LA POLÍTICA CUQUI
Darío Ruiz Gómez
El pensador inglés Simón May
y al cual he referenciado en esta columna ha escrito valiosos ensayos sobre la cultura actual y su ensayo “La estética Cuqui” continúa
teniendo una amplia repercusión pública en el análisis de grupos jóvenes, millenials, hipsters definidos
por su indiferencia frente a la vida comunitaria, y por haber
incorporado lo que llaman una estética mañé
en sus diseños de peluches rosados,
sillones verdeamarillo y el ternurismo como estética de las emociones.
Lo que no se había previsto fue la influencia de esta estética en los grupos de
gentes de edad en esa tendencia, por ejemplo, a mirar con ternurismo – no con
humanidad- al asesino, al terrorista, por considerarlos “víctimas” de la
sociedad. Cualquier video sobre un empresario, hacendado, industrial, actor o
política(o) nos descubre el panorama de un gusto caracterizado por una
cursilería pretenciosa o por la afición a una música donde en mansiones
ostentosas con más ostentosas caballerizas y mujeres jóvenes levantando la copa
de vino con el pulgar en alto y el cantante disfrazado de ranchero de las
galaxias nos recuerda las “traiciones de las malas mujeres” y el papel de las
cantinas de pueblo trasladadas a la sala de esas mansiones para “ahogar las
penas de amor”. ¿No es esta estética populachera la que han puesto a cantar a
nuestros niños y niñas, mujeres y hombres y mujeres de edad-como lo ilustran
los concursos de voces en t.v, o lo ilustran miserablemente las miles de emisoras
repitiendo cansinamente las rancheras de los años 60? La cursilería como ideología cultural– no lo
duden- impuesta por algún Cartel mexicano – las FARC y sus corridos
revolucionarios- a través de este melcochudo sentimentalismo tiene como objetivo como señala May degradar
los últimos vestigios de una sociedad racional y lograr que frente a la violencia respondamos no con el debido criterio moral sino con un infantilismo mental que disculpe pero no
condene a los delincuentes.
Lo Cuqui – fenómeno estético
propio de niños grandes que hoy permea
nuestra política a cualquier nivel
social- como recuerda May detrás de su ternurismo, de su supuesta bobería puede
esconder –como de hecho lo hace- un reverso tenebroso, oscuro, malévolo, Pactos,
Alianzas, Uniones electorales donde los
firmantes que dicen representar las bases populares, recurren a una imagen deformada
del campesino(a) y del obrero(a) intentando lavar su pasado político. Recurrí
de nuevo a May siguiendo en estos días
la política colombiana porque viviendo como estamos el clamoroso descrédito de las viejas costumbres
políticas, de la figura mediadora del político(a) y comprobando con estupefacción que la
mayoría de estos políticos(as) seguramente por pura incapacidad mental
continúan machacando una retórica que de
envejecida se ha hecho Cuqui debo declarar que ya en el caso de los dos Gaviria, Fajardo,
Robledo, de la Calle, Galán, Cristo, como de los Sanguino, Benedetti, Roy
Barreras, la Sandino, Vargas Lleras, Timoschenko, etc hay que hablar de un
cuquismo melancólico de tiernos ignorantes, juguetes artesanales, caricaturas
de los grandes líderes del pasado, algo que viene
enmarcado por la imperdonable ignorancia de no saber distinguir entre el bien y el mal.
Es en un momento tan crucial
como el que vivimos cuando la rabiosa estigmatización hacia la Derecha por parte
de una izquierda ilegítima debe llevar a quienes nunca tuvieron temor alguno de ser tachados de
“derechistas” a levantar la voz por
encima de la censura y la persecución, como en la erguida respuesta de Camus, de
Raymond Aron, de Mauriac, de Merleau-Ponty de acompañar a De Gaulle para salvar a Francia
en momentos en que la izquierda apoyaba a los soviéticos. No dudo duda alguna de que
quien hable fuerte, con la energía moral de quien defiende un legado de la
civilización que no puede perderse será la voz que derrote a estos emisarios del
terror y la matanza y que rescate nuestra tradición de democracia. PD Lo Cuqui
de la “Colombia humana” es un pleonasmo.
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