martes, 22 de agosto de 2017

LA MÚSICA DE LAS LÁGRIMAS /Darío Ruiz Gómez





LA MÚSICA DE LAS LÁGRIMAS

Darío Ruiz Gómez

¿Podríamos llamar posbanalización a esta falta de imaginación con que hoy la publicidad, la t.v , la Corte Suprema de Justicia, el Congreso tratan de descerebrar aún más a la ciudadanía? Ya que si para estupidizarnos  se recurrió a la fórmula del llamado Reality  Show con sus simuladores y simuladoras caricaturescas de lo heroico, la repetición de esa fórmula produce jaqueca de inmediato en su llegada a límites insospechados  de  cretinización. Ni siquiera es un lenguaje neutro ni un no lenguaje: es el vacío como pérdida de cualquier significado posible y la conversión del ser humano en un homúnculo.  Y bajo este deteriorado modelo se han ido plegando la política, la cultura, la vida social, ha desaparecido la ética del gobernante. El análisis  semántico del lenguaje utilizado por los supuestos  dialogantes  en las llamadas conversaciones de Paz,  brinda un claro ejemplo de lo que  la parodia lingüística  supone,   en un momento en que,  en el cese de acciones  sangrientas,  se abre  una  expectativa  sobre la democracia  que nadie sabe cómo podría  llenarse   ya que lo que se ha podrido en este  proceso no es otra cosa que las palabras que nos servían para comunicar nuestras reflexiones y nuestras emociones. La historia verdadera ha comenzado cuando las madres de los niños reclutados por la guerrilla han salido a buscar sus tumbas ¿Emociones? Si analizamos  el lenguaje de la llamada literatura política nos daremos cuenta de que son las emociones lo primero que condenó  su organización considerándolas como expresiones propias de una “burguesía decadente” ,  gramática de los sentimientos gracias a la cual nos sentimos  y sobre todo nos hacemos humanos. Era, como recuerda Milán Kundera, el lenguaje  envilecido  del totalitarismo que considera como una flaqueza revolucionaria,  cantar a la madre, a un bello amor. Vassily Grossman  en su obra  “Todo fluye” nos da desde los ojos húmedos  de Macha,  la vigorosa respuesta de una  mujer  que ante  los Jerarcas del Partido,  demuestra que vale  más  la persistencia  en un sentimiento de amor, a pesar de que sabe  que  su marido ha sido fusilado  y sin embargo no hay derrota porque con sus lágrimas calladas  nos deja  el resquicio  de la esperanza que se rebela contra  la desesperación. ¿Qué queda después de unas vidas aniquiladas por esta barbarie, abandonadas por los historiadores oficiales? “Queda la “bondad pequeña”, la bondad del día a día, la bondad  sin discurso, sin doctrina, sin sistema...” Lo que Levinas, como recuerda Finkielkraut, llama “ese brote extraordinario  de  la misericordia en el corazón de lo inhumano”.

El reportaje televisivo nos muestra al muchacho chocoano que debe hacer un recorrido de nueve horas de carretera, canoa, cinco ríos,  barrizales para llegar al corazón de la selva a encontrarse en una pequeña escuela con ocho niños que lo esperan. Intenté renunciar,  muchas  veces en la soledad,  lloro, dice el adolescente maestro que viene a darles el ejercicio de la palabra a estos niños, a enseñarles un canto sin patria, la palabra pura que es inicio porque es epifanía. La corrupción puesta como mero espectáculo informativo trata de decirnos que  sólo  existe la degradación  humana  pero aquí en los ojos emocionados de estos niños y este adolescente está presente la imborrable  grandeza de la bondad que no se entrega. 

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