lunes, 28 de marzo de 2016

Gabriela Samper, escondida / Fátima Correa




Gabriela Samper, escondida

Fátima Correa
                                                              
La historia del cine colombiano, como toda historia, está sesgada, mutilada, películas perdidas, fotogramas encontrados, nombres ignorados, ocultos. Y es que frente al documental es aún más dramática la situación, sobre todo porque la primera mujer, la abuela del documental (porque la mamá se llama Marta Rodríguez) es desconocida, en las universidades de comunicación o de cine, no se menciona su nombre, incluso los cinéfilos ignoran su legado. Excepción hecha claro, de cuando amorosamente su hija, única guardiana  y poseedora de su obra, acepta mostrarla bajo su tutela en algún festival, muestra o evento. Más aún, si alguien va a  patrimonio fílmico para ver sus películas, necesitará una autorización suya. Es comprensible, querer proteger ese legado, darle la importancia que tiene, explicar el contexto en el que se hizo cada una de las obras, para así asegurarse de que el espectador entenderá y dimensionará la importancia que tienen; también poder entender la persona que fue Gabriela: sus luchas, su pensamiento crítico y adelantado a su época, su sensibilidad y comprensión del país y las personas, su historia como primera mujer documentalista en Colombia, respetada y admirada en muchos lugares. Por eso, cuándo fue capturada en 1972, por supuestas actividades subversivas, un grupo respetable de artistas latinoamericanos alzó su voz para exigir su liberación, entre los firmantes estaba Glauber Rocha. Es comprensible querer proteger esa obra: El páramo de Cumanday, Historia de muchos años, Una máscara para ti una máscara para mi, Ciudades en crisis ¿qué pasa?, Festival folclórico de Fómeque, Los santísimos hermanos, El hombre de la sal,   pero al hacerlo, se está privando a la mayoría de su conocimiento y se le están cortando las alas a una filmografía que podría estar hablándonos, contándonos, mostrándonos, conmoviéndonos, y que al contrario, permanece casi oculta .

A 42 años de su muerte, la obra de Gabriela Samper sigue guardada, custodiada, protegida, escondida, de los colombianos y del mundo. Son muchos los jóvenes realizadores que pueden nutrirse de su cine, muchas las personas que pueden apreciar, valorar y disfrutar de su obra, única, no sólo por los temas que aborda, como en el caso de los Santísimos Hermanos, una secta que ya no existe y de la que esa película cortometraje es el único testimonio vivo, sino también por su manera única de narrar, que la hicieron artista, y que a pesar de los años que han pasado, nos siguen diciendo algo:  perviven en el tiempo, esperando a ser vistos, encontrados por nuevas generaciones. Un diálogo suprimido pero necesario con ésta época, con ésta realidad pero también con nuestro cine, que es un grito de resistencia, un grito de amor, que necesita de sus raíces para seguir creciendo y floreciendo. Ojalá se libere el cine de Gabriela Samper en las universidades, en los cineclubes, en la televisión, en la internet, en todo canal de comunicación y  toda persona que quiera explorar una voz única del cine latinoamericano.




domingo, 27 de marzo de 2016

Un grato desfile de nubes / Raúl Mejía/

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Un grato desfile de nubes

/ Raúl Mejía/


Víctor Bustamante

La poesía perdura en muchos ámbitos: uno de ellos caro al poeta, su cotidianidad. Así Raúl Mejía en su libro no solo realiza una exploración a sus recuerdos, a esa angustia que se cuela por sus rincones, es decir, sus versos lo queman, debido a esa impasividad ante el paso del tiempo que corroe pero reafirma el ser poeta que no desea que lugares, personas, emociones, rabias, desdenes, queden de lado sin que él las descrucifique, pero también las tatúa para que esos instantes no se olviden sino que brillen en su realidad, esa, relajada, escueta, simple que fugitiva huye lejos del paso del tiempo que calcina, y sobre todo lo calcina a él, al poeta que se desborda en su yo a pesar de ocultarse a veces solo a veces, porque ese yo, reaparece como la gema más preciosa de quien escribe,  que no quiere dejar que el tiempo le gane con su paso en apariencia redentor sino simple sin cautela pero violento. Nada hay más conmovedor y letal que el acecho del tiempo jugador. De ahí que el poeta se erige para batirse y rebatirlo.

Por eso leyendo su libro Un grato desfile de nubes que me ha acompañado en algunas mañana de viaje e ell metro con destino a mi prisión, en ese acto desbordado ir acompañado de un libro, en estas terribles madrugadas a una labor non santa, pensando, iluso, sobre las nuevas generaciones y la nueva Colombia que ya sabemos cómo terminara en el abismo ya predeterminado. Pero decía, aun más lleno de utopías que Raúl Mejía me acompaña con su libro, donde el grato  desfile de nubes es una metáfora de la sucesión de esos eventos cotidianos que pasan por su vida y lo rasgan, le ejecutan con su dedo señalador ya que el poeta les ha escrito desde su tiempo en ese mismo instante en que los vive. De ahí que su poesía sea subrayada nunca desde el recuerdo y la angustia aunque estos lo obseden sin que él no quiere que se conviertan en recuerdos sino que sean una presencia pura. Como si al escribirlos, además, los exorcizara.

Raúl, lejos de toda metáfora y de los adornos que nada agregan a la diadema de la poesía, según Pound, ha recuperado los espacios cotidianos, pero no de una manera desbordada e inútil, o bajo la égida despabilada de la poesía del montón. Esa que elabora versos diversos para las greyes planas sino una cotidianidad visceral que de no escribirlo él mismo lo apalearía. De ahí su lenguaje sencillo, en apariencia, pero definitivo en el escrutar de los diversos sucesos y personas caras que lo obseden.

En sus versos no existen el bien y el mal absolutos sino que todo sucede porque tiene que suceder, porque esa suerte de horror vacui, que subyace en lo cotidiano ahí está frente a nosotros, definiéndonos. Así Raúl no deja que lo cotidiano se convierta en la banalidad de la retórica sino que él ahonda, lo piensa, lo redefine, se pregunta, y al final nos entrega su poesía, sin ningún artilugio de la llamada realidad social para concursos, sino su presencia pura en sus palabras, es decir en su redefinición de su ámbito que huye de la masacre de los días. Así Raúl Mejía.








