martes, 26 de junio de 2018

El proceso de Kafka descifrado por Guillermo Sánchez / Víctor Bustamante


Guillermo Sánchez (Babel) 2018




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El proceso de Kafka descifrado por Guillermo Sánchez

Víctor Bustamante

Kafka ha sido uno de los escritores más prestigiosos, a pesar de la oscuridad que lo embarga. Se menciona, se le analiza, se le redescubre, desde diversos puntos de vista, desde el mito, desde la cábala, como quien augura una catástrofe, como quien define una manera de hacer literatura. Se apela a él, como el gran escritor moderno en estos tiempos de locuacidad, se le sitúa como quien presagia el advenimiento del totalitarismo. Borges  lo siente como uno de sus cercanos arúspices de la maldición y, va más allá, certifica que Kafka ya poseía sus precursores. Kundera lo sitúa cerca al totalitarismo y a la asfixiante vida cotidiana. Blanchot lo renueva y lo hace más comprensible, y regresa a él, desde prismas diversos: la oscuridad, la ausencia, la soledad.  Calasso intenta una lectura diferente en estos últimos años, pero no dilucida la esfera de Dostoievski en Kafka y perpetúa la idea de El proceso como algo fragmentario, sin terminar, y añade sobre Kafka: " Es el escritor más importante del siglo XX y uno de los más difíciles", al que hay que leer "literalmente".  “Nabokov nos distrae con un Kafka contándonos una fábula llena de recovecos y enigmas. Pero hay un rastro, que me ha sacudido desde hace años, Canetti, que sitúa el libro más misterioso de Kafka, El proceso, con una historia de amor, inscrita dentro de su obra. Nada de criptografía como se ha intentado mirarla; es más, como definitivamente se la ha determinado. George Steiner ve en Kafka, una conjetura de Memorias del subsuelo de Dostoievski y, que este, como profeta, prefigura el sadismo furtivo, el implacable totalitarismo sobre la vida privada, la burocracia impotente, la pesadilla humana, pero olvidó que Kafka, tan de piedra, acosado por la seriedad y la formalidad de sus lectores, se reía a carcajadas mientras leía el manuscrito de El proceso por la manera como describía a Felice Bauer. También Steiner lo asocia a  Casa desolada de Dickens.

En estos tiempos aciagos, de incredulidad y de muerte del libro según los tecnócratas de la nueva era de las redes sociales, de Silicón Valley, Guillermo Sánchez, tenía y debía llegar, lejos de su ámbito cercano, la posible Praga, ha descubierto y desencriptado el gran secreto: Kafka es un sucesor directo de Dostoievski. Es más, sin el escritor ruso, Kafka con su halo de misterio, incompresible para la mayoría de sus lectores y críticos, no hubiera sido posible. También Guillermo ha ordenado esta obra que parecía irresoluble; todo un rompecabezas, toda una obra inconclusa, pero su relectura, la investigación, la persistencia ha llegado a su fin, ya que Guillermo Sánchez ha descubierto, lo que muchos de sus adláteres que guardaban el gran secreto sin develar de Kafka no lo entendieron.

Pero vamos por partes. El mundo académico, ahíto de simposios, conferencias, especialistas, doctores, traductores, exegetas, hagiógrafos, es poco lo que ha aportado a una nueva relectura del escritor checo. Kafka parece que se ha convertido en esa muralla impenetrable, imposible de saltar, lo han convertido en un escritor misterioso, ininteligible, en un novelista fuera de serie; lo cual expresa su pereza consuetudinaria para intentar una lectura disímil. Año tras año se repiten las mismas ideas, a veces hay una nueva reinterpretación a la luz de nuevos aportes en las investigaciones, pero Kafka permanece ahí a su lado, inmutable y en apariencia sólido, sin entenderlo, como si Kafka fuera considerado por ellos uno de los escritores que presagiaron un mundo con un sórdido camino al caos, y reflexionan de tal manera sus libros, como si fueran las sagradas escrituras de estos tiempos posmodernos y no sé qué otros apelativos.

Por esa razón hay que huir de esos simposios, de esas conferencias, de esos encuentros kafkianos, ya que esos especialistas en Kaffa que hasta lo leyeron con tanto respeto, no han descubierto nada nuevo, sino que matizan las mismas ideas anteriores, retoman conceptos, chalanean con dos o tres ideas ya conocidas sobre este escritor y nunca se han atrevido a redefinirlo: Para ellos es intocable, lo cual es sinónimo de pereza intelectual debido a esa bonhomía que dan los títulos.

Esto debido a que en los últimos años nadie en el mundo académico, y ya es decir algo arduo, ha encontrado un camino preciso para llegar al corazón de las tinieblas de Kafka. Siempre se consideró, El proceso, un laberinto, su magna obra, lo inexpugnable, lo misterioso, lo que no tenía sentido para algunos; lo secreto, el gran misterio. Es decir, ya estaba todo dicho y solo se conformaron en repetir los mismos códigos. A lo mejor repararon en una nueva traducción, en un nuevo testigo que lo vio desde lejos, en merodear como el mismo Kafka antes de entra al castillo. Era como si vieran un gran manuscrito sagrado, algo ilegible que merecía la interpretación e incluso las reinterpretaciones posibles. Como en una gran botica había remedios para las diversas neurosis de sus investigadores, que interpretaban facetas, que cotejaban hasta la saciedad sus diversos escritos, desde el diario, sus cartas, sus novelas y relatos inmersos en una vida cotidiana de  Praga en su momento. Y, a pesar de escudriñar todos esos escritos, continuaba el secreto total. La densidad total, añade uno de sus hagiógrafos.

Luego llegó la posibilidad de leer sus manuscritos, cuando se decidió hacerlos públicos, y el caso fue aún más letal, se maravillaron en conocerlos de puño y letra de su autor como el gran secreto, incluso nunca como Borges ante un manuscrito de Pascal, duda de una palabra que al autor ha borrado y le daría un sentido diferente a un texto suyo. Ellos, los especialistas en Kafka, también miraban las notas, los pies de páginas, pero nunca encontraron el gran secreto. Esos caminos los descubrió Guillermo Sánchez, aquí en Medellín, y por esa razón, por no hablar alemán, por no vivir en Europa, por no ser académico de renombre no se le ha reconocido su gran descubrimiento.

Yuri Knórozov, sin haber visitado México, sin hablar español, descifró la escritura maya, publicó en 1952 sus primeras investigaciones y el mundo científico nunca le reconoció su labor sino veinte años después. Una premisa muy personal lo acompañaba, lo que ha creado la mente humana puede ser entendido por otra mente humana. Knórozov reestructuró las investigaciones iniciadas por fray Diego de Landa, realizadas en 1570, para llegar a sus propias conclusiones. Alan Turing descifró el código alemán Enigma. Champollion es el caso conocido de quien comprendió la significación de los jeroglíficos egipcios, después de una ardua investigación basada en la piedra de Rosetta, en 1882.

En ese mismo camino Guillermo ha comprobado uno de los primeros enigmas de Kafka: la presencia de Dostoievski en su obra, la recorre en sus textos más conocidos y estudiados. Lo más extraño, es que ninguno de los críticos rebajados a meros hagiógrafos, vieron esa presencia que es tan fuerte, que es de veraz la presunción que sin Dostoievski no hubiera existido Kafka, él lo necesitó a través de toda su literatura para poder expresarse. No sé dónde andaba el mundo académico pendiente de interpretaciones desde el psicoanálisis, desde el estructuralismo, desde la sociología, desde el derecho de la mano de aquellos especialistas en la repetición que nunca vieron a Dostoievski en el pálpito de las páginas reescritas por Kafka, porque eso lo fue. Kafka mirado de esa manera es un saqueador de la obra de Dostoievski. Pero ha sido tanto el ecumenismo, que se ha postergado en mantener tanto el otro secreto, que Sánchez les enseñaría que se quedaron mirándolo, analizándolo, leyéndolo, releyéndolo, desde la diversa variedad que las interpretaciones entregan para concluir las mimas tesis desde hace años. Pero ninguno lo relacionó con Dostoievski, lo cual lleva a pensar que los críticos son malos lectores y cuando se meten en el estudio de un autor olvida el resto.

Kafka, siguiendo a Dostoievski, en su novela, quiso ser como él, quiso vivir los eventos con Felisa, y, a medida que los vivía, los escribía, pero también, al mismo tiempo acudía a Crimen y castigo para intercambiar y nombrar, y adecuar a sus propósitos, y de  otra manera, los personajes del escritor ruso, e insertar sus vivencias. De tal manera su novela, más sombría, se convierte en un palimpsesto donde el origen es Crimen y castigo, y lo demás es Kafka escondiéndose a través de situaciones tomadas del otro escritor, y  a través de personas iguales transmutándolas en otras, logra convertir esa obra al apropiarse de ella en sus matices y dejar su experiencia con Felice inscrita ahí dentro de una obra ajena.

