APROXIMACIONES A GONZALO ARANGO
Raúl Mejía
I
Pudo
no tratarse del mejor viaje, el recorrido planeado durante semanas, incluyendo
itinerarios, hoteles y, con suerte, ignotos parientes. No fue así, prisas y
otros, a modo de reserva de sumario, obligaron a acudir a algunos municipios
del sur occidente de Antioquia de manera angustiosa. Las tres, cuatro horas que
separan a Medellín del turístico poblado “Jardín”, permiten el registro visual
de diversos sitios, entre ellos la creciente ciudad de “Andes”. Este es el lugar
de ascendencia de cercanos y sí, por supuesto, el sitio en donde nació Gonzalo
Arango. Es feo, bullicioso, rodeado de cerros, fincas e idiosincrancias
apuntaladas al cultivo y comercio del emblemático “café”. No tengo idea del
probable contraste entre aquel año de 1931 y la actualidad del municipio del
fundador del “Nadaísmo”, cualquier apreciación urbanística o nostálgica ha de
pasar por voluntarios y fanáticos seguidores del “profeta”, con
especializaciones en “POTS”, arqueologías y personales añoranzas. Permanecí
poco tiempo en este “pueblo”, insuficiente para rastrear lejanas huellas y ecos
de abuelos maternos y aún más próximos seres; no pensaba en absoluto auscultar
memorias de aquel hombre que salió de allí a los diecisiete años. En “Jardín”,
a escasos minutos, el casual encuentro con algo de su obra, me animó a estas
aproximaciones.
II
Salvo
por novelas de Fernando Vallejo, que no he leído en su totalidad y varias más,
en donde se impone ferozmente esa “primera persona”, momificarse en ella, en el
pronombre “yo” y afines semánticos, aburre por sus deslices de vanidad,
subjetivismo y frivolidad. Sin embargo y en épocas de absoluta tiranía de la
misma, tenues dosis de la misma no creo que generen cismas o agujeros negros.
Dicho esto, entonces, recuerdo que, en el precioso poblado “Jardín”, me topé
con inusitadas publicaciones, halladas en la biblioteca municipal. Entre
textos, revistas, un libro que recogía parte de copiosas entregas y
colaboraciones del juvenil Gonzalo Arango en magacines, periódicos y folletos
de fines de los años cuarenta e inicios de los cincuenta. Al parecer “no
publicados antes en formato de libro”, al decir del compilador. En presencia y
cohabitación de horas y tiempo laxo, me entretuve leyendo algo de lo impreso
allí: viejos discursos, notículas, referencias a propósito de lecturas y
novedades universitarias, nada trascendente, sólo que, al pertenecer a él,
merecieron ser llevadas a un volumen que se apiñará alrededor de muchos más,
existentes y por surgir. Fueron escasos aquellos efluvios bucólicos para
eclosionar en mí, fervores hacia la lectura “total” del célebre autor de “PROVIDENCIA”.
III
Todo
estudiante veterano, actual y futuro de licenciaturas en literatura y afines,
en Colombia, forzosamente ha de estudiar aspectos sobre escritores, escuelas e
ismos vividos o creados en el país. Es asunto académico de obligada cultura
general. Llámese como se llame la asignatura, ha de ocuparse del “Nadaísmo”,
asumiéndola bajo parámetros sospechosos y/o individualistas del docente o experto
de marras. Hecho este proceso, el licenciado habrá de perpetuar lo “aprendido”
y darle a conocer a díscolos, irreverentes, displicentes y aburridos alumnos de
secundaria, detalles sobre obras, escritores e instantes sublimes a propósito
de la literatura nacional: ¿será el Nadaísmo un capítulo “especial”? Lo dudo,
no por la importancia del mismo, sino por feroces apatías y desgreños de la
mayoría de los estudiantes. Yo (me excuso en serio por usar este monosílabo
fastidioso) aprendí más sobre X-504, Amilkar U., Jotamario y el citado Gonzalo
Arango, por lecturas individuales, al margen de lo precario que fue visto en la
universidad. Yo, docente, apenas si insinúe mínimos detalles a “mis”
estudiantes, dos citas allí, tres minúsculas biografías y algún aleatorio
poema. Sé de colegas que hacen menos o se radicalizan con informaciones hechas
polvo de ecos mudos en oídos y sensibilidades de impúberes. ¿Es suficiente lo
que intentan academias y profesores para mantener vigentes obras y autores? Que
Pilatos pida más agua…
IV
“PROVIDENCIA”
fue el primer (y único libro completo leído) asomo que tuve con respecto a la
amplia bibliografía de Gonzalo Arango. Conocí esos, digamos, metafísicos y
sutiles versos, finalizando la década de los setenta. Muy niño, desde brumosa
distancia de ignorancias e ingenuidades, había visto a colectivos tardíos de
“hippies” e iniciales amantes del rock fuerte, reunirse alrededor de canciones,
marihuana y demás parafernalias. Supe del bullicio mediático ante la muerte del
“profeta” a través de noticieros de la época, pero el apático estudiante que
era, del grado séptimo, apenas si reaccionó a esa noticia. Si la memoria no
falla, PROVIDENCIA, sus poemas, venían acompañados por viñetas, creo que de
“Angelita”, compañera última del poeta. Supe también, por supuesto y años
después, de furias, desvaríos y ofensas de otros sujetos del Nadaísmo, a raíz
de esa ulterior faceta neo-cristiana de su antiguo líder: tonterías o
reacciones en pro de hacerse usuario de entrevistas para seguir siendo “popular”
en medios y publicaciones. Ya en la universidad y como cliente del “Círculo de
Lectores”, me hice a una antología de la poesía colombiana. Recuerdo que el
primer poeta antologizado era José Asunción Silva y la última (supongo) María
Mercedes Carranza –curiosa secuencia de suicidas- Entre otros, estaban (y
están) Gonzalo Arango, Jaime Jaramillo Escobar y Jotamario, tres Nadaístas, de
los más notables, faltando el importantísimo nombre de Amilkar U. De ellos ya
conocía textos de X-504, sus “POEMAS DE LA OFENSA”, notable poemario. Pero
nunca viví instantes espirituales o reveladores para moderar tan pasmosa
ignorancia acerca de nuestro primer y solitario “Ismo” local, debido –quizás- a
lodosas apatías regionales.
