sábado, 30 de mayo de 2015

30. Medellín: Patrimonio Histórico Recuperado: Los Aburráes


30. Medellín: Patrimonio Histórico Recuperado: Los Aburráes


Los Aburráes

Víctor Bustamante

En los últimos años notamos como el concepto, mejor la historia, es mirada en el país a través de Discovery o de History Channel, lo cual lleva a ver programas sobre las pirámides egipcias, análisis sobre el lejano oeste americano, recorridos casi míticos sobre las diversas ciudades europeas, el continuo endiosamiento a Hitler, y, de pronto, algún caso sobre la cultura latinoamericana, y pocas veces o nunca sobre Colombia, a no ser si el evento está asociado al narcotráfico. Lo cual nos lleva a pensar que la cultura de otros países es más preponderante que lo que ha ocurrido aquí en el país. La tele que es vista por millones de colombiano por encima de los libros o de las investigaciones que se realizan acá, lleva a que estos estólidos espectadores piensen que en Colombia nada ocurre. Pero es cierto, es nada menos que el continuo proceso del complejo de inferioridad de un país, de una ciudad, que ha negado su real historia. Es más, nuestros adolescentes, al quitar la historia como materia en bachillerato, no sospechan que el país, nuestras ciudades, poseen una riqueza cultural que poco a poco se diluye ante una élite que solo le interesan los negocios, no su origen, nunca su cultura, menos el proceso de exacción y de violencia a no ser el mundo weberiano del dinero.

Bajo el prurito de lo universal hemos sido subyugados con la falsa certeza de que lo que ocurre o ocurrió en otros países es más relevante que lo que sucede en un país que olvida su pasado y su riqueza cultural; pero es cierto, vivimos algo que no hemos podido desentrañar, nuestra cultura se encuentra en un punto donde la internacionalización de su economía ha llevado a olvidar que en el país, en nuestra ciudades, también existe su historia, su riqueza y su pasado no como nostalgia sentimental sino como presencia. De ahí que al dinamismo de esas economías, que cada día penetran en nuestro ámbito con sus mercancías, por supuesto, trae consigo la presencia de su historia, es el triunfo del poder económico ante un país que es sorprendido cada día, al no reflexionar sobre sí mismo. Siempre se piensa en son de maximizar y mostrar los eventos que ocurren afuera, poco lo nuestro. No es que neguemos la presencia de los valores y descubrimientos universales como riqueza de la humanidad, solo que también merecemos nuestro espacio en ese ámbito que son los que educan en el sentido histórico ante el abandono estatal de esta materia en el campo educativo. En el país las leyes son las nuestras pero un porcentaje grande de su cultura es extranjero. Solo para citar algo, la cuota de pantalla de la tele en los tlc con respecto a Colombia es nula. Esa es la realidad inobjetable.

Y ¿por qué lo anterior? En Medellín ha ocurrido en los dos últimos años, algo sorprendente que no se ha dimensionado en su totalidad, porque es aprender algo de nuestros antepasados, algo de su presencia, de lo que ha permitido que estemos aquí en este caluroso Valle de Aburrá, algo que nos enseña lo que fue la topografía del valle que luego se convertiría en la ciudad con su crecimiento desmesurado, con su improvisación, son sus urbanizaciones piratas y urbanizaciones legales sin remedio, con sus contradicciones. Ese evento, porque es un evento histórico es haber hallado una tumba de nuestros pobladores, de nuestros indígenas. Es decir, nosotros que nos creemos tan modernos, no hemos podido soslayar que en este valle donde el hacinamiento y la desculturización permanecen, en algunos lugares hay vestigios donde reposa nuestra historia.

Primero fueron los áulicos españoles con sus designios de buscar oro a como diera lugar, uno de ellos muy celebrado que encerraba a los indígenas como ganado en su hacienda. Después de esa exacción, llegaron nuestros olvidos y las sanguijuelas de los guaqueros que han destrozado una gran cantidad de nuestro tesoro arqueológico, luego llegó la plaga más dañina los urbanistas legales y no legales sin control, y con su voracidad de vivienda. Por esa razón esta investigación a partir de un hecho fortuito nos alegra y enternece porque recordamos que Medellín posee una parte de su historia aborigen, enterrada en algunos lugares, en este caso La Colinita, en la Universidad Adventista, en el cerro El Volador; lugares que permiten ir tejiendo ese entramado social del valle.

En el libro Los Aburráes, (Secretaría de Cultura Ciudadana, 2015), se narra con mucho cuidado este evento, además se magnifica esa labor de la arqueología y, sobre todo, la presencia el maestro Graciliano Arcila, que con mucha gracia, mantuvo su vida dedicada a preservar nuestro patrimonio como ninguno.
Todo fue fortuito, unos obreros de EPM ubicaban un poste y al abrir un hueco, pensaron que allí podría existir algo valioso, lo reportaron, de allí fueron las llamadas de algunos directores de EPM que se sensibilizaron por fin. No en vano los habitantes de La Colinita saben que allí existió un cementerio indígena. Entonces desde ahí, bajo la dirección de Pablo Aristizábal, comienza esa aventura de buscar qué es lo que existía allí, y lo encontrado, fue nada menos que una tumba indígena, intacta. Luego, todo fue muy investigado con el hallazgo  los datos de los que posiblemente estaban allí enterrados: su concepción de la vida después de la muerte, la construcción de sus tumbas, los molares, las narigueras, los husos con los cuales tejían sus telas, y un detalle, el volante de huso donde, incrustado, había un pedazo de madera perteneciente a un árbol ya extinguido en el valle: el sande.

Los que asistimos a la presentación de este libro, Los Aburráes, es, era por indagar sobre nosotros, por saber cómo, en este lugar, se saca a luz pública este tesoro enterrado en el subsuelo, que es una manera de identificarnos con esa historia que se deshace en nuestras manos, ante nuestros ojos. Y, que al ser recuperada, recuerda de inmediato ese concepto de identidad, por algo de peso, Medellín sí posee su historia, su origen, su presencia, su esencia, que poco a poco se localiza, así  gran parte de ella se encuentre, en este sentido, enterrada.


Esperamos que la tumba sea conservada. Recordemos el documental de Herzog, La cueva de los sueños perdidos, y el cuidado dispensado por Francia para su conservación.


2 comentarios:

Laura dijo...

Victor nos das un ejemplo de critica y civismo. Felicitaciones

Laura dijo...

Victor nos das un ejemplo de critica y civismo. Felicitaciones