Si miramos las influencias literarias en cada escritor, estas son notorias y no son un delito, la originalidad es la tradición misma, ya que la escritura es un diálogo constante. Es visible en Borges, en Baudelaire, en Stendhal, en Diderot, en García Márquez. Cada escritor tiene sus padres y sus pares literarios, ya que estos escritores poseen sus maestros que le abrieron una puerta a cierta sensibilidad que permite que por ahí se cree un sendero. Es conocido el caso de Nietzsche al encontrar en un tendido de libros viejos en la calle, un texto de  Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación,  que lo sensibiliza a crear toda su obra. O Juan Carlos Onetti, frente a una vitrina de una librería en Montevideo, compra Luz de agosto de Faulkner, sale leyéndolo al caminar, sin soltarlo, hasta cuando lo termina y, como una epifanía, se le abre la parte creativa.

Pero Kafka, fue más allá que todos, saqueó abiertamente a Dostoievski y se quedó callado y, a más de eso, sus hagiógrafos nunca cayeron en cuenta. Nunca hubo un análisis erudito en ese sentido, nunca hubo una mente flexible que dejara una pista por donde todos pasaron de lado durante un siglo. De tal manera El proceso se ganó el apelativo de ser denominada,  obra maestra, de expresión de la modernidad y otras cosillas. En la actualidad este tipo de experimentos se le llama hipertexto, que no es más que el saqueo, y la reinterpretación de obras ajenas.

Kafka también hizo con Felice lo mismo que Flaubert con la poetisa Louise Colet, la interroga por carta, ella le refiere su condena, le confiesa sus secretos, sus infidelidades durante ocho años, que estimularon a Flaubert para Madame Bovary, y cuando el libro salió editado, Louise fue a visitarlo, ya que ella misma se sabía la heroína plasmada en secreto, la testigo de esa incuria, de esa manera de socavar con sus cartas y relatos, el matrimonio en Rouen. Pero al visitarlo en París, Flaubert, tuvo la delicadeza de enviar un recado son su valet para decirle que no podía atenderla, que nada tenía que hablar con ella. Kafka, con Felice, después de una larga correspondencia, no quiso casarse con ella, lo cual motivó un libro, El proceso.

Max Brod, su gran amigo y albacea, al recibir los manuscritos de Kafka, quien le ordenó quemarlos, no le hizo caso, los guardó, y al publicar muchos años después El proceso, y ordenarlo a su manera creó una definitiva visión y una escritura Kafkiana, ya que en ese orden se basaron sus exégetas. Lo siguieron como el hilo de Ariadna, sus críticos, y así lo asociaron a la historia de la literatura los arúspices, y al acogerlo en sus entrañas el mundo académico, decidió no apartarse de ahí, ya que Kafka era el mesías moderno, era el mesías sagrado, el indiscutible, de quien no se podía sino interpretar y reinterpretar, es decir, se convirtió en intocable, ya que ese orden de El proceso era solo ese y nada más. Ya pertenecía al canon o mejor decirlo de una vez, era el canon mismo que perdura con su misterio, el orden de sus capítulos, así como los fragmentos de los capítulos que sobraban dispuestos en su apéndice, capítulos que causaban aún más el gran misterio y acentuaban la necesidad de una lectura irrefrenable: nadie sabía dónde situarlos o dejarlos de lado como una curiosidad de feria, como los fragmentos perdidos, acaso como los mismos fragmentos de obras, de una obra perdida. Escritura dejada de lado porque El proceso solo tenía un orden, el otorgado por Brod y nadie más.

O sea, debido a un error de Brod, se creó toda una hagiografía sobre un libro, El proceso, que dio pábulo al misterio y a miles de lecturas con sus reinterpretaciones. Hasta ser Kafka considerado un escritor con un nuevo tipo de maldición. Ríos de tinta, un mar de exégesis, un cumulo de asociaciones, un maremágnum de espías que pretenden ver allí el mundo contemporáneo.

¿Por qué razón Kafka no quemó él mismo sus papeles y dejó a un amigo, como albacea, para que los quemara? ¿A que temía Kafka? ¿A ser descubierto como un alumno, como un imitador de Dostoievski? ¿A que su novia Felice expresara que, al igual que Louise Colet, él la utilizó para poder escribir su novela?

Guillermo, además, de dilucidar la atracción de Kafka por su maestro, Dostoievski, ha encontrado, luego de arduas pesquisas, el orden de El Proceso, para esta labor, su paciencia, sus investigaciones, pero, sobre todo, su intuición, lo llevaron a dictaminar lo que nadie había visto en el mundo cerrado de los administradores de Kafka, no solo que el checo escribía bajo la inspiración y apropiación del escritor ruso, Dostoievski, sino que su obra misteriosa, El proceso, donde sobraban capítulos, donde no se podía concebir otro orden lejos del estructurado por Max Brod, seguía la huella de Crimen y castigo, y así, obsecuente, y con la paciencia del alquimista, es más con la paciencia del que buscaba un misterio, algo así como leer un libro en un idioma perdido o como quien, después de quinientos años lee los pictogramas aztecas, así Guillermo descubrió que Kafka también seguía las huellas de Crimen y castigo y, así mismo, las imprime en El proceso, causando un desastre intelectual muy grande, ya que ha dejado a Kafka sin el misterio que le otorgaron a través de los años sus exégetas ajustados en dictaminar los mismos juicios, las manidas palabras sobre él, incluido ya en el canon, como un escritor sagrado. Guillermo, con esta investigación, da un golpe de alerta investigativo a un mundo intelectual que ha asumido su literatura bajo las mismas premisas.

No sé si con este descubrimiento, que sería mejor decir, un desciframiento, Kafka merece otras reinterpretaciones o su literatura seguirá expresando los tópicos que se han mencionado, eso sí bajo otra mirada ya descubierto el gran misterio. Guillermo Sánchez, al caminar por el sendero lleno de follaje de sus libros, ha descubierto el verdadero secreto del mundo Kafkiano. Seguramente vendrán nuevas interpretaciones, nuevas apologías, que no se dignarán a saber que su secreto ya ha sido encontrado, sobre todo de ciertos escritores a los que aún les gustan los misterios como catarsis para sus alegorías. Kafka, tal vez al querer quemar su obra, sabía que Dostoievski era el gran fantasma escondido que aparecería detrás de su escritura, y quiso borrar las huellas, y esconderse él ahí mismo con sus triquiñuelas, con sus aforismos, con sus indecisiones, pero Guillermo Sánchez ha develado a Kafka.




sábado, 23 de junio de 2018

Emily Dickinson / Un tajo en la mente / Guillermo Saccomanno







Emily Dickinson


Un tajo en la mente

Guillermo Saccomanno


En 1936, Francis Scott Fitzgerald escribía The Crack-Up. En esa nada autocompasiva confesión admitía que el derrumbe de un ser no se produce abrupto, de un día para el otro o, mejor dicho, en un instante. Hay una serie de golpes previos que actúan con precisión subterránea hasta causar eso que uno, de pronto, asombrado, percibe como el crack up. Ahí, en ese texto, que Scott escribe tipeando con un dedo roto, resistiéndose al alcoholismo, y citando el Eclesiastés, dice también que una inteligencia de primera clase es aquella capaz de albergar dos ideas opuestas al mismo tiempo y seguir funcionando. La misma idea, hermana de sangre, pudo haberla leído Fitzgerald en Emily Dickinson (1830-1886). En su poema 99, escrito en 1865, dice Dickinson: “Derrumbarse no es acto de un instante/ sino pausa fundamental. / Los procesos de dilapidación/ Son desmoronamientos organizados (…) La ruina es ceremoniosa/ obra del diablo/lenta y constante. /Sucumbir en un instante/ no es un resbalón, / es la ley de la quiebra”. La idea, más tarde, retorna en su poema 1123: “Una gran esperanza cayó/no se oyó ningún ruido/la ruina estaba adentro (…)/ un no admitir la herida/hasta que aumentó tanto/que toda mi vida entró en ella/ y había abismos además”. No menos desesperada, pero conservando la calma, también escribió: “En extremos de angustia/para el ánimo que se tambalea/ hay una duda de la identidad/que ayuda hasta que se encuentra tierra firme//Una prestada irrealidad/, un piadoso espejismo/ que hace el vivir posible/ suspendiendo la vida”. Si bien es lícito preguntarse si Fitzgerald habría leído a Dickinson, es improbable: su obra póstuma, y toda su obra ha sido póstuma, recién empezó a divulgarse bastante más tarde y habrían de transcurrir décadas hasta que pasara de ser una poeta secreta a transformarse en la consagrada en El Canon Occidental de Harold Bloom. En todo caso, el texto de Fitzgerald debe juzgarse como una mirada afín de la angustia, la angustia que Dickinson habría de mencionar una y otra vez, una y otra vez. Que su desgarramiento cautiva, no cabe duda: “No estoy acostumbrada a la esperanza”, había escrito. Y ese poder de sufrimiento, puede leerse en el poema 425: “Buenos días, medianoche/ vuelvo a casa/ el día se cansó de mí”. En efecto, puede conjeturarse que hay un goce en el sufrimiento. Dickinson no es ingenua y parece admitirlo: “No soltamos el puñal/ porque amamos la herida/ el puñal conmemora/memorias que morimos”. Cuestiones existenciales, por cierto, que en su poder cautivante, habrían de calar fuerte, cruzando tiempo y espacio, en el filósofo rumano Emile Cioran. Así, en sus cuadernos que van de 1957 a l972, los que comprenden su tránsito hacia los sesenta años en París, dos son sus escritoras más citadas: una es Dickinson y la otra  es, nada menos, la mística Simone Weil. Escribe el corrosivo Cioran: “Desde mi antiguo entusiasmo (muy superado ahora) por Rilke, nunca me había atraído tanto un poeta como Emily Dickinson. Si hubiera tenido la audacia y la energía para abrazar completamente mi soledad, su mundo, que me resulta familiar, lo sería aún más. Pero con demasiada frecuencia he dejado de hacerlo, ya fuera por apatía, frivolidad o incluso miedo. He escamoteado más de una vez el abismo, por una combinación de cálculo e instinto de conservación. Pues me falta valor para ser poeta. ¿Será por haber reflexionado demasiado sobre mis gritos? Mi raciocinio me ha hecho perder lo mejor de mí”. A confesión de partes, relevo de pruebas, podría aducirse. Y esta sería la parte de estas consideraciones donde tal vez convenga detenerse en el silencio.

