MONÓLOGOS
DEL MISÓGINO
Raúl Mejía
Para Víctor
Bustamente.
I
Puede
la mujer ser extensión de la belleza,
Pero
en mí ha sido
Extensión
del absurdo,
Hábito
del cansancio,
Bruma
que excede toda tarde.
Este
sujeto zancajoso,
Mirada
caída,
Cabello
entre lentos dedos:
Hacia
ya el paso,
Hacia
allí el ritmo,
Hacia
nada la pesadez.
Este
amigo no puede consigo mismo
Y
menos con su compañera,
Más
activa,
Locuaz,
Pertinente,
Oteando
pasos zancajosos
Y
cabellos flexibles.
Amigo,
qué pronto llegaste al vacío
De
quien el sexo perdió,
El
dinero llevó en ascuas de pasión
-Módulo
de santo mal ensamblado-,
Este
amigo inspira mis monólogos:
Estar
sin hembra tras la repetitiva cópula,
Ausente
de feromonas,
De
labios,
Del
rocío en humedad de dedos, de palmas,
Del
seno en ascenso de saliva, de dientes,
Ausente
como niñez que zumbaba la piel,
Como
el tiempo
En
medio de pesadillas y asfixias,
Estar
sin mujer
¿Huye
o enferma?
Por
ahora ato,
Ato
la noche,
El
ala,
La
voz amable, posible de palabras,
La
voz de ángel del próximo muerto,
La
voz del hijo, la del sicofante,
La
voz del padre ido,
La
voz del que ríe,
La
balada a solas,
La
balada de cuando eras joven
Y
ser cuerpo sobre otro femenino
Permitían
el perfil bello,
La
frescura,
La
gravidez de adulto
Del
amigo zancajoso
Que
quisiera asesinar en él a su esposa del hastío.
Ato
mi sombra y contemplo.
Podrá
la pareja ser consecuente de lo perfecto,
Pero
persisten murmullos
Y
ecos de hojas secas que se arrastran.
El
eco de que lo que pretende permanecer unido
Fracasa
Sin
remedio…
II
Irse
a dormir a un incómodo sillón,
Sentirte
hacer ruido
Unido
al ruido de la calle:
Hombres
rechinando ruedas, piernas,
Exiliados
del sueño
Que
gestan cúmulos de hollín y de grasa
Que
el tiempo considera vida.
Así
no es posible descansar,
Pero
el descanso es vedado
Si
de por medio interfiere la terquedad de una pareja,
Una
mujer,
Otro
cuerpo
Que
no quiere hablarte, dejarte, lanzarte
Hacia
el descanso.
Y
sucede el detestable día
Con
frecuencia de ofensas,
De
cejas mal maquilladas,
Del
moco y del pobre aterido.
Y
proviene el retórico amanecer
Entre
agua tibia, jabón
Y
los “¡ah!” y “¡ay!” de la adultez.
¿Has
podido dormir?
¿Es
otro día
En
la farsa del pavimento,
El
cuerpo tremer por un delito, un cuchillo
Y
la sangre que no volverá a ver al hijo?
Ahora
no duermes sobre incómodo sillón,
Ahora
estás sobre luctuoso suelo,
Ahora
hablas a públicos tontos de sordera,
Ahora
desprecias que te desvistan,
Ahora
quisieras que todo fuese desnudez,
Desnudez
Plena
en la apabullante angustia que habita tu cuerpo,
Que
es tu sombra,
Que
es el sol de tu penumbra,
Que
te despierta en el incómodo sillón,
En
el suelo,
En
la vida.
III
Fatalidad
es verse rodeado
De
féminas falsamente beatificadas:
“-
¿Quién nos dejó este hermoso crucifijo?”
“-La
próxima vez nombramos comisiones”.
“¡Estás
muy bella, no se notan tus sesenta años!”
“-
¿Si te conté de aquella, de sus…?”
“-
¿Quién no ha colaborado para el ramo, el sufragio?”
“-Recuerden
el grupo de oración”.
“-
¡Ay! ¿Cómo perder estos kilos?”
“-
¡Oh! ¿Si leyeron los poemas que doña Lucila reseñó?
Qué
ironía sentirte casi homogéneo,
Individuo
ante semejante contaminación de arrugas.
¿Tendremos
–siempre- que respirar
Ósmosis,
culpa y orín
De
mujeres enojosamente santificadas?
¿Podrá
el absurdo forzar su capacidad de camaleón
Y
ocultarnos de semejantes cofradías de hastío y mal gusto?
Imitándote,
Kafka, deduzco que sostener
La
cabeza y la frente con una mano
Es
señal, también, de desprecio.
IV
Podría
ser perturbador tras pesadillas,
Torpes
con armas
O
la vociferante retórica del fanático religioso
El
que maneje indolencia e improperios
Sobre
la figura materna.
Susceptible
–merecería- padecer
El
insomnio de fantasmas ante repetitivos ocasos;
Olvidar
el orden al caminar,
Acumular
huellas
Sobre
cicatrices y gases que resaltan mi estatura;
Ser
el nirvana emocional
De
un pseudo-matricida que no reza en mayo
Y
desoye peroratas de plañideras.
Y
el obvio mandamiento y la obvia metáfora virginal
Se
retuercen en mis vísceras como vómito urgente.
Por
favor,
Está
bien que el comercio y la rutina dominical
Urgen
de estatutos de plácemes,
Pero
otras lecturas del sentimiento
Surgen
como palimpsesto,
Tan
evidente como grasa en sexos relajados.
Edipo,
siendo honestos, tuvo amores primerizos,
Procreó
rápido
Y
rápida fue su psicosis de nostalgia y de ceguera.
Menos
hábiles con enigmas y con la libido,
Algunos
hacemos del reflejo maternal,
Fobias impenitentes en nuestras asperezas y
vejeces…
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