martes, 23 de septiembre de 2014

Amábamos tanto la Revolución / Víctor Bustamante. Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín


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“AMÁBAMOS TANTO LA REVOLUCIÓN

Diana Cristina Múnera Álvarez


Sin la pretensión de relatar aquí un proceso de catártico de mi experiencia personal con la obra, este texto se erige sobre una mezcla de estilos de relato, crítica, opinión y análisis, sobre la obra, el estilo, el tema, los personajes, las situaciones, por ello mismo no permite una profundidad analítica en alguno de éstos aspectos, solo constituye a fin de cuentas, un intento modesto y a veces escueto de acercamiento al análisis literario desde la sociología.  Las conclusiones, en aras de no sucumbir a la tentación del control y la posesión de las certezas, a menudo se insertan en el texto, de manera que lo que en realidad se puede concluir de él, es lo que se concluye de la obra misma: quedan cabos sueltos, quedan principios y finales y mezclas de ambos.

En amábamos tanto la revolución, como aquí la abordo resalto dos dimensiones en las cuales se rescatan e incluyen importantes elementos desarrollados por diferentes disciplinas para contribuir al análisis y crítica literaria.  La primera dimensión se refiere a una descripción sobre el estilo del autor y la estructura de la obra, pues el autor hace un ágil uso de diversos componentes que resaltan y contribuyen a la ficcionalización de la realidad por medio de la estructura, la nomenclatura y nominación de los capítulos, así como el empleo de cantidad de recursos visuales, sonoros, descriptivos y simbolismos que la novela logra develar y trasmitir, tratando de develar inicialmente lo que para los formalistas constituye la literaturalidad del texto.  De otro lado está lo que aquí se perfila como un intento de análisis sociológico, que más allá de dar cuenta de la literaturalidad de la obra que se enunció anteriormente, deja ver una serie de situaciones y circunstancias, que más que hablar de los personajes en si, nos remite a una generación y a un periodo y contexto concretos.  En el desarrollo de éste aspecto, hago uso también de herramientas y construcciones teóricas propias de la sociología para discernir, detrás de la ficcionalización de la realidad que la obra en si constituye, una serie de elementos útiles al análisis sociológico en la medida en que dan cuenta de formas de socialización, de construcción de la realidad y de la cultura a nivel objetivo y subjetivo, de percepciones de la vida misma, que se leen a través de los personajes, sus caracteres, sus modos de vida.

Es inevitable resaltar la presencia de un referente urbano constante en la obra, la ciudad de Medellín, algunos de sus espacios, procesos y ritmos son captados y asimilados desde diversos ángulos: a veces como telón de fondo, a veces como un punto de apoyo importante y otras como un aliciente para situaciones y modos de vida modernos típicamente enmarcados en procesos urbanos y citadinos modernos.  Amábamos tanto la revolución, es una novela a través del cual se vislumbra un escenario y unos personajes típicamente modernos, con la claridad de que se habla de una modernidad local, criolla, nativa, propia, que solemos llamar inacabada; un modo de vida entre lo “pre”, lo “ultra” lo “hiper” y lo “post”, pero en definitiva revela un contexto en el cual las personas y las cosas son de alguna manera resignificadas, en un intento de adaptación e un inclusión en un orden de cosas caracterizado por la multiplicidad, lo etéreo, lo difuso y lo diverso y la afronta subjetividad vs. Masificación:

“Tenía esa dualidad: la vida y las putas convicciones.  Era tan elegante que una muchacha dijera, éste es un mancito con convicciones.  Na-da, en secreto me comencé a aficionar a las marchas, eran la otra cara de los conciertos” (pag 29)