El silencio y el secreto son dos asuntos esenciales en la poética de Dickinson. Su poema 1129 puede leerse como la formulación de su arte, declaración de principios: “Digan toda la verdad, pero al sesgo/el logro está en un circuito/ demasiado brillante para nuestro goce enfermizo; / la verdad soberbia sorprende/ como el relámpago a los chicos (…)// la verdad debe deslumbrar gradualmente/ o todos los hombres se quedarán ciegos”. Estos versos concentran el modo Dickinson de componer que no está lejos de otro escritor que también escribirá “al sesgo”: Chejov, otro integrante de las predilecciones de Cioran. Es evidente, se trata no sólo de la angustia sino también de cómo aludirla sin levantar la voz  y detectar, por una vía en superficie intrascendente de la cotidianeidad, aquellos rincones y subsuelos en los que el alma zozobra. También, ni más ni menos, de modo pionero, Dickinson pareciera anticiparse a las dos ideas contradictorias en apariencia de las que hablaba Fitzgerald y, no tan distante, narrar al sesgo es lo que propone la teoría del iceberg de Hemingway. Hasta aquí, se diría, un sistema de sistema de relaciones, referentes provenientes de la masculinidad.

 Pero el arte de componer en silencio, en secreto, tiene una explicación en Dickinson que no se puede soslayar y adquiere relevancia si se la vincula con la problemática de “el segundo sexo”. Dickinson nació, vivió y murió, casi sin salir de su casa, el domicilio patriarcal, donde encerrada voluntariamente escribió sus casi 2000 poemas que compartiría sólo con su cuñada Susan Gilbert y su hermana Lavinia (al respecto, vale una leída o releída a La hermana, la novela de Paola Kaufman, fallecida a los treinta y siete años). Su humor, siempre afinado, podía ser cruel: cuando una mendiga llamó por ayuda a su puerta, le dio una dirección, la del cementerio. En vida publicó apenas unos tres o cuatro poemas gracias al estímulo reticente del editor Thomas Higginston, un ex militar y pastor, que dirigía The Atlantic Monthly. La poesía de Dickinson lo inquietaba, reconoció. Le provocaba interrupciones en su propia escritura. Y a la crítica responde en el poema 108: “Los cirujanos deben ser muy cuidadosos/ si empuñan un cuchillo./ Bajo sus finas incisiones/ se agita el culpable: ¡la Vida!”. Dickinson se opone a la prosa, la considera “prosaica”, le otorgaba un sentido domesticador y, por qué no, doméstico. Los sentimientos podían expresarse de otra forma, en su poesía tan caudalosa como contenida, piezas por lo general cortas que visualizan dos lados de lo cotidiano: lo gótico y el zen.

 Descendiente de una dinastía calvinista, hija de una familia tradicional, puritana y prominente de Amherst, Nueva Inglaterra, obediente de los mandatos patriarcales, podría inferirse que fue la opresión de esa atmósfera la que determinó su encierro y reclusión en su “cuarto propio” como destino. Pero no alcanza como argumento, ya que el encierro, por cierto, no fue tanto fruto del determinismo como electivo y consistió en el vuelco y consagración radical a la escritura, estrategia de liberación y ahondamiento en sí misma. También es verdad: no poco se ha conjeturado acerca de sus idilios con algunos hombres mayores, por lo general amigos de su padre, Edward Dickinson, abogado y político prominente, conectado con Emerson, que respondía al unitarismo, la doctrina del destino manifiesto. Acerca de su madre, Emily Norcross, le escribiría a Higginston: “Nunca tuve una. Supongo que es la persona a quien una acude cuando está en problemas”.

Lo real es que su soltería fue voluntaria. Las dos veces que recibió propuestas matrimoniales las rechazó. Por tanto, en la prejuiciosa sociedad pueblerina la fama de reclusa le valió también la de poeta lesbiana. Su relación con Susan no podría entonces, de acuerdo a los estudios feministas, ser pasada por alto. Y acá se arrima otra clave del silencio y el secreto, que si se la lee con atención, no son ni tan callados ni tan íntimos. Entre líneas y no tanto, las causas de la discreción y el pathos familiar explotan en su poesía. Tanto Emily como su hermana Vinnie habrían sido víctimas de abusos del padre y el hermano. Hay un poema en el que está directamente involucrado el primero, el 713: “Me has dejado, Progenitor, dos legados –/ un Legado de amor/ que bastaría a un padre celestial/ si tuviera Él la oferta./ / Me has dejado confines de dolor/ espaciosos como el mar/ entre la eternidad y el tiempo/ tu conciencia y yo”. Y después, el 1742 que compromete a su hermano: “Yo me encogí – “¡Qué guapa estás!”/ Garra de propiciación – “¿”Temerosa siseó él/ de mí? – Cordialidad ninguna./ Él me penetró – Después a un ritmo artero/ Segregó dentro de mí su forma”. Herida que, desde este punto de vista, no se puede trivializar (y aquí, retomemos, la noción de herida se resignifica), el trauma no ha permanecido en silencio ni es secreto a la luz de los recientes estudios de género, feministas y queer, dejan atrás a Adrienne Rich, feminista pionera, militante de la causa lesbiana, que investigó con obsesión de tábano a Dickinson en los 70, señalando su confinamiento en la escritura como estrategia de sobrevivencia y antídoto contra la locura. No faltan al respecto estudios psi sobre una presunta psicosis de Dickinson. A su vez, la relación de Dickinson con Susan no puede observarse sin tener en cuenta que le escribió nada menos que trescientas cartas, número que sorprende si se piensa que su cuñada vivía en la casa de al lado, separada sólo por una ligustrina.

 En consecuencia, más allá de los elementos de ruptura que destacan su manera de versificar, un vanguardismo en sincro pero antagónico con Walt Whitman (a quien Dickinson leyó escandalizada y con vergüenza), y más acá de su lectura ineludible y su categorización de canónica, la poeta (no la “poetisa”) y su producción exigen revisionar su contexto y la indagación de los aspectos biográficos, datos que la arrancan de la calificación tan cómoda como convencional de “loca en el altillo” y/o “dama blanca” subyugada, aunque lo estuviera, por los abejorros, los pájaros y la botánica. De lo que se trata, ni más ni menos, es del cuerpo y su historia. Tal vez así se puedan leer desde una posición distinta su visión de la naturaleza, el amor, la pasión, la culpa, la angustia y la puesta en tela de juicio de la existencia de Dios Padre. En Dickinson está la gracia de su poema 1755: “Para hacer un prado se necesita un árbol y una abeja, / un trébol y una abeja. /Y ensoñación. / La ensoñación habrá de bastar / si las abejas son pocas”. Pero estos versos merecen ser contemplados, en espejo, por ejemplo, con el poema 937: “Sentí un tajo en la mente/ Como si se me hubiera partido el cerebro. / Traté de unirla, costura con costura/ pero no pude hacerlo encajar.// Me esforcé por juntar el pensamiento anterior/ con el pensamiento siguiente/ pero la secuencia se desenhebró, sin sonido/ como madejas en el piso”.