ALEJANDRA PIZARNIK O LA FRAGILIDAD DE LOS MITOS / Raúl Mejía.


ALEJANDRA PIZARNIK O LA FRAGILIDAD DE LOS MITOS
Raúl Mejía.

Morir es acción poco grata, pero constante en todo lo que es. Para el género humano, el suicidio es una opción que nos reduce a la ambigüedad de ser cobardes o valientes. Pareciera que Alejandra Pizarnik desde sus primeras espinillas y tartamudeos quiso morirse y pudo lograrlo tras una ingesta considerable de barbitúricos. Se suicidó en la época perfecta de decesos similares, ya varios cantantes y celebridades del cine habían optado, voluntariamente o no, por lo mismo. Los datos biográficos sobre esta poetisa apuntan a un ciclo vital matizado por la literatura y la impenitente huida de su ego destrozado. Lee, publica, viaja, traduce. Entra en contacto con cierta élite en Francia, regresa a su país y se suicida. Son 36 años y no pudo más, enfrentó fantasmas y se hundió para siempre en la peor de sus pesadillas o fantasías.

Me asalta, al observar algunos de sus poemas (no creo ser capaz de allegarme a la lectura completa de al menos uno de sus libros pues, me fastidian dolorosamente, parafernalias sobre traumas luctuosos), la sensación de ya haber leído lo suficiente sobre esas temáticas, de ya haber superado –quizá cínicamente- esos temas decadentes, de meliflua soledad, de tristezas “infinitas”. Hay un tránsito obvio en todo poeta novato: escribirle a sus masturbaciones, primeros orgasmos y ñoñas sorpresas al sentirse como el primero que descubre las bellezas del ocaso, del mar y de la nostalgia. Estos asuntos y otros jamás desaparecen de la cotidianidad y del devenir de los poemas; pero con los años nos deben acaecer necesarias catarsis que nos aproximan a sublimaciones líricas o derroteros ajenos a semejantes sensibilidades.

En poemas al azar, se topa uno con versos no exentos de calidad, pero insidiosos en el morbo de su desazón:
“Esta lúgubre manía de vivir/ te duele la vida tanto tanto”
“Yo no sé del sol/ Afuera hay sol/ yo me visto de cenizas”
“Partir/ en cuerpo y alma/ partir”…


Es el lloriqueo, la queja aburridora de un yo funesto y débil. Bien, si tanta aspereza tuvo desde adolescente por la vida, ¿por qué no se tomó tras su fiesta de quince años, las cincuenta pastillas letales? Su poética es poco trascendente, evoluciona en heroína o mito para chicas frustradas y/o góticas que anhelan y admiran las depresivas aventuras de alguien anterior y más si es poeta. No ha de faltar quien ya haya hecho o haga analogías entre su obra y la de Celan o Trakl. Se perciben elementos relativamente comunes, pero lo que en ella es un cansancio sistemático de un yo adolorido, es en los otros poetas un tránsito hacia un yo universal, pleno en hallazgos y visiones que centran y enfrentan al ser con sus dramas más profundos. Yo no veo analogía posible.

Antes de ella hubo otro suicidio célebre, el de Alfonsina Storni. Varios más en diversos países: caídas o asfixias por gas. El suicidio es algo serio, generalmente mortal. Es dañino para adolescentes de secundaria o estudiantes de literatura y filosofía, acercarse en sus instantes de pesadumbre o de mística, a lecturas -con el fervor de luteranos ante la biblia- de versos de poetisas suicidas. No porque las conduzcan a desenlaces (que no han de faltar, por demás), sino por la fuerza de gravedad que poseen esos textos, de autoras atrapadas entre el erotismo fallido y la evocación de paraísos perdidos. Cualquier joven lector, joven artista o escritor, necesita de modelos que lo sacudan, lo venzan, lo burilen; pero no esclavizarse como piel inocente, ante tatuajes irreversibles de depresión y de angustia.

Es arduo sustraerse al señalamiento de misógino cuando se anota algo sobre mujeres poetas o poetisas. Es poco probable escapar a esa satanización. De manera artificiosa e incluso anecdótica he vivido discusiones con cercanos y con distantes voces femeninas que me acusan de tener posturas radicalmente machistas. Sin duda ha habido una discriminación constante de la mujer en el arte y la cultura, todo pareciera indicar que tanto la historia, religión, filosofía, música, arte y literatura han ubicado en sus innumerables selecciones de los “mejores” o más “importantes” a grupos escasos de damas. Si cada quien, con sus filias hacia la poesía universal, hiciese un cuestionable listado de los poetas mayores de todos los tiempos, ¿cuántas mujeres habría? (Por supuesto que si la hacen las del grupo “poetas lésbicas” o las centenarias del “club de poetisas”, las sorpresas sí que serían divertidas –amén de la ignorancia) Pocas, menos de la quinta parte de autores. Y si se llevara tan subjetivo ejercicio a la actualidad, la magnitud de la tarea se eclipsaría ante la eclosión incontrolable de poetisas en las redes sociales: Facebook y sus grupos poéticos viven unas primaveras de poetisas y de bichos, sin saberse cuál de los dos es quien sube tantos bodrios lamentables. En la celebrada y elegante antología de José Olivio Jiménez: ANTOLOGÍA DE LA POESÍA HISPANOAMERICANA CONTEMPORÁNEA 1914-1970, de Alianza Editorial, antologiza a treinta y siete poetas y de esa cantidad a solo DOS mujeres, Gabriela Mistral y Sara de Ibáñez. Es contundente la cifra. ¿A qué se debe? Lo que responda cada quien llevará a la discusión bizantina. Los argumentos en pro y en contra se difuminarían en un festín de insultos y amenazas. Imbuido en ello y ajeno también, he vivido la maravillosa experiencia de adentrarme en las poéticas de Sor Juana Inés de la Cruz, Margarite Yourcenar (“Memorias de Adriano” fascinante poema extenso en prosa) y especialmente en la obra de la polaca Wislawa Szymborska. Me es irrelevante la baja cifra, no importa. Ellas y otras, por supuesto, han enriquecido a la lírica universal y han demostrado que la auténtica poesía, como buen ángel hermafrodita, carece de sexo, pero no de espíritu que conoce de portales y de dimensiones.