Pese a lo anterior y al mismo título de la obra, en su contenido son escasos los temas políticos, ideológicos, e incluso son completamente ausentes una serie de situaciones sociales críticas protagonistas de la época que relata el autor.  Las décadas de los 70 y 80 en una ciudad como Medellín, reposan en la memoria de quienes la habitaron o conocieron, como una época difícil, donde políticamente se daba una crisis de partidos políticos y una situación de violencia y narcotráfico, con especial epicentro en la ciudad; pese a esto, el autor quizá de forma intencional omite estos elementos, respondiendo también a una lógica que se evidencia en las sociedades modernas y que se expresa en dos sentidos: por un lado puede leerse como una posibilidad de fragmentación y especialización de las miradas y perspectivas desde las cuales se enfoca un fenómenos, pero por otro lado, no se puede decir que la novela es apolítica, pues si rescata lo que Bauman ha nombrado como el paso de la política a lo político con especial apoyo en el auge y radicalización de los movimientos sociales.  La elección que el autor hace del tema bien puede estar referida a lo que él enuncia como su experiencia de estudiante, los espacios y referentes de ciudad dependen entonces únicamente de la perspectiva del autor, quien se presenta a sí mismo como alguien que venido del campo a la ciudad, comienza a experimentar una serie de situaciones a las cuales no logra adaptarse por completo, dando lugar a uno de los modos de vida modernos que se identifican en el texto. 

“los muchachos hippies hablan como adultos y yo refugiado en mi timidez de pueblo, en un nuevo mundo que abría a Medellín a la vida” (pag 30)

“En la mañana, solo en la mañana, el tiempo para leer el periódico que todavía es de hoy con sus efluvios de tinta y comprobar como la vida no seguía como la noche anterior” (pag 36)

Los lugares, las personas y las situaciones no dejar ver en si la dinámica de la ciudad, de sus barrios ricos y pobres de sus contradicciones y flujos, los referentes urbanos del contexto se limitan a algunas calles, pasajes y bares del centro de la ciudad y a algunos recovecos de la universidad de Antioquia, pero en definitiva es una perspectiva que ubica al lector en una especie de burbuja en la cual solo caben las vidas y vivencias de los personajes en ese contexto moderno, pero abstraídos de esa realidad cruda y turbia que atravesaba la ciudad en el momento.

Prefería las calles amplias para perderme en ellas; las calles como decir ese río de Heráclito, de muchos pasos en busca de ligues con alguna desconocida.  Forastero consetudinario no encontraba la misma persona dos veces, coincidencia improbable.  Y la sorpresa de que el cardumen de personas del cual formaba parte se adueñaba de las calles.  Y en ese hormiguear en su escenario, nadie parecía interesarse en los demás.  Existe una creencia y es que nadie se saluda sin conocerse, apenas miran y se pasa de largo […]”  (pag 62)

El párrafo anterior muestra de manera contundente la situación de saturación de personas y de cosas que conlleva a la generación del apático y el indolente, que funcionan como mecanismos de socialización y de reserva frente a la existencia y complejidad del otro, como se refuerza a constinuación:

“uno solo comparte momentos, cosas; lo otro sería que me perdiera en vos o que te perdieras en mi, la frivolidad es lo que recrea lo cotidiano, el juego evasor, es la necesidad de la alambrada de costumbres, el juego de las responsabilidades es el invento de quien nadie cobra derechos de autor para darse cierto tono de madurez” (pág 251)

“no tenía otra alternativa que jugar al cínico, al menos esa actitud era la defensa más cercana, y la risa, mi risa, mi propio escudo” (pág 323)

La referencia al movimiento estudiantil es el motivo de sospecha del contenido político del texto, pero en efecto el relato se refiere de forma anecdótica a sus protagonistas, acuñando incluso el término de “apóstoles del comité central estudiantil” para indicar las recurrentes mezclas de lo tradicional y lo moderno que se conjugan en los personajes, esta vez se trata de un devoción cerca de la religiosa pero con otro centro: la revolución, que respondería al menos dentro de su formulación estrictamente académica, a una condición moderna y secular.  Por su parte, el relator es un desentendido de éste clima politizado.

