Los últimos nadaístas
Carlos Bueno Osorio
La tarde de perros, plomiza y lluviosa, del 27 de septiembre de 1976 tres escuálidos, anónimos e insolentes jóvenes llegaron en un viejo jeep Willis de color rojo que semejaba un juguete de la marca Búfalo, al cementerio Campo de Paz de Medellín. Pocas horas antes redactaron apresurados un discurso entre tierno, incoherente y majadero para leerlo en el entierro del profeta del nadaísmo Gonzalo Arango. No sabían bien qué carajo iban a hacer, pero ahí estaban en una sala de velación donde nadie hablaba y con el Papa Negro en el medio, pocos instantes antes de que lo taparan por siempre. Este cronista fue el último que lo observó antes de que cerraran el ataúd.
Carlos Bueno Osorio
La tarde de perros, plomiza y lluviosa, del 27 de septiembre de 1976 tres escuálidos, anónimos e insolentes jóvenes llegaron en un viejo jeep Willis de color rojo que semejaba un juguete de la marca Búfalo, al cementerio Campo de Paz de Medellín. Pocas horas antes redactaron apresurados un discurso entre tierno, incoherente y majadero para leerlo en el entierro del profeta del nadaísmo Gonzalo Arango. No sabían bien qué carajo iban a hacer, pero ahí estaban en una sala de velación donde nadie hablaba y con el Papa Negro en el medio, pocos instantes antes de que lo taparan por siempre. Este cronista fue el último que lo observó antes de que cerraran el ataúd.
En la Universidad de Antioquia habíamos fundado con Leonel Gallego, Jairo Osorio, Rodrigo Maya y Hernando Guzmán Paniagua periódicos punzantes y divertidos que nos ganaron el odio por igual de los miles de grupúsculos de la cavernaria izquierda colombiana y de la otra caverna, la derecha y los conservadores de la Antioquia profunda goda y recalcitrante. Creamos un llamado Comité Cívico para concretar el sarcasmo. La tendencia Manecitas Rosaditas que la conformaban Gallego, Osorio y Bueno estaba allí con dos cuartillas de afán para leer en ese momento.
Y comienza el descendimiento del féretro y ninguno se atrevía a leerlo. Y cuando el operativo fracasaba, Jairo Osorio, intrépido, desvergonzado y heroico se parapeta en el montículo final de arena y comienza a decir, tembloroso al comienzo y seguro al final, mientras descienden el cajón:
Señor muerto, señores duelos cuasi muertos. Nosotros, intrusos, chiclets o embolados en este entierro, reclamamos nuestra parte para dar a buen morir a aquel que un día nos dijo: “fui irreverente y eficaz en la tarea de proclamar el desastre, el terror, la ausencia de sentido y por cumplir la voluntad satánica fui condecorado con las rosas de la lujuria y la locura”. –Ahí murió tu eternidad. Equivocaste el camino y por eso estás ahí, yermo, tieso, mudo, inmóvil como cualquier muerto. Rescatamos de ti el buen decir y tus primeros pasos. Si no se te fue permitido trascender, si nos está permitido seguir desordenando palabras, incumpliendo órdenes y violando todo, hasta tu entierro. Ya quedaste bien ahí. Mejor así. Porque podemos ignorar tu entrega a la tradición sin discutirte y querer tu Manifiesto para dárselo como novenario a las gentes buenas y cristianas de Antioquia. Ahí estás sin poder un dedo ni para señalarnos. Ahí estás inmóvil. Ahí estás con tus mejores amigos, los gusanos… Llegamos a enterrar sólo tu ascetismo y a desenterrar los años en que te hiciste enemigo, mezquino y traidor de aquellos que hoy te fosilizan, maquillan y momifican como Gloria Nacional, para que tu nombre no se incluya en los textos escolares que babearán maestros de urbanidad y buen decir.
Venimos por ti Gonzalo, para que salgamos a juniniar, dejando en tu lugar a estos sepultureros, inspectores de la moral y demás entomófagos que han venido noblemente a espetar tus despojos. Venimos por ti y esperamos que no te niegues, porque la primera tanda está pagada y en el traganíquel está sonando “siglo veinte cambalache, problemático y febril”. Irreverentes, tiernos y sospechosos”.
Todo en el momento en que se le echaba tierra a la obra de Gonzalo Arango. Este discurso ocasionó distintas reacciones, siendo la más notoria la indiferencia. Al final un asistente se acercó al orador y le dio la mano. En igual sentido se manifestaron los miembros presentes del Comité Cívico.
La crónica del día siguiente del periódico El Colombiano señalaba que al final del sepelio, cómo era de esperarse, unos nadaístas hicieron su show macabro e irrespetuoso de siempre. Éramos nosotros, los últimos nadaístas. Gracias, compañero Jairo Osorio, eres un varón, o ¿barón?
Venimos por ti Gonzalo, para que salgamos a juniniar, dejando en tu lugar a estos sepultureros, inspectores de la moral y demás entomófagos que han venido noblemente a espetar tus despojos. Venimos por ti y esperamos que no te niegues, porque la primera tanda está pagada y en el traganíquel está sonando “siglo veinte cambalache, problemático y febril”. Irreverentes, tiernos y sospechosos”.
Todo en el momento en que se le echaba tierra a la obra de Gonzalo Arango. Este discurso ocasionó distintas reacciones, siendo la más notoria la indiferencia. Al final un asistente se acercó al orador y le dio la mano. En igual sentido se manifestaron los miembros presentes del Comité Cívico.
La crónica del día siguiente del periódico El Colombiano señalaba que al final del sepelio, cómo era de esperarse, unos nadaístas hicieron su show macabro e irrespetuoso de siempre. Éramos nosotros, los últimos nadaístas. Gracias, compañero Jairo Osorio, eres un varón, o ¿barón?
Gonzalito siempre te amremos por encima de otros poetas
ResponderEliminarya comenzo de nuevo la nostalgia de estos manes por gonzalo arango como si no existierasn mas poetas. eso es lo qeu me emputa a mi. de todas manras el texto es un gran documento
ResponderEliminarl buerna Carlos, es un texto muy veraz y sentido
ResponderEliminarVALORO Y RESPETO, EL LEGADO QUE NOS DEJÓ EL MAESTRO GONZALO ARANGO.
ResponderEliminarLASTIMOSAMENTE GRAN PARTE DE NUESTRA SOCIEDAD YA A PERDIDO LA SENSIBILIDAD POR ESTE TIPO DE FIGURA LITERARIA.
ÓSCAR VEGA (CUA).
Me siento feliz de que aun se encuentren textos nadaistas por ahi guadados y que Victor los piblique y los divulgue.
ResponderEliminarTambien necesitamos mas Gonzalos arangos
Aunque "los intrépidos y desvergonzados de Jairo Osorio y Rodrigo Maya", sandinistas en 1979 terminaron felices en la uribista caverna, la derecha de los conservadores de la Antioquia profunda goda y recalcitrante.
ResponderEliminar¿Y bueno, Carlos Bueno también?
No Carlos Buneo se volvio otra vez sandidista y amigo del Pellizco
ResponderEliminarBARRETO DINA: (CUA)
ResponderEliminarMUY IMPORTANTE E INTERESANTE EL LEGADO QUE NOS DEJO ESTA EMINENCIA LITERARIA, SIEN DOCE MERECEDOR DE TODOS LOS RESPETO, MAESTRO GONZALO ARANGO.
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