martes, 31 de octubre de 2017

Fernando Trueba en Medellín / Víctor Gaviria/ Andrés Upegui/ Teatro Lido (3)


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Fernando Trueba en Medellín / Víctor Gaviria/ Andrés Upegui/ Teatro Lido (3)

Víctor Bustamante

Viernes en la tarde, 20 de octubre, la cita es a las cuatro de la tarde. Al escenario del Teatro Lido. Llegan Fernando Trueba, Víctor Gaviria y Andrés Upegui. El motivo: conversar sobre un libro del director español, Mi diccionario de cine. Pero, ¿de qué trata Mi diccionario de cine? Por supuesto que de cine, pero con un acicate, la perspectiva tan personal de Trueba sobre algunos directores que hemos considerado inamovibles en el panteón cinematográfico. Uno de ellos el más golpeado por su fachada de gran director, Godard, a quien no le guarda ninguna contemplación al desbaratarle la aureola que ha mantenido a través de los años, al considerarlo un intelectual de relumbrón y mal lector, y un genio ocasional.

Su dureza con Griffith, Disney, Orson Welles contrasta con su pasión por Howard Haws, Truffau, Billy Wilder, Hitchcock, Berlanga, Allen, entre otros. Pero este libro, es, en síntesis, un libro de amor al cine, donde su autor refiere sus gustos, sus pasiones, sus fobias, y así mismo esclarece como algunos de los llamados clásicos del cine no dejan de ser más que la aceptación de la pereza en revisar por muchos críticos este canon, donde hay algunos directores y películas que han sido valoradas pero que el tiempo desdora.

En la charla de hoy Trueba nos ha llevado por las escenas de algunas películas en las que él sabe que ha descubierto momentos memorables que le han dejado su impronta. Una de ellas, la entrada a Roma por Fellini, otra un fragmento de una película de Tarkovski, otra en una película de Godard. Así nos va llevando de su mano  a esos terrenos que son su antología personal. Y no es para menos,  en esta conversación, la más personal de todas, Trueba comparte su verdadera afición por el cine, de esos tesoros que se le han quedado en su memoria y ahora comparte. Eso es matizándolos con anécdotas que le dan lustre y brillo a su charla.

Creo, sin lugar a dudas, que el acontecimiento del año, en cuánto a cine se refiere, ha sido la visita de este exquisito director español que ha destilado amabilidad, contagio por este arte, y así mismo al ver en La Reina España, ese retrato que le hace a John Ford, el gran director, por quien se desvive en decir, en su libro, que es un poeta del cine, pero que aquí lo dispone a mantenerse dormido y medio perdido durante la filmación de este film, que es así mismo un homenaje de Trueba al cine, cine dentro del cine, con su toque caustico en algunos personajes.

Irreverente, Trueba se entrega al público en este seminario, porque fue un seminario de cine, así como lo hace en sus películas. Y no era para menos.

A la Cinemateca Municipal de Medellín, a su director Víctor Gaviria que ojalá no se extravié en los zaguanes de la burocracia, nos resta agradecerle por haber compartido la presencia del director español, así como a al ITM, a Juan Diego Parra, a Andrés Upequi, sus compañeros en las diversas charlas de cine.


domingo, 29 de octubre de 2017

Fernando Trueba en Medellín / Juan Diego Parra / Víctor Gaviria / Teatro Lido / (2)


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Fernando Trueba en Medellín / Juan Diego Parra / Víctor Gaviria/ El artista y la modelo (2)


Víctor Bustamante

El teatro como siempre con algunos cineastas de la ciudad, y con los cinéfilos en este momento a prueba de mal cine. En el escenario del Lido, siempre este teatro tan sobrio tan amable, que se salvó de la destrucción, exhibe sus atmósfera de haber sido y de aun continuar no solo en la época dorada del cine en la ciudad sino que aún conserva su esencia, aquella de estar activo.

La charla comienza con la presentación de Víctor Gaviria, y luego le realiza una pregunta clave, ¿cómo hace Trueba cuando dirige?, lo cual lo lleva por diversos vericuetos, lo conduce por meandros, lo lleva por caminos oscuros pero sobre todo alumbrado por esa proverbial lucidez de Trueba que es todo un hombre de cine. Y no es para menos esta pregunta es todo un leitmotiv que lleva la conversación hacia terrenos ignorados, hacia territorios de la creación que solo se dan en el momento en que se filma. Se puede tener el guion pero en ese instante la habilidad del director, su talento, lo conducen a elegir la mejor idea, es una epifanía, para poder lograr ese relámpago necesario para que la película adquiera fluidez y contundencia.

