domingo, 19 de abril de 2015

Fernando García Cuéncar. 4 Festival alternativo de Poesía de Medellín






Fernando García Cuéncar 4 Festival alternativo de Poesía de Medellín


 “Del posible adiós”
 de
Fernando García Cuéncar


Carlos Alfonso Rodríguez


     Fernando García Cuéncar nació en Bello, cuando el municipio de Bello era un municipio sosegado, tranquilo, sereno y pacífico, o sea más o menos, hace mucho tiempo, exactamente en 1961. Allí y en ese año nace este poeta de inspiración mística, lírica y mágica.
     La poesía de Fernando García Cuéncar reunida en el libro de poemas “Del posible adiós”, Medellín 2015. Aparentemente es la compilación de sus poemas reunidos en revistas y periódicos que editaron sus escritos en Colombia, España y Estados Unidos. Es además una muestra de su ejercicio poético durante varios años, lustros y hasta décadas. Lo que además quiere decir que es una muestra de su proyección poética en la madurez artística del creador y del oficio.
     La lectura del libro de poemas “Del posible adiós” nos remite a una poesía de fantasía, ángeles, duendes, magia natural y de realidad. Hay en sus cantos y poemas una evocación permanente a la infancia, al entorno íntimo, familiar y la impronta del mundo burocrático. Es una poesía que nos recuerda o remite a Rilke o a sus ángeles, pero también a la poesía de Whitman, Wiliam Carlos Wiliams, Dickinson, muchos autores más: Pablo Neruda, Nicanor Parra, Raúl Gómez Jattin.
     La poesía de Fernando García Cuéncar, es una poesía diferente, en el sentido que busca la pureza de la palabra, la pulcritud del lenguaje y el sutil alejamiento de la ciudad o del mundo urbano. Excepcionalmente se sumerge en el tráfago de las horas o en la vida cotidiana, pero cuando lo hace muestra sus mejores tonos, ritmos, acentos y matices, en cantos extraordinarios como: “Misántropo de lunes”, impresionante poema de grande factura que no desentonaría en cualquier antología de la poesía colombiana o latinoamericana. Hay otros poemas que sobresalen por el peso de su composición como “Solo en la calle”, “Busco una forma de luz”, “Digo”, “Así solo caminan”, “Viejo Walt”, “La primera vez” o el mismo poema que da título al libro: “Del posible adiós”. Evidentemente no son los cantos ni poemas de un aprendiz, sino más bien la confirmación de una vocación íntima, profunda, sincera con el lenguaje, la poesía y la vida.



MISÁNTROPO DE LUNES

Y yo que nací para el ensueño,
para contar la historia de mi sangre;
debo afilar los dientes de mis razones
para dar explicación del por qué existo.

Guardo mi corazón de todos los que mienten, pero
trabajo para los burros, le sonrío a las hienas;
y por votar por los tiranos y rozarme con sanguijuelas,
me he olvidado de inventar las estrellas,
para terminar el informe domeñado
a un ciego con las uñas muy largas.
Yo que sí tuve madre, a mí que sí me amaron.

Yo que me di y a mí que sí me dieron,
uso máscaras para pisar el asfalto
y me cuido de los que me han visto por dentro.

Estoy sujeto al aire con alas de hojas,
y debo usar reloj y mandar a lavar la corbata.
Vivo conmovido por tanto canto de pájaro, y amanso la voz cuando
les hablo a los que se sientan en mi tiempo y su salario.

Yo que vivo triste por no haber navegado los trigales,
me como un pan amargo de sudor por dentro
y tengo tantos sinsabores como gentes en mi entorno.

Me duelen los lunes como a las putas,
los senos secos por la fiebre de los solitarios
Yo que nací para el ensueño;
a mí que sí me amaron.


BUSCO UNA FORMA DE LUZ

Como una espada hecha flor a mediodía
y mis palabras cortan tiempo y divagan en aliento,
en este cuarto seguramente hastiado
de tanto inútilmente escucharme…

Me duele que dios nazca en esta Navidad
entre fusiles y risas borrachas,
máscaras, ya sé…
pero afuera el sol se ha ido un poco más del aire
(las sombras, más largas, afuera lo atestiguan)
y ya no puedo cantarte Dios ninguna nana
sin que un nudo me ahorque alguna lágrima.

Busco pájaros de canto erótico
que narcoticen con sus trinos mis venas al alba,
pero el ángel que anuncia la saeta
para que mis párpados se asombren,
es otro estorbo hermoso
y no quiero que me interrumpa los sueños…

No me rían el llanto, pájaros del alba;
tengo sed de tiempo para cantar
la primera canción de mi alegría.


SOLO EN LA CALLE

Tomo el vuelo de mi propio viento
y camino solo,
igual que otros días.
Vuelo en muchos ojos,
rozo muchas pieles y manos.

Voy de mi casa hasta el colegio,
piso o golpeo muchas calles,
encuentro rostros con muecas o sonrisas.

Desato palabras, saludos o vocablos viejos,
y son muertas mis palabras
y mis sueños y mis manos,
y mi piel, y mis pies, y mi sonrisa;

tomo el vuelo de mi propio viento
y camino solo
igual que otros días.


VIEJO WALT

Uno de tus ojos vaga los caminos
del Semen Cósmico.
Y un soplo de tu vaho sobre mi barro
otorga el secreto de las palabras elementales,
sísmicas y frescas.

Viejo niño
vientre de estrella
falo y almendras
y pies y senos
de flor y canto.

Guitarra y barba encordadas
sobre esta hoja de tierra;
viejo Walt,
dios de infierno y cielo
en una lámpara de hierba.

  
LA PRIMERA VEZ

Octubre 24 del 80,
Un joven de quince años
y lleno de todas las soledades
acaparadas durante ese tiempo
decidió no saludar a su madre
en los nuevos soles,
ni repetir a la maestra
el teorema de Pitágoras,
ni adorar al dios de yeso de cada ocho días,
ni sonreírle a su amigo mientras tomaban Coca-Cola.
Y ante todo no quiso esperar
el color gris-futuro de su cabello rojo,
ni quiso tampoco mirar por televisión
o en la trinchera de la tercera guerra
del acabose.
Entonces, hizo el amor
con una soga, y,
como cuando era menos inocente,
le sacó la lengua
a todo lo que no le parecía.




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