sábado, 14 de marzo de 2020

LA CIUDAD ES DEL CIUDADANO / Darío Ruiz Gómez



LA CIUDAD ES DEL CIUDADANO
Darío Ruiz Gómez

No es que los ciudadanos no estén de acuerdo sobre las medidas que convengan a la buena marcha de una ciudad es decir a su calidad de vida, a la necesidad de espacios verdes – ¡nuevos  parques por favor! - consagrados por los Derechos ciudadanos  sino que otra cosa viene a ser  que  autoridades  elegidas por el voto ciudadano  lleguen a tomar medidas  que no  contaron  previamente  con el consenso o el disenso ciudadano.  J.J García Posada se ha referido con justeza  a la “tiranía del municipio”  atropello  que  los ciudadanos  han venido sufriendo a través de algunas   Alcaldías que  llegaron a tomar  medidas  inconsultas  por parte de una burocracia improvisada, carente de la mínima experiencia sobre temas tan álgidos como la economía urbana, como aspectos demográficos definitorios en el momento en que las invasiones están creando una crisis alarmante en los distintos bordes de ciudad,  problemáticas  que deben ser enfrentadas  por verdaderos especialistas  y no, repito, por improvisados  funcionarios  que es lo que ha venido sucediendo  con la llamada crisis de la calidad del aire. ¿Cuánto dinero se gastó descaradamente  en el llamado urbanismo de materitas y de terribles ciclovías   responsabilidad directa de bisoños burócratas  que ahora es necesario  enmendar?  En primer lugar  Planeación, la Edu y el Área Metropolitana debieron   hacer   una minuciosa lectura del estado actual  de  las  periferias que crecen descontroladamente  fuera de las estructuras de la economía urbana  lo que indica la necesidad  de contar con  un pensamiento urbanístico  capaz  de analizar  los profundos cambios demográficos que Medellín ha sufrido durante la última década en sus espacialidades  territoriales ¿Quiénes se desplazan y hacia dónde? ¿Qué territorios siguen aislados?  Luis Racionero quien acaba de morir decía que la revolución urbana debía comenzar por el reconocimiento de la calle y luego del  barrio,  morfologías, espacialidades  conquistada por el ciudadano como  afirmación de su derecho a la ciudad  frente a un poder  centralista  totalitario  dueño de toda decisión. Es necesario  por lo tanto escuchar la diversidad  de voces y criterios y no imponer el vigilar y castigar como una dictadura  de  funcionarios  improvisados que confunden conocimiento con autoritarismo. ¿Qué poder se esconde detrás de la desconcertante votación que llevó a Quintero a la Alcaldía? Una decisión  inconsulta  como la del Pico y Placa de 24 horas  ha alterado  bruscamente el ritmo de la vida familiar,  agredió  al metro,  ignoró los peligros que suponen las largas colas en momentos en que  ha irrumpido  el  coronavirus,  los horarios de trabajo se alteraron y se atentó gravemente contra la economía de la ciudad:  una medida shock   dictada por el emocionalismo  de un  funcionario fundamentalista que busca castigar al ciudadano desobediente, obsesivamente desterrar el vehículo privado, imponer la bicicleta. Autoritarismo  revestido  de  ideologías  como el fetichismo ambientalista, el animalismo, el resentimiento social. El cruce de  respuestas disparatadas  entre el patético   Secretario de Movilidad, el Alcalde y el gran dictador del Área cuya mayor experiencia  la tuvo en una “empresa operadora de  organismos de tránsito” pone de presente la exhibición  de ignorancia  sobre  temas tan complejos  y  que al  ser aplicadas   abusivamente   crisparon  aún más el ánimo  del  ciudadano que conoce in situ que  parte de la polución proviene  de las irracionales  secuelas  de una movilidad  traumatizada  por la libre  circulación a cualquier hora  de volquetas, vehículos  cementeros, tractomulas,  verdaderas chimeneas,  con  las cifras  desconsoladoras  de peatones, motociclistas y ciclistas muertos por la incapacidad de esta burocracia  de racionalizar los flujos vehiculares. ¿O es que acaso el recurso al ignorante  es la estrategia política  de los nuevos poderes que tratan de regir la ciudad? Porque esta no fue una medida científica para salvar  recuperar el aire puro   sino una drástica demostración de malsano poder sobre la ciudad.        

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