Trueba, además, relata su encuentro con Jean Claude Carriere, aquel guionista eximio siempre asociado a Buñuel. No sé si esa colaboración es debido a un criterio de admiración para sentir la cercanía de Luis Buñuel. Trueba saca a la superficie el detalle de Carriere al permitirle entrar a sus recuerdos y entretenerlo mientras le realizan una entrevista. Le deja una caja con sus memorias donde encuentra fotos, cartas de Buñuel, es decir un territorio del cine, de la gestación de algunas películas ahí guardadas como un gran recuerdo, esas huellas en su trascurso por el cine, y que ahora al mirarlas Trueba la hablan de esa memoria lejana y perdurable.

Cierto, en esta conversación, mejor en esta cátedra de cine, Trueba nos revela como continuador de esa gran tradición del mejor cine español que hunde sus orígenes en el terreno de la tragicomedia, sin dejar el humor. García Berlanga es uno de ellos con esa película demoledora que es El Verdugo, pero también Luis Buñuel es el gran caustico de cine, el humor negro que destila en sus películas es único en el panorama del cine español.

Trueba sabe muy bien administrar su talento al tener presente lo visual con el concepto musical y al internase en los terrenos de la literatura, ya que estas tres artes conjugadas interactúan para dar una obra de arte. Solo falta saber sus conceptos sobre el teatro, pero en su disertación, puede más el cine que nos avasalla, nos lleva a comprender sus criterios, sus caminos creativos, relaciona estas diversas artes y así conjuga su punto de vista, lo que podríamos llamar su mundo personal.

Así como Trueba tiene amigos mayores con los cuales conversa y comparte, como si su memoria le entregara momentos cenitales, así él mismo nos entrega su experiencia, aquella que ha sido adquirida a través de la propia experiencia al fraguar cada una de sus películas.




jueves, 26 de octubre de 2017

Fernando Trueba en Medellín / Juan Diego Parra/ ITM (1)


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Fernando Trueba en Medellín / Juan Diego Parra/ ITM 
La música y el cine


Víctor Bustamante

El auditorio del ITM se encuentra con los estudiosos del cine y, además, con los amigos que hace tiempo no vemos por la sorpresa de  saber que Fernando Trueba ha llegado para una conferencia de cine. Trueba está cerca al escenario, él es alto, delgado, con su cabello blanco. A su lado Juan David Parra que será su presentador, así como su partenaire. Como no quiero que su visita a la ciudad pase desapercibida, quiero dar mi versión de esa llegada, y, sobre todo, escucharlo de viva voz, ya que hacía unos cuatro años, cuando él dio una conferencia en el Centro, en el primer piso de la Librería El Acontista, durante su presentación, al lado de Víctor Gaviria, mencionó un nombre: Guillermo Cabrera Infante, de quien fue su amigo. Y como Cabrera Infante es mi maestro quería saber más de él, ya que es la única persona que se con certeza que lo conoció. Por supuesto que grabé su intervención con una falla imperdonable, la mala iluminación, lo cual da la ilusión de saber que el visitante está ahí, por no lo vemos pero si lo escuchamos, escuchamos su perseverancia por el cine.

Por esa razón he venido hoy aquí al ITM, quiero hacerle unas preguntas sobre su relación con Caín, pero será al final ya que la conversación versará sobre un tema atrayente, La música y el cine. Y digo atrayente porque la música y el cine han llegado a cohabitar de una manera peligrosa, y digo peligrosa, porque el cine en ciertas escenas, en cierto tiempo vacío necesita de la música para que refuerce la imagen, de ahí que esos momentos pierdan poder ya que en esos momentos cuando hay una música dulzarrona o llena de emotividad o suenan grandes fanfarrias o una melodía se filtra por ahí casi silenciosa, es que nos damos cuenta que el cine aun es esa fábrica de ilusiones, ya que nos aparta de al realidad y nos sume en su realidad. Hay grandes músicos de cine, es indudable, pero en muchos casos también hay películas que las sostiene la música lo cual es un lugar común. Y hay canciones que se identifican plenamente con el cine, dejan su huella.

En esta conversación, porque Trueba es un conversador excepcional, no un desenfrenado de la palabra sino un ser que nos ha atrapado durante las casi dos horas de su conferencia con su anecdotario de cine, con su encuentro con cineasta que ama, a veces se va del tema principal pero luego regresa, después de un breve interregno para seguir con el hilo de su charla.

