viernes, 20 de junio de 2014

23. Medellín: Deterioro y Abandono de su Patrimonio Histórico: La Ladera







23. Medellín: Deterioro y Abandono de su Patrimonio Histórico: La Ladera 

Cárcel de la Ladera


                                                              Para Fernando Zapata Uribe


Víctor Bustamante

Así fuera una cárcel con toda la leyenda negra que esta poseía a lo largo de su vida útil, unos 55 años, no podríamos olvidar que un arquitecto brillante como Goovaerts la había construido, y que con el tiempo se convertiría en un bien patrimonial, y que esa misma saña con que fue destruida no era el motivo para borrar de un manotazo el hecho de que en este sitio hubiera existido ese correccional. Simplemente se hizo lo de siempre, en esta tierra de la desmemoria, se cerró la cárcel, y se olvidó unos años, los suficientes, para que se convirtiera en un sitio lleno de ruinas y miseria, con lo cual se justificó su destrucción. Es la misma intención que se manejó con las estaciones del ferrocarril, el Parque de San Antonio, con el Hospital Mental de Aranjuez, con el edificio de la Farmacia Pasteur, con el Hotel Bristol; se cierran, luego se abandonan, hasta que las ruinas son palpables y no queda otra opción que demoler estos sitios. Todo lo que sea referencia histórica y sentido de pertenencia de la ciudad: estorba. Así se borra la memoria y se justifica su decadencia cuando otra generación no sienta como suyo alguno de esos lugares, al solo ver ruinas.

Por qué razón no se le dio otro uso al edificio de la cárcel si hacía parte del legado de un gran arquitecto como Agustín Goovaerts. Medellín durante cada alcaldía sufre un desmantelamiento patrimonial y los ciudadanos en el embeleso que se mantienen apenas conocen la ciudad.

Sobre el ámbito de la Ladera Jorge Iván Ríos Rivera nos da su versión:

“Desde luego la presencia de la cárcel fue lentamente estigmatizando a los habitantes de la zona, caracterizando sus vidas como pertenecientes a un barrio de tercera categoría en tanto que la dinámica que generaba la cárcel hacía que muchos delincuentes, viciosos e inquilinatos se apostarán al lado de la misma. Mucha de la actividad económica del barrio en sus orígenes estuvo relacionada con dicha cárcel. Dicha cárcel de La Ladera, famosa por tener en sus celdas a ladrones y asesinos durante la década del 50-60, fue un comienzo brusco y lamentable históricamente hablando para el sentido comunitario, dado que la institución carcelaria en mención, invisibiliza un poco la dinámica del trabajo comunitario, pero a su vez le da un toque especial, dado que permite que el sector se divida en cuatro grupos.

La Ladera es uno de esos recodos de recuerdos que se quedaron en la memoria de cada uno de los habitantes de Medellín. De los viejos habitantes, porque muchos tuvieron que convivir con Calzones, aquel ladrón que en épicas hazañas robaba a los ricos para darle a los pobres, o de Tirofijo, ladronzuelo que se pasaba la tardes enteras pensando en cómo tumbar a sus víctimas; o Toñilas, quien después de robar y estar metido en la cárcel, se dedicaba a leer a los presos”.

En 1914 el terreno apto para el pastoreo y las posteriores invasiones citadinas, donde se construiría la Cárcel Celular de Varones de Medellín fue comprado por el Gobernador Julián Cock Bayer por $12.000.00 pesos. Allí se había construido la “Casa de La Ladera”, desde fines del siglo XIX, y esta fue objeto de interés para distintos propósitos parte de funcionarios y dirigentes, hasta que finalmente se le dio la función que había recomendado el señor Cock Bayer.

Para la construcción de la cárcel, en 1921, se hizo cargo el Arquitecto Ingeniero del Departamento, el belga Agustín Goovaerts. De tal manera se adecuó la antigua Casa de La Ladera, y junto a ella se erigieron pabellones, patios con celdas. En un principio ésta fue pensada para cárcel, es decir, estaba siendo construida para detenidos preventivamente y sumariados, no para condenados. Su nombre era Cárcel Celular de Varones de Medellín, luego Cárcel Judicial de Varones, y con los años, simplemente La Ladera.

Ubicada en el barrio Enciso, inició su funcionamiento en noviembre de 1923, cuando el edificio se hallaba aún inconcluso. Su primer director fue Julio Viana. Dos años después de haber puesto en funcionamiento una parte de la cárcel, y al ver que los trabajos para concluirla no prosperaban, algunos funcionarios y la prensa empezaron a preocuparse”.

A principios de la década del 50 algunos presos de La Ladera participaron en la construcción del Estadio Atanasio Girardot.

