocar, se
parapetó tras un poste de la luz y apuntó a la espalda, a una cruz imaginaria
entre los omoplatos. El sargento Vélez subió a un antejardín, también apuntó,
invocó a María Auxiliadora y rezando la Salve apretó el gatillo. El Capo
mirando los eucaliptos y los guayacanes, sintió un ardor en el cuerpo como si
le hubieran vaciado un tonel de ácido clorhídrico del que importaban de Estados
Unidos y usaban para producir la cocaína, y notó que las piernas no podrían (podían)
sostenerlo, entonces, al estilo de los campeones de boxeo que se arrojan a la
lona con el fin de descansar ocho o nueve segundos y reponerse del agotamiento,
apretando el puño hasta estrujar la foto de sus hijos, se dejó caer. Creyó que
volaba. Al dar de bruces en el caballete supo que moría”. Colombia
es hoy una nación compleja, llena de incertidumbres, donde existe la
descomposición del sistema político, la locura de los diferentes actores de la
guerra, pobreza, desempleo, empleo informal, ocio inútil de los jóvenes. La
realidad la leemos en los noticieros de televisión, en el rock, en Juanes,
Shakira y la publicidad, más que en el juicioso análisis crítico de la vida
cotidiana y el conocimiento ordinario. El tema de la ficción no consiste sólo
en narrar cómo murió Pablo Escobar, ni dónde, ni cuáles fueron las
circunstancias de una traición. El asunto consiste en describir la condición
humana del hombre abatido por sus propias argucias, artimañas y enemigos. La
muerte como un acaecimiento bello, que tarde o temprano toca a todos. Pablo Escobar,
queramos o no, representaba a una masa excluida, y la multitud simpatizaba con
el hombre que había desafiado todos los poderes establecidos. La muchedumbre
siempre va a estar ahí, gritando o silenciosa, de que valen sus gritos.
La corrupción política e ideológica está
blindada y sobrepasa la codicia de los hombres y la estupidez de los medios de
comunicación. La muerte nos libera, pero no hace que los vivos sean mejores.
Estamos en tiempos difíciles y de catatumbas. La literatura puede ser rentable
en la conciencia de los hombres. No es propaganda. Esta ficción es una apuesta
para sustraerse mediante el juego de perfeccionamiento que tiene algo de
catártico. Relato de la propia vida, que se establece decisivamente en la
redondez bella y lejana de la obra literaria.
Leer la novela de Jose Libardo Porras
representa un auto de fe, un asunto ligado a la memoria de un pueblo sin
memoria.
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