Varios nombres de músicos se cuelan en esta conversación. Uno de ellos, Antoine Duhamel, el músico francés con el cual ha hecho varias películas, Cachao, Gato Barbieri. Otra es la relación con Bebo Valdez, lo cual me arranca una sonrisa, ya que a él le dedica  Chicho y Rita lo que ocasionó en Bebo no solo un largo llanto de afecto sino la amistad eterna con Trueba. Pero en esta conversación que ilumina apareció otro nombre, Chicho Sánchez Ferlosio.

Y por supuesto voy a ver Mientras el cuerpo aguante, por una razón específica, siempre me ha causado mucha curiosidad el caso paradójico de aquellos artistas que son puros. En este caso el de Chicho Sánchez Ferlosio, su asunto vital se asemeja al del poeta Leopoldo María Panero, en cuanto a la ruptura con el medio donde vive, a la desidia ante los artistas consumados con el establo cultural y, sobre todo, porque son independientes a su manera y al borde del abismo. El músico, Sánchez Ferlosio, se asila y se aísla en la calles. No en vano en este documental lo vemos tocando en un restaurante para pedir dinero al lado de su compañera Rosa, y Leopoldo asilado y, aún más, recluido en un hospital mental.

Pero hablemos de Chicho Sánchez un músico anarquista, más que comunista, en esa tradición del anarquismo que aún perdura en España. En este documental, es notoria esa  facilidad para componer, y, además, temas pegajosos con una letra que golpea. De ahí que Chicho sea un marginal, una suerte de vagabundo; sus letras son provocadoras, sus letras están matizadas de reclamo desde los suburbios más oscuros de la abyección humana, del abandono de la justicia social a la cual él acude para contarla, a herirla.

Luego vamos al Parque de La Floresta a un lugar a tomar algo con ánimo de realizarle la entrevista. El nombre de Cabrera Infante permanece. Lo acompañamos con Víctor Gaviria, su gran amigo, y su esposa, Andrés Upegui, Gustavo Castaño, el poeta Rubén Darío Lotero, Juan Diego Parra, Edgar Bustamante, Paula Botero, directora académica de le ITM. Trueba bebe una cerveza ligh y continúa la conversación con ese despliegue de humor, con esa erudición, como si continuara la catedra de cine, lo cual es un fervor en estos días aciagos. Cierto, esta noche hemos vivido el cine en su mejor instante.


SIN DEBATES Y SIN CRÍTICA / Darío Ruiz Gómez





SIN DEBATES  Y SIN CRÍTICA

Darío Ruiz Gómez

 Atento lector  de la realidad a todos los niveles,  Emilio Lledó el más importante pensador español actual ha hecho de la crítica del lenguaje  uno de sus objetivos  al comprobar que sin el esfuerzo  intelectual de salirse  de las frases hechas, de los clichés políticos  que sólo ponen de presente una angosta imaginación moral, cualquier disciplina, como lo repite, incapaz de acceder a la reflexión analítica,  termina por convertirse  en la guarida  de la pereza intelectual  y tal como lo podemos observar  todos los días,  en el arma afilada  de los fanáticos  que incapaces de admitir que una sociedad cambia, modifica secretamente sus objetivos,  se dedican  a  obstaculizar  la discusión,  las  necesarias discrepancia de opinión  acerca del país que vivimos.  Ante nuestros ojos entristecidos  hemos sido testigos del caricaturesco derrumbe final de lo que llegamos a llamar Partido Liberal y de cómo los principios que  lo fundamentaron,  devorados por  las ambiciones   de caudillos parroquiales, carcomido por una burocracia insaciable, terminó  por olvidarse de  lo que significaron sus grandes luchas por la libertad, por la tolerancia y sobre todo por la presencia necesaria de una vigorosa opinión pública  ¿Habíamos imaginado en pleno siglo XXI una demostración de tan feroz misoginia como la que nos dieron estos llamados dirigentes liberales? Un aparato totalitario manipulado por unos dictadores negados a admitir el aporte  de las bases populares  del Partido, de las mujeres. ¿Entonces de qué liberalismo hablamos, de cual democracia hablamos si la opinión del ciudadano no es tenida en cuenta?  Este espectáculo de farsa frívola en momentos en que el destino de la Democracia está en juego  ante las estrategias  soterradas  de los enemigos de la libertad  tratando de manejar  los hilos del poder contando con el relajamiento moral  de la llamada clase política. Pero ¿Cuándo en realidad hemos tenido debates  en la reciente  historia de Colombia?  ¿Partidos únicos con jefes únicos que nombran a dedo sus candidatos?  Y entonces el debate, la discrepancia que se supone están en la raíz misma de la racionalidad que exige la política en momentos de desestabilización de las Instituciones?


