martes, 27 de mayo de 2014

Lejos de Roma de Pablo Montoya

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Lejos de Roma de Pablo Montoya

Víctor Bustamante

 El poeta en el exilio rumia su culpabilidad y añora la nombradía que tuvo cerca a Augusto, se siente agradecido porque no fue ejecutado. Entonces el poderoso Augusto no soportaba de ninguna manera versos eróticos, menos que lo criticaran en una ciudad, Roma, el centro del mundo. Consejas, traiciones, desconfianzas y sobre todo el poder absoluto del Emperador. Ovidio es enviado al exilio, a Tomos, donde lo cuida el Regente, sumido entre diversas lenguas que no entiende. Escribe con ahínco y a veces rechaza sus manuscritos, el nuevo giro que ha tomado su escritura, pero, contradictorio, los salva del fuego al encenderse su cabaña luego de un ataque.

Ovidio pasa ya de los 52 años y vive un amor casual, con Emilia, Ovidio en su propia voz pasa, repara y repasa como si sus recuerdos hace mucho lo hubieran atrapado y añora la gloria perdida, ya que nunca regresará a Roma, la amada ciudad de sus amores. A su recinto llegan las diversas voces manchadas por la adversidad, las preguntas con respuestas especulativas, y el tiempo que se alarga en su espera para que le sea conmutada su pena. He dicho la espera, y es esa una de los motivos que acompañan al lector junto al poeta, que lleguen buenas noticias de Roma para lo que nunca ocurrirá, que el poeta sea liberado del destierro. Pero no podemos olvidar que la brutalidad de Augusto también ha llevado a desterrar a su hija Julia, y luego la brutalidad de Tiberio ha llevado a asesinar a Póstumo, hijo de Julia.

Pausado y reflexivo, pero sin ningún sentimentalismo Pablo nos lleva a través del libro a indagar sobre esa desgracia. Cada capítulo es dedicado a una palabra que puede ser el hombre de una persona, un utensilio, un lugar que va entrelazando la trama de la novela que es el drama de un poeta desterrado. Entonces poco a poco unimos esos capítulos, esas palabras que nos lleva a reflexionar sobre la desventura de alguien tan inofensivo en apariencia como es un poeta y que deba pagar con una pena por la vileza del poder que lo señala como indeseable.

¿Cuál fue la verdadera causa del exilio de Ovidio?: ¿Su liberalidad? ¿Un cambio de moralidad que ha llevado a castigar el adulterio como acto heroico y erótico? Es una pregunta que siempre merodea y sin una respuesta precisa que asola no solo al poeta sino a los lectores.

El poder, la muerte, la irrecuperable nombradía, el amor, la llegada de la madurez, la amistad, es decir todo lo que da lustre a la vida son los pensamientos que abordan y persiguen a Ovidio en Tomos frente a un mar extraño. Pero sobre todo perduran sus reflexiones sobre el exilio. Todo poder trae aparejada su nueva moral como una requisitoria que es necesario cumplir en pos de una fatal ilusión de que la sociedad no deba caer en los llamados vicios en loe extravíos. La permisividad se altera y quien va a sufrir ese expolio es quien fue liberal en su momento, quien le cantó a la vida, el poeta.


Pablo nos hace reflexionar sobre ese tema sin solución, el escritor y el poder, dos extremos irreconciliables. 



miércoles, 21 de mayo de 2014

En Defensa de la Palabra (Censura por la U de A) Poemas de Carlos Alfonso Rodríguez

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El derecho a la libre expresión es uno de los más fundamentales, ya que es esencial a la lucha para el respeto y promoción de todos los derechos humanos. Sin la habilidad de opinar librememte, de denunciar injusticias y clamar cambios - el hombre está condenado a la opresión.

Por estas mismas razones, el derecho a la libre expresión es uno de los más amenazados, tanto por gobiernos represores que quieren impedir cambios, como por personas individuales que quieren imponer su ideología o valores personales, callando los otros.

La lucha por la libertad de expresión nos corresponde a todos, ya que es la lucha por la libertad de expresar nuestro propio individualismo. Respetar la libertad de los demás a decir cualquier cosa, por más ofensiva que la consideremos, es respetar nuestra propia libertad de palabra.


lunes, 19 de mayo de 2014

Amarillo Azul más Rojo






Amarillo Azul más Rojo

Las noticias repiten y vomitan las sumas estrafalarias, las apropiaciones inconsultas del presupuesto nacional. La novedad está en lo trivial. El eje es el impudor y la certeza de triunfar por encima de tantos millones de colombianos. Así los políticos, así los noticieros, así los medios. Pero cerca hay personas solidarias que no tejen los hilos de la muerte sino que lucha por sacar del ostracismo y de la pobreza a estos niños que se merecen todo el disfrute y el caudal de su infancia.
De ahí que la ciudad y el país nos demuestre la generosidad de este puñado de profesionales en luchar por una vida digna de estos niños, lejos de los planes, de las propuestas, del inexcusable condición de quienes tienen que hacerlo y no obran de ninguna manera porque esos encargado de hacerlo siempre aspiran a mas no los llena nada ni nadie

Dije, solidaridad, y aquí está de una manera breve y sentida Amarillo azul más rojo. Para ellos mis respetos.


domingo, 18 de mayo de 2014

SILUETA DE LA POÉTICA COLOMBIANA por Juan Mares





SILUETA DE LA POÉTICA COLOMBIANA
(O LÍNEAS DEL CONTORNO POÉTICO COLOMBIANO)

Harold Alvarado Tenorio. 
Ajuste de cuentas, La poesía colombiana del siglo xx.
Prólogo  de Antonio Caballero.
Agatha Editorial de Palma  de Mallorca. 05 de febrero de 2014. 660 páginas.


