martes, 12 de octubre de 2021

A PROPÓSITO DE VERSIONES POÉTICAS SOBRE LOUISE GLUCK Y OTRAS REFLEXIONES / Raúl Mejía.

 

Louise Gluck


A PROPÓSITO DE VERSIONES POÉTICAS SOBRE LOUISE GLUCK Y OTRAS REFLEXIONES

Raúl Mejía.

 

1

Existe célebre lienzo que describe escena crucial al instante de avanzar con el féretro del gran poeta Félix Lope de Vega y Carpio. Relatan crónicas de la época que al sepelio de este prolífico escritor del siglo de oro español, asistió casi todo Madrid: la fama en vida del notable dramaturgo fue enorme y así, al parecer, fue aquel cortejo. El óleo capta escena (desconozco sí ocurrió en realidad) en donde se detiene la marcha fúnebre ante algún convento de clausura: allí permanecía hija de Lope de Vega quien, al parecer, había heredado de él asombrosa capacidad hacia la escritura, sin embargo … Más allá de permitir que monja “encerrada” saliera a despedir al padre, se prefigura uno de tantos casos en los cuales mujeres fueron frustradas debido a ideologías, improntas y en lo esencial ante inveterada misoginia. Aquella hija, el caso de control e incluso maltrato que padeció Sor Juana Inés de la Cruz -de quien al menos se conservan algunas obras- (ella es, en modesta opinión, la más sublime de las Poetas en castellano. Si, es complicado atreverse a superlativos, pero es válido afrontar riesgos) develan omisiones descomunales. ¡Es ofensivo, afrentoso y desproporcionado el bloqueo histórico con respecto a la capacidad artística, reflexiva y literaria de la mujer desde hace milenios! Pareciera que ese gigantesco “bache”, si así puede nominarse, que existe entre una poeta como Safo, con sus atenuantes algo legendarios o Hypatia, genial matemática, asesinada por turba de fanáticos, hasta toparse con esquiva figura femenina durante el renacimiento o edad moderna, dejara sutiles, enfermizas inferencias, disculpas a medias, rastreos incompletos. Obvio que existen tratados al respecto, los mismos que escapan a registros en documentos de fácil alcance, tipo textos de enseñanza, acopios varios. No han de faltar acuciosos expertos entre entramados detectivescos, hurgando lo ocurrido con centenares de escritoras, compositoras, artistas en general, que la historia ha sepultado en abrumadora fosa común. ¿Desprecio evidente, constante e infatigable? Tal vez, no quiero fungir de redentor, sería absolutamente hipócrita; empero, hay que resarcir injusticias. Llama la atención, atendiendo a un ejemplo más cercano, que en la aplaudida ANTOLOGÍA DE LA POESÍA HISPANOAMERICANA CONTEMPORANEA 1914-1970, Alianza Editorial, con selección y prólogo a cargo de José Olivio Jiménez, entre un total de treinta y siete poetas escogidos, sólo haya dos mujeres, ¿por qué? En antologías locales el número de damas es, también, reducido, ¿por qué? Felizmente desde fines del siglo pasado y comienzos del presente, este trasunto ha ido equilibrándose; aun así, resuenan ominosas discriminaciones.

 

2

Es singular lo que ocurre con las hermosas versiones poéticas realizadas por José Manuel Arango. Gracias a él, hacia los años ochenta, pudimos conocer traducciones que hizo de Georg Trakl, entre otros. Ahora y mediante certera recomendación, conozco cantidad apreciable que realizó de la reciente premio Nobel, Louise Gluck, aparecidas en la revista Poesía, número 8, año 1993. ¡Preciosas versiones!, cumpliendo con justificada necesidad mínima de que sea un poeta quien traduzca a otro. Sensación irresistible: ¿podrían hallarse en estas traducciones ecos de aquel hiper sensible vate austríaco o de compañeros suyos en la aventura del Expresionismo? Dentro de la vasta obra publicada por la norteamericana, dicha escogencia pudo ser meramente aleatoria, ¿lo fue? Difícil saberlo, José Manuel Arango, quizás el último gran lírico colombiano, hace años murió. Ciertas palabras, ámbitos y atmósferas expresionistas se perciben en aquellos versos o, dicho de otra forma, se reviven, se captan en el discurrir de poemas asombrosamente bien construidos.

Esas versiones fueron publicadas hace casi treinta años, la autora -desde entonces- ha ido incrementado su bibliografía. Ella ha dicho “que opten por la lectura del último de sus libros”; a falta de estos, hay que afianzarse en lo que circula por internet. No sobraría advertir que tan exquisita aeda merece una mirada que abarque, ojalá, toda su obra poética, incluyendo ensayos, entrevistas, aportes desde la academia. “On the way”, fuera expresión que lo vaticine.

 

3

Observemos un par de aquellas versiones:

Todo es santo

Ahora mismo se configura el paisaje.

Las colinas oscurecen. Los bueyes

duermen en su yugo azul.

Los campos ya segados,

las gavillas parejamente atadas

puestas al lado del camino.

Y la luna dentada sale.

Esta es la aridez

de la siega o la pestilencia.

Y la mujer se inclina, en la ventana,

Con la mano extendida como en pago.

Y las semillas

netas, doradas, llaman:

Ven aquí,

ven aquí pequeña.

Y el alma se desprende del árbol.

 

Poema

Temprano en la tarde, como ahora,

él se inclina sobre su mesa y escribe.

Luego alza la cabeza despacio.

Una mujer aparece, trayendo rosas.