¿Podemos pensar  dentro de  los proyectos  para el postconflicto   en tener una pomposa  Casa del Pensamiento sin abrir antes la realidad del país al debate de ideas, a la necesaria  discusión pública ante un país cuya complejidad – lo está poniendo  de presente el caso  de Tumaco-  excede ya los maniqueos conceptos de lucha de clases, donde  el llamado identatarismo  se ha terminado por asimilar a un peligroso  populismo  o sea donde  la tarea liberadora  del  pensamiento ha sido sustituida  por un maniqueísmo  tercermundista? Aletargados  en la comodidad de un dogmatismo totalitario  que  únicamente ha dado  para trifulcas, para riñas folclóricas  entre supuestos “salvadores de pueblos oprimidos”, mientras los verdaderos debates  continúan  ausentes de  nuestro precario “pensamiento político” ¿Cómo acceder a la amistad y a la solidaridad  cuando  la llamada policía del lenguaje  está  violando permanentemente nuestro derecho a la libertad  de pensar, olvidando el reclamo de las víctimas?  Recordemos  a Aristóteles :  a la libertad por la razón para entender  la magnitud de una tarea que exige plantear una nueva forma de representatividad  que no sea la de los caciques  políticos  ni la de los  clichés  trasnochados  de una  izquierda anquilosada.     

viernes, 20 de octubre de 2017

Maribel Tabarez sobre "El Taller de los Rodríguez: artesanos, fotógrafos y artistas en Medellín. 1890-1930"



Maribel Tabarez sobre  "El Taller de los Rodríguez: artesanos, fotógrafos y artistas en Medellín. 1890-1930" 

En el restaurante bar La Pascasia este viernes 20 de Octubre a las 7:30 pm.

domingo, 15 de octubre de 2017

Festival Instinto de Vida, Nada Justifica el Homicidio / Parque Cementerio San Lorenzo


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Festival Instinto de Vida, Nada Justifica el Homicidio /
Parque Cementerio San Lorenzo

Víctor Bustamante

Sábado en la tarde para asistir al Festival Instinto de Vida, Nada Justifica el Homicidio en Parque Cementerio San Lorenzo. Este cementerio es considerado el más antiguo de la ciudad, dos de sus columnas según Bernal Nicholls son consideradas las dos estructuras más antiguas de la ciudad, también ha sido considerado el Cementerio de los Pobres, como contraprestación al llamado Cementerio de los Ricos como se llegó a llamar al Cementerio de San Pedro.

La última de sus trasformaciones ocurrió en el mandato de Fajardo, para tal efecto, sus muertos o los restos fueron trasladados al Cementerio Universal en una inusitada operación de trasteo para quitarle al cementerio su carácter sagrado y de culto, y así mismo remodelar esa zona en deterioro constante, para ello se construyó una circunvalar que permitiría salir por esa zona hacia el Poblado o también llegar a la ciudad de una manera más cómoda. Ahora analizamos la remodelación cerca  a la entrada donde se construyeron unas tumbas imitación de las centenarias del propio campo santo, por supuesto que a pesar de su colorido continúan asemejándose a lo que son, un adefesio en medio de las amenazas de abandono, en medio de los otros bloques de tumbas y de osarios. A esa suerte de tumbas modernas pintadas de varios colores, les falta algo, el rigor de haber sido habitadas por tantos muertos que descansaron entre comillas en las tumbas de los bloques laterales ahora vacíos, muchos de ellos acentuados por la vegetación que persiste en recuperar sus lugares.

En los años de 1920 la zona estaba plagada de adivinadoras. En una calle cercana, Niquitao,  existieron bares de tango y algunos lupanares lo que le dio al sector cierto carácter de ser una zona alegre y de placer, incluso en los años del inicio del narcotráfico con el llamado Patrón a la cabeza de sus acechanzas, y de los jibaros como la expresión más citadina, y a allí una calle conocida como el Sapo y otras calles aledañas llenas de casas de vicio.

La primera vez que visité este cementerio fue de la mano del general Trujillo, este había entrado a la ciudad para echar a Jorge Issacs, a la sazón dictador de Antioquia, y así mismo cuando caminaba por El Palo con Ayacucho preguntó, sable en mano con sus escoltas, a uno de los vecinos, dónde quedaba el cementerio, ya que quería visitar la tumba del egregio poeta Gregorio Gutiérrez González para  rezarle una oración y así mismo dejarle algunas flores. Por supuesto que al leer ese dato preparé mi expedición un día domingo, para buscar también la tumba del poeta ya que en la ciudad, en la Medellín de los eslóganes y de las frases sonoras, la memoria de sus intelectuales no existe. Allí recalé, a un sitio totalmente abandonado, allí miré tumbas corroídas por la lluvia, bloques con innumerables nombres desvanecidos en la cal de sus fachadas donde se borraban de golpe cualquier atisbo de identificación, subí a la parte más antigua y entre los esquejes y más maleza  busqué pero en ninguna parte de las tumbas solitarias en la tierra vi el nombre del poeta, existía una razón ya sus huesos habían sido depositados en una cripta de la Iglesia de San José.