Juan Carmelo Martínez Restrepo
Juan Mares
poeta

Ajuste de cuentas es un texto que rastrilla la memoria  para zurcir en la parihuela la decantación de algún verso, algún poema, tal vez un poemario y quizás un poeta.

De entrada aparece una dedicatoria, como piedra lanzada al infinito: es una denuncia sin pelos en la lengua y dedicada a un viejo servidor asesinado en Tarazá.

Luego viene el prólogo de Antonio Caballero, periodista bogotano, que califica el texto como “Un libro a cuchilladas”. Se diría, con letra envenedesnuada, es decir, la desnudez del grito envenenado.

Y luego una ráfaga que desempelota al Modernismo, a los Nuevos, a Piedra y cielo, a Mito, al Nadaísmo, a La generación desencantada (donde se incluye),y por último, a los que se dio en llamar La generación del narcotráfico: a sus poetas, sus poemarios  y contextos.

Hablar de una obra que da cuenta de una historia contada de otra forma a las acostumbradas con miel de rosas o de ambrosía, y en cambio, ésta, con su dosis de cicuta y entre nos, de ají de sirirí, es reconocer que por más pretensiosa o ingenua, si se quiere, que haya sido nuestro parnaso, hay asuntos y trasuntos que permiten la sonrisa, el atragantamiento de palabras y en todo caso, para quitar el hipo espasmódico, un relámpago en medio de la oscuridad para ver, entre el resplandor, donde refugiarte mientras las centellas.

Ajuste de cuentas: reseña, antología e historia juntas para vaciar la hiel de sapo bamburé y propiciar el parto de los montes, con una crítica de masca huesos para que sude el espinazo de los lectores cachifos de la geografía literaria de un país, es dar un paso hacia la autocrítica de nuestra producción verborréica y almibarada en unos casos, dispersa en monosílabos en otras,   sesuda en muy pocas, experimentalista en la moda, y poca entrañable en la mayoría de los casos.

Con la palabra “Ajuste”, comienza del título del texto de Harold Alvarado Tenorio (poeta y escritor colombiano que no nació en el mes de los temblores), se puede interpretar como ajustamiento,  para  una polisemia benigna donde se trata de completar algo inconcluso, algo que falta o “la patadita de la buena suerte” para que el conejo salte. Pero cuando el complemento del nombre del folio termina en “de cuentas”  le damos el significado de ajusticiamiento, es otro el cantar y otra la sentencia. Y aquí me viene a la memoria un viejo libro que se me ha traslibrado y traslumbrado, Historia social del arte y la literatura de Arnold Hauser. Esto, mirando a aquellos que descontextualizan al poema y al poeta de la geografía y las pasiones.

Ajuste de cuentas es un barrejobo donde sobreaguan los náufragos a la buena aventura de una orilla prodigiosa que puede ser el tiempo, quizás el tiempo. Ya habrá tiempo para que se cristalicen las palabras o se pudran roídas del comején, sin que tenga nada que ver la antropofagia literaria de la divina ratonera.

Para descifrar el círculo de oro sobre qué verso perdura en la memoria para un tiempo después, y permanezca intemporal y así universal, que puede ser un libro con su poeta a bordo, puede ser. Zeus lanzando rayos y de cuando en vez unas gotas de rocío. Sablazo va y mandoble viene tras uno que otro paño de agua tibia, puñal de acero inoxidable enterrado en el alma de las letras. Al fin y al cabo, une hilos de una historia al margen de la sociedad y poco a poco inmersa en ella hasta llegar al marco de la poesía de los barbitúricos y la dosis mínima de la nonadobletetracatreachepe

Recordemos que Colombia es tierra de tigrillos, como el de Pereira, y no de leones como confusamente nos confundió Rubén Darío. ¡Qué pecao! diría una vieja desgreñada a orillas del Sinú, el San Jorge o el Atrato. Pero todavía se mira a la periferia como si llena de  poetas con taparrabos.

Uno desde otras orillas se queda preguntando por qué  desdeñó el autor tratar el surgimiento de la tradición poética a los inicialistas: Julio Arboleda (49 años), José Eusebio Caro (36 años), Gregorio Gutiérrez González (46 años), Diego Fallón (71 años), Rafael Pombo (79 años), Jorge Isaacs (58 años) y Epifanio Mejía (75 años). Los pregoneros del verso en rima y el verso asonantado y no por ello, no ser testigos de las guerras de su tiempo. Aun repercutía la Batalla de Chorros Blancos, y aun verde toda esa campaña libertadora y las posteriores resacas. Uno entiende los apremios. Y esto para no mencionar a la poesía mítica de nuestros chibchas y katios, cunas o caribes etc. Y luego el testimonio de Juan de Castellanos, Otra etapa de despojos sangrientos como la de los aborígenes, entre ellos, antes de Colón y su manada de bastardos violando aborígenes.

Si bien el modernismo fue el primer ismo nacido en América y la Jitanjáfora la primera figura literaria aportada a la literatura por parte de este continente, es bueno reconocer toda esa faena de la poética vernácula, nuestra, con sus matices.

