Pawel Kuczynski |
LA
BARBARIE AD PORTAS
Darío
Ruiz Gómez
Se
habla de dar paso políticamente a un
nuevo país. ¿Es esto posible fuera de la vacía retórica populista? La historia
del Siglo XX y XXI nos demuestra a
través de la infame experiencia de los totalitarismos políticos o religiosos
que es imposible cambiar una sociedad radicalmente. La férrea dictadura burocrática china nos recuerda el extremo sadismo a que se ha recurrido por parte de esas dictaduras en la tarea de crear una sociedad pretendiendo modificar mediante la tortura la conciencia de aquellos
que como individuos se negaron a
someterse a la esclavitud. El régimen de
los Ayatolás en Irán da fe aún de lo que
supone “cambiar una sociedad en sus hábitos y lenguajes para hacer una nueva
sociedad” y de lo que supone la imposición de un dogma religioso a través de una permanente represión de todo
pensamiento diferente a su ortodoxia. Puedo
sonar repetitivo en mi continua tarea de recordar que estamos
permanentemente ad puertas de la barbarie sin que en la inconsciencia de
nuestra clase dirigente nos demos cuenta
de lo que supone la pérdida de las libertades y la enajenación en una dictadura
disfrazada de reivindicaciones sociales. Los disfraces del populismo y del
nacionalismo ya no operan solamente, caso del país Vasco y de Cataluña, sobre
las llamadas bases populares sino que se han arraigado sobre todo en las pequeñas burguesías rurales, en cierta clase media urbana, en
algunos grupos del magisterio. Esto es lo que estamos viviendo en Colombia tal como lo pone de presente el sector de la
Iglesia Católica que ha dado protección a un delincuente como Santrich esgrimiendo supuestas razones de tipo
humanitario que no son ciertas ya que este sector de la Iglesia ha mantenido, bajo la influencia de la llamada Teología de la Liberación, condenada
curiosamente por el Papa, el enfoque
mesiánico que identifica los
movimientos marxistas leninistas revolucionarios con la
llamada “Iglesia de los pobres y los explotados”. ¿Ha cambiado en algo la
situación de miseria de los pobres en
las llamadas reservas campesinas? Las falsas utopías suelen seducir fácilmente
a los espíritus débiles tal como sucedió en Cuba y en Venezuela con los
intelectuales que apoyaron
irrestrictamente la dictadura y hoy ante la pavorosa miseria que viven esos pueblos, callan descaradamente. ¿Se han dado
cuenta las jerarquías católicas del gran
escándalo moral que en los católicos –
y yo
lo soy- ha causado esta desacertada intervención? ¿Se dio cuenta el Ministro de Justicia con su permisibilidad de que está dejando a
Colombia fuera de la órbita de las
Naciones civilizadas del mundo?
El
monstruoso añadido a los pactos de Paz de
que “decir toda la verdad no implica responsabilidad alguna por parte de quien
confiesa los hechos” ¿No es una burla a
cualquier intento de restablecer la
paz? El destino de la civilización y la cultura no puede quedar reducida a una discusión electoral pues al ponerse al descubierto las verdaderas intenciones de
la JEP se ha hecho más claro el intento de destrucción de nuestra
institucionalidad, el objetivo de colocar contra el paredón a aquellos que
ellos consideran como sus enemigos políticos. No votamos solamente para elegir un Presidente,
votamos acudiendo desde la razón a los reclamos de la democracia a la cual sus enemigos quieren precipitar en
el abismo.
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