“no he sido activista en nada, los sistemas enraizados entre montones de cadáveres, la revolución es eterna y vieja.  Nadie debería hablar en nombre de nadie.  Frases para tejedores de palabras” (pág 53)

“no se el nombre de ninguno de los estudiantes, es el miedo y la rabia.  La cuestión política apenas una curiosidad, aunque se afirma que cualquier acto personal es apenas matizado por ese tinte” (pag 55)

Para el autor es evidente que uno de sus rasgos más fuertes es la melomanía, la música con frecuencia es un referente obligado para momentos y situaciones, incluso funciona como el comparativo:

“yo que fui marxista-lennonista, de la línea de Groucho y beattlemaníaco por el otro lado, nunca era capaz de conjugar el marxismo-leninismo tan de moda, por lo que debí resarcirme de mi nula conciencia social convirtiéndome en un amanuense […]” (pag 56)

“Medellín: un camino musical con el pentagrama de ritmos, una bahía para salsómanos tardíos, tangos para los muchachos de antes, rock para los muchachos de ahora y boleros como medio tristes y guabinas para los folcloristas fosforescentes” (pag 66)

“la música, como decir el habla divina, que alguien dio a los hombres para cuando estuviera poseídos de soledad y melancolía, pergeñaran la cuerda de un violín o hundieran la tecla de un piano para que ese sonido los sacara de la insondable tristeza” (pag 223)

El otro rasgo evidente es su personalidad es su libido constante, su mentalidad sexual y sexualizadora de cada experiencia, la breve pero intensa referencia al color rojo del periodo de Eme, da cuenta de ello.  Quizá siguiendo al argumento de que la sexualidad es uno de los terrenos de expresión de la libertad del individuo, quizá por influencia del nadaísmo, llega a narra con tal imaginación imágenes y encuentros sexuales sórdidos, que ni siquiera son atenuados por una puntuación que guié la lectura de los mismos, haciendo inevitable un atropellamiento de hechos, imágenes y relatos, que no puede ser otra cosa que una forma de mutación del autor, el relator en el lector.

Con esto se abre la posibilidad para toda una serie de hechos que son experimentados de la misma manera: mezclas de lo tradicional y lo moderno, pues a falta de los referentes concretos y las posibilidades de generar y crear nuevas sociabilidades, nuevas representaciones y relaciones sociales modernas, en estas sociedades latinoamericanas y en una Medellín históricamente constituida como un centro de desarrollo económico liberal con un modelo político conservador, las paradojas, las ironías y las mezclas de lo tradicional con lo moderno son el común denominador de las experiencias de estos personajes.

“y fue que caí en cuenta que habitaba en un país de cuatro o cinco ciudades.  Donde existían indios de verdad antiquísimos, autóctonos y miserables que se emborrachan con chicha y en las noches desde sus hamacas, desde sus hamacas, mascullan sueños y hablan de relatos que provenían de antiguos chamanes, sobre hombres vestidos con cascotes de lata, o más simple, mentalmente se comunicaban con tribus lejanas” (pag 57)

“Así es la moderna cuando no tiene nada que le cause curiosidad: regresa a un estado elemental, arregla su espacio, vuelve a la era del solar y de repente se da cuenta que tiene la casa en desorden, le conversa a las plantas y dice que no le arranquen ninguna hoja porque es un hijo que llora” (pag354)

Retomando lo enunciado sobre la literaturalidad del texto, son de notar en el transcurso de la obra una serie de detalles de edición se encargan de darle un acento especial a los hechos que se relaten, por ejemplo algunos capítulos tienen nombres repetidos para indicar la poca variación de la situación, independiente del contenido que se expresase; algunos capítulos inician con palabras iniciales en mayúsculas, lo que desde un principio anticipa la atención que como lector se le debe prestar al relato subsiguiente; en letras cursivas se indican los nombres de obras de teatro, de literatura o académicas, revistas, personajes, películas, agrupaciones musicales y demás, representativas o típicas de la época; con frecuencia algunas palabras están separadas pos sílabas o incluso por letras, de manera que desde la misma lectura se intuye el tono enfático con que el personaje las enuncia.  Estos recursos mencionados, dinamizan la lectura de la historia, y de alguna manera estrechan la relación del lector con los personajes, en la medida en que permiten un impacto visual y sonoro del relato, en especial la página en la que se hace evidente la recurrencia y monotonía de un discurso cuando las consignas de la época son “piedra piedra piedra…” y la del relator “rock rock rock”. 