Pero ahora vamos a dejar la historia valiosa que posee este lugar y sus cercanías, porque el Festival Instinto de  Vida, Nada Justifica el Homicidio, se efectúa con un Mercado campesino, Feria del Afecto,  el Ritual vivo a la memoria de los seres queridos, concierto y teatro. Rock, punk , reggae, salsa y reggaetón, Elemental Teatro, el Trueque Oficina Central de los Sueños y Barrio Comparsa  para darle otro sentido a este lugar y que las personas se apropien de él y deje de ser la zona marginal tan solitaria cada que pasamos cerca. Todo un ambiente de fiesta, todo un encuentro donde el perdón luce su sentido de convivencia, donde la tolerancia se apodera del ánimo, y donde la música airea esta tarde de sábado y el cementerio deje de ser una zona muerta. Pero cuando Niquitown cantaba cerca de Niquitao, la Medellín violenta, sucia y despreciable, manchó el evento, ya que un joven de unos 20 años entró corriendo para escapar de los energúmenos que en un momentos serían sus asesinos, cuatro hombres lo perseguían con  navajas y machetes al mejor estilo pueblerino de los años de la Violencia, pero qué digo si aún vivimos en el Medellín negro no de las novelas sino de la intolerancia y el desprecio por la vida, precisamente en un evento donde se intentaba recuperar un espacio y alejarnos de los asesinos que llegan inesperados y aun más indignos.


Enrique Pilozo




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Enrique Pilozo

Víctor Bustamante

Días de agosto en el 20 Encuentro Nacional de Escritores y Críticos de Cine en Pereira, Enrique Pilozo presenta durante el evento algunos cortometrajes que ha dirigido; unos con una visión muy personal del mundo, como corresponde a un artista. Allí vemos cómo dirige, en algunos revelándose como un actor, vemos los ángulos, las tomas creativas, y es que pensamos que es también un gran cineasta sin escuela, y, es entonces, cuando se revela su talento, ya que es un cineasta de pura intuición, o sea, aún más creativo lejos de cualquier escuela, lo cual nos indica que Pilozo, es aún más piloso como decimos en Colombia, su creatividad también la lleva al límite al  actuar y al dirigir y al decirnos sobre un concepción del mundo, lo cual es visible en los videos que hemos visto, pero hay una obra, que es todo un documento sobre los caricaturistas de Latinoamérica, Los  dibujantes, allí observamos entre otros a Vernet, a Ferro, al iconoclasta  Rius, al entrañable  Tabaré admirado hace tanto, donde Pilozo les hace un homenaje al mostrarlos en su mundo personal, al contarnos sus gustos, al salir d sus dibujos, para decirnos la urgencia de lo que es crear una caricatura que sea punzante en su momento, que arrincone y anide cierta perspectiva de su creador al tensionar la situación que vive al dibujarla. Cada uno de ellos posee un trazo muy personal que permite diferenciarlos de los demás caricaturistas, y, así mismo, les permite arrebatar un trozo de realidad al momento en que viven que le llama la atención; por eso este documental posee esta diversidad, este apreciable aporte de mostrarnos en diferentes países un arte que persiste desde los periódicos y revistas y de la guillotina del día a día y que expresa, no solo el momento que se critica sino que es el efluvio de cada uno de sus creadores.

Algo es cierto, el caricaturista es una persona muy solitaria, a él nada se le puede escapar, debe ser incisivo, algo cínico, muy duro; características que molestan al establecimiento en su conjunto, ya que la caricatura que no produce risa, que no punza, no cuestiona, pasa de largo. Ese tipo de reflexiones les causa mucha incomodidad a quienes mienten en las esferas públicas. De ahí que el caricaturista con su ojo avizor, de un plumazo en una sola viñeta desbarata cualquier discurso, pone en tela de juicio un momento determinado y lo resquebraja mientras los que justifican algo no saben qué discurso emplear. De ahí que el caricaturista sea un lobo solitario.