Cabe admirar el honor que le hace a un poeta vivo de las características de X504 en la plena flor rosada de la calahuala, al ubicarlo en la portada como un libertador del verso y una poética diferente, alto honor con el que muchos consensuamos.

Botón o botín, filón, guadaña, espina de güerre, sabor de ipecacuana para curar la fiebre: esa que dan las palabras.

Texto ilustrador de los trasfondos de la historia a la vera de los versos y poetas. Se hace leer tras el sarcasmo y su hermana, la ironía.
Ulula un poeta como confesor de sus pescados pecados
Como gritón de ciertos aciertos
Como adivinador de fortalezas fatuas
Como postulador de deseos y aseos
Como cronista de una historia en versos conversos
Como plañidero de juiciosos prejuicios
Como moledor no de granos de trigo, no de granos de arroz
Sino del cereal bendito del que está hecho el hombre de Amerík
En metates molido y en los mismos amasado y cocido, o asado, o en peto*.


Harold Alvarado Tenorio. (Buga, 1945)
Poeta, crítico y traductor. Doctorado en filosofía y letras en la Universidad Complutense de Madrid. Profesor titular de las literaturas de América Latina en la Universidad Nacional de Colombia. Entre sus obras cuentan: De los goces del cuerpo –Poemas- (2012); Literaturas de América Latina (1995); Ensayos (1994); Kavafis (1984); Cinco poetas españoles de la Generación del Cincuenta (1980) y otros.
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*Esta palabra [Peto, proviene, no del latín si no del Catío, compuesta de un prefijo y un sufijo así: [Pe traduce  maíz y do rio o agua, por lo tanto traduce  “maíz aguado”. Los españoles le cambiaron la terminación fonética do por to por la similitud fo, fo, fo fonética.




Poemas de David Velásquez M.




Poemas

De

David Velásquez M.

El blanco espíritu de la expresión.

Miro los apuntes de la escuela, cada día me hallo menos en ese lugar, ver como el blanco de las hojas va siendo violado por el lapicero, rotulas lentamente esos garabatos sin sentido que tachan la expresión que podría plasmarse en esa hoja, esas letras y números  que te hacen copiar los maestros, los cuales no he podido entender y no creo querer.

Digo que escribir es como hacer el amor, cuando lo haces con cariño y con sentido, todo este acto se vuelve majestuoso y se crea una unión especial entre el escritor y el blanco papel.  Mientras tanto escribir por que si es como violarlo, pues siempre estará lleno de cosas mal hechas y sin sentido que alguna vez dijo un loco de esos académicos para complicarnos más la vida. Ofendes la blancura de la hoja, la llenas de cosas que crees entender, pero no, ese no eres tú, son letras sin alma.

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Vives para trabajar, trabajas para morir.

Te muestran a la academia como el único camino, desde el colegio te muestran el cuadriculado camino de “las buenas notas” , “eres un vago , me dicen mis padres” , pero yo personalmente me considero loco.
Veo a esos pobres mediocres que nunca expanden su mente, que por que saben de ciencia ya son doctores, por favor , eso solo dice que te grabaste lo que decía en un libro , y a donde te llevara a eso , a ser profesor quizá a vivir una vida triste haciendo lo que te dicen , te casaras , tendrás hijos quizá , y después morirás , pero morirás siendo un infeliz académico más.
Sé un loco, un desadaptado, sé poeta, se escritor, no seas uno más de esos académicos que  se ahoga en letras que no entendieron . Sé un loco, sé un poeta, no te lleves por la misma guevonada que el resto de la sociedad.

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Infancia destruida de camino al trabajo.

Creces y te olvidas del pasado,
tienes vagos recuerdos de lo que era la felicidad irracional, esa que tanto amabas.
pasas por la casa en la que vivías como atajo al trabajo  , ves que  esta desgastada y vieja , nada comparado con donde creciste.
Ves al anciano tendero, el mismo que un día te vendió el pan en la mañana viejo y a punto de morir.
Ves el árbol  en el cual tanto reíste, donde marcaste tu primer amo.
Sin hojas y a punto de morir.
Ver como este pasado se muere te duele.
Viste todo en sus mejores momentos.
Tuviste  de camino a el trabajo, un instante de reflexión que no entendiste .
Los recuerdos felices en la vida pasan,  todos tienen su fin, pero lo que no ves es que eres cotidiano Eres como el árbol, internamente estas muerto y seco y en cualquier momento caerás, triste y solo .
En el momento solo estás ofendiendo  tu pasado, tirando toda la felicidad  y recuerdos de tu vida  a la mierda siguiendo esa vida de camino al trabajo.



viernes, 16 de mayo de 2014

Paro Nacional del Magisterio, Medellín, mayo 15 del 2014

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Paro Nacional del Magisterio, 
Medellín, mayo 15 del 2014 