“La perfección del estilo en cada arte, consiste en esto: en saber borrar las limitaciones específicas y empleando sabiamente lo característico, imprimir a la obra un sentido universal”[1]

El tedio y el hastío no pueden estar más claros en otro lugar, que en la recurrencia del relato hacia el vómito: las palabras vomitadas, la consecuencia de una purga que el organismo rechaza por cualquier motivo, el malestar, la incapacidad de digestión de un hecho, en fin, el simbolismo en su mayor expresión.

Es de anotar que aunque el personaje relator parece ser el autor mismo, nunca se refiere a su mismo, no se sabe su nombre, ni su apariencia física, ni su aspecto, ni se tiene de él un nivel de detalle como él lo ofrece respecto a los demás personajes, de éste relator sólo se mantiene a lo largo de la obra, la certeza de su incertidumbre, de su poca capacidad de adaptación, pues, aunque se desenvuelve en ambientes, lugares y grupos diversos, es en definitiva un ser que no se siente perteneciente a ninguno de ellos, aunque sea fácilmente acogido, no se siente incluido ni hace esfuerzos por adaptarse, al contrario, con frecuencia confiesa su afinidad con personas con las que ni siquiera ha compartido personalmente o con cosas que ni siquiera ha visto, pero que de seguro la globalización y los mass media le han trasmitido con el efecto de una cercanía casi equiparable a la geográfica.  Así se radicaliza otra característica importante de éste relator y es que se encuentra en un perfil cercano al de un psicótico cuando intenta dar cuenta racionalmente de procesos incluso internos de su organismo, que no conoce pero que describe como si los presenciara.  Esta racionalidad extrema persiste en casos como la referencia al cine, la experiencia del personaje que finalmente se confiesa director frustrado, deja ver como la pantalla y las proyecciones sobre ella, de la misma manera que le sucede al personaje con la literatura, en definitiva parecen brindar esa posibilidad de vivir otra realidad, otro mundo, de insertarse a otros espacios y trasladarse a otros contextos, incluso llega a ser percibido el cine como humanizado, como víctima de las mismas penurias que el hombre mismo, de los desencantos y los desaciertos, en ese carácter tan obsesivo de querer acapararlo todo, de nuevo con esa devoción heredada de la religión.

Para estos personajes de la obra en general, existe con frecuencia una intención de separarse de su herencia, de diferenciarse de sus padres y de todo aquello real y simbólico que les represente lo tradicional o bien, si esta diferencia no está tan clara en términos de tradicional-moderno, se puede decir que los personajes se distancian de lo que consideran no moderno.  En efecto para el autor y los personajes la calidad de moderno se refiere a algo novedoso que irrumpe en el estado de cosas, más que significar en si un estado de cosas diferente, una perspectiva diferente, lo moderno aquí es semejante a lo nuevo, lo audaz, lo trasgresor, lo atrevido.  Son entonces características de lo moderno así entendido, hechos como la liberación de la sexualidad y las experiencias sexuales y homosexuales de los personajes masculinos y femeninos, sus relaciones con las drogas, el aborto, la violencia doméstica, y en el caso del relator, su relación con la música, el cine, la escritura, que funcionan a la vez como medios de ficcionalización, pero también como mecanismos de reserva de los individuos frente a la indeterminación y el tedio del ambiente en que se desenvuelven.  Ampliando lo anterior la mezcla de la música el cine y la escritura como ficciones y mecanismos de defensa es posible también gracias a esos rasgos híbridos de lo tradicional y lo moderno de esta sociedad que la obra retrata: por un lado son alicientes de ficción, en cuanto son presentados como si en realidad se constituyeran en ventanas para entrar a otra dimensión, o en válvulas de escape de la realidad, pues desde estas perspectivas se supone que se despliega un mundo completamente diferente, donde abundan las posibilidades de acción y percepción; pero por otro lado este recurso a la fantasía y a la imaginación, que se acerca casi a una fetichización de éstos medios, da cuenta de un rasgo de lo tradicional y del encantamiento del mundo que permite a estos sujetos híbridos de lo pre y lo post generarse unos resguardos y unas defensas ante ese mundo moderno cambiante y acelerado, usando medios modernos –en el sentido de lo novedoso- pero con afectos y argumentos tan emocionales que pasan por tradicionales, sobretodo si se recuerdan los tipos rurales y urbanos de Simmel, de Wirth y del mismo Williams.