Una traducción para Emily

No son pocas las traducciones de Dickinson que pueden encontrarse en las librerías locales. Rolando Costa Picazo (edición de la Universidad de Valencia), Delia Pasini (Editorial Losada), Amalia Rodríguez Monroy (Alianza Editorial), José Manuel Arango (Ediciones Norma) y Silvina Ocampo (Tusquets editores) son los responsables. En internet pueden encontrarse, además de diversos estudios de género sobre Dickinson desde la perspectiva feminista y artículos sobre el incesto, también la traducción de Milagros Rivera (Sabina Editorial). Es evidente que las selecciones difieren y también, inexorable, resulta la interpretación de los versos. Podrá verificarse –y con motivo– que cada una de las traducciones propone una Dickinson personal, ajustada a los intereses ideológicos de cada quien, lo cual no es grave. Cuando la traducción es bilingüe, entonces las comparaciones deparan un plus: se encontrará el modo Dickinson de introducir el corte, de componer con analogías y oposiciones, imágenes interrumpidas con guiones, lo fragmentario y su concisión sorprendente. Si bien es cierto que leer poesía traducida, como le decía el poeta japonés al poeta colectivero yanqui en Paterson, el film de Jim Jarmush, es como entrar bajo la ducha con impermeable, cabe otra percepción de lectura: cotejar las diferentes traducciones con un objetivo, vivenciar que las lecturas permiten un paneo de las posibilidades de entrar en una poesía que rompe moldes y, con su potencia, es capaz de atravesar las barreras idiomáticas refiriendo una prodigiosa rebeldía existencial.

06 de mayo de 2018


Cinco versiones del poema 1129 de Emily Dickinson
1129



Toda la Verdad decidla pero al sesgo —
El Éxito radica en el Rodeo
En Exceso radiante para la debilidad de nuestro Goce
La sorpresa soberbia que contiene
Como el relámpago a los Niños se suaviza
Con dulce explicación
 La Verdad ha de deslumbrar muy poco a poco
 O ciegos dejará a todos los Hombres —

Traducción: Amalia Rodríguez Monroy


Di la verdad mas dila oblicua —
El logro está en circuitos
Demasiado brillantes para nuestro endeble Deleite
La soberbia sorpresa de la Verdad
Como el relámpago a los Niños ha de ser mitigado
Con bondadosa explicación
La Verdad debe deslumbrar gradualmente
O todos los hombres quedarían ciegos —

Traducción: Rolando Costa Picazo


Di la verdad entera pero dila sesgada.
El logro está en decirla oblicuamente.
Demasiado brillante para que la gocemos,
Es la verdad alta sorpresa,
Como para el niño el relámpago
Que alguna explicación benévola mitiga.
Que la verdad deslumbre gradualmente,
No sea que quedemos ciegos.

Traducción: José Manuel Arango


Digan toda la verdad, pero al sesgo,
el éxito descansa en un circuito
demasiado brillante para nuestro gozo enfermizo;
la verdad soberbia sorprende
como el relámpago a los chicos,
a quienes una buena explicación calma,
la verdad debe deslumbrar de a poco
o cegará a los hombres.

Traducción: Delia Pasini


Toda la verdad decidla pero al sesgo —
el éxito mora en rodeos
demasiado brillante para nuestro doliente deleite
la verdad soberbia sorprende
como el relámpago a los niños
que una buena explicación tranquiliza
la verdad tiene que deslumbrar gradualmente
o todo hombre será ciego —

Traducción: Silvina Ocampo

https://www.pagina12.com.ar/112720-un-tajo-en-la-mente


EL LENGUAJE DEL RESENTIMIENTO SOCIAL / Darío Ruiz Gómez




EL LENGUAJE DEL RESENTIMIENTO SOCIAL

Darío Ruiz Gómez

A la hora en que necesitamos  aplicar  a la realidad  política  que estamos viviendo, aquellas  teorías  del lenguaje   que  proliferaron  en los claustros académicos,  para contar con una necesaria  claridad  sobre  lo que implican ideológicamente   los discursos en juego, éstas desaparecieron  como por encanto en un momento, repito,  en que  el lenguaje político  en algunos grupos ha derivado en jerga, en babosas amenazas  y es necesario y urgente contar con  el legítimo  lenguaje  de la democracia que nos ayudaría   a comenzar a vivir en los espacios de la convivencia, de la diversidad que pone de presente nuestra pluralidad, en la aspiración de toda sociedad abierta  a que el ciudadano y la ciudadanía se sientan verdaderamente  identificados. Este fue el problema de la Derecha hasta hace algunos años por su retrogradismo para aceptar las conquistas democráticas de la modernidad pero hoy  a este  retrogradismo lo ilustran el fundamentalismo yihadista del ELN y el fanatismo de los “nuevos revolucionarios”,  una mescolanza que puede derivar hacia un  desequilibrante anarquismo  tal  como se puso de presente en el rencoroso discurso con que Petro respondió al triunfo electoral de Iván Duque,  es decir a su derrota. La repetida definición de Camus de que el fascismo es la falta de imaginación se ha puesto de presente en un supuesto líder que nunca fue capaz de elaborar un programa de gobierno con las palabras que surgen del conocimiento directo de los problemas  que hoy acucian a nuestra sociedad. Enumerarlos no es demostrar conocimiento y compromiso con ellos, el odio a los ricos no es una respuesta a la inequidad sino una expresión de complejo social, la esperanza nace del conocimiento mutuo y la responsabilidad del amor,  no del resentimiento. La demagogia electorera puede convencer a una comunidad pobre con promesas que no se cumplirán. ¿No es  el Chocó el escenario de las mayores depravaciones de las FARC?  Petro con su demagogia ha convertido en cliché lo que debería ser un fundamentado  análisis  sobre la problemática del país. ¿Conocemos algún documento al respecto elaborado por sus equipos de investigación sobre la minería ilegal, el narcotráfico?  ¿Qué tal los despropósitos urbanísticos propuestos para Bogotá? ¿Dónde está el documento sobre la cultura de las regiones, sobre el patrimonio cultural en peligro?  ¿Han redactado sus acuciosos intelectuales una ley de protección del libro?
 Pasar a la  “resistencia”  fue lo que el movimiento partisano hizo en su lucha contra el fascismo  y el nazismo  y contra el estalinismo en los países comunistas de Europa. ¿Contra qué dictadura lucharán los intelectuales petristas y desde cuáles medios de información  en la” clandestinidad”?  ¿No es a la lucha armada y a “la combinación de distintas formas de lucha revolucionaria”  a la cual han renunciado las FARC y el Partido Comunista?  El ejercicio necesario de la oposición  convertida en pedreas  callejeras  según el manual elaborado  por  Lenin debe culminar  finalmente  con  la huelga general. Ya FECODE  ha hecho varios paros demostrando una  vez más que lo que le interesa no es que nuestra juventud – y sobre todo sus afiliados- salgan del estigma de la ignorancia sino desestabilizar al  nuevo Gobierno.  ¿Quién mueve los hilos detrás de Petro? ¿Milita en la Congregación Mariana Iván Cepeda? En el informe periodístico  al  lado de Petro aparece su verdadero mentor político: Jaime Caicedo del Comité Central del Partido Comunista y de las FARC.


viernes, 22 de junio de 2018

Poemas de Carlos Andrés Amaya C.


LA CARRETERA ES UN LOGRO DE CIVIVILIZACIÓN / Darío Ruiz Gómez

Paul Kuczynski




LA CARRETERA ES UN LOGRO DE CIVIVILIZACIÓN

Darío Ruiz Gómez

Comunicados de prensa, noticias  ambigüas, declaraciones escuetas de escuetos funcionarios: lógicamente todas estas piruetas tienen una sola finalidad, negarnos la verdad de los hechos sobre un grave percance que los habitantes de una región  han comenzado a vivir. La realidad, diría Baudrillard,  es  tratada de anular  hasta de los mismos imaginarios de las gentes con fines eminentemente políticos para que  la opinión pública carezca de los elementos de juicio indispensables  a la hora de señalar responsabilidades. ¿En qué lugar del mapa queda situado finalmente Ituango?  Cobro  conciencia del problema cuando propongo hacer un viaje por carretera hasta Tolú para revivir recuerdos ya que esta carretera ha sido el escenario de mi vida y de la de millones de antioqueños desde hace sesenta años  pero me indican  que no ha pasado  el peligro de que se rompa la presa y se desaten sus aguas cubriendo a cerca de 150.000 personas con sus viviendas, sus negocios y la carretera a la Costa ha sido cerrada e incluso ya se habla por parte de las autoridades  de construir una nueva carretera. Y esto se dice sin medir lo que sentimentalmente significaría borrar  lo que suponen miles  de imágenes  atesoradas  a lo largo de los años como un patrimonio personal y colectivo   tan intangible como  la sombra que los muertos arrojan sobre los aleros de las modestas casas a lo largo de los distintos tramos entre el vaho poderoso del agua que por  todas partes nos rodea. Imágenes  de adioses en silencio, imágenes de encuentros inesperados con familiares que un día debieron  abandonar su hogar huyendo de la pobreza y la violencia  para buscar nuevas fronteras  y  recordarnos que la patria no es un territorio acotado por los intereses políticos sino el encuentro con lo que nos acoge y que finalmente se convierte en un crisol de experiencias comunes. ¿No fueron los chilapos cordobeses los primeros colonos  del territorio de Urabá? Bajar de las tierras dominadas sempiternamente por la neblina, por el barbecho  y la intolerancia para buscar después de Puerto Valdivia las sabanas luminosas de Córdoba y Sucre, el mar sublime o sea la libertad, un hábitat  espiritual.