Alejandra Pizarnik vivió una compulsiva confrontación entre ella misma y las palabras. En sus últimos años trató de derrumbar el valor polisémico del vocablo, tal vez de despojar al signo de su atrapante significante. Su vocabulario es selecto y es imperdonable no reconocerle su feroz búsqueda del lenguaje más certero para sus poemas, contrario a la labor  de aquellas que conforman una galaxia densa y abrumadora de manierismos y cursilerías. Sé de una en particular, proveniente del siglo XIX y cuyos sonsos versos han aparecido en cajas de cereales, lotes de galletas, potes de mermeladas y en frontispicios de clubes de solteronas, convirtiéndose en detestable fenómeno del típico “marketing americano”, la sobre valorada Emily Dickinson. Nosotros también tuvimos, localmente,  un caso semejante: Ángela Botero. Los falsos íconos se alimentan de las preces de sus adoradores, pero ante la crítica seria se derrumban con estruendosa facilidad. Pizarnik, Dickinson, Botero y muchas más (quiero incluir a la patética Olga Helena Mattei) configuran la fragilidad de torpes mitos poéticos, sostenidos por la debilidad de malos lectores y de ingenuos que no distinguen entre el oro y el oropel.

Al igual que el suicidio, tópico serio para la filosofía –según Camus-, hay un asunto problemático, escabroso y melodramático, irresoluto e imposible hasta para el ordenador de “Odisea 2001”: ¿por qué, en la mayoría de instantes, la poesía femenina oscila entre el erotismo y la idea de suicidio? ¿Por qué? Es un agujero negro súper masivo, arrastrando consigo toda patología de esos eros insoportables. He ahí una dialéctica inconmensurable, atractiva para no pocos sadomasoquistas del intelecto y de la psiquiatría.

Prefiero aproximarme más a la leyenda que al mito. Alejandra Pizarnik no es, para mí, ni lo uno ni lo otro; pervive como  hálito insepulto de desbordada angustia metafísica, producto de un auto estima más baja que los submundos de sus jaquecas y pesadillas.


viernes, 25 de marzo de 2016

Poemas de Rose Ausländer



Poemas de Rose Ausländer
...

Nadie

Soy el rey Nadie
llevo mi tierra de nadie
en el bolsillo
Con mi pasaporte de extranjero
viajo de mar a mar

Agua, tus ojos
azules,
tus negros,
los incoloros

Mi pseudónimo
nadie
es legítimo

Nadie desconfía
de que yo sea el rey
y de que en mi bolsillo
lleve mi tierra apátrida

...
Chernowitz

Pacífica ciudad de colinas
rodeada por bosques de hayas

Sauces a lo largo del Pruth
balsas y nadadores
plenitud de lilas en mayo

Alrededor de las farolas
bailan los abejorros
su muerte

Cuatro lenguas
se comprenden
miman el aire

Hasta que caen las bombas
respira alegre
la ciudad

Mi aliento

En mis sueños profundos
llora la tierra
sangre

Estrellas sonríen
en mis ojos

Vienen hombres
con preguntas multicolores
Id a Sócrates
les respondo

El pasado
me ha hecho poesía
he heredado
el futuro

Mi aliento se llama
Ahora

Matria

Mi patria está muerta
la han enterrado
bajo el fuego

Vivo en mi matria
la palabra

En las palabras
Vivimos
en las palabras

Dime
tu preferida
amigo

la mía es

....
Mi llave

Mi llave
ha perdido su casa
Voy de casa en casa
ninguna corresponde

He encontrado
al cerrajero
mi llave cabe
en su tumba

Infinito

Olvida
tus fronteras


domingo, 20 de marzo de 2016

Jornada Nacional de Protesta / Marzo 17 del 2016





El oficio de hacer política como el arte supremo de la mentira

Víctor Bustamante

Por antonomasia los políticos son mentirosos. Para ellos la mentira es su séptimo arte. Apelan a ella a todo momento bajo diversos aspectos: la sutileza, las dadivas, las auto flagelaciones, los cambios abruptos de opinión, la explicación falsa de sus procederes, la verborrea sin higiene ética, justifican sus malos actos con una certeza que da grima, y salen indemnes de sus actos depravados debido  a la falsa bonhomía con que actúan. Si hay una investigación en su contra debido a malos manejos del presupuesto, se salen siempre por la tangente: son perseguidos políticos. Si se les critica de una manera dura y certeza anteponen la defensa de su nombre con demandas judiciales. Así apelan a la ley, la cual se brincan y se burlan de ella cuando les conviene. Si han financiado sus campañas con dineros de la mafia, dicen que son calumnias. Si hay leyes que no permiten que dejen de ser políticos de profesión y les permitan solo dos periodos en su actividad, las derogan. Piensan que solo ellos son indispensables. El viejo adagio que añade como las personas pasan y las instituciones quedan, les queda estrecho a ellos, lo cambian a su manera, les seduce volverse los salvadores, los inmortales de esa porción de ingenuos que votaron por ellos solo por la fatal ilusión de aliviar su pena diaria en su duro tráfago cotidiano. El poder los seduce de tal manera que pasan por encima de todos: de las instituciones, de sus amigos, de sus pactos de sus proyectos, de sus ideologías. No puedo decir ética, no la conocen. El poder es su paraíso, así allí obtiene su manjar personal los dineros públicos y su cielo prometido. Hay un icono de ellos, John Calzones, como la expresión más acaba del avivato que no hay manera de juzgar.

Cuando hablas con un político sabes que la mentira es el arte principal de sus discursos, todo lo saben, las opiniones generales son su causa y su pormenor. Nunca antes en el país la palabra, las convicciones habían caído tan bajo. Nunca antes una actividad que debía ser digna al ser elegidos por el voto, se convertiría en lo deleznable. 

Ese es el panorama colombina de ese ejercicio de hacer político, no como añaden algunos que lo que ejercen es servir al país. Lo cual le da risa a quienes sabemos que es la mentira más piadosa de ellos.