Poemas de Anderson Zapata




Poemas 
de 
Anderson Zapata





En casa

Habitaciones, sofá.
Cajas y cajas y ellos y yo.
Conversan, dialogo.
Estamos, ya nadie visita.
Hace años no viene Matilde,
Se han aburrido de nosotros
Mi padre fuma tabaco
Mamá fue puta.
Se han disgustado con nosotros
Poco nos importa que nos tomen ausentes
Siempre lo hemos estado.
Aquí solo conviven los ángeles;
Esos que bajaron al Hades y no volvieron
Nunca volvimos, nos sentimos cómodos así,
Grotescos, pintorescos, sórdidos,
Al fin y al cabo ausentes.
Suena el teléfono, nunca contestamos.
Nunca nadie está, nunca nadie fue.
Odio cuando juntan sus cuerpos,
Cuando escucho sus cuerpos gemir.
Grotesco, odio, sinsabor, teléfono
Equipaje, ruido, extravagante, ridículo,
Amorfo, delirante, irregular, absurdo, pincel
Cuadro, vulgar, sublime, carcomido
Pintoresco, vagabundo, pendiente, pretencioso,
Subjetivo, anoréxico, intrínseco,
Sórdido, yuxtapuesto, sobrepuesto,
Extendido, miserable, ausente,
Y aun así, suponemos ser nosotros
Descuadernados sin formulas
Amanece, sus caras, los cepillos,
La caja de dientes en el mostrador.
Waiting for Godot, Endgame,
Précis de decomposition,
Descompuestos, disparatados,
Desbaratados,
Abrupto, domestico, rustico.
Nos miramos a los ojos a ratos,
Cenamos algunas noches,
Ante todo, y sin premisa
Odiamos comunicarnos.


Casualidad

Las casualidades con las que decidimos,
Esas mismas en las que construí esta cama
Y las piezas de mi habitación
Son un compendio de todas las mareas
Que enredan estos años en que me he perturbado
Son casualidades que rondan por momentos
El libro que busco y olvido
La tasa de café que no serví
El lápiz que hay debajo de la cama
Las sábanas puestas
Las ventanas abiertas
Todo eso soy
Decisiones que me postergan
Me alejan de mí
Pierdo el tiempo rayando la pared
Dibujando mis pronombres
Mis yo reclamo
Mis tú golpeas
Mis él disloca
Mis ella enloquece
Mis nosotros volvéis
Mis vosotros marchaste
Mis ellos colocan
He perdido en todos estos
Los adjetivos con los que
Se dan mis oraciones
Yo ya dejo de ser casualidad
Pero casualmente me decido
Me enrollo, me vuelvo hiel
Cierro la ventana
Cojo el lápiz
No hay libro
No hay café
Aparece una foto
De lo que era yo
Es decir,
De lo que fui casualmente
De lo que deje
Y anoto con firme intención
En un papel
Que ando enormemente con la intención
De que mis casualidades mueran
De que si es necesario yo lo haga
Pero que los desatinos de esta vida;
Vida cotidiana se ahuyenten
Se descotidianice todo
Aparezca el libro, traiga la tasa de café
Y se desaparezca la foto


Cotidianos

Miras de soslayo, cae tu cabello al cuello
Tiras los tacones a la esquina
Ni ruido, ni música, ni yo
Te miro apesadumbrado, me miras, sonreís
Me hablas de las calles que caminaste
Me pintas las posturas de tu jefa regordeta
La oficina, la oficina, la oficina
Cansados de todo esto,
Yo de vos, tú de mí
Tus pechos, hermosos, inquietos
En alto, fascinantes, sobresalientes
Tiro la crema dental, observo y los olvido
Desencajado de ellos, me alejo de vos
La ropa interior, la oficina, las calles
Prendo la radio, juego de seducción
Nos hemos venido desentendiendo
Así, aun, sin misericordia nos miramos
Te cocino, me conversas, te ríes, nos queremos
Me quieres y te quiero, así, cansados de nosotros
Miras en la ventana, los buses ya se fueron
No vuela nada, luces de postes nocturnos
Volteas y me sonreís, te hablo de los chicos del colegio
De la novela que no he terminado, del programa que no veo
Me conversas del libro que sí leíste,
No opinas de ningún programa hace tiempo no vemos cine juntos
Tv. no vamos a caminar, estamos ahí, pausados de un amor inquieto
Nos prolongamos en nosotros mismos,
Me besas antes de irte a la cama, te miro a los ojos
Entras desnuda a las sabanas, devorarte
Devorarme, consumirte, extraerte
Me amas, me olvidas a cada momento
Te amo, te olvido a segundos
Nos buscamos como amantes deseosos de otros cuerpos
Necesitas otra boca, necesito otras miradas
Entro desnudo a las sabanas, te tocas, me toco
Empezamos el ritual, durante años nos repetimos
Nos encontramos, nos buscamos, nos miramos
Te encanto, me encantas, nos enamoramos
Nos vamos olvidando, odiando mientras nos penetramos
Yo recóndito, dejo de desearte, te dejo de lado,
Salgo a la ventana, desearía un revolver,
Levantarlo en la sien, matarte, matarme…


Patria

Caminas un par de aceras,
Pasas y al fondo esos arboles
Los mismos que viste en infancia.
Y recordáis con gracia
Que no hay nada por recordar
Que las infancias son dolorosas
Que la muerte siempre estuvo cerca
Pero la vida aun peor siempre esta
Los arboles quedan atrás
Y ya no apetece desvelar las claves;
Las de ningún éxito, ni triunfo.
Aquí, en esta patria estamos vomitados
Para la desgracia, la destrucción política
La incoherencia social
Y la desinformación suicida
Yo no he decidido alejarme de nada
Me gusta estar ahí parado frente a la t.v.
Recibo cantidades de vómito,
Son pelusas informativas
Así me construyo, así te construís vos
Nosotros, todo este colectivo de miseria.
Despiertas feliz de la buena nueva,
Vamos muriendo a pequeñas gotas
Sonrisas imaginarias leves, por instantes.
Odio reírme, odio mi patria.