Traspasar esa frontera nos  ayudó a dejar atrás las lacras de un dañino  regionalismo  pues también la Costa invadió nuestra endogamia con sus gestualidades, con su música y hoy hace parte decisiva de lo que somos y anhelamos ser. Una carretera no solo reduce distancias sino que nos enfrenta a las preguntas que aparecen al encuentro de una diversidad social que nos era desconocida;  pero ¿Quién traza el programa de carreteras, los contratistas o la lógica de los habitantes de las regiones que desean salir del aislamiento y hacer reconocer su territorio? Ventiseis  billones de dólares recuerda Mumford se despilfarraron en Estados Unidos  en  programas mal concebidos de carreteras, destrucción del medio ambiente. ¿Cuántos miles y miles de millones despilfarraron los contratistas corruptos en el  proyecto de nuestras grandes vías nacionales en el gobierno de Santos?  Recuperar el país consiste en replantear el  concepto de Obras Públicas  fuente de corrupción en manos de la burocracia. El gobierno necesita a partir de  esta nueva Presidencia  hacer un close up sobre cualquier lugar de nuestro territorio para descubrir lo que significan el esfuerzo y la creatividad de  ese ciudadano desconocido a partir del cual debe nacer hoy  la Colombia real.

sábado, 16 de junio de 2018

Luis Ospina (1), Cine en Medellín


Babel, 2018



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Cine en Medellín....... 
Luis Ospina en Medellín (1)


Víctor Bustamante

La Cinemateca de Medellín está realizando diferentes eventos con directores y personas de cine, que se deberían haber cumplido hace muchos años. Entonces, en esos días, parecía imposible que estas personas vivieran acá y así nos debíamos compadecer al ver solo cine, y no poder preguntar sobre diversas experiencias de esos cineastas. En este caso, una de esas visitas ha sido la de Luis Ospina. Él es el sobreviviente del grupo de Cali con el cual nos  llevó a pensar que allí renacía el cine en Colombia, en ese eterno renacer que llevaba a que después de un corto brillo despareciera de nuevo, pero no,  el Grupo de Cali donde persistiría de una manera noble y cuidada al infectarnos de cine. Hay una fotografía mítica vista en su revista Ojo al cine, donde van caminando por una calle de Cali, Jaime Acosta que carga un trípode, Luis Ospina lleva una grabadora, Carlos Mayolo lleva una cámara, Ute Broll y Eduardo Carvajal otros implementos de filmación. Cuando digo que es mítica, es por el poder que ella misma genera:  la alegría de saber que en esos momentos viven la época esplendorosa de los cineclubes, con lo sagrado que fueron esos encuentros, y así mismo expresaran lo que es la continuidad y la perseverancia del cine, ya que, con sus eso equipos ellos mismos y ese tono callejero que aun causa al mirarla, van en pos de esas imágenes que aún perduran en su cine, por una razón, ya veíamos y definían por fin nuestro paisaje.

Ellos, se atrevieron a filmar, y aquí en el Ukamau, como premio de consolación, llegamos a ver, nada menos que Asunción, y en los teatros, Carne de tu carne, Sangre de tu sangre, La mansión de Araucaíma, pero sobre todo un corto que con el tiempo se ha vuelto representativo, Agarrando pueblo, lo cual era, es una postura ética ante aquellos cineastas que aun prendados al sobreprecio o sin él, se dedicaron a filmar la porno miseria en la calles. Ese corto aun es un toque de alerta y toda una propuesta a ese cine que se regodeó con la miseria en Colombia como una posible promesa de cine.
Luego Luis se fue por el documental filmó Tigre de papel, uno triste Nuestra película, otro sobre Fernando Vallejo, La desazón suprema, y una obra maestra, la cual hay que valorarla sobre el grupo de Cali, Todo comenzó por el fin.

 Pero hoy, en este encuentro, en esta conferencia Luis Ospina, hace una referencia sobre archivo cinematográfico. Hay una indagación  un trabajo  previo de archivo impresionante, ya que nos refiere como se hace el uso de material de archivo. Uno de esos ejemplos es el de  Esfir Shub aprovechando material ya filmado por otros y esos materiales los utilizó en La caída de la dinastía Romano 1927. También refiere Ospina como como Luis Buñuel también ha utilizado materiales ajenos para sus películas. Así como el norteamericano Josep Cornell utilizó una película, Al este de Borneo, 1931, para crear la suya.

En Colombia se han dado casos similares en nuestro cine, lo cual es notorio en El drama del 15 de octubre (1915) de Vincenzo Di Domenico, en Garras de oro (1926), incluso el mismo Ospina incluye en su documental ejemplo más evidente de esto en su más reciente película Todo comenzó por el fin (2015). En esos trabajos se han utilizado materiales externos que sirven como soporte para la narración de estas peliculares o documentales.

Surge una frontera, en estos casos, ya que el director de cine, debería contar con sus materiales, ya que al trabajar con materiales ajenos le queda muy fácil, y bordea el camino de la apropiación y del plagio al sustraer materiales que no ha filmado él directamente. Ospina llama a este nuevo oficio, esa costumbre, filme de metraje encontrado. En algunos casos ese uso sirve para completar en el tiempo un documental que no se posee y se justifica en otros es la facilidad de usar esos materiales, lo cual crea una discusión que no llega poner de acuerdo a nadie, y a lo mejor, un purismo mal entendido. Él lo explica muy bien en su preciso documental, Antes del fin.

Nota Bene: Hay una versión de esta conferencia magistral, Un viaje personal por el metraje encontrado de  Luis Ospina, pero ha sido imposible acceder al permiso para poder publicarla.

                          


jueves, 14 de junio de 2018

COLOMBIA REAL CONFUSIONES SEMÁNTICAS / Darío Ruiz Gómez


Pawel Kuczynski


COLOMBIA REAL CONFUSIONES SEMÁNTICAS

Darío Ruiz Gómez

“¿Quién sos vos?” El señalado respondió: “Yo soy el Director del Conservatorio de Música” El bandolero le disparó diciendo. “No más  conservadores” Esta cruel y real historia de lo que supone una confusión semántica cuando imperan la ignorancia y el odio fanático es desconsoladora al extremo e imperó  durante décadas  de violencia fraticida en Colombia. La política busca racionalizar las diferencias de ideas, civilizar el diálogo para que la convivencia social se legitime y perdure.  La confusión semántica ha servido en la política  para que una nación entera se precipite en la barbarie a nombre de abstracciones  monstruosas donde se llega  a confundir el regreso al llamado  mito  ancestral  con el poder político  de los  “ brujos”: se hizo en la Alemania nazi con el poder de lo mágico, lo hizo la Triple  A con el brujo López Rega, para que la tribu y la masa anulen la noción y presencia del individuo pensante. A través de la consigna se impone entonces la tarea de señalar herejes, opositores que puedan cuestionar la brutalidad  establecida. Para las ideologías totalitarias, hoy camufladas en la manipulación de las tecnologías de la comunicación, desaparece el ciudadano y aparece el súbdito que obedece  la consigna, que se doblega sin reato alguno ante aquello que le impone la propaganda.  Es aquí donde el recurso político de  la confusión semántica se empieza a hacer a través de la manipulación  del eufemismo o sea de la sustitución de la palabra verdadera por una  no ofensiva para un público de bien pensantes: ya no se dice negro sino “perteneciente al afrodescendiente”” El  demagogo revierte mediante esta triquiñuela  la acusación que se le hace de ser  un revolucionario que quiere si llega al poder negar la propiedad privada, la pluralidad religiosa, su populismo y entonces a medida que se desarrolla la confrontación ideológica y sabe con anterioridad que va perdiendo en las encuestas, cambia de lenguaje e intempestivamente se declara “defensor acérrimo de la propiedad privada, cristiano confeso, enemigo de la colectivización”. Chávez como Perón fueron maestros consumados para mentir creando una confusión semántica necesaria a sus intereses.