Eso es Colombia, ese país sin definición y sin norte. A un suceso que asombra lo sucede otro peor. Un asesinato como el de Colmenares que se sabe quién es el asesino pero que los abogados y el poder judicial esquilman y nadie con sus explicaciones y juego a las leyes le dan otros sentidos. En Reficar no se sabe que ocurrió, pero si hay investigaciones que no culminan. Justicia lenta y onerosa. La comunidad del anillo de la cual se habla hace años, se añade que el presidente de la república, o mejor res pública, iba a crear una comisión para investigar y solo cuando aparece una prueba contundente termina el acusado mayor Palomino, diciendo que renuncia para defenderse y poner la cara (iba a decir otra cosa). La libertad de prensa se ve golpeada con la renuncia a la brava de Vicky Dávila. Los señores del palacio y sus establos, no aceptan que los cuestionen y sus adláteres hacen caer cabezas. Mientras tanto la Gata que aún está caliente burla a la justicia, un gobernador de Choco también la evade, en la Guajira se malgastan los dineros. Y así sigue esa larga lista de servidores públicos, es decir políticos de profesión que corroen y se roban al país; ese país donde la justicia duerme narcotizada por el poder mismo.

Llega la crisis energética y renuncia el ministro del ramo en apariencia por su ineptitud pero el trasfondo verdadero es que ha realizado truculencias para contratar con el Estado. La fiscalía investiga a Santiago Uribe, pero no sabe qué hacer con lo de los dineros de la mafia en el gobierno de Samper, ni en lo del asesinato de Gomes hurtado. Lo de la salud es un enredo y mal servicio, es la gran farsa. Se regala a Isagen luego de malgastar el presupuesto en tiempos de bonanza. La fiscalía con su justicia selectiva, entrega contratos a Natalia Springer para averiguar lo que ya sabemos. Derroche y boato, corrupción como nunca antes habíamos visto en lo que las revistas del corazón o sea las de la farándula política, define que en el exterior dicen que Colombia es el país más feliz del mundo. Puro cinismo.

Toda la vida pública y privada está permeada por estos ejemplos, que no son ejemplos son la parte oscura de los dirigentes. Todas las instituciones andan infectadas por esa manera de ejercer la impunidad. La mentira aquí encuentra su campo y sus agresiones nunca sus alivios. Asesinatos de ambos lados sin investigación. La corrupción campea y la justicia nunca llega, es más ni cojea en ninguna dirección procesos guardados emasculan a quien reclama.

Por eso una marcha, esta Jornada Nacional de Protesta, es el colmo y es el reclamo para denunciar las instituciones y sus pésimos manejos.  Cuando se debe salir a la calle, es a exigir, es a reclamar. En Colombia no hay paz hace muchos años. La deuda social del Estado son sus trabajadores y la manera como la esquilman, es el oprobio de años. Los barones de la política, que se erigieron en una clase, lejana al común de las personas, en sesiones conjuntas por encima de los reclamos prepararan sus raponazos, y en la calle estamos alerta. Ellos no pertenecen al país. Su infierno es la exclusión perenne.

Cuando salimos a la calle, sabemos que ya nos no es posible un país, la mentira campea, el engaño agrede desde las altas esferas. Los eslóganes adormecen. La Constitución se remienda y se cambia. Todos somos hijos de ese país sin clasificar, indescifrable en el corazón, mejor en las propias tinieblas.

Comando Central del Neo nadaísmo
Desde la calles de Medellín
Sin Patria ni vida.





Mil y unas palabras para Fátima Correa / Víctor Bustamante




Mil y unas palabras para Fátima Correa

Víctor Bustamante

Busco el significado de su nombre en el Diccionario de nombres, y vaya sorpresa, no aparece. Pero Mr. Google que parece saberlo todo me ayuda. “Fátima: Una mujer compasiva, amiga de sus amigos, que se preocupa por los demás y nunca deja de lado a nadie. Así es Fátima. Se le da bien escuchar y opinar. Además, el origen de este nombre propio es muy interesante. Fátima significa ‘mujer única’. Muchos progenitores lo elegían para sus hijas, con el fin de darles este valor, la unicidad, que no fuesen una persona más en este mundo, para que dejara su huella”.

O sea, no era previsible que Fátima Correa fuera cineasta por una razón de peso, a lo mejor el significado de su nombre fue elaborado cuando no se podría sospechar de la invención del cine. Pero bueno, dejemos esa parte especulativa ante un nombre escaso y sonoro, nombre que lleva en ciertas películas algunas damas de acento misterioso, venidas del imperio no del sol naciente sino de lugares aún más cercanos La Floresta, aquí en Medellín.

Pero vamos a lo del cine. Fátima ha filmado son su puño e imagen. O sea, ella misma filma, parece que quiere hacerlo todo. O sea es la autora de sus imágenes, y así plasma sus ideas cámara en mano. De esa manera, sus cortos son sus propias imágenes. Ella misma las ha captado, les ha dado el Angulo, el encuadre, la luz que necesita, son su propia definición, su creatividad.

Hay un corto La casa azul, que evoca los recuerdos de ella, sobre todo en la esquina, en la superficie del barrio, en ese lugar donde se inicia el culto a la calle, o sea a la ciudad. Ella, ahí, cuando se asoma desde el balcón de su casa, cuando su voz en off habla del barrio lo hace con cierto dejo de nostalgia y no es para menos, cada día asistimos a ese evento terrible de saber que lo que podría ser el progreso admitido por la violencia poco a poco encara y destruye los espacios citadinos. Desde aquí aparece un deseo de hacer perdurar en imágenes su osadía por la nostalgia. Hay varios cortos cortos que se refieren a su ámbito familiar, donde es notoria la persistencia de no querer dejar pasar las presencias valiosas a ella, podría decir, sus imágenes caras: la familia, la casa, su calle. Pero también podría aseverar que se trata de su deseo de creación al buscar allí una manera de experimentar, de aprender a dominar su gramática personal. Por esa razón La perra de papi, Burbujas, Animamiento, La gallina, el río y la mariposa, Atardecer en terraza, Desde el olvido, dan la impresión de ser no espacios comunes, sino sus espacios, donde lo cotidiano que observa, donde la presencia de las imágenes que huyen deben de ser captadas, miradas, aún más admiradas, y no dejar que desplacen a otro lugar: la desmemoria.

