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“ESTE CABALLERO A CABALLO”
Francisco
Velásquez Gallego
De caballos no sé nada. Cuando los monto les tengo un
respeto irrefrenable. Me gustan indistintamente. No sé cuál es un táparo o uno
de paso fino. Colecciono fotos de muchos de ellos porque me parecen hermosos.
Siempre he creído en los postulados de la estética que dicen que todo es mucho
más bello entre menos salientes tiene, y que el caballo es el animal más bonito
de la naturaleza, porque las tiene sin protuberancias. Más incluso que nuestro
tormento: las mujeres.
Y ahora acabo de leerme el libro de un amigo que conozco
como un excelso lector y grande prosista. Le he leído un libro de Retratos sobre sus amigos cercanos, que
me causa bastante complacencia, dado el grado de refinamiento en la escritura
que lo caracteriza.
He compartido con él conversaciones sabrosas, en medio de
licores varios (parece que esto se le acabó) y le observo una endiablada
sabiduría que lo diferencia de otras personas. Apunta a decir lo que hay que
decir y no se enturbia en apariencias que a nada conducen, sino a menoscabar la
presencia humana.
Ahora me entero que es caballista, padre de dos
afortunadas hijas y que vendió por cerca de un millón de dólares el caballo que
ganó como el mejor de paso fino de una feria en Estados Unidos. Hizo historia
con esa distinción.
Siempre lo diferencié porque era amigo de Oscar Jaramillo
uno de los mejores dibujantes de esta patria desolada y contraproducente. Y
ambos me merecen todo el respeto y admiración que puede brindar un diletante
travieso como sigo siendo.
El libro se llama Este
caballero a caballo escrito por Eduardo Peláez Vallejo. Quien es eso, un
caballero, hombre refinado, cada día más próximo a la sabiduría que nos produce
el desencanto vital de estar en la aterradora cotidianidad de un planeta nada
recomendable para la existencia humana.
Escribe episodios de su memoria con dominio franco de su
realidad y su fantasía. En el libro Desarraigo, encuentra el tono que hace
medular su manera de escribir, al referirse a la última carta que escribe su
padre antes de morir: “ cuando la leo encuentro las sensaciones que deseé que
su persona emanara para mí; escucho su sonido grave, lento, de volumen
moderado, soporte emocional de palabras pensadas en castellano correcto,
impecablemente pronunciadas, sin artificios, originales, dichas para enseñar su
intimidad honradamente; …sin afectación ni timidez…para enfatizar su
expresión.”
Y en su desgarramiento que nos trasmite y agobia narra
cómo don Arturo Pélaez Vallejo escoge la muerte que el destino le marca y
vaticina su ausencia al dar el paso en falso de ir a un lugar inhóspito,
desconocido y plagado de violencia.
Y la mejor posibilidad de comprender lo que es hoy su
textualidad la revela al decir “y cuando el narraba una historia o hablaba de
sus deseos, yo lo admiraba, sentía que sus palabras decían su contenido y
manaban de su puente con espontaneidad, que su sintaxis era original y
eufónica, que sus palabras se relacionaban con su espíritu como el oleaje con
el mar. Conjugaban mejor el verbo decir que el verbo hacer, …”
Y establece portentos de prosa bella al describir como
muere su madre viuda, cual Penélope tejiendo la ruta del exilio infinito: “miró
orgullosa su labor, recupero el semblante vivo y apacible, saldó sus cuentas
con la tristeza y el pasado y vivió dos décadas más como una niña cargada de
años, hijos y nietos, recuerdos y olvidos”.
Le da un toque de grandeza a lo cotidiano y lo cuenta, lo
cuenta de una manera que nos confirma la calidad de escritura que lo asiste. Es
un escritor ineludible.
He dicho y sentido.
Medellín,
junio 2013
ya que se acabo la SOCIEDAD DEL MUTUO ELOGIO, me queda por decir que muy buenas las COMILLAS citadas. dan ganas de leer ese libro. de entrada se ve una prosa LIMPIA, mesurada, inteligente, talentosa y sensible. Yo también he dicho. juandiego.
ResponderEliminarcreo que la literatura colombiana no tenia una voz asi de fuerte, de autentica, desde fernando Valleljo. Y eso hay que celebrarlo".
ResponderEliminarcamilo jimenez, editor y periodista
"En eso consiste la magia de una buena prosa: en envolvernos en un tema desconocido y obligarnos, encantados, a leerla"
ResponderEliminardario Jaramillo Agudelo.