lunes, 30 de julio de 2018

¿TRANSICIÓN HACIA LA DEMOCRACIA? / Darío Ruiz Gómez

Pawel Kucsynski

 ¿TRANSICIÓN HACIA LA DEMOCRACIA?

Darío Ruiz Gómez

Recuerdo en lo que hoy se llama la Transición española  -y que Santos Juliá   ha analizado en un extraordinario libro-  lo que supuso la incorporación del Partido Comunista a la vida democrática. Adolfo Suárez jugó aquí un papel decisivo para que se reconociera  esta  incorporación  al  juego democrático y  militantes, y  cuadros  políticos,  salieran de las sombras, de manera que  se pudo saber que Federico Sánchez activista, espía era en realidad Jorge  Semprun  quien llegaría  ser uno de los más grandes novelistas e intelectuales españoles  y quien no cejaría de denunciar  los horres y la hipocresía  del estalinismo actual. También salieron de las sombras entre otros el nombre  de Víctor Pradera  quien desempeñaría  un importante papel en la consolidación de la democracia española,  acusando ideológicamente el mismo proceso de decepción y condena  de las prácticas totalitarias del PC. Es un hecho que hemos comenzado a vivir el reto de un nuevo país a partir del triunfo  de Iván Duque  y  de la renuncia a la lucha armada por parte de las FARC.  En ese sentido y.  perdonen que me vuelva reiterativo,  el proceso mismo de  los acuerdos  igualmente   ha sacado  de las sombras  la verdad sobre la  actual conformación de  las  estructuras  políticas  y  armadas de las FARCPC,  pero apenas conocemos de los nombres de su dirigencia clandestina   mientras  sus cuadros intelectuales han preferido continuar  en las sombras. Y nada sabemos del  porqué  su  decisión de justificar  el secuestro y el narcotráfico, el destino de su inmensa fortuna. Hablamos de la entrega de unos archivos  que politólogos e historiadores  podrán analizar objetivamente para que  la opinión pública  del mundo  logre  formarse  un criterio sobre cada uno  de estos renglones del horror. Señalar esto supone  considerar  objetivamente el deterioro causado por  una utopía que es una lacra en  la historia de la humanidad  y que en Colombia  debe  enjuiciarse  con el rigor científico  debido  para lograr precisamente dar ese paso necesario entre quienes  no admiten el perdón   y  quienes, por el contrario  aspiran a que se establezca un verdadero juicio de responsabilidades  desde los parámetros que establecen los valores de la civilización y  de la justicia universal  porque el  secuestro es un delito de lesa humanidad que no puede reducirse a un problema de abogados litigantes  y por lo tanto a  desconocer  lo que entraña como violencia inaudita contra un ser indefenso,  y  termine por castigarse  al delincuente  con penas ocasionales al  considerarlo como un mero  “delito político” .  ¿Quién toma la decisión al respecto? Es el juicio implacable que los grandes pensadores hicieron y siguen haciendo a los grandes crímenes del totalitarismo  tanto en la Unión Soviética, China, la Camboya del Khmer Rojo como en Cuba, Venezuela o Nicaragua porque esa ferocidad, ese mesianismo, esa persecución  a la inteligencia, ese odio a las clases populares se ha dado en Colombia con, no dejaré de recordarlo, la misma crueldad y el mismo arrasamiento de los valores sociales. En este sentido no  se va a  juzgar  solamente  a una dirigencia  que justificó y planeó la violencia sino lo que supone  la violencia de una teoría política criminal. Parece mentira pero es desde esta confesión de responsabilidades desde donde puede establecerse  la confianza para  un diálogo y  una discrepancia, la posibilidad de contar con una izquierda democrática.

Camuflarse en verdes o amarillos responde a una estrategia ya desacreditada pues  la verdad que supuestamente  se busca descubrir  por parte de un comité caricaturesco,  es la que irá aflorando  cuando  las víctimas ignoradas  hablen desde  su sufrimiento personal  y no desde  el embeleco de la tal memoria colectiva. La verdadera transición  a la democracia  no puede hacerse con un remedo de los tribunales populares castristas sino desde la aceptación de errores que no deben jamás volver a repetirse. Porque el punto de vista de la justicia,  la da la democracia triunfante y no quienes deben arrepentirse de su dogmatismo.   

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