Aunque a veces regresa a su ámbito personal, lo cotidiano como lectura de su presente, de sus estancias efímeras, también hay otro vértice en su creación: la solidaridad, la denuncia que se extrae al mirar Flores para Garzón, No los dejaremos dormir, Hoy mi cuerpo fue una masacre televisiva, El parque de los deseos, El peligroso violinista, que se deslizan en sus caminos creativos así en ese ámbito donde el artista es cuidadoso para no caer en lo panfletario, en la desgarradura de la solidaridad que vapulea su creación.
Lo que se plasmará luego en lo que es su mejor trabajo Campeón. Un corto donde ella busca a Pambelé, su gloria perdida y su declive actual por la calles de Bogotá y así de su mano y de su cámara vamos a San Basilio de Palenque y a Chambacú, espacios propicios donde el campeón inició su vida. Su tía, sus amigos, su madre, su hermana son la presencia de Pambelé, así como su tío quien le dio el nombre de boxeador, aunque era prestado. En el palenque, en Chambacú, perdura la memoria del campeón de boxeo. Ahí reside, en la ausencia de este corto que busca al campeón sin poderlo ver sino al final en la pelea televisiva cuando Pambelé le gana a Frazer, y así inicia esa leyenda corta de los deportistas que luego de una cota alta caen como es costumbre en el país de los olvidos mutuos. Hay imágenes de las personas cercanas a Pambelé, de su entorno, mujeres lavando ropa en el río, así como sus amigos que aún lo tienen presente. Mientras el campeón, no sabemos en cuál calle de Bogotá o de Cartagena o del país camina las calles en ese tráfago diario por la supervivencia y el indiferencia que lo ha dejado solo en los titulares de los diarios.

Ahí en esa nostalgia en ese evento de la vida que se diluye hay esa búsqueda de Fátima, por la perdurabilidad, lo cual la conduce a filmar Desde el olvido que es nada menos que mirar, revisitar, vivir el proceso de elaborar la panela en un trapiche de caña. Ella va, filma, plantea, revisita su entorno familiar, que es otra de los deseos de sentir la presencia de lo que se va, pero Fátima no quiere que ante la desmemoria estos ámbitos todo se diluyan sino que desea que el recuerdo no sea lo que se borre en la mente sino que para eso los plasma en imágenes.

Pero bien, ella ya ha filmado, interrogado su entorno familiar y ahora esperamos algo: que se suelte más y busque otros caminos.

Otra veta creativa de Fátima no en Portugal sino en York, ahora distante y distinta, es el humor, lo que se nota en ese pequeño arabesco que es Valderrobles, pero que se acrecienta en su mejor trabajo crítico, Postales de amor, donde despedaza el mito de hacer cine, la soberbia de la directora, la perseverancia de las malas actrices y, sobre todo, nos indica como hay un humor que corroe, ante el tercermundismo que impera por estos pagos. La mítica cámara que filma es solo un bibelot de cartón que no filmará ninguna imagen, pero que es la protagonista porque sabemos que quien la maneja y sigue a los personajes es solo una ilusión, y así entendemos que es solo una acida critica a los cineastas que cámara en mano, buscan y agreden el paisaje fílmico con su búsqueda de vidas disolutas, con ese telón en primera línea de la miseria colombiana para exportarla como síntesis de lo que somos olvidando otras posibilidades. Así en este corto Fátima se deslinda de sus temas que la obseden y se inclina por replantear el hacer cine y se aleja de esa visión medellinense, sobre todo, de indagar la porno miseria como estro creativo en el cine.

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Conversatorio con Fátima Correa

