miércoles, 22 de julio de 2020

O COMISIÓN O TRIBUNALES DE LA VERDAD / Darío Ruiz Gómez




O COMISIÓN O TRIBUNALES DE LA VERDAD

Darío Ruiz Gómez

El  exministro  Pinzón ha dado una opinión –bastante  sustentada por cierto- sobre la Comisión de la Verdad y el hecho de que la mayoría  de  sus miembros (as) sean  sesgadamente de izquierda. Lo cual  es cierto y por lo tanto  hace  discutible  su nombramiento  en la medida en que la tarea de una Comisión de la Verdad  debe ser la de aclarar  con criterio racional  la verdad  respecto  a los horrores que el pueblo  colombiano ha  padecido por parte  de un grupo de violentos  que quiso imponerse a través de la llamada  violencia  revolucionaria  y es el grupo con quien el Estado ha firmado un Acuerdo de Paz  y por otro lado  lograr diferenciar  estos ángeles del materialismo histórico  de los también siniestros  grupos de delincuencia  del narcotráfico en unas fronteras donde unos y otros muchas veces llegan a  confundirse. Una Comisión de la Verdad exige la presencia de jueces probos capaces de vencer la  tentación  de partir de una Verdad pre-fabricada por parte de cualquier ideología al uso porque la Verdad es el único camino posible hacia la reconciliación y la paz. ¿Cuáles son al respecto los fundamentos de justicia establecidos  como premisas  por esta  Comisión de la Verdad  para juzgar a los distintos culpables de este horror que hoy  seguimos viviendo si todavía  aún no  hemos hecho claridad sobre conceptos definitorios como Crímenes de Lesa Humanidad, genocidio?  Los juicios  a los jerarcas nazis, a los dirigentes soviéticos  - ejemplo que no me cansaré de repetir-  por sus atrocidades  se  extienden hoy a Castro, Ortega, Maduro, y a quienes a nombre de cualquier  ideología inhumana pretendan justificar una violencia ciega. Entonces  la pregunta es lógica: ¿Los miembros de la Comisión de la Verdad no debieron  ser escogidos entre quienes  representan  la  justicia de un  Estado de Derecho? Alfredo Molano q.e.p. d.  quien nunca  negó  su cercanía ideológica con las FARC conoció de primera mano las andanzas  de los distintos  Frentes, lo que le impedía como lo dije en una columna aparecida antes de su muerte,  ser parte de la Comisión de  búsqueda de una verdad cuyos victimarios  ya conocía.  Hace poco el padre De Roux  firmó  con el Arzobispo Darío Monsalve un equívoco  comunicado sobre el actual Bojayá  sin que para nada  mencionara  al directo responsable  de esa matanza, Benkos Bihojó  ni haya señalado al ELN  como responsable del asesinato de líderes indígenas y afrodescendientes.  ¿No debería el padre de Roux  ahorrarle  tiempo y  dinero a los contribuyentes  y no dilatar  la espera para que el país conozca la verdad sobre los autores de masacres y matanzas  cuyos nombres le son familiares desde hace tiempos?  Una militante de izquierda como Michel Bachelet   dio una demostración  de su altura moral al presentar  al mundo  un informe objetivo sobre las cloacas del madurismo. Los  métodos  de la llamada justicia  revolucionaria   donde  a nombre de una “verdad”  totalitaria  se recurrió a toda clase de vejámenes, torturas psicológicas  y físicas  para señalar a los “culpables”  nos sirven  en nuestro caso, repito, para poner de presente  ante la opinión pública la diferencia que  existe entre una justicia  democrática  nacida del Humanismo y las farsas de esos” tribunales del pueblo”.  La Mona González ha tenido siempre la sinceridad de reconocer  que milita en el Partido FARC lo que éticamente  la imposibilita a la hora de desentrañar la maraña de mentiras, encubrimientos, que es necesario desvelar para encontrar a los verdaderos culpables y reconocer el sacrificio de las víctimas, pues la verdad  es un problema moral y no un problema político. Recibí un mail anónimo que dice que “Darío Ruiz a través de sus artículos  va señalando  el nombre de aquellos a quienes considera sus enemigos” Claro, ellos pueden calumniar impunemente, chantajear a quien discrepa de sus estrategias recurriendo a la falacia  de que criticarlos  los puede exponer a que los maten. Una manera disfrazada de negar la libertad  de opinión frente a una problemática decisiva que es pública por lo tanto y admitir que quienes realmente corren peligro son aquellos que, en una demostración de libertad intelectual,  se han  atrevido  a hacerles reparos . Vuelvo a Antonio Machado: ”Ni mi verdad ni tu verdad: la verdad”     

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