EL CUENTO A RELÁMPAGAZOS
Juan
Mares
Morelos. José D. Hojas breves.
Impresores Libros Lealón.
Medellín, 2015.
Decía un fantasma que el arte de
contar cuentos es tan antiguo como unos primates alrededor del fuego en una
cualquiera noche, mientras pausaban para
contar sus peripecias del trayecto andado con una que otra exageración y así
cultivar la fantasía. Alguien argumentó que este arte empezó cuando el
pastorcito gritó: “¡El lobo, el lobo, ahí viene el lobo! Salieron los vecinos a
socorrerlo y ya se había ido el lobo.”
Manuel Mejía Vallejo, todo socarrón
decía: “…el cuento tiende a contar cosas. Contar cosas es necesidad humana.”
Así, de manera simple o sencilla decía el viejo maestro del arte de contar
cuentos sobre este asunto. Y es lo que hace nuestro escritor Morelos. Con su
propia suspicacia va enhebrando sus pinceladas o brochazos con el tinte poético
de las palabras.
En el cuento breve y más que breve mini
cuento hasta llegar a lo atómico, se da la síntesis llevada a los extremos más
lacónicos como una agonía del relato de largo aliento. Ello ocurre en los
tiempos donde el qué leer abunda con faraónica desmesura, cuando los libros se
desbordaron a las páginas de la Internet y el tiempo apremia ante el bombardeo
constante de tanta información, falsa, verdadera o imaginativa. Lo curioso es
que el cuento breve, entre más se resume la historia, ésta se acerca más al
campo del poema y, a veces, se asoma la poesía.
Todo lo imaginativo es proyecto de
verdad, como una novela de Julio Verne en el pasado o como algunas utopías
preconizando sociedades futuras; donde se vea y sienta mayor comprensión,
desprendimiento y equidad entre los seres humanos.
José Morelos irrumpe en el plano de
la literatura urabaense como un condimento que salpica las pequeñas historias
con ironía y sapiencia profunda, sacada de algún rezago oriental en su sangre
de tierras valencianas de la sabana cordobesa. Es un escritor que propone su
primer libro madurado de su experiencia en el seminario y formación en los
colegios del Golfo de Urabá. Sin embargo su principal estímulo, para lanzarse
como escritor, quizá lo recibió del Taller de Escritores Urabá Escribe, cuando
alguna vez presentó sus primeros esbozos a dos de sus integrantes. Estos le
pidieron que si se quería untar de escritor hasta tomar cuerpo sólido, debía
acercarse para sostener un diálogo de pares entre dicho grupo. Lo cierto es que
acató el consejo y llegó a tener la dirección del mismo como un aprendizaje
entre la historia, la teoría y la práctica de la literatura.
En el trabajo de Morelos se puede
apreciar un camino de relámpagos donde
se van tejiendo una serie de historias salidas, a veces, de lo absurdo pero que
golpean como una ola en el acantilado del subconsciente. Lo sórdido con
elegancia como en su página de TERROR:
“Caminando por el bosque, se detuvo
justo al frente de un árbol sin una sola hoja.
¿Qué pasa? --Preguntó su tío.
--Es que le temo a los esqueletos.
--No hay ninguno por aquí.
--Ese de allí es el esqueleto de un
árbol.”
Sin duda alguna se nos recuerda el
asunto de la muerte pero también el de la ecología y la reflexión sobre la vida
en todas sus manifestaciones.
La ironía ante los jueces venales
se da cuando en el mini cuento “Evidente”, se espatarringa en una sutileza donde golpea como un pañetazo de boñiga de
vaca en una cara de abogado común y suelta las palabras sobre el ring de la
veleidad cotidiana:
“Estaba poniendo una denuncia de
maltrato físico.
--¿Tiene usted algún testigo?
–Preguntó el Juez.
--Sí, señor juez. Yo estaba
presente en ese momento cuando él me estaba pegando.”
Como si los simples moretones no
fuesen una evidencia, la queja inútil de una angustiada mujer y el simple valor
de ir a poner la denuncia no fuesen suficientes para pararle bolas a este tipo
de vejaciones. Claro que hay denuncias mimetizadas en el transcurso de los
textos y ello ya es de un valor de doble fruto en el arte de escribir, no solo
para manifestar bellezas, sino para poner de presente nuestras lacras
cotidianas.
Lo sórdido se hace presente en
varias de sus páginas, veamos:
“--Le advirtió que si se iba, nunca
más lo volvería a ver.
Ella lo escuchó pero continuó su
camino y nunca más lo volvió a ver.
Le había sacado los ojos.”
Aparecen por igual la reflexión
filosófica en la relación de pareja y no
es sino observar el primer texto conque abre el libro en su página trece:
“Se amaban tanto que estaban a
punto de lograr lo mejor de su relación:
La distancia y el silencio. “
Sintetizar es condensar historias
en lo esencial del movimiento traslaticio del corazón humano: ambivalente,
disyuntivo, complejo y simple, impávido, agónico, predispuesto al grito y por
igual al silencio.
José Morelos ya era escritor desde
antes, solo que ahora le resultó salpullido y ha empezado a rascarse como
escritor urabaense.
José D.
Morelos. Profesional licenciado en filosofía de la Luis Amigó (Terciarios Capuchinos), Exdocente de aula de clases en el área de
sociales. Exdirector del Taller de
Escritores Urabá Escribe. Actualmente es promotor de lectura, escritura y
acceso a Bibliotecas Públicas del
Ministerio de Cultura Nacional en
el proyecto Comunidad-es Arte, Biblioteca y Cultura: escenarios para la paz.
Designado para el municipio de Necoclí. Residenciado en Apartadó- Antioquia.
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