Jairo morales Henao
Víctor Bustamante
El oficio de lector, en estos tiempos de baja intensidad en la lectura,
es un oficio algo extraño para algunos, pero para otros refleja el grado de
intensidad, de búsquedas, al no dejar que muchos libros sean releídos, mirados,
donde muchas veces se guarda un dato, una anécdota, un punto de vista, una gran
novela olvidada: la memoria. Los libros así, forman una parte muy cara a emular,
expresan y reflejan la medida en que sus escritores han reflexionado sobre los diversos
temas de ese lugar. Eso es lo que enriquece ese paisaje interior al, sus escritores,
dejar su huella. Sus puntos de vista sobre alguna cosa que le haya llamado la atención,
de esa manera todo el corpus de ese lugar es enriquecido por sus novelistas, ensayistas
y poetas.
Cada lector posee sus clásicos, así establece un diálogo con sus escritores
amados y de ahí que surjan reflexiones sobre ellos, sobre sus obras. Así el
lector encuentra un camino y deja en sus lectores una amplia huella, el camino impensado
que surge muchas veces sin pensarlo, porque hay páginas, hay escritores que poco
se mencionan pero que han dejado unas palabras perdurables.
Pero no podemos olvidar que el libro adquiere ese status cuando es leído,
cuando alguien lo encuentra y disfruta y
escudriña la bella prosa de quien lo ha escrito, así como los diversos caminos
y calles que el escritor vivió y dejó como legado al decidirse escribir para que
su escritura haga parte de ese tesoro espiritual .
Así esta relación entre escritor y lector se da como una simbiosis,
como esa necesidad de que existan ambos, en una interacción tal, que cuando un lector
encuentra páginas escritas con donosura y fortaleza le dan cabida para compartirlas
a otros lectores iniciando así el camino de enseñar y compartir lecturas y escritores.
De ahí que el oficio de lector es aquel perro de presa que husmea, que
decide dedicar horas y horas a leer la prosa de quien lo realiza y él apenas se
sorprende al encuentro alguien que dijo tantas cosas que hubiéramos deseado escribir
o además, un escritor con disciplina vemos que nos deja un legado y la memoria
sobre un determinado lugar: fue contemporáneo.
De ahí que los lectores aviesos sean necesario para no dejar pasar de largo
algún trozo de un escrito, un poema una reflexión, un escritor olvidado por las
tijeras del márketin, estos nos abren puertas y las páginas de los libros en
ese mágico momento en que el libro interactuara entre el lector sus páginas.
El buen lector es como el transeúnte que va por las calles y apenas se
detiene en lo que le interesa pero necesita saber que allí dentro de esa paginas
quiere beberse todos los libros, solo lo estimula lo difícil.
Borges se jacta de haber leído muy buenas páginas y se preciaba se disfrutarlas.
Pero también fue un gran cuentista, ensayista y poeta.
También esperamos de Jairo sus riesgos personales, esa vena creativa,
esas utopías que aparecen cuando escribimos un libro y lo compartimos a los
amigos, hipócritas lectores. Así Jairo Morales.
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