LA MÚSICA DE LAS
LÁGRIMAS
Darío Ruiz Gómez
¿Podríamos llamar
posbanalización a esta falta de imaginación con que hoy la publicidad, la t.v ,
la Corte Suprema de Justicia, el Congreso tratan de descerebrar aún más a la
ciudadanía? Ya que si para estupidizarnos
se recurrió a la fórmula del llamado Reality Show con sus simuladores y simuladoras
caricaturescas de lo heroico, la repetición de esa fórmula produce jaqueca de
inmediato en su llegada a límites insospechados de cretinización.
Ni siquiera es un lenguaje neutro ni un no lenguaje: es el vacío como pérdida
de cualquier significado posible y la conversión del ser humano en un
homúnculo. Y bajo este deteriorado
modelo se han ido plegando la política, la cultura, la vida social, ha
desaparecido la ética del gobernante. El análisis semántico del lenguaje utilizado por los
supuestos dialogantes en las llamadas conversaciones de Paz, brinda un claro ejemplo de lo que la parodia lingüística supone, en un
momento en que, en el cese de acciones sangrientas,
se abre una expectativa sobre la democracia que nadie sabe cómo podría llenarse ya que
lo que se ha podrido en este proceso no
es otra cosa que las palabras que nos servían para comunicar nuestras reflexiones
y nuestras emociones. La historia verdadera ha comenzado cuando las madres de
los niños reclutados por la guerrilla han salido a buscar sus tumbas ¿Emociones?
Si analizamos el lenguaje de la llamada
literatura política nos daremos cuenta de que son las emociones lo primero que
condenó su organización considerándolas
como expresiones propias de una “burguesía decadente” , gramática de los sentimientos gracias a la
cual nos sentimos y sobre todo nos
hacemos humanos. Era, como recuerda Milán Kundera, el lenguaje envilecido del totalitarismo que considera como una
flaqueza revolucionaria, cantar a la
madre, a un bello amor. Vassily Grossman en su obra “Todo fluye” nos da desde los ojos húmedos de Macha, la vigorosa respuesta de una mujer
que ante los Jerarcas del Partido,
demuestra que vale más la
persistencia en un sentimiento de amor,
a pesar de que sabe que su marido ha sido fusilado y sin embargo no hay derrota porque con sus
lágrimas calladas nos deja el resquicio de la esperanza que se rebela contra la desesperación. ¿Qué queda después de unas
vidas aniquiladas por esta barbarie, abandonadas por los historiadores
oficiales? “Queda la “bondad pequeña”, la bondad del día a día, la bondad sin discurso, sin doctrina, sin sistema...” Lo
que Levinas, como recuerda Finkielkraut, llama “ese brote extraordinario de la
misericordia en el corazón de lo inhumano”.
El reportaje televisivo
nos muestra al muchacho chocoano que debe hacer un recorrido de nueve horas de
carretera, canoa, cinco ríos, barrizales
para llegar al corazón de la selva a encontrarse en una pequeña escuela con
ocho niños que lo esperan. Intenté renunciar,
muchas veces en la soledad, lloro, dice el adolescente maestro que viene a
darles el ejercicio de la palabra a estos niños, a enseñarles un canto sin
patria, la palabra pura que es inicio porque es epifanía. La corrupción puesta
como mero espectáculo informativo trata de decirnos que sólo existe la degradación humana pero
aquí en los ojos emocionados de estos niños y este adolescente está presente la
imborrable grandeza de la bondad que no
se entrega.
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