Víctor Bustamante: ¿De dónde viene ese gusto por el cine?
Fátima Correa: Pues ni sé, porque empezó muy temprano, y fue alimentado siempre por mi familia
VB: ¿Ibas a ver películas con tus padres? ¿Te apoyaban en tu deseo de realizar cine?
FC: Ambos. Mi primera cámara la tuve a los doce años y el primer curso de cine con Luis Alberto Álvarez fue a los trece. Tanta era mi obsesión que me seguían la corriente. Mira, a los once años, digamos, me la pasaba haciendo radio historias, para que me vieran talento y me dieran una cámara. Pero eran buenísimas, soy buena imitando voces.
VB: ¿Estuviste con Luis Alberto en los cursos del Instituto Goethe o en el Colombo- Americano o en la Alianza Francesa?
FC: Los primeros en el Colombo-Americano Y el ultimo que se llamaba Películas invisibles fue, creo que, en Yurupary o algo así.
VB: ¿Qué aprendiste con él?
FC: Me acercó a cinematografías distintas y poéticas, cine europeo e independiente del mundo. Pues en esa época Kieslowski.  Nadie lo había visto siquiera y él nos mostraba su trilogía. Incluso muchas pelis no estaban traducidas y él las iba traduciendo, en la medida que la veíamos, con micrófono. Me acuerdo de la voz de él con ese micrófono. Él era como un topo explorador de las cinematografías del mundo, y su labor fue determinante en Medellín, dejó escuela, a nivel de críticos y realizadores, creería yo. También me acuerdo de su programa los viernes por la noche, que presentaba unas pelis buenísimas. Me acuerdo de una que me impactó mucho que se llamaba Rocco y sus hermanos. Iba al Colombo, también iba al Mamm cuando era bueno en Carlos E. Ahí me pillé los mejores ciclos. También iba a Cine Centro y al Libia.
VB: ¿De los ciclos de cine cuál recuerdas, y qué viste que recuerdes en los otros teatros?
FC: Muchos: Bergman, Buñuel, Rohmer, de los hermanos Kaurismaki.
VB: ¿Y cine colombiano no viste nada?
FC: Sí, claro. Me acuerdo un corto muy bello que vi creo, que con Luis Alberto, que se llama Cuartico azul de Luis Krum, para él era un corto muy importante, y a mí me pareció muy bello. Víctor Gaviria ha sido de los directores el que más he admirado junto con Mayolo. Sí, también vi un corto, pero ya con Carlos Henao que me impactó. Una de mis películas favoritas del cine colombiano, que se llama Diario de viaje. Ese corto me marcó mucho. Me dijo: Se puede hacer cine con cualquier dispositivo, no hay excusa.
VB: ¿Dónde estudiaste cine?
FC: En Bogotá, en Unitec.
VB: Pero hay algo importante, los que queríamos hacer cine no teníamos donde estudiarlo, pero tuviste esa posibilidad.
FC: Mi generación fue más afortunada.
VB: No lo creas, cada generación posee sus subterfugios.
FC: Sí, pero digamos mi generación la empezó a tener fácil, porque el video se hizo de muy fácil acceso y además porque hubo un boom. Ya la generación siguiente la tuvo todavía más fácil por todo y por la brecha que está abriendo.
VB: ¿Luego de estudiar cine en Bogotá, regresaste a Medellín? ¿Cuál fue tu trabajo de grado?
FC: Un guion de largometraje. Pues tiene varios nombres. Es que no me acuerdo cual fue el definitivo. Creo que La historia de José o algo así.
VB: Hay un corto tuyo, La casa azul, donde se resuma nostalgia. Por la forma en que cambian los barrios, en este caso tú espacio. Habla del deterioro de las esquinas, de todo.
FC: Sí, ese video es en La Floresta, un barrio que como muchos de Medellín se ha ido transformando.
VB: ¿Por qué lo hiciste en blanco y negro?
FC: Porque el blanco y negro me parece más evocador y nostálgico.
VB: Hay un recurso en tus cortos, tu voz fuera de cámara. Hay una niña desnuda que corre en la casa y luego apareces en el balcón. Es una manera de evocar una casa, así como a tu familia. Cuenta más sobre el corto, además hay lluvia todo eso, una banda. ¿Cómo lo ideaste?
FC: Ah, porque de alguna manera siempre estoy hablando desde mí, de mi vida, de mi familia. Siento que es como una honestidad. Hice el video durante varios años, por eso aparezco primero de pelo largo y luego de pelo corto, etc.
VB: ¿Cómo es el proceso para filmar, ideas mucho, corriges mucho o eres apresurada?
FC: Por ejemplo, ese video, primero me empezó a rondar la idea, escribí un cuento que se llama La casa azul, que es también sobre la casa y mi familia. Luego empecé a grabar, por algunos años, finalmente hice una primera edición. Pero no me gustó, entonces la guardé como por tres años, y ya estando en Holanda, tal vez gracias a la nostalgia que sentía lo edité.
VB: En Campeón comienzas a buscar a Pambelé en Bogotá. Luego vas a San Basilio de Palenque en Cartagena y allá buscas a sus amigos. ¿Por qué te llama la atención Pambelé?
FC: Por mi papá, viste que en el video lo digo. Me gustan esos héroes olvidados.
VB: La nostalgia te convoca
FC: Sobre todo porque Pambelé representa todo lo que la sociedad desprecia.
VB: Me gusta la parte de San Basilio al mostrar a sus amigos, su vida cotidiana. Es algo lleno de dolor.
FC: Claro, a mí no me tocó esa parte, pero la conocí por medio de mi papá. Él lo admira mucho y me habló mucho tiempo de él, hasta que viviendo en Bogotá empecé a hacerlo, buscarlo. Nunca lo encontré. Años después se dio la oportunidad de ir a Cartagena y entonces lo continué.
VB: ¿En los videos quién hace la cámara tu o algún amigo?
FC: Siempre la hago yo menos en Postales de amor, que me ayudó Alba, yo hice también pero más ella, y en Flores para Garzón también me ayudó un amigo.
VB: En Campeón me gusta ver a Bernardo Caraballo y a Rodrigo Valdez. A Valdez, ¿cómo los encontraste?
FC: Buscándolo, preguntando en las calles, en los gimnasios.
VB: De pronto en la vida nacional desaparece Caraballo.
FC: Es un descaro cómo terminó Caraballo. Él se pudo pensionar no por deportista, sino por cargador de bultos.
VB: Pudo ser más grande que Pambelé.
FC: No, no creo. Aunque todos lo admiraban.
VB: Cuando regresó de Japón luego pelear con Harada, donde le robaron el título de peso gallo, prendía con billetes de dólares los cigarrillos. Dilapidó su fortuna.
FC: Mira te cuento otro dato así entretenido. Cuando fue a la inauguración del coliseo Bernardo Caraballo no lo dejaron entrar. Y el pobre diciendo en la entrada al muchacho, pero es que yo soy Caraballo. Ya después se aclaró todo y pudo entrar pero casi que no.
VB: Así le ocurrió a Cochise en el velódromo. No es raro aquí en el país sin misericordia
