DEMOCRACIA E
INDIFERENTES POLÍTICOS
Darío Ruiz Gómez
La llamada
“superioridad moral de la izquierda” que durante más de una década imperó
afirmando que los únicos inteligentes, los dueños del futuro eran aquellos(as) que se autoproclamaban de izquierda radical ha tocado a su fin por una
sencilla razón: se les acabó la carreta mediante la cual se mostraron arrogantemente como seres superiores, como inmaculados mesías de una “revolución
inevitable” ¿Dónde están sus textos, sus
reformas agrarias, su arquitectura? Lo que carece de asidero en la realidad se
vuelve fraseología hueca y finalmente un cliché o sea un lugar común en el lenguaje: ”Patria unida jamás será vencida” “Caerá el
neoliberalismo” “Fustigaremos a la burguesía” paradójicamente Trum p saluda con el puño en alto y ha fundamentado su base electoral en la clase obrera, en los nuevos pobres que la izquierda abandonó para convertirse en “élite intelectual”. La
fábrica de mentiras políticas, lo sigo repitiendo, termina degradando el lenguaje. En Colombia nuestra izquierda anémica le hizo creer a estudiantes,
clases medias y altas que solamente su cerrada intransigencia constituía per se una demostración de conocimiento y que por lo tanto no había grandes pensadores
de Derecha, hasta que hoy esta mentira ha mostrado su falacia: ¿Dónde están nuestros
grandes pensadores de izquierda que puedan equipararse a la grandeza de un
pensador de derechas como Nicolás Gómez Dávila? ¿Qué periodismo puede salir de
aquel que hoy se dedica a fabricar noticias
falsas -fake news_ es decir a falsear la verdad de los hechos, desinformar y ponerse a órdenes del mejor postor? Miriam Revault D´Allones es una pensadora francesa que ha
hecho una serie de reflexiones muy importantes al respecto: ”En la democracia prima la pluralidad de opiniones pero la exigencia fundamental es que este
debate es legítimo solo si se apoya sobre los hechos” El intento de calificar como “masacres” el asesinato de jóvenes, de campesinos
a manos de las bandas del
narcotráfico terminó como era de esperar cuando ante el asesinato de siete soldados cuya muerte no
podía ser explotada políticamente por
estos fake news mostró hasta donde se ha degradado el lenguaje de estos intelectuales e informadores que – recibiendo órdenes- tergiversaron estas tragedias a sabiendas de que estaban mintiendo. “Lo que creo es que ahora la multiplicación de
las opiniones, de los discursos que consideran que no importa que un hecho sea
verdadero o falso introducen algo nuevo que no es la mentira política
tradicional y ahí surge un régimen de
indiferencia a la verdad”
Ningún enemigo más
pernicioso para la Democracia que la indiferencia de los ilustrados(as) ya que
al rehuir su responsabilidad ante las
agresiones a la verdad finalmente
terminan por volverse cómplices de la catástrofe que nos espera Con este
método de disfrazada difamación para el contrario político lo que se logra es relativizar a conveniencia la verdad de los hechos para tratar de convencernos de que el mal no
existe y por más que seamos testigos de
los hechos el fake news nos dice que
solamente es verdad lo que esa mentira nos impone, de que Timochenco, Cepeda Cristo
y Santos se reunieron a media noche a jugar parqués o que los niños huyeron de
sus casas “”para buscar calor” en los brazos de Lozada o la Sandino. Por eso la
posverdad es una invención del mundo de los satisfechos, del poder de los nuevos poderosos, capaz de arrojar el debido manto de silencio
sobre los 17OOO niños reclutados, muchos fusilados por las FARC, de convertir
las masacres de Pablito en meras noticias de consumo de información. Abrir los
ojos sería romper con esta mentira y lúcidamente como sociedad libre enfrentar los simulacros de una justicia enajenada y
escuchar la verdadera justicia, abandonar el recinto de
la impostura jurídica. ¿Nunca Iván Cepeda estuvo en los campamentos de las
FARC?
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