Pero ahora pensemos a Enrique Pilozo, él ha construido ese mundo propio que busca cada artista que no sale frecuentemente fácil, sino que se edifica  en los misteriosos apartamientos solitarios de la búsqueda personal, que tienen algo de sagrado y algo de suplicio, ya que desde sus manos surgen las más extrañas ideas que se plasmarán en sus dibujos con los insólitos ardides y deidades que lo habitan, uno de ellos, ese doble sentido de lo erótico que de una nos sacude, y que con su trazo tan personal que lo define, así como define a cada dibujante con su lenguaje que es la conquista de su mundo, esa llave a partir de la cual puede expresar sus diatribas, su generosidad, aquellas incisiones necesarias, todas ellas cobijadas por esa risa que le debe surgir cuando las elabora  que sugieren un mundo independiente,  cuestionador, ávido de alejarse de la barbarie, que antepone la razón y la risa para huir de esa vida cotidiana que atrapa con el consentimiento de pensar que ahí no reside nada sino la comodidad. De esa comodidad nos saca Pilozo.

Lúcido, en los campos que frecuenta, el cine, la caricatura y la actuación Enrique Pilozo probablemente indagará en otro campo que lo posee, donde proseguirá para explicar todo aquello que ser debe responder en esa combinación que es la summa de sus diversas artes como una mezcla donde se convoca su fuego creador  y su generosidad, ya que él necesita de ellas para expresarse.

En este diálogo breve Pilozo nos comparte algo de su mundo, solo faltó haber indagado esa experiencia de saber que posee una profesión que lo apresa, lo agarra, a lo mejor lo aleja de la vida  normal de la cual él huye con sus artes, técnico psiquiátrico. No me lo imagino en consulta con algunos desquiciados, agenciado drogas fuertes o en consulta en una labor más que humanitaria, y menos aprisionando locos, sino en el acto más sublime: en su estudio ideando alguna caricatura o un guion para uno de sus cortometrajes. Así Enrique Pilozo


Encuentro de Revistas / 11 Fiesta del Libro y la Cultura de Medellin / 2017



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Encuentro de Revistas / 

11 Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín / 2017

viernes, 13 de octubre de 2017

jueves, 5 de octubre de 2017

Violeta Parra Víctor Bustamante




Violeta Parra

Víctor Bustamante

Conocí a Violeta Parra sin saber que era Violeta Parra. Me explico, había escuchado Gracias a la vida en la poderosa, acerada y peculiar voz de Mercedes Sosa, y me dejaban sorprendido esas nuevas metáforas para exponer un tema reiterativo en las canciones populares, el amor, salvo que esta canción le daba otro tono, esa particularidad de ser el mismo tema pero contado y cantado de una manera diferente. En esta canción hay tanto solaz, hay tanto agradecimiento por vivir, tanta llenura, que roza casi el concepto de felicidad que dan otras palabras, otras sensaciones, otras maneras de dar cuenta de un sentimiento. También hay una poderosa versión de Joan Báez que le agrega su tono, luego vendrían las de Facundo Cabral, Alberto Cortés, Tania Libertad, hasta un cantante talentoso, histriónico y comercial como Raphael decidió dar su interpretación. También hay diversas versiones en otros idiomas. O sea, que el poder mágico de esta canción se ha convertido en un himno, en una manera de ver el mundo, de captarlo sin cooptarlo sino que expresa la claridad del concepto total en medio de un ámbito lleno de ladridos y de turbinas. La viajante, su autora, abreva en la pureza y en el deslumbramiento. De ahí que este concepto se defina en algunas frases, La ruta del alma del que estoy amando. Y en las multitudes el hombre que yo amo. Cuando miro al fondo de tus ojos claros.

Pero a pesar de esas diversas versiones siempre prefiero escuchar la voz sencilla, sin ningún aspaviento, de su autora cantándola desde el mismo día en que la grabó en 1966. Soy ortodoxo en este sentido, me gustan las canciones en la voz de sus autores, al fin y al cabo ellos trasnocharon, crearon, buscaron una conjunción de melodía y letra que brotan y brillan de su talento para darnos su definición del mundo, en este caso acompañada por los instrumentos sencillos que le dan su sello, guitarra, guitarrilla, charango y bombo.