Decir que la política ha conducido a la polarización de la ciudadanía es una confusión semántica utilizada  para  señalar  como “enemigos  de la patria” a quienes se oponen a la violencia de los violentos, a justificar y por lo tanto perdonar los crímenes de lesa humanidad, el atropello de los derechos de los ciudadanos  a  defender  el futuro de la democracia. En negar estos derechos consagrados  se pone de presente el deterioro de la opinión pública  y la llamada dictadura de los medios de comunicación, el deterioro moral de la justicia. En su “Discurso sobre la desigualdad” dice Rousseau. “Allí donde  disminuye  el vigor de las leyes…no puede haber ni seguridad ni libertad para nadie”  Precisamente porque, como lo aclara Sartorius, la ley al ser para todos no permite excepciones. Y aquí  en la actualidad a nombre de  los “exceptos” se está continuamente  vulnerando la ley mediante  el uso de la confusión semántica persiguiendo a quienes se califica  en la actividad intelectual,  política de “paracos”, “guerreristas”  y el peor de los estigmas “uribistas”  y  no pues de opositores. P.D. Identificar a un partido democrático como el  PSOE con  el  populacherismo de Petro es una vulgaridad.

miércoles, 6 de junio de 2018

61 Medellín: Destrucción y abandono de su Patrimonio Histórico: Edificio Uribe Navarro



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61 Medellín: Destrucción y abandono de su Patrimonio Histórico: Edificio Uribe Navarro

Edificio Uribe Navarro

Para José Raúl Jaramillo


Víctor Bustamante

Cuando pasamos al frente del edificio, o mejor a lo que fue el edificio Uribe Navarro en Junín con La Playa, no vemos el inmueble, tampoco lo han tumbado, pero sí lo han mimetizado. Para ello lo han camuflado con espejos, en una labor de persuasión tal, que pasamos por esa esquina, sin percatarnos apenas de su existencia. Al cubrirlo con espejos se ha efectuado el insulto más grande a una de las oficinas de arquitectos más relevantes de la ciudad, me refiero a la firma H.M. Rodríguez e Hijos que lo construyó en 1925. Camuflar un edificio con espejos es la manera más solapada de relegar una construcción, es anteponer un elemento para lo banal, como son los espejos, para que se refleje lo virtual, en este caso el cielo y los otros edificios, nunca los transeúntes, dando la apariencia de amplitud en el espacio y no de la ñoñería de sus actuales ocupantes, Ragged. Una cubierta de espejos es la ocultación que refleja la nada, es la escasez de signos, lejos de la semántica de la calle. En la actual cultura ligth en Medellín ese revestimiento con espejos es significado de la nulidad total, es la solución más a la mano, barata y simple que no coteja la historia sino que la anula. No sé si aquellos que realizaron tal adecuación con este elemento tan inexpresivo se habrán dado cuenta de la aniquilación que realizaron con su maquillaje: una desorientación total a un referente de la ciudad.

La noche del 6 de febrero de 1859 se recuerda por un baile de disfraces en la casa del gobernador del departamento, Dr. Jorge Gutiérrez de Lara, situada cerca al Parque de Berrío, en el centro del costado occidental, segunda casa de norte a sur. Ese acontecimiento social fue opacado,  ya que el 10 de junio, apareció en el río, frente a Bermejal, el cadáver de Domingo Jaramillo, talabartero mulato proveniente de Salamina que trabajaba con Bernardino Giraldo en un local donde está hoy el edificio Uribe Navarro. Giraldo le había dado muerte a Domingo durante la noche y lo arrastró cerca, arrojándolo a la quebrada Santa Elena.

Aquí, en esta esquina, también vivió José Giraldo, que laboraba en su cerrajería. El  establecimiento era un cobertizo cubierto con ramas en el techo; quienes pasaban por la calle lo veían golpeando metales en el yunque. A pesar de ser buen trabajador, y devotísimo de la virgen, José Giraldo, hermano de Bernardino, era único en sus desplantes, eso sí muy amigo de festines y bebidas espirituosas. Cuando se le inició una pesquisa por inmoralidad, decidió elaborar con dos cañabravas una cruz, a la cual dispuso una ruana, así como formalizarle una procesión y, además, le acomodó un letrero: “En la ruana está el delito”. Alquiló una banda de música, como compañía, lo cual llamó la atención al provocador y panfletista  Camilo A. Echeverri, quien decía, y se lamentaba por qué no se le había ocurrido esta idea, una certera performance. Enrique Echavarría, a quien le debemos también otra versión, anota que a José Giraldo, le encantaba mezclar las fiestas religiosas con la pólvora. Para ese motivo y su deleite, patrocinó de su cuenta, en una noche, una larga recámara a todo lo largo del Parque de Berrío donde se escucharon tacos de pólvora de todos los calibres hasta que sonó uno con el poder de la bravura. Se dice, con ese desparpajo paisa, que esas dos arrobas hicieron vibrar las arañas de la iglesia y quebró vidrios alrededor, pero esto era imposible, ya que hubiera destruido todo el entorno. José, que no se sentía muy solo, era un picarísimo redomado. Entonces cuando sospechaba que sería enviado a la colonia penitenciaria de Patiburrú por Puerto Berrío, debido a un abuso de leso erotismo,  se dispuso a realizar su propia despedida montándose en un caballo con su mascota, una mica atada con una cadena de plata. Se puso su mejor vestido y un letrero: “El delito está en la ruana”. Detrás seguía un carro halado por un caballo, dispuesto con dos ataúdes y, sobre ellos, varios cirios nerviosos y encendidos. Detrás de él, en esa performance congelada en el tiempo, los seguía una banda musical, en su jolgorio, y, por supuesto, el griterío de los niños que los acompañaban a dar la vuelta por las calles del  tranquilo pero, ahora, sorprendido poblado. Otra vez Camilo Antonio Echeverri se volvió a lamentar. No podía creer que alguien se le hubiera adelantado con un evento tan procaz, provocador y anárquico.


Melitón Rodríguez, 1900


Hay una fotografía de Melitón Rodríguez,  1900, en Junín con La Playa, junto al puente en arco y de ladrillo. En la esquina, hay un edificio de tres pisos con tejado y enseguida un aviso, Portales de Junín, también hay allí una berlina halada por un cabello blanco que se asoma a la puerta, y no es para menos, en ese lugar existía una sede para los llamados coches de punta, que eran tirados por caballos. Esta fotografía posee el poder evocador pero aún más provocador, debido a que parece una postal con esa malignidad que subyaga: nada de lo que vemos en ella consta hoy.

En ese lugar, un inmueble de tres pisos, al lado del Puente de Junín mientras la Santa Elena, bordeada por muros de piedra, pasa lenta y mítica, fresca y perezosa, tatuada en su formato que araña el tiempo, en algunas fotografías en blanco y negro, debidas a Melitón Rodríguez y a Pastor Restrepo. Allí, ya existía una  cantina, el Caballo de Bronce, regentada por Natalio Platín.  Platín era hijo del inmigrante alemán Luis Platín, platero y acreditado grabador radicado en Medellín en búsqueda de ese Eldorado fantasioso que no significaba más que conseguir plata. Luis era laborioso: se le veía dándole al martillo y a la lima, o con el buril en la mano; y, por supuesto, muy aficionado a la cerveza. En años anteriores, 1886, Natalio, aún más quimérico, se vio envuelto en problemas judiciales por la denuncia de propiedad de las minas Santa Ana en Guarne.

En este edificio de tres pisos, el más relevante de Junín, con sus cuatro balcones en el segundo piso, y con la mansarda de otra fisionomía, y ya  rematado el techo con tejas y coronado por lo que puede ser un lucernario, se llamaba el edificio Lalinde. En su tercer piso, Francisco Antonio Cano poseía su taller, que es posible analizarlo en uno de sus cuadros, ya que  Cano ha pintado una de sus escenas más personales, el Estudio del pintor (1985). En esta escena, porque lo es, Cano sentado y elegante bocetea a la modelo, una campesina con un niño entre los brazos; otro adolescente mira una pintura; otro, Melitón Rodríguez, de unos doce años, mira a un aprendiz que también dibuja a la modelo. En la pared una pintura de Mariano Ospina Rodríguez con su barba blanca y su gorrito, quien vivía cerca, por la calle Boyacá, y vigila desde la pared, mientras en un anaquel los objetos dispersos del pintor lo expresan.

Este crucero, de Junín con La Playa, se convertiría con el tiempo en escenario y punto de referencia. Iniciaría su esplendor en 1919 cuando fue comprado y rebautizado el Café la Bastilla por Hipólito Londoño, y que serviría como punto de reunión y conversación para una tertulia memorable. Carrasquilla, Efe Gómez, Alfonso Castro, Ciro Mendía, Ernesto González, Pepe Mexía, Pachito Cárdenas, Carlos Mazo y Emilio Jaramillo. Algunas veces el maestro Gonzalo Vidal dirigía allí su orquesta. Ellos, estos artistas, estos poetas, estos músicos, siempre poblarán esta esquina, ya que entrarán de nuevo en esta memorabilia, ya que la amistad y la literatura abren esa veta para el diálogo y un encuentro.  Luego, al frente, sería construido el Teatro Junín en 1924, como el culmen de los teatros, obra maestra de Agustín Goovaerts.  Allí en su interior, en la esquina, un salón, el Majestic, le daría un toque de elegancia durante un breve periodo.

