lunes, 1 de agosto de 2011

León Zuleta

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León Zuleta
Un anarquista solidario

Víctor Bustamante

Aun lo observo en el lobby del Teatro Ópera atestado de cineastas tempranos para una función del Cine-club Ukamau, con su cara de satisfacción y de bonhomía, vestido de un mono azul, el cabello ensortijado y un poco largo como era propicio. Y algo que me llamó la atención: vendía un periódico de tamaño media carta, mejor una revista, El Otro, la primera publicación homo de la ciudad. El Otro tendría una carrera escasa: duraría tres números, pero León persistiría en una carrera fructífera: se convertiría en escritor, para establecer un campo intelectual, su campo intelectual, y otra labor, ser una especie de supérstite en un territorio moral donde siempre se señala a quien se aparte del recto camino de la nunca recta vida, su labor como vocero de los tímidos y temidos gays, esa comunidad nunca en la sombra, sino encerrada en el closet. Los gays más contentos que nunca salen de la mano de León, en un programa televisivo. No sé si se celebraban el Día de la Dignidad Gay, hablaba en la televisión sobre su carácter que nunca ocultó, con tan mala suerte que su padre se enteró de las andanzas de su hijo por medio de la pantalla y de inmediato apagó la tele y maldijo a León Benhur que nunca se convertiría en el hijo pródigo, sino prodigio. Cierto, León tendría valor para reconocer su carácter de ser el otro, mientras otros merodean sin destino encerrados en el closet hasta veinte años después cuando las telarañas mentales y venales casi los mataran de remordimiento.
León sólo publicaría un libro, De semas y de plebes (1996). Éste se encuentra harto de reflexiones sincréticas y de reivindicación de los trabajadores; una suerte de mezcla de marxismo y misticismo, en los cuales él intentaba crear sus meditaciones en un momento en que aun no había caído la guillotina del desencanto a la Revolución como utopia.
Pero otra vez aparece con ese extraño valor de los arrojados en las tinieblasm escribe un texto corto. “Maldición eterna a los sicarios”, una reflexión lúcida y valiente cuando algunos escritores de Medellín decidieron que el tema de moda sería ese tema social bacano, empastelarle la cara a la tradición literaria de Medellín con ese falso héroe pagado por la mafia y rescatando de su oficio de malandrín sucio y asesino de las tinieblas y de las calles. Y ante esos escritores León utilizó su dignidad y su poesía, y creó uno de sus textos más sobresalientes.
Él comenzó escribiendo en una pequeña revista, El Muro, con tendencias hacia la revolución nicaragüense, cuando aun el término revolución no se había esclerotizado.
Su hermana, Claudia no sé si claudicó, alguna vez me enseñó una suerte de monografía o estudio crítico sobre Porfirio Barba Jacob escrito por León, pero después de enviarlo a Autores Antioqueños con esa moralidad de lo oficial fue rechazado. Ya lo sabíamos esa colección hace años agoniza.
León era un señor de la calle, mejor, era una persona de la calle. El intelectual que no era difícil encontrarlo en los bares. Sociólogo, fue profesor en Pasto, en la Universidad de Nariño, quien sin cariño no le renovó su contrato debiendo regresar a la ciudad, Medellín. Parecía que en tierra de pastusos, León no era ningún ser inofensivo y a su vanguardia sexual le tuvieron temor los discípulos del indígena revolucionario Agualongo.
León era particularmente entrón. Alguna vez bebíamos con algunos amigos frente al Intercambio, en La Playa, un hippie, Elkin, empezó a molestarlo, en la forma en que León: seducía, coqueteando, León tenía una mano enyesada, y no aguantó la ofensa de intentar ser conquistado y decidió irse calle abajo. No podría ser buscado de una manera descarada por un hombre. El León había caído en su trampa.
Algunas veces lo encontré en La Arteria, solitario, bebiendo y llorando. Luego, con frecuencia, cuando la revista Susurros no era un susurro sino una realidad, se animó a escribir una reflexión, y siempre -nunca fue envidioso-, tenía ese carácter de lealtad y de sentido crítico.
Los últimos días de su vida aparecía en el Jurídico, lascivo y solo, desde el baño mientras orinaba, entrón como era miraba sonriente a sus contertulios. Vestía una chaqueta color caqui, y alguna vez llegó en una noche de diciembre con unas gafas negras y un bastón: había sido golpeado y se veía raro con las gafas oscuras ocultando un ojo morado en plena noche de la Villa. El bastón era un zurriago que le servia no para guiarse con sus gafas de falso ciego, sino para defenderse de los ataques provocados cerca de la Torre Azul de Loreto, como llamaba a su residencia. Nada más contradictor, León que odiaba la presunta vena judía; León que odiaba el falso folclor como una expresión, tomada como genuina cuando en realidad era un alegoría de los micropoderes instalados en la radio, en la tele y sobre todo en el periódico azul, para ocultar a los nuevos escritores de la ciudadm era víctima de las contradicciones, él que odió la mula y el poncho y la poesía de Robledo Ortiz, siempre él en busca de una nueva expresión, terminaría víctima de un arriero al utilizar su símbolo, un zurriago para defenderse, nunca dispuesto a una zurra.
Diría que el pensamiento de León era una suerte de anarquía desde el misticismo y de la cuestión de la fiesta como inicio del intelectual para estropear el pensamiento más que cautivo, cómodo, de su momento.
Una tarde, en su oficina del edificio La Ceiba, un amigo recibió la noticia, lo velaban en una casa fúnebre por la Oriental con Argentina. Lo habían encontrado asesinado a puñaladas en su apartamento. Algunos afirman que él presentía su muerte, alguien que lo acompañó después de una fiesta al Centro, que había sido un amigo suyo. Droga y pornografía habían encontrado en la cama ensangrentada, sn algunas noticias sólo chismes.
En la conversación sacaba a relucir su vocabulario, sabía que una palabra extraña causaría conmoción en el bar y con ella pensaba y alrededor de ella persistía, Algunos le otorgaban su respeto. Recuerdo al salir una edición de la revista Susurros: “Lo importante es hacer y mostrar, si no les gusta allá ellos”, dijo. Ahí me reveló una búsqueda: escribía una biografía de María Cano. No sé si en algún anaquel familiar descansa este texto. También la curiosidad de sus actos: una vez fue sacado de una convención femenina cuando asistió para entregar su apoyo. Las mujeres unidas por todo tipo de odio al hombre: abajo la falocracia, fuera la cocina y el dominio milenario del demonio del hombre no sospechaban que en su interior León era solidario con ellas.
Pero si en algo es necesario rescatar sus escasos escritos, es en la parte personal, en esa gema del yo, cuidada con ingenuidad por lo escritores municipales. León fue capaz de desnudarse a pesar de cierto exhibicionismo de sus gustos por los hombres, por la droga: fue ciudadano de su momento.
También Zuleta y Ruiz, como le gustaba firmarse en sus últimos escritos no produjo más de lo que su talento hubiera sido capaz, dilapidó su inteligencia en otra cuestión que lo apasionaba: la política. Intentó en establecer su carácter revolucionario debido a las injusticias sociales con la nueva moralidad que entrega un nuevo discurso, se refirió sin ambages a la droga y a la sexualidad desde su punto de vista anárquico, sospechando que un escritor que habla desde lo más profundo está dispuesto a quedar fuera de los circuitos de poder.
Religioso y revolucionario, crédulo con cierto fourierismo, utópico y sagaz Zuleta se encuentra más cercano a los nadaístas por su carácter transgresor y más allá de ellos por haber producido un discurso coherente, además nunca se dedicó a vivir del cuento, ser un recipendiario de ideas para repetirlas y después pasar por ellas, sino que fue capaz de participar en los momentos vitales de su generación.
Otro libro inconcluso Bazuco street descansa en los anaqueles familiares. Pero hay algo cierto, extrañamos a León.
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10 comentarios:

