BOMBA DE TIEMPO
Darío Ruiz Gómez
La mera cifra estremece:
4902 familias deberán abandonar su vivienda
para ser reubicadas y dar paso a
algunas “obras de progreso” tales como
un Metrocable donde se exige el desalojo de 652 familias. Una vez más
bienvenido “el progreso” pero también por desgracia la zozobra y el desasosiego pues como ya
sabemos estas obras en Medellín suelen
no sólo de carecer de una necesaria planeación respecto a los afectados sino que su terminación se expande
descaradamente en el tiempo y con éste los costes previstos inicialmente. Lo hemos comprobado en las “obras de valorización” de El Poblado, en Parques del Río y en el llamado
tranvía de Ayacucho, en el mamotreto del Puente de la Cuatro, lo que nos
lleva entonces a analizar algo que ya es
comprobable y es el hecho de tener que
referirnos a la crisis de una disciplina como la ingeniería y a la comprobación de su fracaso
en la realización de estas obras públicas,
puesto de manifiesto en la
incapacidad para incorporar
satisfactoriamente las nuevas tecnologías en el tratamiento de laderas, de cañadas, en lo referente a las
nuevas tipologías de amoblamiento urbano,
lo que ha llevado en Medellín a un
crecimiento desbordado de la fealdad . Esto
cuando hacia los años 50 nuestra ingeniería demostró la solvencia profesional
suficiente en el diseño y construcción de puentes, avenidas, paisajismo, dejando un inmenso legado ético y estético. Los errores cometidos en el diseño y ejecución
de la loma de los Balsos son realmente terribles y ante esta desfiguración de
ubicación de semáforos y cruces viales no hay más accidentes de milagro. ¿Cómo
se pudo aceptar y por qué clase de interventores que los carriles que desde el puente de la Cuatro desembocan
en la avenida de El Poblado en dirección a Envigado, se redujeran a un
embudo, estrecho y peligroso? ¿Cuántos son los errores garrafales cometidos en
el llamado puente de la Madre Laura
respecto a los llamados “damnificados por proyectos viales”?
Los grandes y necesarios
viaductos que conecten la malla urbana con los barrios aislados no se construyen. Aquí el Instituto Tecnológico de Massachusetts,
constituiría un chiste para un
contratismo que sólo quiere ganancias y que
con la complicidad de la corrupción ha permitido que las distintas obras públicas
se queden a mitad de camino y carezcan de la calidad estética necesaria. Frente al anunciado desalojo de 4902 familias que en el tiempo habían logrado fortalecer su tejido social y urbano, la respuesta oficial para impedir que siga creciendo
la tugurización debió consistir en la urgente rehabilitación y renovación de ese tejido
urbano ya que de este modo se reconocería su territorialidad. Un desalojo
improvisado es siempre un atentado contra el sagrado derecho a una morada, a
una malla social establecida de vecinos, por precaria que sea Destruirla, sin
haber construido antes las viviendas necesarias, el hábitat y la calidad de vida indispensables, es lanzar
a la diáspora a estos ciudadanos, no resolver un problema sino ahondarlo; ya que de lo que se trata en estos casos es de
rescatar un borde abandonado, en humanizar un territorio, cohesionando el grupo social no lanzándolo al vacío mediante la argucia de recurrir a alquileres de ocasión. Una vía, un metrocable deben integrar a la malla urbana de la ciudad
los territorios deprimidos, aislados.
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