LA TRAICIÓN A LO
HUMANO
Darío Ruiz Gómez
En la magnífica serie
española de t.v. de HBO basada en la novela “Patria” de Fernando Aramburo sobre
la tragedia que supuso y aún supone para
la sociedad vasca el grupo terrorista ETA imponiendo sus consignas a sangre y fuego, tratando
de someter mediante atentados, censuras,
a los espíritus libres, fracturando para siempre una sociedad al imponer con el terror el euzkera para confinar a la sociedad en la
cárcel de una lengua que fue entonces tal como lo pude constatar en los años
que viví en Bilbao la lengua de una minoría. “O aprendes en seis meses a hablar
y escribir en euzquera o te vas de inmediato de la Universidad” Y bajo esta
coacción pensadores, científicos debieron
exiliarse de su territorio natal, ser asesinados. En la serie y a través de dos madres que
fueron amigas entrañables y luego se separarán para siempre ya que ETA ha
reclutado al hijo mayor de la mujer de clase obrera y el cual como prueba de su
irrestricta fidelidad a la “causa vasca”
asesinará al esposo de su amiga, un empresario a quien ETA declara como
objetivo militar al no poder pagar el dinero de la “cuota revolucionaria” que
se le exige. Lo que nos deja
conmocionados es el proceso de inhumanidad que esta aberrante “causa” va imprimiendo en la conducta de cada ciudadano(a) en el
momento en que la barra de viejos amigos deja de hablarle al empresario,
en que aparecen pintadas en las paredes de la población los señalamientos de traidor a este buen hombre a quien también
sus trabajadores terminan por traicionar atentando contra la pequeña empresa
que les da sustento. El plano final del primer capítulo es estremecedor cuando
la esposa del empresario al escuchar los
tiros de los asesinos baja y ve el cuerpo de su marido tirado sobre la
calle: “Ayuda Ayuda” pide bajo la inclemente
lluvia vasca y nadie acude en su ayuda.
ETA somete mediante el odio a una
población que antes fue vecina de siempre, cambiando la fraternidad por un
resentimiento patriotero mediante el
cual lo que nos hace humanos que es el afecto, el reconocimiento del prójimo se
transforma en una aberrante complicidad
con los verdugos. ¿No fue este el
mismo proceso al cual se sometió a la sociedad alemana por parte de los nazis?
¿No fue este “amor a la causa” lo que en el estalinismo convirtió a ciudadanos
y niños en cómplices de la matanza y la represión? Cuando
ciudadanos y ciudadanos, niños, llegan a ser degradados de esta manera, una sociedad termina por sumirse en el peor de los abismos morales
mediante el sofisma de estar defendiendo una supuesta
patria. Se canallizó a las
gentes, se canallizó a la cultura hasta lograr que el odio atávico destruyera finalmente lo que había sido una sociedad tranquila capaz de dirimir
sus contradicciones, desigualdades bajo el respeto a la democracia. “ETA mátalos”
es el grito de esas señoras de alta clase social que pedía al grupo terrorista
que eliminara a quienes defendían la libertad de pensar, de no doblegarse ante
la fuerza bruta. A esto se le llama el fracaso de la razón.
Fue desagradable
para mí ver esa gran pancarta al paso de la Minga de Feliciano Valencia donde se
pedía la muerte de Uribe, expresión de
la animalidad de un grupo de malhechores. Pero lo más desagradable fue leer el
twiter con que Petro saludaba con entusiasmo esta descabellada condena a muerte
del expresidente. De la masa que
aniquila la conciencia individual a la turba alucinante sin control es el
proceso que el petrismo está despertando con sus proclamas recurriendo a los
más bajos instintos. Despertar en las masas los atavismos es en la política irse
por el camino de la irracionalidad y se
prefiere “después del carnaval, entregarse al anarquismo depredador”. Ojo con el 22.
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