EL
PAÍS AUSENTE
Darío
Ruiz Gómez
La
muerte de los pueblos en España ha sido una constante durante los últimos
treinta años, viejos pueblos de piedra
que el viajero visualmente localiza al paso del tren, metidos en el paisaje
agreste, arropados por un extraño manto de silencio que el viajero percibe de
inmediato, olvido, decir olvido supondría una decisión racional frente a algo
que no queremos seguir teniendo en cuenta, aquí es algo parecido a la
constatación de la inexistencia, el fata morgana invernal de un país donde cada palabra, cada
enunciado sobre la vida y sus circunstancias van perdiendo contenido, esa difusa España que la literatura, el cine del llamado “Destape” ignoró
descaradamente en el proceso típico del
parvenu que instalado en su nueva “clase social” huye de todo aquello que pueda recordarle su origen provinciano, su léxico de pueblerino
al cual ha impostado una supuesta liberación sexual, religiosa, el precario lujo
del consumismo. Pueblos en venta, intentos de colonización fallidos, una vez desaparecidas las costumbres históricas y una vez desaparecidos los actores históricos
que alrededor de la lucha contra las adversidades edificaron una filosofía del sufrimiento, una dimensión ética de la
grandeza humana. Las pancartas que unos jóvenes que aún habitan en ese España
vacía exhibían durante una manifestación
en Madrid eran muy explicativas: “Los jóvenes rurales
reEXISTENTES” Sí, ausencia de médicos,
de escuelas y colegios, de centros de salud, de trenes y vías para la integración regional: ¿vacía o vaciada?
Es lo que Christopher
Guilluy ha señalado respecto a la Europa actual como la peligrosa desconexión entre el campo y la
ciudad, problema que en estos momentos se puede convertir en un obstáculo porque la fragmentación política
de los territorios sería un
impedimento para enfrentar el asedio de
los populismos. ¿Qué reclamaba Ortega y Gasset en su “España invertebrada” sino la integración
de los diversos territorios y voces en
el significado primordial de una sola España? ¿Cuáles al respecto serán las estrategias que
propondrá el Foro de Sao Paulo para afirmar mediante nuevas formas de violencia sus tiranías ? Y este vaciamiento de los territorios causada por la
violencia guerrillera, por el
narcotráfico en Colombia, por las bandas criminales señala precisamente la calculada fragmentación de nuestro territorio, la destrucción de las culturas
regionales, el ahondamiento terrible de
la distancia entre el centralismo político y la vida de los territorios vaciados que en nuestro caso obedece a un
desconocimiento perfectamente calculado por las minorías gobernantes pero sobre todo señala el intento de destrucción de una idea de nación, de una República, tal como lo he venido señalando
con insistencia. ¿Hemos calculado lo que ha supuesto el desplazamiento de los
campos hacia las ciudades? ¿Hemos
recuperado la entidad humana de la Costa pacífica o la seguiremos reduciendo a un folclor desfigurado? ¿Cuántos representantes
de cada uno de estos territorios ausentes
hay en este momento?
Si
hablamos de un problema de
representatividad política para esta población ausente debemos hablar entonces
de comunidades que sufren el impacto de las explotaciones de las minas de oro, coltán, - con cientos de
esclavos sin sueldo- el comercio
ilegal del petróleo y que viven bajo la brutal economía de la coca como productividad
rentable en el comercio mundial. Esta forma de violencia, caso México, puede ser la verdadera estrategia mediante la
cual se
impediría la incorporación de los grupos sociales ausentes y se opondrá a la praxis de una política vertebrada por el reconocimiento de las
diversas formas de expresión de tantas comunidades , manipulando la población nativa a base del miedo, buscando la desaparición del Estado, y, la
muerte, repetiré a los oídos de tanto idiota, de la cultura o sea del progreso ético de una
sociedad.
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