Luego, un vecino, Iván, nunca el Terrible, me ofreció con algo de lejanía, iba a decir desprecio, un elepé cuyos titulares decían, Violeta Parra, Últimas Composiciones, que para mí serían las primeras. Allí en la contratapa había una de ellas que la había escuchado en voz de varios cantantes, por supuesto Gracias a la vida. Me quedé con el elepé a bajísimo precio, y así Iván, sin darse cuenta, me abrió el camino hacia la obra de la cantautora chilena. En la fotografía del disco, en la caratula, ella se ve serena, sin los aspavientos de las estrellitas de las baladas, sin dejarse apabullar por esa ilusión de ser una gran mujer y además una compositora excepcional. Ella toca el charango, no hay nada de maquillajes, se ve vestida de una manera sencilla y sentada mirando al horizonte de la fotografía en blanco y negro. No exhibía cierto tono de frivolidad, ella sabía del valor de sus canciones, la mesura de su voz, la textura, el poder de convocatorio era lo que en ella nos daba, su magnetismo

Poco a poco el prestigio de ella me llegaba al unir otra pieza cantada por Jerónimo el baladista de magníficas canciones de amor, basada en la letra de su hermano Nicanor Parra, que nos dan una idea del aprecio de su hermano y la valoración intelectual hacia ella,

Porque tú no te compras ni te vendes, porque tú no te vistes de payaso, porque hablas la lengua de la tierra, viola chilensis, Violeta Parra.

Pero volvamos a este elepé que aún perdura en mis discos donde Violeta no yace sino que reaparece para cantar, Gracias a la vida, con un tono despreocupado, trasparente y sobre todo muy honesto.

Hay una temática, dentro de todo el conjunto de sus canciones que reaparece camuflada dentro de ese espíritu de solidaridad que Violeta siempre mantuvo. A veces se olvida, otras se oculta pero en realidad está presente y es una de sus improntas. Ese tema es su cristianismo visceral que la lleva a denostar de la poca tolerancia, del abuso de la violencia, así como de ese rechazo de ella a la burocracia que se empeña en ser la expresión de ciertas ideologías, y que muerde y socaba con su inoperancia y aggiornamiento. En esta composición suya, El Albertío , es notorio este concepto. 

Yo no sé por qué mi Dios
le regala con largueza
sombrero con tanta cinta
a quien no tiene cabeza.

Vale más en este mundo
ser limpio de sentimientos,
muchos van de ropa blanca
y Dios me libre por dentro.

En Que dirá el santo padre, 1965, Violeta reclama de una manera airada, bajo los aires de una marcha no militar sino muy personal sobre la injusticia humana, no pide a ningún organismo internacional cuidado sobre el tema de los asesinatos por motivos políticos, no reclama justicia a los jueces, como un hecho cumplido, ninguna investigación entre comillas exhaustiva. Ella ante ese río de sangre le reclama al que menos la puede ayudar pero si consolar, el santo padre. En este caso, seguro admiraba al papa bondadoso Juan XIII. Y a él acudía para contarle y cantarle de la ignominia. No acudió a Nikita kruschov. Aquí se combinan su reclamo político junto a su formación religiosa. Así, sin darse cuenta, presagiaba el advenimiento del golpe militar de Pinochet y sus canciones servirían de emblema a quienes reclamarían posteriormente.

Miren como nos hablan del paraíso
Cuando nos llueven balas como granizo
Miren en el entusiasmo, por la sentencia
Sabiendo que mataban ya la inocencia

Esta canción nace del dolor por la muerte de Julián Grimau, ajusticiado por el gobierno franquista en 1961, con el pretexto de rebelión miliar dentro de la Guerra civil española , debido a su militancia comunista, lo cual llevó a una campaña mundial para impedir dicho fusilamiento, ignorada por Franco. Grimau fue rehabilitado, incluso el cantante español Chicho Sánchez Ferlosio, 1964, le dedicó una canción dentro de su obra Canciones de la Resistencia Española 

También su concepto irascible de amor se cristaliza bajo el concepto religioso en una canción como Maldigo el alto cielo, donde se rebela y crítica, donde reclama y poetiza, todo por culpa de un amnate, que se le ha ido. Nadie más sincera y sencilla para decirnos que está en contra de todo, pero sobre todo es la angustia de ese espíritu golpeado.

Maldigo por fin lo blanco
Lo negro con lo amarillo
Obispos y monaguillos
Ministros y predicantes
Yo los maldigo cantando
Lo libre y lo prisionero
Lo dulce y lo pendenciero
Le pongo mi maldición
En griego y español
Por culpa de un traicionero
Cuánto será mi dolor


Esta ascesis de combinación entre lo político y lo poética, vía religiosa, ella ya la tenía clara en Porque los pobres no tienen, canción censurada en Argentina en 1961, allí ella nos dice,

Porque los pobres no tienen
adonde volver la vista,
la vuelven hacia los cielos
con la esperanza infinita
de encontrar lo que a su hermano
en este mundo le quitan.