  1. Para los miembros del colectivo, la Iglesia católica discrimina a gays, lesbianas, transexuales o mujeres, a la vez que creen que es contraria a la libre interrupción del embarazo, los métodos anticonceptivos, los preservativos, las relaciones sexuales libres y consentidas y a las personas seropositivas.

    Entienden que el Papa, como máximo representante de esta iglesia, "es el responsable del sufrimiento de miles de personas en el mundo por su discurso represor, castrador y negativo de la sexualidad de gays, lesbianas y personas transexuales" y remarcan que el mismo pontífice cuando era cardenal fue el responsable de incluir la homosexualidad como "pecado contra natura" en la última versión del nuevo catecismo.

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  2. ME PARECE QUE LOS CÓDIGOS SE PIERDEN SE ESCAPAN COMO AGUAS ENTRE LAS MANOS LEÓN AYUDO A DESMONTAR TABUES. EL TIENE QUE QUEDAR EN LO LACERANTE HABLAR ASÍ COMO LO HACES ES BUENO. CREO QUE SI FUERAN MUCHOS COMO LO FUE ZULETA TODO SERIA DIFERENTE Y ES QUE EL NO FUE UNO DE TANTOS QUE BUSCO SER FAMOSO A COSTILLAS DEL ESCANDALO SINO DE LA URGENCIA DE CAMBIAR LA SOCIEDAD

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  3. Victor gracis por esta apuesta. Una regunta no sabes si Leon dejo algun poema escrito?

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  4. León, con días, hace quedar mal a quienes hacen con su intimidad lo que les provoque en público para que los vean.. el problema es meterse con gente como ellos que no tienen la ética gay... Hasta las mujeres que se dedican a la prostitución tienen ética... como le podremos llamar a estos que el talento lo tienen en .... ...perdón no tienen...

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  5. Ustedes todos los que lo desfenetraron son unos imbéciles; no saben lo que le tocó vivir a Leo, los gay de ahora buscan cuánto les pagaran por a salir a sacar la cara por ser tipos tan arrogantes e idolatras de si mismos; me encantaría que cuenten la verdad para que estos ídolos gay de papel se caigan ante Leo; sería muy bueno!!!!!!!!!!! ja ja ja.ja........no se le...

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  6. Donde estara Gajaka que no saluda a su hermano de labios=

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  7. Una person se mantien fiel a los ideales, y siempre esta presnete entre nosotros.
    Leon un abrazo donde estes

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