Fernando García Cuéncar 4 Festival alternativo de Poesía de Medellín
“Del posible adiós”
de
Fernando García Cuéncar
Carlos Alfonso Rodríguez
Fernando García Cuéncar
nació en Bello, cuando el municipio de Bello era un municipio sosegado,
tranquilo, sereno y pacífico, o sea más o menos, hace mucho tiempo, exactamente
en 1961. Allí y en ese año nace este poeta de inspiración mística, lírica y
mágica.
La poesía de Fernando García
Cuéncar reunida en el libro de poemas “Del posible adiós”, Medellín 2015. Aparentemente
es la compilación de sus poemas reunidos en revistas y periódicos que editaron
sus escritos en Colombia, España y Estados Unidos. Es además una muestra de su
ejercicio poético durante varios años, lustros y hasta décadas. Lo que además
quiere decir que es una muestra de su proyección poética en la madurez
artística del creador y del oficio.
La lectura del libro de
poemas “Del posible adiós” nos remite a una poesía de fantasía, ángeles,
duendes, magia natural y de realidad. Hay en sus cantos y poemas una evocación
permanente a la infancia, al entorno íntimo, familiar y la impronta del mundo
burocrático. Es una poesía que nos recuerda o remite a Rilke o a sus ángeles,
pero también a la poesía de Whitman, Wiliam Carlos Wiliams, Dickinson, muchos
autores más: Pablo Neruda, Nicanor Parra, Raúl Gómez Jattin.
La poesía de Fernando García
Cuéncar, es una poesía diferente, en el sentido que busca la pureza de la
palabra, la pulcritud del lenguaje y el sutil alejamiento de la ciudad o del
mundo urbano. Excepcionalmente se sumerge en el tráfago de las horas o en la
vida cotidiana, pero cuando lo hace muestra sus mejores tonos, ritmos, acentos
y matices, en cantos extraordinarios como: “Misántropo de lunes”, impresionante
poema de grande factura que no desentonaría en cualquier antología de la poesía
colombiana o latinoamericana. Hay otros poemas que sobresalen por el peso de su
composición como “Solo en la calle”, “Busco una forma de luz”, “Digo”, “Así
solo caminan”, “Viejo Walt”, “La primera vez” o el mismo poema que da título al
libro: “Del posible adiós”. Evidentemente no son los cantos ni poemas de un
aprendiz, sino más bien la confirmación de una vocación íntima, profunda,
sincera con el lenguaje, la poesía y la vida.
MISÁNTROPO DE LUNES
Y yo que nací para el
ensueño,
para contar la historia
de mi sangre;
debo afilar los dientes
de mis razones
para dar explicación del
por qué existo.
Guardo mi corazón de
todos los que mienten, pero
trabajo para los burros,
le sonrío a las hienas;
y por votar por los
tiranos y rozarme con sanguijuelas,
me he olvidado de
inventar las estrellas,
para terminar el informe
domeñado
a un ciego con las uñas
muy largas.
Yo que sí tuve madre, a
mí que sí me amaron.
Yo que me di y a mí que
sí me dieron,
uso máscaras para pisar
el asfalto
y me cuido de los que me
han visto por dentro.
Estoy sujeto al aire con
alas de hojas,
y debo usar reloj y
mandar a lavar la corbata.
Vivo conmovido por tanto
canto de pájaro, y amanso la voz cuando
les hablo a los que se
sientan en mi tiempo y su salario.
Yo que vivo triste por
no haber navegado los trigales,
me como un pan amargo de
sudor por dentro
y tengo tantos
sinsabores como gentes en mi entorno.
Me duelen los lunes como
a las putas,
los senos secos por la
fiebre de los solitarios
Yo que nací para el
ensueño;
a mí que sí me amaron.
BUSCO UNA FORMA DE LUZ
Como una espada hecha
flor a mediodía
y mis palabras cortan
tiempo y divagan en aliento,
en este cuarto
seguramente hastiado
de tanto inútilmente
escucharme…
Me duele que dios nazca
en esta Navidad
entre fusiles y risas
borrachas,
máscaras, ya sé…
pero afuera el sol se ha
ido un poco más del aire
(las sombras, más
largas, afuera lo atestiguan)
y ya no puedo cantarte
Dios ninguna nana
sin que un nudo me
ahorque alguna lágrima.
Busco pájaros de canto
erótico
que narcoticen con sus
trinos mis venas al alba,
pero el ángel que
anuncia la saeta
para que mis párpados se
asombren,
es otro estorbo hermoso
y no quiero que me
interrumpa los sueños…
No me rían el llanto,
pájaros del alba;
tengo sed de tiempo para
cantar
la primera canción de mi
alegría.
SOLO EN LA CALLE
Tomo el vuelo de mi
propio viento
y camino solo,
igual que otros días.
Vuelo en muchos ojos,
rozo muchas pieles y
manos.
Voy de mi casa hasta el
colegio,
piso o golpeo muchas
calles,
encuentro rostros con
muecas o sonrisas.
Desato palabras, saludos
o vocablos viejos,
y son muertas mis
palabras
y mis sueños y mis
manos,
y mi piel, y mis pies, y
mi sonrisa;
tomo el vuelo de mi
propio viento
y camino solo
igual que otros días.
VIEJO WALT
Uno de tus ojos vaga los
caminos
del Semen Cósmico.
Y un soplo de tu vaho
sobre mi barro
otorga el secreto de las
palabras elementales,
sísmicas y frescas.
Viejo niño
vientre de estrella
falo y almendras
y pies y senos
de flor y canto.
Guitarra y barba
encordadas
sobre esta hoja de
tierra;
viejo Walt,
dios de infierno y cielo
en una lámpara de
hierba.
LA PRIMERA VEZ
Octubre 24 del 80,
Un joven de quince años
y lleno de todas las
soledades
acaparadas durante ese
tiempo
decidió no saludar a su
madre
en los nuevos soles,
ni repetir a la maestra
el teorema de Pitágoras,
ni adorar al dios de
yeso de cada ocho días,
ni sonreírle a su amigo
mientras tomaban Coca-Cola.
Y ante todo no quiso
esperar
el color gris-futuro de
su cabello rojo,
ni quiso tampoco mirar
por televisión
o en la trinchera de la
tercera guerra
del acabose.
Entonces, hizo el amor
con una soga, y,
como cuando era menos
inocente,
le sacó la lengua
a todo lo que no le
parecía.
Fernando eres un gran señor y poeta.
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