Pero volvamos al elepé, este contiene dos de sus canciones más soberbias, Gracias a la vida de la cual ya hemos hablando y Volver a los 17, que es acaso otra de sus obras más dulces, más queribles ya, que esta canción es tan intensa, tan de ella, tan biográfica que nos lleva a esa fatal ilusión de regresar en el tiempo, luego de una gran vivencia, para, a lo mejor, vivir con tanta más ahínco lo que no pudo en esos años, cuando la juventud se asomaba con sus picos de rebeldía sin creer en nadie desde una acerada sensualidad como en verdad fue Violeta, que nos dice en estos bellos versos,

Volver a los diecisiete después de vivir un siglo 
es como descifrar signos sin ser sabio competente 
volver a ser de repente tan frágil como un segundo 
volver a sentir profundo como un niño frente a Dios, 
eso es lo que siento yo en este instante fecundo.

El amor es torbellino de pureza original 
hasta el feroz animal susurra su dulce trino, 
retiene a los peregrinos, libera a los prisioneros, 
el amor con sus esmeros, al viejo lo vuelve niño 
y al malo solo el camino lo vuelve puro y sincero.

Soñadora inminente Violeta al regresar a los 17 lo que escribe es una bellísima canción de amor, una canción llena de dudas, de nostalgias, de recuerdos, de pesares como antítesis a Gracias a la vida. Y no es para menos, Violeta fue una mujer muy sensual, muy llena de amor y de huidas. Se decía que necesitaba siempre dormir con un hombre cada noche.

Julio Escámez, pintor y docente de la Universidad de Concepción, la conoció iniciando una relación la cual fue cortada por lo apasionada que era Violeta al celarlo con las alumnas. De ahí salió Muerte con anteojos donde se venga de él. Y no es para menos furiosa y apasionada, Violeta le había quebrado a sus amantes unas 14 guitarras. Además quemó el colchón donde había hecho el amor con Escámez, que escamoso se fue antes de que le quebrara en su cabeza otra guitarra.

Por fin, amables oyentes,
les pido con devoción:
recemos una oración
por este muerto viviente,
es finado inteligente
por eso es que yo lo estimo,
a su muerte yo me arrimo
con esperanza y con fe
pero qué hacer yo no sé,
y si lo sé no me animo.

Gilbert Favré fue su último hombre, este suizo la ignoró junto al abandono de los propios hijos de Violeta quienes prefirieron estar lejos de ella en otra carpa en Chile. Por él tuvo dos intentos de suicidio, tomó pastillas y se cortó las venas. Era raro que una mujer de ese temple, que dijo a nivel político lo que no dijeron muchos cantantes, el amor la desquiciara de esa manera. A él le compuso esta canción, En Run-Run se fue pa´l Norte, 

No sé cuándo vendrá. 
Vendrá para el cumpleaños 
de nuestra soledad. 

Talvez el alejamiento de sus hijos Ángel e Isabel, así como la de Favré la condujeron a algo insólito pegarse un tiro como retaliación a su estremecimiento emocional. Una persona nunca se suicida por algo político, se suicida porque la vida la ha golpeado y sus seres amados han huido, dejándola en el desborde de sus abismos.

Canciones agitadoricas es una frase que surge de una de sus canciones Mazurquica modernica, y allí reside el gran concepto de valoración hacia su arte, esas canciones políticas que duras, nos asoman, nos retrotraen al momento especifico que ella vivió. No en vano Violeta fue capaz de ser contemporánea y escribir sobre la injusticia humana en poder de los poderosos que no les pasa nada y desayunan normalmente mientras firman órdenes de ejecución o de apresamiento.

Una de esas canciones más airadas es Un río de sangre o Rodríguez y Recabarren Violeta hace un recorrido por la ignominia universal, la conmueve la muerte de García Lorca, la de Patricio Lumumba, la de Emiliano Zapata, la de Vicente Peñaloza y la de Rodríguez y Recabarren

Pero aún está, en este trascurso de sus canciones, no solo lo político y sus poéticas amorosas sino que nos describe el vaivén de su vida, se expresa en ellas. Me gustan los estudiantes, que es todo un himno por esa frescura, por abordar un tema del que nadie se ocupaba, y que ella le da un matiz fecundo, de rebeldía, de libertad, de denuncia. Además en cada marcha de esas que han continuado, los estudiantes aún no se han contaminado y aparecen con sus reclamos, con su fuerza a vitorear, así los dejó Violeta Parra, como testigo del mundo, toda una mujer que fue capaz de estar presente, y sin límites, apasionada en política lo fue igual en el amor.

Estos versos la redimen,

Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, 
ni el más claro proceder ni el más ancho pensamiento 
todo lo cambia el momento colmado condescendiente, 
nos aleja dulcemente de rencores y violencias 
solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes 

Así violeta Parra