En lo que se refiere a los personajes, es fácil identificar desde el mismo autor una intención de establecer tipos, no como tipos ideales, sino como personalidades típicas, entre ellos: el militante, el oscuro, bocalumpen, Paolo, heleno de Troya, la puerca, la Catri, el francés, la moderna que era también Eme, María, la posmoderna, la hipermoderna, la cara de puta, y otra serie de adjetivos que daban cuenta de la particularidad de su personaje y del estado de ánimo desde el cual el autor-relator se expresaba respecto a ella, de que tanto quisiera exaltarla, degradarla o de la exacerbación de sus celos.  De la misma manera como Eme es múltiple, los otros personajes a menudo desarrollan aspectos, facetas, y ámbitos de sus personalidades inimaginables, así como también algunos de ellos tienen rasgos físicos y árboles genealógicos casi caricaturescos.  Estos personajes permiten un despliegue descriptivo rico en abundancia de adjetivos, pues el autor no escatima su vocabulario al momento de dar cuenta de la diversidad y especificidad de cada uno de ellos, con sus anhelos y sus contradicciones, con sus métodos y sus pensamientos, con sus errores y sus acciones, en fin, queda claro que cada uno en sí es un mundo, cada uno una eternidad, un proyecto inacabado, como la modernidad misma: poetas malditos, filósofos suicidas, abogados convertidos a la formalidad de su profesión, estafadores de nueva era, chef especialista en hongos, todo lo que era posible ser, estos personajes lo son.  Cada uno de estos personajes desarrolla una interacción concreta con otros, con espacios, con la ciudad misma:

“La calle creando ese arrume de varados, de todos los pelambres, sus verdaderos dueños, como si cada noche fuera el inicio de otra creación del mundo” (pag 86)

“El centro de Medellín entrega personas extrañas, esas que dan lustre a sus calles.  No me refiero a lo que los pueblos y tanta mala literatura ha mostrado: los llamados personajes típicos, aunque estos personajes de ciudad algo se le parezcan” (pag 357)

Para el caso de Eme, la protagonista recurrente, casi alrededor de la cual gira la historia, la radicalización de la modernidad se da de una forma tal que el teatro aparece como el recurso exacto para indicar esa necesidad de mutación y cambio de planos, de caras y de vidas, pero finalmente todo en su vida, su ritmo vertiginoso choca completamente con su posición política, como siguiendo la lógica del big-bang, una saturación de elementos simbólicos del capitalismo, de la superficialidad, que para ella eran las marcas y la mercantilización de la vida a través de su comsumo, se convirtieron en el objeto de repulsión y de negación frente al mundo, el blanco para proyectar las frustraciones, el eterno retorno de un mundo moderno que no satisface: 

“A uno lo van rotulando como a una mercancía.  Es la locura de producir y consumir de una manera desbocada como si la gente mantuviera depresión constante” (Pág. 247)

“no tuve más remedio que inventarme otro discurso: la frivolidad es otra opción, lo único que importa es el estilo, el empaque la armadura.  La frivolidad es la parte externa de lo trascendente, una proyección ¿-e-n-t-i-e-n-d-e-s-? ya superé ese periodo” (Pág. 250) 

Su tránsito y el de otras, por el feminismo no resulta siendo más que la prolongación de un púlpito, la mutación de un discurso y un método agobiante a través de unas mujeres que se podían percibir, a esas alturas de la historia, como posmodernas, con la obvia claridad de que el concepto aquí no aplica en su rigurosidad, pues lo que en este tipo de feminismo queda claro es la falta de rupturas, de posturas y de alternativas, solo se erige un argumento radicalizador y aliciente de las situaciones que tanto penaliza.

