Pawel Kuczynski |
EL PAISAJE CAUTIVO
Darío
Ruiz Gómez
El
campesino sometido a una dura labor en el campo, no ve el paisaje, el concepto
de paisaje tal como lo señaló en un
espléndido ensayo Kenneth Clark sólo se da plenamente en la cultura
moderna como vivencia, en el momento en que el campesino es
liberado de su alienación, detiene sus
pasos y observa las montañas, el celaje hasta entender que este es su verdadero
territorio, estas son las imágenes que lo acompañaran toda la vida. A partir
del movimiento romántico en Inglaterra Burke incorpora al concepto clásico de belleza
el concepto de lo bello existente en la
naturaleza. A Burke se le debe el
concepto de panorámica, el ilímite
confín que se abre al coronar un alto, la cima de una montaña y concomitante a
este concepto el de horizonte tal como
lo describe Cano en su célebre cuadro “Horizontes”. Ese hermosísimo verso de
Epifanio Mejía. “Cargadas de silencio llegan las tardes” se puede equiparar al verso inmortal de
Guillermo Valencia. “Hay un momento en el crepúsculo en que las cosas parecen
brillar más” Esa luz imperceptible que
penetra en los espacios propicios a la soledad de las almas en los cuadros de Eladio Vélez: Lo que no está en
las imágenes no existe pues carece de ese trasfondo existencial que hasta el
más retraído de los seres humanos, los
niños, los locos, logran fijar en
su retina como referencia necesaria frente al desmedido deterioro del
entorno. La selva es la naturaleza y no
la cultura, diferencia que establece
Kevin Lynch entre paisaje natural y paisaje construido: entre la majestad de
las selvas amazónicas y el paisaje construido por los grandes paisajistas de Francia desde el Renacimiento, el Barroco
hasta nuestros días. De ahí la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad al paisaje
construido en la zona cafetera de
Caldas, Risaralda, Quindio. Categoría que
alcanzó el paisaje construido de
la región del Oriente antioqueño hoy
arrasado por la vulgaridad de constructores improvisados, por la ausencia de
una verdadera planificación del territorio que nos hubiera
recordado que el paisaje es un valor patrimonial en tanto fue
construido y determinado por las manos de mujeres, de niños y de hombres que
así bautizaron lo que era un confín indeterminado, barbecho.
Recordamos
con tristeza la destrucción de la Sabana
cundinamarquesa. Pero hoy cuando las
gentes se lanzan con el frenesí propio de quienes estuvieron durante décadas
confinados a causa de la violencia, a buscar los ríos de los Llanos, de la
Sierra de la Macarena, de la geografía de los pueblos de valles y montañas, de
nuestros litorales, lo que se está poniendo de presente con esta movilización que propicia el
intercambio social, es que el derecho al
libre desplazamiento por cualquier territorio que los grupos violentos le
negaron al ciudadano, enajenando las
distintas geografías, destruyéndolas, nos privó de una experiencia cultural fundamental,
legado de quienes abrieron
caminos, cultivaron la tierra y la bautizaron con su sangre, concepto
realmente histórico de
patrimonio que fue y debe ser de ahora
en adelante el principio jurídico para
configurar definitivamente el concepto de territorio, arrebatado por la violencia de los cultivos de coca, por los mineros envenenando los ríos, por quienes hoy quieren absurdamente privatizar el paisaje con
fines comerciales o quieren seguir considerándolo como fueros politiqueros. No sólo pues, zonas de reservas sino el paisaje construido
como patrimonio.
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