En Defensa de la Palabra- Poemas de Helena Restrepo


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En Defensa de la Palabra- 

Poemas de Helena Restrepo 




ESTADOS ALTERADOS

 

Adoro el licor en tu sangre 

que te saca de tus esquemas 

y te hace construir unos nuevos 

en los que yo quepo…

Y en realidad poco importa 

que retornen los viejos esquemas 

y te secuestren lejos de mi boca, 

porque ya he guardado esos labios en los míos 

para mis soledades

y tu apretón de mano lo cargo 

como amuleto para mi buena suerte.



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DESENCANTO

 

Es muy tenaz amor

haberte amado tanto y tantas veces

y verte hoy como al más extraño de los extraños,

como al que apenas se le conoce el nombre. 

Que hubieses sido ese ser 

con el que mi cuerpo cantó alabanzas

y hoy no quede canto alguno,

sólo desencanto y rabia.



 






martes, 13 de mayo de 2014

Póker de Ases de Eduardo Escobar- Música de Lisímaco Henao

                                                                 Eduardo Escobar

Lisímaco Henao
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Póker de Ases
de
Eduardo Escobar



POKER DE ASES

Eduardo Escobar

Todo está permitido
También la luna
Y los anarquistas
Todo está prohibido
La lluvia y las cebollas
El pan por las nubes
Las películas francesas

Todo cambia
El mar con las mareas
Las formas del mensaje
Las piedras de Sogamoso

Todo importa
El sol cada mañana
Una salchicha al desayuno
Una mujer para sus nalgas

Todo me sobra
El oro en los baúles
El aire envenenado
Y los cuatro ases

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Anoche apenas escuché esta balada, Póker de Ases, que primero fue un poema de Eduardo Escobar y que Lisímaco Henao le ha colocado música y él mismo la canta.
Así es el azar, que un poema haya sido escrito y que años después un cantautor le haya descifrado su música, y lo haya revestido con la guitarra, el saxofón y su voz poderosa y obligue  que lo escuchemos varias, muchas veces. Y no sé por qué extraña circunstancia entrañable sitúe al poeta, a Eduardo, en esos momentos duros de la poesía, en esos instantes de ensueño, cuando las utopías merodeaban por estas calles de  Medellín.

El poema refiere un instante particular del poeta cuando él mismo se permite contemplar la noche y la presencia de un mundo no reglamentado y  las películas francesas que le abren un mundo: Julieth Greco, ¿Godard? Luego en su intermedio nos dice que todo cambia, el mar, las piedras de Sogamoso y por supuesto los mensajes que le llegan con lo variable que es la voz, las voces de los amigos o amigas. Así también todo le importa las mañanas, el sabor y una dama en la mañana. Pero también el poeta nos comparte su deshacimiento con el mundo cuando le sobra el oro, el aire y todo se lo deja al azar, al juego a la coincidencia de los ases, la suerte está echada.

En este pequeño poema está la presencia de Eduardo.

En este poema está el encuentro entre el poeta y el cantante.














lunes, 12 de mayo de 2014

Michel Onfray en Medellín, Hedonismo como apuesta y propuesta posible del vivir

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Michel Onfray en Medellín, Hedonismo como apuesta y propuesta posible del vivir

"Hedonismo no es consumir" 

Entrevista por Cecilia Bembibre

"Entre mis lectores están los locos, los histéricos, los perturbados, los nutricionistas", enumera con ironía Michel Onfray, el filósofo francés que reivindica al hedonista como figura clave de su propuesta teórica. No son todos. "Los que leen en la soledad de su existencia y tratan de mejorar su vida" conforman un público que ha encontrado en El deseo de ser un volcán, Diario hedonista, La construcción de uno mismo o La razón del gourmet argumentos sólidos para adherir a una moral distinta. 



–¿Hay un malentendido con la figura del hedonista?
–Se cree que el hedonista es aquel que hace el elogio de la propiedad, de la riqueza, del tener, que es un consumidor. Eso es un hedonismo vulgar que propicia la sociedad. Yo propongo un hedonismo filosófico que es en gran medida lo contrario, del ser en vez del tener, que no pasa por el dinero, pero sí por una modificación del comportamiento. Lograr una presencia real en el mundo, y disfrutar jubilosamente de la existencia: oler mejor, gustar, escuchar mejor, no estar enojado con el cuerpo y considerar las pasiones y pulsiones como amigos y no como adversarios.
–A los 28 años tuvo un infarto, y eso le sugirió su texto El vientre de los filósofos. ¿Cómo lo cambió esa experiencia?
–Cuando tuve ese infarto acudí a una nutricionista que me hizo comprender que se podía mantener un discurso castrador respecto de los alimentos. No había que comer con sal, ni grasas, no tomar alcohol, y la idea de mi primer libro arribó a partir de esa experiencia, como una invitación a considerar que el placer de la alimentación era preferible al displacer de una mala nutrición. Nos peleamos bastante, yo estaba en mi cama con el infarto y ella me estaba dando clases. Como conservaba algo de retórica, se fue enojada diciendo que conmigo no se podía discutir.