Finalmente el desenlace de la obra termina siendo un espejo de la realidad misma, de la situación de encanto y desencanto que plantea la modernidad, la obra enamora, abandona y permite el duelo, en el sentido en que la historia cautiva y atrapa, pero una vez se avanza en ella, se ansia el final y una vez alcanzado el final, queda el vacío, de nuevo la sensación de saberse en ese eterno retorno moderno, pero ahora con tintes posmodernos, porque es obvio que ese retorno no remite a puntos fijos, no remite ni siquiera a circunstancias modernas, sino a nuevas incertidumbres e indeterminaciones, mientras lo único cierto es esa incertidumbre, lo que en sí ya constituye o bien una resignación o bien un duelo.  Quedan entonces los a vacíos, hastíos que para el autor-relator, parecen irresolubles, pero que cada uno de los personajes parece solucionar como ya es costumbre: con un nuevo elemento moderno, modernizador y modernizante, que no es más que una mezcla de algo novedoso con afectos tradicionales.

“Dentro de muchos años cuando este paisaje de cotidianos hubiera desaparecido, el eterno retorno traería otra generación para hablar de lo mismo: literatura y política, ese deporte nacional” (pag286)



[1] SANCHEZ VASQUES, Adolfo.  Antología textos de estética y teoría del arte.  UNAM,  México.  Pag 25



En Defensa de la Palabra. Luis Hernando Vargas


  En Defensa de la Palabra. 

Luis Hernando Vargas

Medellín : Cine & Cenizas / Víctor Bustamante



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Medellín: Cine & Cenizas” .   
Un Juego de Voyeristas y   Espejos   Multiplicados  en  el Tiempo.


María Eugenia Vélez M.

“Medellín: Cine & Cenizas”  del escritor Víctor Bustamante , recupera   la memoria  de  los teatros que   el proceso de  urbanización   desmanteló   para construir  la  ciudad moderna,   en parte,  sobre  las ruinas de un  patrimonio arquitectónico  irrecuperable,   que en su momento,  marcó   una forma de  ser,     vivir y   sentir  la cotidianidad   de los ciudadanos   y  las consecuencias de su relación con el cine. Esta obra, que ofrece varios niveles de lectura,  es un referente sobre el cine,    las  películas  que disfrutaron o rechazaron   innumerables  espectadores y  sobre los teatros que se  convirtieron  en una especie de  escuela para autodidactas,  personajes que se apasionaron por el llamado séptimo arte.
La  novela, en primera persona, es un aporte a la historia  de  nuestra ciudad:  un viaje por  los  teatros que nombran  los capítulos  que componen   la   estructura   narrativa.  El autor, con una  prosa poética,  caracterizada por el humor, la irreverencia y la ironía,   se  reencuentra con lo vívido en la ciudad que amó y ama.  Honesto consigo mismo y con sus lectores,  nos lleva desde  su personal  ritual  de iniciación con el deseo, al voyerismo  que lo determina en su  obsesiva búsqueda   del objeto  perdido,  de su amor por el cine, su inquietud por la vida y el arte,   y la Medellín de los personajes que recrea ,  la ciudad  que refleja  sus propios  aciertos y fracasos.

Como en el cine, el autor rebobina   las  películas  que  visionó    de  los  directores  que lo marcaron,  de las bellas  estrellas que atraparon su deseo,   metáforas de su objeto perdido, luminarias histriónicas para   su  educación sentimental y de otros cinéfilos y espectadores.   En la novela, apreciamos  el detalle, la puesta en escena  de sus amores furtivos o  difíciles,  y la de quienes  buscaban lo suyo,  en la  oscuridad  cómplice  de las proyecciones  cinematográficas en   teatros porno,  comerciales o del  cine de autor.

 Victor Bustamante,   cuenta del  impacto que el cine ejerció  sobre una generación transformada en habituales espectadores de cineclub con una  pregunta  personal sobre  el gran  autor;  refiere la génesis, entre otras actividades,   de la revista kinetoscopio y su  pléyade  de  críticos;  rememora a los  soñadores  que no pudieron insertarse en  la incipiente industria cinematográfica de la época, o quienes  dirigieron, produjeron, o actuaron en películas que  hoy hacen parte de las primeras experiencias de  nuestra particular cinematografía.  

