lunes, 8 de enero de 2018

La Buerta / Víctor Bustamante


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La Buerta 

/ Víctor Bustamante /

La Buerta punto de encuentro, punto de llegada, para iniciar la noche, o ya fuera para terminarla aquí cuando los pasos claudican. Aquí en el café, aquí a la Buerta conducen todos los pasos después de haber merodeado por el Centro. Había una posta inicial en La Boa, había otra posta en El Jurídico o en La Huerta, había otra posta en Acuarela, había otra posta en Faromar. También estaba Diógenes pero aquí la música era para melómanos consuetudinarios, pura salsa. Y como se busca conversar había una posta en Katrú pero el punto, podría decir final, era La Buerta, ya que este lugar había perdurado a la desaparición de algunos de estos otros cafés. Pero hoy 6 de enero, La Buerta ha decidido guardar sus trebejos, su música, sus mesas, su lobby que era nada más que el encanto de sentirse y sentarse en una banca en el murito de afuera. Ya que aquí residía esa cercanía de habitar el bar pero también en la calle, a medio paso entre la formalidad, a medio paso de la informalidad. Y algo era, es cierto la calle Córdoba en la noche siempre ha sido serena, pasan pocos autos, nunca buses, no hay paraderos, y además está un poco arriba de la influencia de los habitués del Parque del Periodista. De tal manera La Buerta posee su atracción, es un lugar para poder conversar.

La idea inicial era llegar a La Buerta como abrevadero para el encuentro con los amigos que venían con la idea preconcebida desde Versalles, subir ya fuera por Maracaibo hasta Córdoba ya fuera por la otra vía de más bullicio como La Playa desde de Junín. Pero esas rectas llevaban enseguida de la esquina de Córdoba con La Playa. O también era  un punto de encuentro donde muchos de esos amigos recalaban a cualquier hora de la noche con la certeza de encontrarnos, como si el azar citadino estuviera dispuesto para una conversación.

Al llegar no era raro que ya estuviera instalado y acodado en el mostrador de afuera José Martínez, serio y parsimonioso, chupando un cigarrillo y pendiente de una cerveza, siempre dispuesto a conversar de literatura. O a lo mejor ya tarde en la noche llegaba alto y circunspecto José Libardo Porras siempre de afán. Allí recalábamos Rubén López, Omar Castillo, también Jairo Guzmán se decidía a merodear por acá. O Carlos Bedoya y Raúl Henao se daban una pasada. O era plausible que Óscar Castro llegara, o el pintor Jairo Mejía al lado de Natacha. O ya, muy tarde en la noche llegaba Billy, Fercho Cuartas, Guillermo Álvarez, Juan Guillermo Aguilar, Luz América, Sabas Mandiga, Alvaro Betancur, Everardo Rendón, Raúl Jaime Gaviria más triste que nunca. Todo este tipo de encuentros, muchas veces fortuito como una manera de buscar el solaz y sobre todo, la posibilidad de juntarnos para conversar sobre literatura, leer algún poema, entregar una revista  para persistir en la labor creativa de escribir. Pero casi siempre conversar como el propósito de alargar la noche y de compartir el licor que llega y la noche que muere.

También llegaría un puñado de escritores que encontrarían su refugio aquí los lunes y llamarían su evento La Buerta de los Poetas.

Al frente nos acompañaban las paredes blancas del Palacio de Bellas Artes donde muchas veces, en la década del 20, llegaba Nel Rodríguez, su creador, a proseguir su trabajo de andar pendiente para la buena marcha en la construcción de este edificio.

Hasta 1892 funcionó en esa esquina la Casa de Locos, allí a los enajenados se les proporcionaba sólo alimento y vestido, sin el beneficio del lograr una cura para su malestar.  La Casa de Locos estaba dentro de cercos y tapias y con una puerta de golpe, la dirigía doña María de Jesús Upegui, quien con dos ayudantes cuidaba cien perturbados. El más notorio ya era Epifanio Mejía.

Al frente de la Casa de locos –hoy la taberna Diógenes- poseía Epifanio un almacén que era barrido por una de las locas más meritorias del lugar, Dolores, quien decía: “Todos estamos locos, menos mi amo Pacho Santamaría que es bobo”.

Este sábado llego, llegamos con Raúl González, con Christian Jaramillo. Ya sabíamos que sería el último día. La Buerta estaba sola con Camilo, su dueño, pendiente de la música desde internet, con sus dos ayudantes Yamile y Daniela. Nos saludan el profesor Guillermo Arias y su esposa, y seguimos al interior. Media de ron inicia el camino hacia la ligereza del vuelo que da el hecho de beber algo para salir de este sábado que continúa certero con las noticias y augurios del año.

En este momento la cámara quiere registrar ese acontecimiento valioso para algunos que somos sus habitués, por eso dejamos que el Master ejerciera su magisterio con el saxofón, que todas las músicas lleguen así como nos decidimos a conversar con algunas personas que han llegado, a ese punto donde el azar nos ha hecho crear una coincidencia, como si la noche se dispusiera  este orden, seres nocturnos que salen al rebusque como manera de sobrevivir, junto a los otros clientes del bar que de tanto  encontrarse aquí han creado una cofradía.

Las cámaras y los celulares estaban dispuestos para fijar en su memoria este momento que no solo parece un día cualquiera, que no lo era, sino que se trataba de una noche muy especial, La Buerta terminaba su ciclo debido a que su dueño y creador Camilo Mejía no quería seguir regentando su negocio.

Toda la atmósfera del salón estaba en su claroscuro habitual, y no era para menos, ahí, en esa misma oscuridad, se diluía este lugar con sus historias con sus personajes, con sus avatares, para pasar a convertirse en esa suerte de lugar mencionado por quienes asistimos allí.

Cómo hieren estas personas llegadas de la noche, que deambulan de bar en bar, cómo hiere esa música que suena, pero ahí nos habita una dulce copa de ron para calmarnos.


3 comentarios:

juglaresa dijo...

Sigo la pista de esos lugares que asilan pensamientos donde se llega en el momento justo, porque la gente esta pidiendo disfrutar y no solo sufrir con la literatura. Fue un desafio que Camilo quizo cumplir por condición y por elección ideologica para ver este otro fenómeno de la literatura.

jULIO dijo...

LLEVO AÑOS ASISTIENDO A LA BUERTA, Y POR ANDAR DE VIAJE APENAS ME DI CUENTA DE QUE CAMILO DESEA IRSE A DESCANSAR, EL CENTRO PIERDE UN GRAN SEÑOR Y NOS QUEDAMOS SIN OTRO LUGAR PARA CONVERSAR

Nico dijo...

Camilo deberias reconsiderar tu marcha