–Y nunca siguió sus consejos. ¿Cuál es su posición frente a la ciencia?
–Encuentro a la ciencia limitada e incapaz de incorporar todo lo que no es inmediatamente cuantificable, aunque la respeto. La ciencia no puede incorporar el placer; piensa que es deseable medicar a alguien para que el colesterol baje, sin pensar que eso puede ser terrible para la salud de una persona, porque está obligada a considerarse a sí mismo un enfermo. La ciencia debería poder integrar una dimensión psicológica de la medicina: sabemos que a veces el tratamiento con placebos lleva a curaciones. 
–Uno de los fenómenos que usted señala es la disociación que existe entre el cuerpo y los sentidos. ¿Cuándo ubica el inicio de este proceso?
–Es algo que no puede situarse con mucha precisión, probablemente esta situación en la prehistoria no existía, pero con el proceso de hominización se desarrolla una moral y con ella una cultura de odio del cuerpo. Sólo hubo morales alternativas que celebraron el cuerpo, en tanto las morales oficiales, las morales del poder, consideran que hay que negarlo.
–Pero hay sentidos privilegiados, ¿cómo se llega a esta jerarquización?
–No es la sociedad la que privilegia: ciertos sentidos se ven privilegiados según una lógica de la supervivencia. Cuando el hombre caminaba en cuatro patas, estaba más en posición de oír y olfatear que de ver, al convertirse en bípedo existe la posibilidad de un mayor desarrollo del cerebro. La jerarquía de los sentidos se modifica y es la vista la que ocupa un primer lugar. Esto va cambiando con los siglos y con el desarrollo de la urbanización masiva. En la vida rural la gente tenía otra relación con la naturaleza; en la sociedad urbana actual se huele y se oye menos. Las sociedades consideran que hay bellas artes o sentidos nobles, relacionadas con la vista y el oído y otras menos nobles, relacionadas con el olfato o el gusto. Difícilmente se da la posibilidad de oler o gustar a otro fuera de la intimidad. Mi propuesta consiste en que los cinco sentidos deben ser considerados de manera igualitaria, y que debe ser otorgado a la gastronomía el mismo status que a la pintura o la música.
–Se está produciendo un documental sobre sus ideas, y usted se presenta en medios masivos. ¿Hay una apertura de la filosofía en ese sentido?
–Para el documental estoy escribiendo el guión. Es una colección que se ocupó de Deleuze, Sartre y Baudrillard, y reduce todo el trabajo a ciertas claves que permitan comprender la obra entera. Creo que el cine es un acercamiento posible a la filosofía, como la radio, la TV o el video. Son medios para llegar a gente que a lo mejor no se atreve a leer un libro. Hay quienes están a favor y en contra. Los que están a favor son los que son invitados, y los otros, los que nunca reciben invitación. Curiosamente, cuando se los llama para opinar en un programa cambian de posición.








Michel Onfray en Medellín, Ciudadanías Rebeldes en los tiempos de hoy

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 Michel Onfray en Medellín, Ciudadanías Rebeldes en los tiempos de hoy


Política del rebelde. 
Tratado de la resistencia y la insumisión [fragmento]

Michel Onfray

Las jerarquías son ficticias, las desigualdades fantoches; no hay superhombres, ni infrahombres, tampoco hombres convertidos en animales, en contraste con otros ungidos por los dioses del Valhalla: nada vale el artificio cuando la esencia lo dice todo y expresa la verdad absoluta de la especie. De los SS, Robert Antelme, en L'Espéce Humaine, escribe: "Pueden matar a un hombre, pero no pueden transformarlo en otra cosa". Esa es la primera verdad descubierta en el campo de concentración, de naturaleza ontológica: la existencia de una sola y única especie, y la naturaleza esencial de lo humano en el hombre, enclavada en el cuerpo, visceralmente asociada con la carne, el esqueleto, la piel y los huesos, con lo que queda de un ser, mientras un hálito, incluso frágil, aún lo anime. La verdad de un ser humano es su propio cuerpo.

Devastados por los furúnculos, destruidos por el ántrax, las heridas hormigueantes de gusanos, la carne devorada por los piojos, la piel violeta, agujeros que horadan la cara, la sangre consumida por los parásitos, los miembros helados y podridos, rapados, sin pelos, forzados cada día a bailar una danza macabra hasta el agotamiento, hasta la postración, incluso hasta que la muerte invada finalmente y para siempre el cuerpo: hasta en estos extremos el cuerpo del hombre triunfa en el lugar inexpugnable de su humanidad. Esta es la segunda verdad surgida de los campos, que sobrevuela los cadáveres. Ante la naturaleza y ante la muerte, sostiene Antelme, no hay diferencia sustancial. La esencia es la existencia, y viceversa. Ninguna precede a la otra, están fusionadas, como el cuerpo y su sombra.

De modo que esta ontología puesta de relieve por una fisiología -si no es al revés- exige que se sepa que lo esencial es el individuo y no, por cierto, el sujeto, el hombre o la persona. Lo que muestran los campos, tercera verdad, es que más allá de todos los artificios posibles e imaginables, comunes y familiares tanto para los nazis como para los amantes de ideologías gregarias que hacen del primero un sujeto de derecho, del segundo un género de la especie humana, o una persona que se mueve en un escenario metafísico, lo que hace a la irreductibilidad de un ser es su individualidad, y no su subjetividad, su humanidad o su personalidad.

El individuo es quien sufre, padece, tiene hambre y frío, habrá de morir o saldrá adelante, es él, en su cuerpo, y por lo tanto en su alma, que recibe los golpes, siente el avance de los parásitos, así como la debilidad, la muerte o el horror. Todo nuevo rostro que se dibuja en la arena después de la muerte del hombre pasa por esa voluntad deliberada de realización del individuo, y nada más.