“Medellín: Cine & Cenizas”    un juego de  espejos y voyeristas   multiplicados  en el tiempo:   El narrador, un “flaneur”  que conoce  el ritmo de la ciudad, como a  la palma  de  su mano traviesa,    que ausculta  la vida y enfoca  personajes puntuales que recrean  la atmósfera  de la novela.  Esa bohemia  de   amigos que materializaron  con su goce  y su particular punto de vista del   cine, la literatura, la música rock y  la poesía , una  búsqueda  que llenó de sentido  sus vidas y dió  origen a la novela que hoy   entrega el autor a un público, que  al leerla,   fijará  su mirada en lo que fué y es ahora  nuestro  espejo  desde esta orilla del tiempo presente.




domingo, 21 de septiembre de 2014

Amábamos tanto la Revolución de Victor Bustamante



Este Domingo 21 de Septiembre a las 5 p.m.

Presentación del libro Amábamos tanto la revolución de Victor Bustamante,

Editado por Fondo Editorial Corporación Ateneo Porfirio Barba Jacob y la Alcaldía de Medellín. 

Edificio de Extensión Cultural U de A. Fiesta del libro. Los Esperamos.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Prosas de José Manuel Arango / Luis Hernando Vargas -Editor



                                       Eufrasio Guzmán y Luis Hernando Vargas  





Prosas de José Manuel Arango

Luis Hernando Vargas  -editor-

Instituto Caro y Cuervo

La pasión ha llevado a Luis Hernando Vargas a perseguir por muchas páginas, de archivos, revistas y periódicos al escritor. En este caso al poeta, a través de las huellas que han dejado sus amigos, es decir las aproximaciones a su poesía. Cada uno de ellos ha escrito algo que ha dejado como una impronta, ya sea, cuál fue la causa por la cual llegó a la poesía de José Manuel. Ya sea su impresión y algo que queda velado y que muchas veces no se admite de una manera total: qué percibió del ser, de ese ser que fue José Manuel, lejos del ruido de lo que no debería ser un escritor.  Porque en ese sentido José Manuel nos dio una lección dignidad.

En esta recopilación, además, está ese terreno poco reconocido del poeta: sus prosas. Uno siempre se pregunta la razón por la cual JMA, escribió poca prosa y se volcó por entero a pulir sus poesías. Las respuestas son varias, una de ellas podría ser que se sentía más poeta que otra cosa, y a lo mejor, las notas sobre algunos escritores, unos cuentos, y algunas reflexiones lo llevaron a dejar de lado el terreno de su reflexión y la narrativa posible. A lo mejor no se sentía bien en esos terrenos o, a lo mejor, algunas exhortaciones y especulaciones se volcarían en la falta de tiempo porque la poesía sale de inmediato, es un fulgor, y la prosa es algo de más disciplina de más persuasión, de más intensidad y largo aliento.

También en Prosas aparecen algunas traducciones de JMA, y algunos cuentos casi olvidados, pero que la persistencia de Luis Hernando las ha traído de nuevo al presente.

Lo que si es cierto es que en este valioso material, se recrea el ámbito del poeta, atravesado por la presencia de quienes lo conocieron. Además una buena lectura de esta indagación nos lleva de una manera cronológica acerca de las dudas, acerca de los caminos creativos del poeta en la elaboración de su corpus peculiar, es decir, desde las huellas iniciales hasta la presencia del poeta maduro, en su máxima expresión creadora. Prosas nos instala los caminos apasionados que poco a poco cristalizaron una obra.

En ese sentido, Prosas de Luis Hernando Vargas, editado por el Instituto Caro y Cuervo, establece de una manera total, lo que es el trasegar de la obra del poeta.