Luego sería construido, en la otra esquina, Cardesco. Una salsamentaría elegante donde se expendían licores extranjeros y enlatados. También era sitio de una tertulia, La Cigarra. Al frente, al sur, había sido edificado, el Edificio Uribe Navarro, que posee una historia atrayente, inusitada y de mucho valor.

Los hermanos Uribe Navarro, que ambicionaban ostentar su brillo, eran los promotores y dueños de este edificio; ellos eran Eduardo, Salvador y Vicente, acreditados comerciantes que cimentaron en Yalí un apreciable negocio de abarrotes, administrado por uno de sus socios, Germán Uribe N. Además eran propietarios de una empresa de transporte de carga que movilizaban en carretillas y mulas, entre las estaciones de Botero y Cisneros, pasajeros y mercancía. Por esos lados poseían la finca El Humo para descanso y reposición de sus quinientas mulas.

En la revista Progreso se saluda la construcción de este edificio, en 1925, como parte del Medellín nuevo, y, en efecto, estamos ante el despegue de una ciudad con arquitectura más racional. Eso sí con un sello peculiar, como es todo lo que construyeron los Rodríguez. No es el gran edificio de alto vuelo como el del Palacio Municipal -hoy Museo de Antioquia-, no es el Castillo elaborado con filigranas, no es el edificio Víctor, o el Palacio Egipcio, no es el Edificio Constaín, ni el edificio Tobón Uribe y el edificio Central con líneas y ángulos rectos para citar algunos. No, este edificio podría considerarse una obra menor, pero dejando ese punto de vista, posee el sello de HM Rodríguez e Hijos, y eso basta como carta de presentación, ya que este edificio tan diferente, en este formato, a los demás diseñados y construidos por ellos, advertía sobre una diversa posibilidad creativa. No es republicano en su estilo, no es racional en su configuración; tal vez sea un híbrido. En sus líneas sencillas da la impresión de poseer otro énfasis, otro camino a la creatividad. No hay arabescos, ni ménsulas como volutas que sostienen algún elemento decorativo, aquí las ménsulas, en pares son sencillas, sostienen el alero del piso segundo. Sus líneas son simples. En el primer piso sus cuatro ventanales son prácticos con sus vidrieras cuadradas, así como sus cinco entradas determinadas en el umbral por el sello de molduras  octogonales. En el segundo piso, en las dos esquinas, hay dos balcones con sus columnas, y cinco ventanas con sus rejas elaboradas en hierro y en el tercer piso su remate ondulado, con la superficie terminada en cuadriculas,  que casi se disuelve en las siete aberturas de varias ventanas que van surgir de la línea curva que culmina en el techo.

En una fotografía de 1930, observamos que en esta esquina del Uribe Navarro, en el primer piso, existe un Salón de Billares y siguiendo por la acera hacia Boyacá funciona la Botica y Droguería Junín de Ramón, Juan B. Peláez, además se ve un anuncio donde se ofrecen para la venta vejigas para balón, lo cual delata la presencia del futbol como maneras de situar el inicio y fervor por ese deporte.

Luego, cuando la Botica Junín se traslada al edificio vecino, al comprar sus socios una parte, que va desde Boyacá a la Avenida Primero de Mayo. En el primer piso, ya vacante, para 1936, se establece la Salsamentaría Respin, propiedad de los hermanos Restrepo Mesa que administraba su primo Gabriel Escobar, considerado el mejor vendedor del mundo; los productos Respin se distribuían allí. Desde 1920 se había creado la firma de productos alimenticios Respin por Luis Restrepo Mesa, propietario de la Droguería Nacional. Don Luis era un prominente hombre de negocios: lo avalan ser socio de Cervecerías Antioqueña y La Libertad, había participado en 1916 en la fundación de Noel.  También, en la Salsamentaria Respin, ofrecían enlatados y confituras importadas. Don Gabriel, como todo vendedor, elogiaba sobremanera los productos que ofrecía para animar a sus clientes a consumir. Incluso muy devoto, entre comillas, madrugaba para acompañar a su novia a misa, a la Candelaria, en una cita furtiva como excusa. En este breve interregno llegaba un profesor de inglés, míster Jammes, a reclamarle por su ausencia, ya que el paquete de Pielroja solo se lo quería comprar a él, para provechar lo dicharachero que era quien regentaba el lugar. A  don Gabriel no le quedó más remedio, para no desacreditar el negocio, que postergar la cita con su novia,  para poder vender el paquete de Pielroja a su cliente.

A las cinco de la tarde, en la Salsamentaría Respin, se formaba otra de las célebres tertulias de Medellín. La presidía Marco A. Peláez, a quien le debo parte de esta memoria. Allí asistían: Luis Carlos Henao, Antonio Valencia y Carlos Pérez Escobar; luego fueron entrando y pasaron por ella, Carlos Posada Amador -que luego sería un afamado compositor musical-,Ignacio Isaza Martínez, Eduardo Toro  Escobar, Hernán Toro Agudelo, Carlos Ariel Gutiérrez, Alfonso Arboleda, Cristian Botero Mejía, Jorge White Gutiérrez, Jaime Bustamante Ferrer, Guillermo Escobar, Antonio Duque Gaviria y Eduardo Mejía Vélez. Luego se incorporó el librero Rafael Vega Bustamante, y más tarde, de una manera esporádica, Bernardino Hoyos, abogado, intelectual y periodista de la UPB. Luego Hoyos trabajaría en la BBC de Londres y sería asesor cultural de Caracol, ya con otro nombre Bernardo Hoyos. Jaime Barrera Parra estuvo en allí y, en una crónica sobre Medellín, Del Edén al Respin, señala sobre su interior: “El Respin es un salón deslumbrante. Baldosines, espejos, música, todo brilla”. Al otro año regresó a Medellín, el primero de enero del 35, y durante un incendio en el Teatro María Victoria al caerle el cielo raso mató a algunos espectadores. Entre ellos a Jaime Barrera Parra.

Para 1936, en pleno apogeo de la radio en Medellín, se registra el surgimiento la Emisora Philco, propiedad de Hernando Duque R. y Alberto Estrada, -padre de Leonel Estrada que luego sería crítico de arte-. Don Alberto, había liquidado sus negocios en Manizales y se instaló en Medellín, incluso montó la Óptica Central, ya que él había estudiado optometría en Nueva York, además fabricaba telescopios. Hernando Duque, su socio, hombre de temple, imprimió a la emisora una política agresiva con la perspectiva de desplazar a La Voz de Antioquia. Técnicamente contaba con un transmisor de onda corta, inicialmente en 49 metros y onda larga. Esta emisora funcionaba en el tercer piso del  Edificio Uribe Navarro y en la propia oficina del gerente estaba el transmisor, ya que aún no era tan estricta la normatividad sobre su funcionamiento. Pero en 1938 los socios disolvieron sus lazos comerciales y la emisora cambió su nombre por el de "Claridad". De esta forma, la radio comercial en Medellín consolidó en sus primeros años: La Voz de Antioquia, Ecos de la Montaña y la Emisora Philco o Claridad. Mario Jaramillo Duque, tío de Leonel Estrada, también trabajó en la Emisora Philco. Este era un gran humorista, que tenía un show de hora y media, en el que imitaba personajes: Mussolini, Hitler y algunos dirigentes locales. Leonel lo veía ensayar y disfrutaba el privilegio de ver sus presentaciones tras bambalinas, en el Teatro Junín.


1940


Desde su fundación, la emisora Philco se caracterizó por un programa: La Hora Católica. En esta Medellín ultramontana con coqueteos falangistas; porque lo fue. También se dictaron conferencias, seminarios, charlas, en días de fiesta o fines de semana, a través de los renombrados medios de comunicación, como El Colombiano, El Obrero Católico, El Pueblo, La Defensa, y diversos programas de radio.

La fundación de la Hora Católica fue debido a monseñor Tiberio de J. Salazar, que coincidía con la celebración del Congreso Eucarístico. Este programa sería dirigido por monseñor Félix Henao Botero, luego rector de la UPB. Era un programa  semanal sobre asuntos de la situación mundial y la vigencia del pensamiento cristiano como una réplica al ascenso del comunismo que descreía de Dios, pero que terminó involucrado con dictadores sangrientos como Stalin, Mao y Castro. En una de sus primeras emisiones, el 3 de mayo de 1936, disertaron personalidades como el orador y político conservador Gonzalo Restrepo Jaramillo, sobrino del expresidente Carlos E. Restrepo y del sacerdote jesuita Juan María, quien pronunció su oración "Por qué creemos", y también llegó  a asistir el empresario José María Bernal, que refirió un tema sobre la moral. En los años sucesivos se notó la presencia de José López Henao, el domingo 14 de mayo de 1937, disertó sobre Comunismo y fascismo. Emilio Robledo argumentó en la "Hora Católica", el domingo 28 de febrero del 37, en donde deja traslucir sus principios morales y su excelente formación académica, sobre todo en el campo de la pedagogía y de la ciencia.