Por otra parte, quizás el hombre haya vivido sus últimos momentos en los campos. Después de que Foucault dio las fechas de nacimiento, podría formularse la hipótesis de una fecha de defunción, para esculpir y materializar en una lápida los extremos entre los cuales desarrolló su enseñanza. Y, además, es necesario acabar de una vez con ese término que, jugando con la duplicidad y la pluralidad de las definiciones, permite someter al conjunto de la humanidad, incluida su mitad femenina, bajo la sola y única rúbrica de Hombre.

Siempre me molestó que, en ese registro, las mujeres fueran hombres –por ellas, si me lo permiten-. Pues los campos han demostrado, más allá de las variaciones semánticas y de las diversidades, que la individualidad es lo que tienen en común los seres humanos, sin importar su sexo, edad, color de piel, función social, educación, proveniencia, pasado: un solo cuerpo, aprisionado en los límites indivisibles de su individualidad solipsista. La fisiología que constituye la ontología ignora lo diverso para definir un solo y único principio.

Del sujeto podemos decir, desgraciadamente, que ha sido exacerbado en esta época y en estos lugares. Define al ser por la relación y la exterioridad, negándole una identidad propia que se le atribuye solamente por y en la sumisión, la subsunción a un principio trascendente, superándolo: la ley, el derecho, la necesidad o cualquier otra cosa que incita a hacer la economía de sí en provecho de una entidad estructurado por su participación, su docilidad. El sujeto es siempre de algo o de alguien. De modo tal que siempre encontramos un sujeto menos sujeto que otro, en la medida en que, apoyado sobre el principio en cuestión, uno se siente incesantemente autorizado para someter a otro: el juez, el político, el docente, el prelado, el moralista, el ideólogo, todos aman tanto a los sujetos sometidos que temen o detestan al individuo, insumiso. El sujeto se define en relación con la institución que lo permite, de ahí la distinción entre los buenos y los malos sujetos, los brillantes y los mediocres, es decir: aquellos que consienten el principio de la sumisión y los otros. Con su preocupación por la conciencia que se rebela y no acepta, Antelme recuerda que un sujeto no se define por su conciencia libre sino por su entendimiento sometido, fabricado para consentir la obediencia.

La persona tampoco me agrada. Aquí también la etimología, etrusca en este caso, recuerda que la palabra proviene de la máscara utilizada en la escena. Que el ser sea con relación a lo que se somete o por su modo de presentarse, no me convence, ni en uno ni en otro caso. La metáfora barroca del teatro, la vida como sueño o novela, la necesidad de la astucia o de la hipocresía, del juego social que presupone la persona del teatro, implican también el recurso al artificio: el ser para el otro no es el ser en su resplandor, ni en su miseria. El campo de concentración olvidó al hombre, celebró al sujeto, tornó improbable a la persona y puso de manifiesto al individuo. Las tres figuras de la sumisión funcionaron en la juridicidad, el humanismo y el personalismo. Quedan por formular las condiciones de posibilidad de un individualismo que no sea egoísmo.

Lejos de la red, de la estructura, de las formas exteriores que dibujan los contornos provenientes de lo social, la figura del individuo remite a la indivisibilidad, a la irreductibilidad. Es lo que queda cuando se despoja al ser de todos sus oropeles sociales. Bajo las sucesivas capas que designan al sujeto, al hombre y a la persona, encontramos el núcleo duro, entero, la mónada cuya identidad nada, salvo la muerte -y quizá ni eso-, puede quebrar. Unidad distinta en una serie jerárquica formada por géneros y especies, elemento indivisible, cuerpo organizado que vive su propia existencia, y que no podría dividirse sin desaparecer, ser humano en cuanto identidad biológica, entidad diferente de todas las otras, si no unidad de la que se componen las sociedades: el individuo sigue siendo irreductiblemente la piedra angular con la que se organiza el mundo.

La certeza del individuo, su naturaleza primera, atómica, obliga a deducir y a pronunciarse por el solipsismo. Sin hacer concesiones a las extravagancias metafísicas y excesivas de un Berkeley, se puede adelantar la idea de un solipsismo -solus ipse- en virtud de lo cual cada individualidad está condenada a vivir su única vida, y sólo su vida, a sentir, experimentar, tanto lo positivo como lo negativo, solamente para sí y por sí. Todos hemos conocido, conocemos o habremos de conocer los goces y los sufrimientos, las heridas y las caricias, las risas y las lágrimas, los llantos y las alegrías, la vejez, la angustia y el miedo, la muerte, pero estamos solos, sin poder transferir la menor sensación, imagen o sentimiento a un tercero, excepto bajo el modo participativo, pero desesperadamente ajeno, apartado y extraño. Cuarta lección para aprender del campo de concentración, siempre en el terreno ontológico: La constante evidencia del solipsismo y la condena del individuo a sí mismo. L'Espéce Humaine hace del campo de concentración el lugar de este experimento. Las escenas de violencia física, las palizas son descriptas con sobriedad. De la misma manera, con el tono de un moralista que hubiese tomado lecciones de concisión y lucidez de la Rochefoucault, Antelme afirma que cada uno "sabía que entre la vida de un compañero y la propia, se elegía la propia".