FC: Una de las cosas que más me fascinaron de esa vida fue Chambacú. Leí Chambacú de Zapata Olivella que me pareció muy esclarecedor de lo que fue ese barrio. Hay un factor común en todos los afros de la edad de Pambelé o mayores, y es Chambacú, es como si ese barrio viviera todavía en el corazón de todos los que lo habitaron.
VB: Es cierto, además luego fueron sacados de allá. ¿Campeón es tu mejor trabajo?
FC: Claro viste que en el video muestro el lugar en donde quedaba Chambacú.
VB: Exacto, sí, sí.
FC: Campeón y Desde el olvido fueron mis karmas. Más de diez años en el de la panela y como siete con el otro. Eso es exagerado no creo que sea el mejor ni nada, solo fue como mi escuela.
VB: Campeón me gusta más, porque es buscar al boxeador ausente que está en la memoria de sus familias, de sus amigos,
FC: Esos dos documentales me enseñaron.
VB: Es una presencia muy fuerte en el país, por el éxito y su declive ante nuestra indiferencia
FC: Sí, aunque Pambelé ha tenido más ayuda que cualquier otro deportista en Colombia.
VB: Sí, sí, es cierto y ha sido muy recurrente a esa ayuda. En Desde el olvido aparece de nuevo la nostalgia. No me vayas a decir que lo hiciste por tu papá.
FC: De alguna manera sí. Esos trapiches son cerca de la finca de mi papá.  Los conocí gracias a él.
VB: Es hermoso ese proceso yo también lo viví. Es un oficio qué poco a poco desaparece.
FC: Omití muchas cosas políticas del video, datos que tenía, porque investigué mucho, y al final no quise denunciar nada, porque las imágenes mismas creí que lo harían.
VB: Es muy preciso, es cierto. Y,¿por qué demoraste tantos años?
FC: Porque quería ver el deterioro de los trapiches. Viste que al final están parados. Yo sabía que iban en picada, quería ver eso.
VB: ¿Dónde quedan esas veredas Santa Lucia y El zancudo?
FC: Ahí en Vegachí. Fue una finca que consiguieron hace unos años, bueno muchos ya. Yo me considero muy montañera, amo eso, y de Vegachí tengo muchos buenos recuerdos. Mi infancia la pasé por Puerto Berrío. Pero lastimosamente siempre viví en Medellín.
VB: El gallo ornamental es más por encargo.
FC: Sí, claro fue por encargo.
VB: Que te impresionó de esa fiesta. Veo que te gustan los temas campesinos.
FC: Sí, mucho, el campo es lo que más me gusta.
VB: Cuando enfocas el paisaje, la lejanía se te nota. Es tu sello personal, la evocación, cierta pasividad. ¿Cómo definirías este trabajo?
FC: Fue un acercamiento a esa feria que la organiza un primo. Y el tema en particular me gusta mucho. Porque el campo es lo más sufrido de Colombia, y la soberanía alimentaria es un drama que cada vez se agudiza más.
VB: Ahí aparece la chica, Lily Colombia. Es muy interesante, extrovertida, creativa.
FC: Sí, ahí la conocí. Si, ahí la conocí y hubo empatía y decidimos hacer algo juntas e hicimos el de Garzón. Es Diana Gamboa una payasa, vive en Barcelona hace mil años. Ahora estoy editando un video que hice con ella en Barcelona. Pues eso, lo que viste, era como la animadora de la feria, como un personaje en la feria.
VB: Veo qué en lo de Garzón cuando ella anda con la carreta y con la foto, y pregunta por él. Es como una lucha por la desmemoria.
FC: Sí. Lo de Garzón fue de las peores cosas que le ha pasado al país. Su asesinato fue simbólico. Nos mataron la risa, la inteligencia, la capacidad de pensar una realidad. Sin la muerte de Garzón, Uribe no habría podido ganar como lo hizo. Él lo habría desenmascarado.
VB: ¿Por qué lo dices? eso no puede ser previsible, aunque el país está lleno de sorpresas.
FC: Porque Garzón los desenmascaraba a todos. A punta de chistes los ponía en evidencia, y la gente le creía y le entendía.
VB: Te gusta mucho la política. Haces reclamos en otros cortos.
FC: El de la panela me parece que es muy político.
VB: ¿Qué dice tu padre de lo que has filmado? Es una presencia muy fuerte en tu vida.
FC: Él me apoya mucho, él fue quien me dio mi primera cámara de video.
VB: En varios cortos, el de la perra, en lo de la gallina. Me hablabas de la finca en Vegachí, está tu papá, es fuerte la presencia de él.
FC: Sí, es mi musa. Viste que en La casa azul también. Nada, mi familia es mi tesoro y mi tema, la amo. En ese sentido me identifico con Emily Dickinson y su amor por su familia.
Y en ese libro que el tradujo de ella hay una parte donde cita su respuesta cuando la invitaron a algún lado y respondió que no porque de pronto moría su familia o algo así. Estos cortos son como mi diario. Grabo mi vida constantemente desde que tengo doce años. La cantidad de video que tengo es muy grande.
VB: Me gusta eso que dices. ¿Es algo obsesivo?
FC: No sé si obsesivo pero si constante. En mi adolescencia grababa cortos argumentales con mis primos, que me ayudaban actuando y de todo. Bueno como hasta los diez y siete más o menos o menos. No sé. Después ya no quisieron actuar y me toco seguir inventándome historias sin actores ni nada. Hacía cosas muy de experimentar con la luz y la música, y siempre eso, también hice montaje en cámara. Para poder mostrarle a la familia los cortos en el televisor directamente de la cámara, ya que no tenía equipo de edición ni nada. Era muy divertido.
VB: Esos cortos se convierten en parte del álbum familiar. En el fondo eres nostálgica.
FC: Sí, mucho.
VB: No lo pareces, porque has sido crítica y dura por aquí. Noto en tus videos al filmar lo de tú casa y familia.
FC: Una es de no dejar que el tiempo trascurra. Es también un deseo de permanencia. Sí, debe ser algo así. Yo soy crítica pero cuando las escribo me gusta seguir la línea de los Cahiers. En una entrevista en Cahiers du Cinéma Godard, decía que como eran también realizadores, tenían la regla de que toda crítica debía ser elogiosa. Esa concepción de la crítica me pareció reveladora. Y de alguna manera pienso que un buen espectador, un crítico ve muchas más cosas que las que hay. Trasciende el texto, lo eleva.
VB: No lo creas. En otra entrevista hay algo que le aprendí al mismo Godard, dice que la crítica debe de ser terrorista. No puedes desconocer que se hable bien o mal de un texto de todas maneras el cine sigue o como diría Fellini, La nave va.
FC: Esa también la vi con Luis Alberto creo. Luego la volví a ver al tiempo y fue raro. 
VB: Pero sigamos. Está bien tu opinión. En cine hay opciones creativas: argumental y el documental. Te has inclinado más por el último.
FC: No, ha sido circunstancial. Todo lo que hago es auto producido. No participo en convocatorias ni tengo patrocinadores ni nada, entonces es más viable hacer documentales que ficciones, aunque para mí no hay mucha diferencia.