V
Recién
y movido por mareas de alto ocio, contactos y presencia impenitente de la
Poesía, se han facilitado accesos para corregir crasos vacíos y allegarme a
prosas, cartas, crónicas y sí, poemas, de la mayoría de involucrados en este
movimiento. Sólo vi, de paso, distante, al largamente moribundo Darío Lemos. Al
excelente vate, X-504, le conocí en la biblioteca Piloto de Medellín, donde
prosigue con su taller de escritores. Jotamario y Eduardo Escobar siguen siendo
bastante visibles a través de sus columnas y publicaciones. Hay más, sin duda,
pero se sabe desde lustros quienes fueron, son y serán fundamentales: ellos,
los nombrados hasta este instante.
¿Quién
es Gonzalo Arango para jóvenes, escritores y afectos a la literatura? No
aparece en billetes, ignoro si su nombre se lee en frontispicios de escuelas o
bibliotecas (como mínimo ha de haber una en que sí), tampoco se le pronuncia en
canciones aún programadas. Pero y para contrastes epistemológicos, es cita
ineludible en cuanto mundillo o grupúsculo añejo o advenedizo de poetas y
poemas exista en Colombia. Junto con García Márquez, Silva y Mutis, hace parte
de celebérrima galería de autores “clásicos”, en el sentido muy liberal de
acumulaciones de referencias, estudios y publicaciones: es “archi conocido” y,
a la vez, “híper desconocido” para masas y burguesías incultas. A juicio a
priori, personal, diría que es el escritor más abismalmente irregular, vigente
y atractivo en nuestro discutible y escabroso “Olimpo” o “Parnaso” nacional.
VI
Es
extraña la dinámica de publicaciones del Gonzalo Arango vivo, estudiante y
líder de su movimiento: novela, cuentos, obras de teatro, poemas, cartas,
manifiestos, crónicas, discursos, diarios de cárcel, ensayos, etc. Es
formidable como hacedor de epístolas, agresivo, demoledor con su fina prosa.
¿Eclécticas facetas de escritor? No sé, a veces encanta y en otras se difumina,
se pierde, afanado en escribir febrilmente. Amén de aquellos poemitas de
PROVIDENCIA, se facilita –por no pocas compilaciones- leer poemas iniciales,
extensos, plenos de aristas rabiosas y vehementes. Al igual que aquel deseo de
Borges, ¿será el poeta el que sobrevivirá? Vaya ingenio y dureza que esgrime
cuando se va lanza en ristre contra “vacas sagradas” de la cultura y literatura
de aquellos años, especialmente bardos y escritores católicos, que conllevaron
a encarcelamientos y resistentes episodios heréticos, simpáticos, que no dejan
de recordarse y extrapolarse. Lo que pervive en la psiquis, ¿es lo importante?
Conservo el placer que viví al leerle crónicas sobre “Cochise”, Carlos Lleras
Restrepo y dos o tres más. ¿Es ese el “Gonzalo Arango” esencial? De serlo, no
presumo que fuese una conclusión peyorativa, sería adicional a varias más,
personales y/o generacionales, que han visto y ven en él a un revolucionario,
genio o escritor con vigencia indiscutible.
VII
Son
vastas, también, iconografías, recuerdos y anécdotas acerca de Gonzalo Arango.
A través de las mismas, es viable para cada quien, hacerse o configurarse al Nadaísta
vivo, fraterno y comprometido con sus ideas, palabras y proyectos. En alguna
ocasión mencioné del curioso paralelo con otro memorable antioqueño, Porfirio
Barba Jacob: descabellado o no, son divagaciones tangenciales. “EL Nadaísmo”
pudo ser, es y tal vez prosiga, debido a la energía, rebeldía y rabia de un
sujeto cansado de verborreas, clasismos y pobrezas mayúsculas en la literatura
colombiana. Para algunos, tanto él, como los demás Nadaístas, solo fueron
deleznables payasos, viciosos, excéntricos dotados en ironías, pero
intrascendentes como escritores “serios”. Pero es irresistible no percibir
atavismos y acritudes que siguen siendo necesarios ahora, innegable es no
admitir improntas, caballitos de batalla que lanzaron, que habitaron para ir
despojando a nuestra sociedad y viciados entramados, de hipocresías, gazmoñerías
y pobrezas proverbiales. Ese reconocido humor, apreciaciones de vanguardias
literarias y energía desbordante, mantienen cohesionado al Nadaísmo como
registro básico, perdurable en nuestro acaecer físico y, si se quiere,
espiritual: jamás mueren susurros, diatribas, risas que permitieron lucideces y
asombros.
TENGO LA CERTEZA DE QUE ESTE SEÑOR QUE HABLA MAL DE ALEJANDRA, TAMPOCO HA LEIDO AL MAESTRO GONZALITO. DEFINITIVAMENTE CONSIDERO QUE DEBERIA LEER MAS Y NO OPINAR COMO LAS VIEJAS CHISMOSAS EN LOS PUEBLOS. JUA JUA JUA JUA
ResponderEliminarEste man creo que no ha entendido nada del nadaismo. Le recomiendo toda la obra, así tendra un panorama verdadero.
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