Uno de sus reclusos más famosos fue el escritor nadaísta Gonzalo Arango, quien pasó tres días allí, ya antes Mauro Álvarez había escrito un libro sobre esta prisión. También Camilo Correa, luego del descalabro de Procinal, dirigió un periódico de su creación, La Ladera, también dictó allí cursos de periodismo a los presos. También allí se filmaron algunas escenas de la película “Bajo el cielo antioqueño”.

Con los años, el crecimiento de la población reclusa y el abandono estatal para su terminación, acentuaron problemas como la inseguridad, pues se presentaron fugas: una de ellas la de Toñilas vestido de mujer; otro caso grave el hacinamiento, que llegó a superar el 400%, pues para la época de su clausura, en enero de 1976, albergaba unos 3400 presos, siendo su capacidad para 800 presos. También habia indisciplina interna, ya que fueron constantes las riñas, heridas y muertes de presos dentro del plantel.

Tras varios años de abandono, éste lugar pasó a ser el lote para el parque biblioteca del mismo nombre. Como dato curioso, en los años 70, llegó a Medellín una pareja de misioneros canadienses, “los Rendle”, quienes sintieron pasión por el trabajo en las cárceles, inicialmente en “La Ladera” y después en “Bellavista”.

Javier Alexander Macías nos da su versión de la vida alrededor de la cárcel:

“Los días en el barrio La Ladera comenzaban antes de las 4 de la mañana, cuando los guardianes de la cárcel comenzaban a levantar a los presos con sirenas y pitos para hacer el conteo y saber quiénes estaban y quienes habían aprovechado la complicidad de la noche para escapar a esconderse entre los solares de las pocas casas aledañas.
Luego el esperado día de visita. Eternas filas se prolongaban por esas calles erguidas para alcanzar a ver al reo que pagaba una pena por delitos cometidos en alguna parte de la ciudad.
A un lado, trasnochados y esperando a los clientes, se veían hombres y mujeres que esperaban con ansía estos días de visita para vender “chucherías” a los visitantes, e incluso a los carcelarios y encarcelados.

Pero ya no está la cárcel y las historias que se tejían por las calles del barrio La Ladera han cambiado de protagonistas. Aún hay solares, pero ya no se esconden allí los delincuentes, sino los niños que juegan y se ocultan, mientras otros cuentan en forma regresiva desde 100. La historia ya se vivió, pero aún quedan por sus calles, retazos esparcidos que le han dado identidad.

Las calles de La Ladera han cambiado. De aquellas empedradas ya no queda nada; incluso, las casas de entejados de barro y puertas torneadas en madera, se han ido cambiando por altas cajas de apartamentos pintados con diversos colores. 

Aún se ven los vendedores de chucherías en las esquinas, pero ya no hay largas filas de compradores en la cárcel, es más, ya no hay cárcel. Ahora reposa bajo los nuevos muros dedicados a León de Greiff, uno de los mejores poetas que ha dado este terruño colombiano enmarcado en montañas o en llanuras, la libertad del conocimiento y no la represión de las acciones.

Ya no hay cadenas ni grilletes, sólo niños y adultos que juegan en lo que fueron los patios convertidos en canchas, donde alguna vez estuvieron los presos. La alegría se toma este espacio que es el centro de La Ladera. Allí conviven y convergen todos los habitantes del barrio, en una mezcla de presente y pasado que se conjuga entre los muros de lo que un día fue una prisión”.


Bibliografía:
-El Colombiano, Medellín, 1976
-Macías, Javier Alexander. Un barrio anclado en la historia
El Mundo, Medellín, jueves 19 de Junio de 2014
-Ríos Rivera, Jorge Iván. Historia De La cárcel "La Ladera". http://clubensayos.com/Acontecimientos-Sociales/Historia-De-La-c%C3%A1rcel-La/439346.html
-Posada Segura, Juan David y Luz Marina Acevedo Jaramillo. Privación de libertad en los establecimientos de Medellín. Junio 2011.   http://web.usbmed.edu.co/usbmed/elagora/htm/v12nro1/pdf/PRIVACION-DE-LIBERTAD.pdf



3 comentarios:

Anónimo dijo...

lastimosamente no hay dolientes, o sino, el parque biblioteca España ya esta cerrado.
definitivamente ya no hay con quien contar para nada.

juan fernando zapata dijo...

Gracias Víctor por tu mención. Me encantan estos temas de patrimonio. Un abrazo. Juan Fernando Zapata U.

Marc Bourgois dijo...

Bonjour ! je suis un petit-fils de Agustin Goovaerts et je vis en Belgique. Le famille Goovaerts est encore bien présente dans les environs de Bruxelles. Vous évoquez dans vos articles le remplacement de mon grand-père par Mr Montoya. Sauriez-vous expliquer un peu ce qui a mis fin à la mission de Agustin Goovaerts en Colombie ? Nous ne connaissons pas bien cette partie de l'histoire ! Cordialement, Marc Bourgois marc.bourgois@telenet.be