VB: Pero es definitivo en lo que has hecho poco a poco tras un camino creativo.
FC: Sí, me gusta mucho el documental porque es muy libre. Pienso que el verdadero cine que se está haciendo es en el documental. El cine como arte emigró hace mucho tiempo de las salas de cine, y se fue a vivir a circuitos de festivales y otras periferias, se quedó el reinado de Hollywood en sus múltiplex y alguna que otra película que quiera emularlo.
VB: ¿Qué documentalista admiras, miras, sigues en la actualidad?
FC: Hay una mujer que no he podido encontrar su nombre, pero recuerdo un corto suyo que se llama Noviembre. Me impactó mucho. Últimamente Jonás Mekas. El de El avance de Sherman que no me acuerdo el nombre pero ese documental me impactó mucho. Berliner o algo así que no me acuerdo el nombre cómo se escribe.
VB: ¿Y del país, de Colombia?
FC: Pues este año y medio que llevo fuera me he atrasado mucho, pero, pues, ahí de lo que he visto me estoy acordando de nombres. Ah, pues Mayolo: Sus documentales me gustaron mucho también me estoy intentando acordar de otros. Marta Rodríguez y Jorge Silva juntos, también ella sola. Gabriela Samper, Mauricio Carmona. Otros que admiro del documental son Santiago Andrés Gómez y Santiago Herrera, también a Joche.
VB: ¿En lo de los festivales has participado?
FC: En pocos, casi no he mandado. Tengo así en la página digamos veinte cortos o algo así, y si he participado en cuatro festivales; no, han sido cinco; muy pocos la verdad. Me gustaría participar más.
VB: En el documental se crea la posibilidad de hacer lo que llaman porno miseria. Háblame de ese tema.
FC: Yo pienso que la porno miseria ya evolucionó. Ya no es miseria lo que se está buscando sino paisajes bonitos: Vive Colombia, viaja por ella. Bellos paisajes para que las multinacionales los compren. El corto Postales de amor fue mi perspectiva de esa evolución de la porno miseria. En Postales de amor. Un grupo de jóvenes y exitosos cineastas realizan su ópera prima buscando los paisajes más bellos de Antioquia.
VB: Postales de amor me gusta mucho, me gusta lo de la cámara de cartón. Es una huella, una gran metáfora, me gusta el ambiente. Hasta la chica morena, mala actriz, y no es racismo.
FC: Sí, esa era la idea
FC: Es que me parece que también hay una exotización de lo que somos. Tengo mucha curiosidad por ver las últimas películas colombianas. Esperando que las suban a internet para poder ver sobre todo tres: La tierra y la sombra, El abrazo de la serpiente y Gente de bien. Quiero mucho verlas porque creo que me pueden gustar mucho sobre todo La tierra y la sombra.
VB: Pero sigamos con Postales de amor. ¿Cómo surge la idea?
FC: De ver algunas películas colombianas que solo querían mostrar paisajes hermosos. Pensaba en Agarrando pueblo y el ensayo de Luis Alberto, con Víctor Gaviria que se llama “Las latas en el fondo del río”, un poco el final. Es por ese ensayo, un pequeño homenaje a ese ensayo maravilloso y a Agarrando pueblo que para mi gusto es lo más lindo que se ha hecho en Colombia junto con Rodrigo D.
VB: El trabajo que más me gusta de ti es Postales de amor. Estás creativa, fuerte, dejas de lado la nostalgia familiar, sales. Le das otro lustre a lo qué filmas.
FC: Sí, es que es lo que te digo, en Postales de amor hubo mucha producción, en el sentido de que hubo más gente ayudando a hacer, hubo equipo y hubo todo lo que se necesitó para ficcionar, y eso que tocó hacerlo con paciencia porque el presupuesto era casi nulo. Un corto normal no se hace con menos de cinco millones. Yo siempre soy creativa
FC: Es que es algo muy de esa ciudad. Últimamente hasta hace unos años solo había ido a Cuba. Viajar es el paraíso de los tontos, decía una frase. No recuerdo de quien. Y creo que si lo sea, es la definición por excelencia del consumismo.
VB: hablemos de nuevo un poco de política si no te molesta, es por alguno de tus cortos. En algunos de ellos haces crítica, incluso en el homenaje a Garzón. ¿Solidaridad o crítica?
FC: Tal vez ambos. La muerte de Garzón ha sido de lo peor que nos ha pasado como país, una tragedia, con unas implicaciones simbólicas muy grandes en la mente colectiva. Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisiva. Es sobre Rafeef Ziadah poeta y activista palestina, sobre imágenes de bombardeos en Gaza. Los colores de la ira -Rafeef Ziadah. Poeta Palestina Rafeef Ziadah. Son como unos collages que hice con esa poeta: Tomé sus poemas, y retoqué las imágenes, y las puse sobre imágenes de bombardeos a Gaza en el primero y de fotos en la segunda.
VB: Te preguntaba sobre lo político porque en varios de tus cortos hay una cierta preocupación, incluso en Los pasos perdidos te fijas en las marchas en Buenos Aires.
FC: .
VB: ¿Por qué cambiaste de tonalidad en la película? ¿Caprichos?
FC: Porque quería hablar desde algo onírico, la tergiversación que da el tiempo a los recuerdos.
VB: El humor a veces toca a tu creatividad, puede ser notorio en Valderrobles y en   Postales, hay algo de humor negro.
FC: Sí, me gusta el humor, lo que pasa es que a veces soy como dramática.
VB: Estuviste en Cuba, ¿fuiste a San Antonio de los Baños a la escuela de cine?
FC: Fue hace mil años, fue lo que pedí de quince pero me lo dieron un poquito después cuando se pudo. Fui sola. A pesar de todo, estuve un mes, conocí gente muy linda del cine, un par de directores y un director de fotografía que fue el que hizo la de Confesión a Laura.
VB: ¿Aprendiste algo, o más bien te dedicaste a visitar La Habana?
FC: Aprendí e hacer unos videos divinos. Imagínate que me pillé un ensayo completo de Buena Vista Social Club, en una casa. Lo grabé todo. Increíble. También cuando el Papa fue a Cuba por primera vez.  Entonces grabé todo eso el papamóvil por toda La Habana. Corría detrás de él. Y un discurso de Fidel en esa plaza de la revolución, multitudinaria, impresionante.
VB: Son documentos interesantes, el Papa y el tirano. ¿Los piensas publicar?
FC: Y muchas cosas más. Fue muy bello. Ah, sí, tendría que subirlos.
VB: ¿En qué otros países has estudiado cine?
FC: No, en ninguno.
VB: ¿En Inglaterra has filmado algo? ¿No has buscado un director de cine qué te interese?
FC: Sí he grabado, claro.
VB: El video de Buenos Aires está muy interesante. Imagínate qué al comienzo lo del avión era algo así como lo de las torres gemelas. Me hubiera gustado verlo en sus colores normales porque son un diario de ruta, de viaje. Ah, y no se podía quedar atrás el tango.
FC: Sí, fue a propósito la omisión.