Su rostro, en el espejo, flota marcado

por los rayos verdes de los tallos.

Es una forma de sufrimiento: entonces

siempre la página transparente alzada

a la ventana hasta que sus venas emergen

como palabras al fin llenas de tinta.

Y se supone que yo debo entender

lo que los une a ellos y a la casa

firmemente asentada en el crepúsculo

porque yo debo entrar en sus vidas:

es primavera, el peral está diáfano

de flores delicadas y blancas.

En “Todo es Santo”, la primera estrofa -verso a verso-, ofrece preciosa descripción, con el gravitante giro de iniciales adverbios: “Ahora mismo”, convidando a un cambio pausado del día hacia la noche, durante diluido ocaso que permanece tácito. Solo elementos, ausencia de humanos, en este caso innecesarios. El comienzo de la segunda estrofa es crítica o devastadora, según sea la percepción del lector: “esta es la aridez/de la siega o las pestilencia”; luego una mujer, su contundente preeminencia del ser que otorga vida, la mano extendida es vínculo poderoso con respecto al fruto esperado o a lo que deberá acaecer en otra cosecha. Hacia el final la poeta acude a inesperada personalización cuando lírica, bucólicamente, son las semillas las que convocan.

En “Poema” apreciamos manejo maestro de diversos narradores. Durante la primera estrofa acude al narrador omnisciente, ubicándonos temporalmente: “temprano en la tarde”, introduciendo dos seres, hombre que escribe y mujer que “aparece” con ramo de rosas. Inicial escena, deseo contenido, atmósferas que insinúan, quizá, prolongado éxtasis romántico. En la segunda estrofa no desaparece aquel demiurgo que todo lo sabe, infiriéndose opción dramática acerca de que todo lo sucedido o que viene ocurriendo entre ellos “es una forma de sufrimiento”; no tristeza que, en última instancia, es definitiva. ¿Se sufre por la escritura, por convivir, por amar?  En finales estrofas, par tercetos, utiliza primera persona, asumiéndose “el poema” como sujeto activo. Tres verbos dirimen feroz incertidumbre: soportar, entender, deber: “Y se supone que yo debo entender/lo que los une …” “porque yo debo entrar en sus vidas:” ¿Se excusa el poema, evita consecuencias? Tremendo poema, valientes inquietudes provocan estos versos.

Por supuesto y gracias a la innata capacidad connotativa que posee la Poesía y denotativa con la que contamos, estos poemas anteriores, adicionales y versos al azar, deben provocar exégesis variopintas, extremas o, escuetamente, displicencia absoluta. No a todos les agrada este género y, en medio de pandemónium de eruditos, cualquier mirada sin ínfulas pudiera escandalizar.

 

COLOFÓN

Diversas resonancias han venido sintiéndose, escuchándose a raíz del acertadísimo otorgamiento del Nobel de literatura año 2020 para Louise Gluck. Gratitud enorme al descubrirnos tan notable voz lírica, sumándose a nombres como el de Anne Carson, Premio Princesa de Asturias, quienes contribuyen al derruimiento de tan cabalgante e injusta miopía de parte de las academias. Al margen de esto, ruidoso amarillismo con respecto a derechos de autor, en donde se barruntan soterrados intereses de parte de editoriales poderosas. Y, ante expresiones de aúlicos anacrónicos, no faltan detractores, personajes intentando minimizar semejante talento.

Enorme gratitud, sin duda, merecen los traductores, silenciosos orfebres del lenguaje, sumiéndose en uno de los ejercicios más complejos entre idiomas diferentes.

Complicado azar el de los poetas, sean mujeres o hombres: olvido, gloria y trascendencia tocan ante la puerta del tiempo, juez decisivo.

 

6 comentarios:

  1. EXCELENTE ESCRITO. QUIEN ES ESE AUTOR TAN UBICADO O ES UN ANONIMO.
    FELICITACIONES

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  2. Jajajajajajaja. Pues sí, casi anónimo. Pero existo. Atte: Raúl Mejía.

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  3. Oye... me gusto mucho tu reflexion... espero que no te moleste que no te moleste que lo utilice para un trabajo de escuela. Hay personas como tu que solo escriben sobre famosos, que bien. Con ellos no se pierde yse pega uno de los famosos y se cree tambien mas famoso.Debes mantnere las rodillas peladas.

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  4. Jajajajajaja. Las rodillas están peladas desde chico, me preocupa ahora la cabeza. Por tu forma de escribir, sin duda, tienes pelado el cerebro. Úsalo como quieras, pero conserva la ortografía: la tuya, un desastre.

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  5. Varias veces lo he leído y al leerlo he notado en sus letras, las ganas de huida a otro lugar desconocido para comenzar sin tachones y sobre todo con una poeta que no conocía.

    Este artículo que el autor, Raúl Mejía, ha puesto a mi alcance tiene todo aquello que tanto anhelo y deseo decir.
    ¿Eres sobrino de Manuel Mejía Vallejo? Dime la verdad granuja
    Me gusta como ha quedado.

    Esta tarde comenzaré a leer a esa poeta casi desconocida para mí. Gracias poeta por sus reflexiones.

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  6. Jajajajajajaja, pero no puedo dejar de reír. Es que entre festejo e insulto, ya ni sé. ¡NO!, no soy sobrino de ese caballero, soy un pobre diablo y así en esta respuesta aparezca como Alberto Restrepo (en realidad mi nombre completo es Raúl Alberto Mejía Restrepo), si existo. Un abrazo.

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