Siempre estamos acostumbrados a esta labor de averiguación, de búsqueda, de insistir sobre escritores que hace tiempo murieron. Es como si el olvido de algunas generaciones fuera necesario para reestablecer el orden de la vida, de la creación de un escritor. Mas en Colombia donde los olvidos sobe nuestros escritores son generalizados a no ser los de la misma antología de siempre, es decir, aquellos sobre los cuales se escribe hasta la saciedad que se vuelven invisibles porque ya sabemos todo de ellos.

JMA murió hace poco, en su máximo esplendor creativo. Siempre me he preguntado qué rutas hubiera tomado su poesía, sus reflexiones. Pero el tiempo no tiene medidas y la muerte asoma detrás del hombro a cada momento.

En la escritura de este valioso libro hemos aprendido una lección, al realizarlo su autor ha sido contemporáneo, es decir, no ha dejado que la huella del poeta tanto en su prosa como en sus reflexiones, y sobre todo, el ámbito su hábito poético se olvidara unos años más.

Presencia y un trasegar, caminos y hallazgos. Aquí en este libro, Prosas, está presente José Manuel Arango
.



jueves, 11 de septiembre de 2014

Medellín: Cine & Cenizas / Víctor Bustamante



Medellín: Cine & Cenizas

De 

Víctor Bustamante
..



Presentación el próximo martes 16 de sep. 
Fiesta del libro. 
6:30 p.m. Salón Humboldt


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Puedes  entrar, regresar a estos teatros,  en Medellín: Cine & Cenizas. Ya  que no es ficción sino una síntesis de la ciudad desmantelada. Ven a buscar la ciudad antes que tu memoria la olvide.


Índice
Teatro Barbosa / 11

1.    Junín  44
2.    Guía de cine  / 48
3.    El Granada /56
4.    El Medellín  / 67
5.    El Kemper / 70
6.    El Bolivia  / 73
7.    El Balkanes /75
8.    El Guadalupe 79
9.    El Sinfonía  /90
10. El Cid  /105
11. Radio City  /120
12. El Dux /133
13. El Tropicana / 135
14. El América  /144
15. El Rívoli  / 149
16. El Libia / 153
17. El Santander / 166
18. El Alameda / 173
19. El Instituto Goethe y la Alianza Colombo-Francesa / 177
20. La Cinemateca de Méliès  /  203
21. El Metro Avenida / 247
22. Junín / 251
23.  María Victoria /255
24.  El Lido / 261
25.  Castilla / 266
26. Odeón  / 276
27.  El Subterráneo  /  280 
28. Cine Centro / 308
29. Clases de cinéfilos  /314
30. El Diana  ayer, México después, hoy Capitol /316
31. El Carnaval del Diablo / 330
32.  The End /358

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Nota Sobre Medellín: Cine &Cenizas

Cecilia Carmona

Anoche terminé tu novela; que lastima porque me la leí noche a noche y La disfrute mucho, me la goce. Despertó en mis sensaciones muy diversas: una infinita melancolía por épocas pasadas, de tus palabras, ¿se pude decir así en vez de tu mano? me devolví en el tiempo  a mi propio descubrimiento, en mi adolescencia del cine y el erotismo en, la primera película en que vi otra mujer desnuda, aparte de mí: la bellísima Jane Fonda en Barbarella,  de tu escritura   recorrí toda una época marcada para mi por el cine, el amor y Medellín,  también yo  fui “ chica cineclubista”, enamorada, después en una época más madura mi soledad y el cine y otra vez Medellín,. El centro sus teatros sus calles sus bares, el desamor mi soledad…y así…

Me reí en tu novela, disfrute de tu ironía, tu picardía y tu inteligencia.
Admiro tu valor para desnudarte en tu novela, ella es visceral, cruda pero llena de momentos muy logrados, leyéndola me olvide de tu voz, pero te oía, te veía te reconocía, me develaste muchas cosas que nunca entendí de vos, y me has creado otras inquietudes que quizá  la vida  me permita develar...

Esta noche la presentas al público a ese   público doble moral y pacato de nuestra amada ciudad te lloverán críticas, alabanzas y más críticas.


 Hoy te consagras como escritor en buena hora.