Reducido a la pura individualidad, a la protección de lo que en si constituye el sustrato de toda vida y de toda supervivencia, Robert Antelme saca a luz un principio denominado por él la vena del cuerpo, según el cual, ante el espectáculo del golpeado, del torturado, existe siempre, en el fondo de sí, allí donde se estancan y yacen las partes malditas, una satisfacción de un tipo particular, un modo extraño de gozar que supone el placer de no ser el hombre golpeado. No significa que se disfruta con el sufrimiento del otro, sino que es una forma de autoprotección, para evitar que aquel sufrimiento nos contamine, puesto que el hecho vale como placer de un dolor evitado, principio de un hedonismo negativo. Afectado por la compasión, fragilizado por la misericordia, toda individualidad sometida al ritmo y a las cadencias violentas de los campos de concentración habría estallado, lisa y llanamente. Vena del cuerpo, pues...

Se trata de hacer algo del individuo descripto, mostrado y reducido de este modo, de esta figura causada por la indigencia y la deconstrucción máxima. Caído al grado cero de la unidad, frente a lo que permite construir o reconstruir, ahora se trata de ascender hacia una complejidad que determine y defina el pasaje de la metafísica a la política. Toda política, tradicionalmente, propone un arte para someter al individuo y hacer de él un sujeto por medio de las desventajas y ventajas que concede una persona. Se distingue como técnica de integración de la individualidad en una lógica holista en la que el átomo pierde su naturaleza, su fuerza y su potencia. Proclamadas todas las utopías, pero también los proyectos de sociedad que pretendieron reivindicar la ciencia, lo positivo y el utilitarismo más sobrio, plantearon este axioma: el individuo debe ser destruido, luego reciclado, integrado en una comunidad proveedora de sentido. Todas las teorías del contrato social se apoyan sobre esta lógica: fin del ser indivisible, abandono del cuerpo propio y advenimiento del cuerpo social, único habilitado, luego, para reivindicar la indivisibilidad y la unidad habitualmente asociadas al individuo.

Ahora bien, la política que construya sobre, por y para la mónada aún no ha sido escrita. Como arte de olvidar, descuidar, contener, retener, canalizar, superar o pulverizar al individuo, desde hace siglos, propone variaciones, basadas todas en el tema de esta negación. El individuo nunca es percibido y concebido como entelequia, sino siempre como parcela, fragmento que exige, para ser realmente, un gran todo promotor de sentido y de verdad. Sumisión, sujeción, servidumbre, renuncia, subsunción, siempre en nombre del todo al que se le exige terminar con la parte, la que triunfa, sin embargo, como un todo por sí sola.

Todas las políticas apuntaron a esta transmutación del individuo en sujeto: los monárquicos en nombre del Rey, imagen del derecho divino, representante del principio de unidad celestial en la Tierra; los comunistas, en virtud del cuerpo social pacificado, armónico, sin clases, guerras, ni contradicciones, resuelto, en definitiva, bajo el modo monoteísta; los fascistas, en aras de la nación homogénea, la patria militarizada y sana; los capitalistas, obsesionados por la ley del mercado, la regulación mecánica de sus flujos de dinero y de los beneficios fáciles. Tradicionalistas e integristas, junto a ortodoxos y dogmáticos, cuentan con diligentes auxiliares del lado de los positivistas, de los cientificistas y de algunos sociólogos para quienes el sacrificio de lo diverso se hace en nombre de los universales con los que comulgan: Dios, el Rey, el Socialismo, el Comunismo, el Estado, la Nación, la Patria, el Dinero, la Sociedad, la Raza y otros artificios combatidos desde siempre por los nominalistas.

En esos mundos donde triunfa el culto de los ideales, universales generadores de mitologías -totalitarias o democráticas-, el individuo resulta un dato desdeñable. Se lo tolera o se lo celebra sólo cuando pone su vida al servicio de la causa que lo supera y a la cual todos consagran un culto: el Prelado, el Ministro, el Militante, el Revolucionario, el Funcionario, el Soldado, el Capitalista brillan como auxiliares de estas divinidades celebradas por la mayoría. ¿Dónde están las individualidades luminosas y solitarias, mágicas y magníficas? ¿En qué se convirtieron las excepciones radiantes en las que se encarna, hasta la incandescencia, la conciencia que no se disuelve bajo la opresión? ¿Qué pasó con aquellos cometas que atraviesan el cielo, solos, magníficos, antes de hundirse en la noche?

Querer una política libertaria es invertir las perspectivas: someter la economía a la política, pero también poner la política al servicio de la ética, hacer que prime la ética de la convicción sobre la ética de la responsabilidad, luego reducir las estructuras a la única función de máquinas al servicio de los individuos, y no a la inversa. Es posible entender el campo de concentración como la demostración exacerbada de lo que consagra el triunfo total y absoluto de los universales planteados como tales -la raza pura de un Reich milenario-, y de la voluntad de erradicar al individuo para construir una vasta e inmensa máquina hornogénea, purificada, fija, detenida en lo que es el modelo, absoluta en cuanto a fijación y negación de todo dinamismo: la muerte, cuando todo libertario desea y celebra la vida.

A la inversa de los modelos platónico, hobbesiano, rousseauniano, hegeliano, y marxista, modelos que- celebran una sociedad cerrada que, en sus variaciones encarnadas, desembocan en el nazismo y el estalinismo, luego, en todos los totalitarismos que procedieron, de alguna manera, de esta lógica de clausura, la política libertario busca la sociedad abierta, los flujos de circulación libres para las *individualidades capaces de moverse con libertad, de asociarse, también de separarse, de no ser retenidas y contenidas por argumentos de autoridad que las pondría en peligro, mellaría su identidad, incluso la haría imposible y hasta la suprimiría. Mientras Maquiavelo expresa la verdad política autoritaria, La Boétie formula la posibilidad de su vertiente libertaria.