Poco hemos indagado sobre la Violencia en Medellín, todas esas pésimas noticias, y ese momento, las oscurece el Bogotazo. Pero Medellín tuvo su Medellinazo. El nueve de Abril  de 1948 fue quemada la sede del periódico sectario La Defensa al ser rociado con gasolina por la muchedumbre, ubicado en Boyacá donde están hoy Almacenes El Mar, antes edificio Villanueva y la agencia donde funcionaban las oficinas de El Siglo. También incendiaron el edificio Álvarez Santamaría, -el Portacomidas-.  Enseguida se prendió fuego a los edificios de la emisora la Voz del Triunfo con su radio periódico Mundo al Día. La biblioteca de la Universidad Bolivariana situada en Caracas con Palacé ardió junto a miles de libros tirados a la calle. Editorial Difusión también fue incendiada, siguió el café Danubio, y en turno fue incendiado el Almacén Respin que también fue saqueado. Siguieron las bodegas y los almacenes en el barrio Coltejer. El cuerpo de bomberos recibió, en la tarde del 9 de abril, 346 notificaciones de incendios. En el Centro también fueron saqueadas totalmente tres grandes joyerías. De igual forma la turba destruyó el Café la Bastilla y a Cardesco.

Luego de esos incendios, con sus destrozos, se estableció en el lugar donde quedaba el Respin, el almacén Parisina, -cuyo dueño era Jesús Posada-, que duró en esa esquina muchísimos años, unos cincuenta. Era un almacén de telas que marcaba el hito de la novedad en plena síntesis de la esquina de más prestigio en la ciudad. Parisina evocaba a Paris, pero más precisamente a las parisinas, damas, chicas, mujeres con alto sentido de la elegancia que querían verse acicaladas de lo principal de la moda cuando caminan por las calles, cuando entran a los espaciosos salones para provocar una mirada, ante el desparpajo de los habitúes que se llenan de la armonía, de la ilusión y del deseo ante una chica que deja una estela de perfume y el taconeo digno que las sigue; es más, las persigue, eco de la transitoriedad. También en Parisina se vendían los adornos y telas con que fueron ambientadas varias casas elegantes y prestigiosas. En el sótano se guardaban los grandes rollos de tela. Además había un localcito son un lugar afamado el Salón de Jugos. Esta esquina, de la cual poco se habla, se convirtió en una verdadera pauta comercial, ya que en la diversa sucesión de fotografías que hacen posible rastrearla, se suceden los anuncios que rasguñaban su estructura: American Gentleman, Indulana, Pepalfa, Chicles Clark, Lucky Strike, Cometa. Cada uno de estos anuncios reitera una etapa y un momento de la circularidad de empresas, incluso hasta la pobreza actual.


Gabriel Carvajal, 1940

El Club Medellín, fundado en 1946, ocupaba un local situado en  Colombia entre Junín y Sucre, pero se consolidó cuando sus fundadores trasladaron su sede a las oficinas de Radio Nutibara, que funcionaba ya en el tercer piso del edificio Uribe Navarro cuyo gerente era Jaime García Lobo y Hernando Téllez Blanco, fundadores también del Club Medellín, junto a Luis Gómez T., Pablo Restrepo U., Ángel Renix, Luis Ramos, Santiago Vargas Lorenzana,  Hernando Téllez B., Alberto Gómez, Apolinar Ramírez y Alberto López. Radio Nutibara había comenzado sus emisiones el 1 de mayo de 1938, como la Voz del Amo, y en sus instalaciones se ubicó la primera máquina portátil para grabar discos fonográficos en Medellín. En 1940 inició las transmisiones a control remoto e implantó el sistema de música continua con su lema: «más programas con menos anuncios». En esta emisora se inició uno de los grandes de la radio, Joaquín Marino López.

Para 1961 "El Rosario" era diariamente transmitido a las 6 p. m. por Radio Sinfonía, quien iría a creerlo con el tiempo, y Radio Nutibara; a las 6 a. m. por Radio Nutibara y la Voz de las Américas; Radio Sinfonía transmitía igualmente la Misa Vespertina Dialogada, desde la parroquia San José todos los días a las 5 de la tarde.

En una  fotografía de Digar de 1955 se lee un aviso en el segundo piso del edificio Uribe Navarro sobre el de Parisina, Escuela de Comercio Práctico, que fue dirigida por su rector y dueño don Emilio Torres durante 52 años. En ese centro educativo se podía estudiar bachillerato, mecanografía, taquigrafía y contabilidad. También había en su interior otros negocios cómo relojerías, y la oficina de Arrendamientos y comisiones de Raquel Tobón.

Un hecho acaeció en Parisina, cuando la machaca estuvo de moda, a mediados de los años 70. Allí, detrás de su vitrina, encerrado en una urna de cristal y clavado con una aguja de oro, fue exhibido el insecto que medía unos 8 centímetros,  que, de picar a una persona esta debía hacer el amor en 24 horas o de lo contrario moriría. Este mito llegado desde el Meta y avivado por la revista Vea encontró eco en la población, y, sobre todo, en Medellín, ya que las filas de curiosos para apreciar al animal del amor, también miraban hacia el interior de Parisina el lujoso surtido de telas. La nota del paisa cazurro y tumbador la impuso la llegada de un curandero, un indígena que venía del Amazonas, pero falso, de las entrañas de Loreto, por las plumas de gallina que lucía en su cincha, por su paruma de dril y sus sandalias costeñas, que vendía una crema antimachaca, que causó furor en los incautos, frente a la vitrina, que le escucharon y le compraron su surtido. Miedosos y lejanos no sabían que la historia de la machaca nunca trajo como realidad un muerto debido a su picadura.

Ya, a mediados de los 80, a Parisina la reemplaza Creaciones Vans de Betty Restrepo e hijos. Allí vendían camisas, ropas y telas. Ella era novia del conocido ex jugador de Nacional, Gabriel Mejía, y había que verlos en Versalles, él un gran portero, luego cantante de tangos con sus zapatos blancos y su pinta de argentino.

Babel, 2018

Ahora, hoy 11 de mayo y de lluvias del 2018, los paneles con espejos podrán tapar la arquitectura del Uribe Navarro, camuflaje realizado sobre los vestigios de una obra de HM Rodríguez e Hijos, para darle cierta apariencia mafiosa y de lo ligth, pero nunca podrán ocultar la historia que ha destilado este lugar que, como la carta robada en el relato de Poe, nadie ve. Ragged ha ocupado su perfil de esquina a esquina. En el mismo lugar por Boyacá hay un hotelito, Acuarela Hot, para parejas ocasionales donde se lee, habitaciones temáticas. Incluso entré, entramos con mi asesora al hotelito, y al cerrar la puerta del cuarto egipcio, casi a media luz, había de pie un sarcófago del tamaño de una persona. Como Medellín se ha vuelto muy turística, le habían colocado al sarcófago de plástico, en la parte que corresponde al rostro del faraón, unas gafas oscuras, en el colmo de la lobería paisa. Pensé en el cuento, otra vez de Poe, El ajedrecista de Maelzel , donde opera la trampa: un jugador oculto dentro del gabinete, bajo la mesa del tablero milenario, y resolvimos hacerle bromas al sarcófago. A lo mejor, adentro, había un mirón, con cámara para espiar a los amantes, lo cual dañó la celebración.

Es cierto, en seguida, de la evolución del Medellín elegante, construido con tanta donosura hasta 1968, al Medellín lumpen y de cachivaches, esta fisura, esta degradación, continúa con una cacharrería, El Manicomio, que ofrece todo a 5000, en lo que fue la Botica Junín, para expresar, lo inexcusable: la caída proverbial del Centro, después de un largo periplo en que se construyeron algunos de los edificios de más renombre, hasta el empobrecimiento actual que regresó a la tenebrosa Chichería de los Conejos en mitad de la calle Boyacá, a fines de 1800.

Los transeúntes pasan de largo, los vendedores de cacharros, en su supervivencia, siguen ahí todo el día. Algunos urbanistas, pendientes de sus proyectos de risa y de sus  negocios, aun despistados no saben cómo solucionar este embrollo, los historiadores andan despabilados y pendientes de qué ha dicho el dúo dinámico de Guatari y Deleuze para embadurnarse de sus capos teóricos, -solo embadurnarse-, mientras la ciudad histórica bosteza, desaparece, y nosotros la caminamos, la buscamos.