sábado, 25 de enero de 2014

Babel 13. Bernardo Ángel


        BABEL

Bernardo Ángel

El ángel exterminador

Grupo de discusión
                                   N.13        dic 2013 Febrero 2014                                   
Babel.literatura@gmail.com
Medellín Colombia
ISSN 1794-5585


Valoración de su obra Conversatorio con Bernardo Ángel ● ● Una barca comandada por un capitán ebrio de poesía Ramón Figueroa (In)vocación a la Barca de los Locos Carlos Orlas  Mi experiencia con La Barca de los Locos Luz Elena Agudelo M. ● Stultifera navis Gloria Soto Bernardo Ángel o el coro de la conciencia Edgar Bustamante● Misa negra Mauricio Manco ●La Barca de los Locos,   MAS O MENOS● “La prisión de las masas” Daniela Tobón Agudelo (Daphne Poe)





Director Víctor Bustamante
Editor: Edgar Bustamante
Secretario de Redacción: Alejandro Bustamante
Diagramación: Ana María Giraldo

Publicidad: Harold Dávila


Hicieron posible esta Babel:

Luz Elena Agudelo
Oscar Botero
Gustavo Zuluaga
Juan Guillermo López (+)
Rubén Darío López
Marianela Márquez
Giselle Cañate


            

viernes, 17 de enero de 2014

20. Medellín: Deterioro y Abandono de su Patrimonio Histórico: Gonzalo Arango


Foto de León Ruiz




20. Medellín: Deterioro y Abandono de su Patrimonio Histórico: Gonzalo Arango


Gonzalo Arango

Andes 18 de enero 1931-Tocancipá 27 de septiembre 1976


Víctor Bustamante


Esta noche Gonzalo se ha encerrado en el cuarto del último color
Sobre el escritorio espejea su máquina de escribir donde sus dedos  han cabalgado tantas veces desde la planicie del anochecer acompañado por el humo de los cigarrillos y de las tazas de café 
hasta que sus desiertos se aclaran con las fugas del alba  
cuando se deshaga  como si fuera un viajero que ha dejado países, mujeres, poemas, palabras 
y arroja las maletas a la calle porque ahora avista entre la niebla
que ha llegado al puerto imaginado: sus palabras escritas.

En el tocadiscos se decide a escuchar algo de rock
También sus libros preferidos reposan alineados en el estante, cerrados y pudorosos, como teenagers de colegio
Lo ha seducido una casetera que le han prestado Michael Smith
Ya que ha decidido grabar su voz
Se ha alertado porque quiere dejar una huella
No sabe a quién ni para qué
Porque él nunca ha soñado la muerte ni lo ha señalado en su testamento
Pero sí sabe de los presagios de ella.
Su voz es pausada
De una serenidad y frescura que tallan la noche
Y arramblan a quien lo estuche unos años después
Pero él ahora solo quiere escucharse
como cuando se mira al espejo,
y sabe que han  pasado tantos veranos y tantas pieles
por sus pasos
Sabrá que ahí
dejará el alma impresa en sus poemas escritos
porque ahora su voz regresa desde esa noche en que él sentía decirnos algo de su presencia.

Marzo 12 del 2012


Poema a Gonzalo Arango / Carlos Alfonso Rodríguez



Foto de León Ruiz







GONZALO ARANGO (1931-1976)

Carlos Alfonso Rodríguez 

Ha llegado con sus padres y hermanos de Andes, al barrio Boston,
Luego de acabar el bachillerato en el Colegio Juan de Dios Uribe.
Medellín, entonces, era una ciudad pequeña, pueblerina, pacata.
Ha empezado a trabajar en la biblioteca de la Universidad
En donde estudia cuatro semestres Derecho y Ciencias Políticas.
Tiene serias intenciones en dedicarse a la vida política,
Pero en el fragor de la experiencia y en el horno cotidiano de la vida,
Descubrirá que el único derrotero posible en el universo político
Se encuentra en las sendas de la corrupción y el delito.
No había, como no hay otra opción, en ese largo callejón sin salida;
Mucho menos hombres honestos, en ese despreciable engranaje.
Entonces ha decidido desprestigiar el orden establecido,
Sacudir los cimientos en la Ciudad, a alborotar la marranera
A narrar, contar, describir su exuberante mundo interior,
A exteriorizar el alma de hombre de pueblo que lleva dentro
Y lanza un grito ensordecedor y bullicioso en la ciudad.
Escribe un manifiesto que escandaliza a todo el maniatado país,
Que seduce los oídos y los ojos de novatos autores,
Que por aquellos días andaban en calzoncillos y pañales;
Que lo siguieron ciegamente como si fuese un padre.
Probablemente, porque nunca tuvieron un papá en sus vidas
O porque fue el papá que siempre quisieron tener junto a ellos.
Ha caminado las calles, los jirones, la ciudad miles de veces.
Ha bajado desde el parque Boston a la Playa, a la Oriental,
Ha entrado a Junín, Sucre, al Metropol, el Astor, el parque Berrio;
La gente que lo admira, lo sigue porque es una tremenda cabeza.
Vuelve a la Plaza Cisneros, a la plazuela San Ignacio,
A la plazuelita Rafael Uribe Uribe, a la vieja estación del tren.
Trae un sobretodo negro comprado en el mercado de pulgas,
Ha dado de comer a las palomas que revolotean en la plaza Bolívar;
Lo han llevado preso a la antigua cárcel de la Ladera.
Ha escrito un libro que cuenta paso a paso toda esa cruenta experiencia
y también una serie de divertidos reportajes para la gran prensa.
Ha muerto inesperadamente en Villa de Leyva, en un accidente,
Mientras alguien cuenta que organizaba un viaje hacia Inglaterra,
A donde llegaría con Angelita, la inglesa que conoció en Providencia
Y con quien viajaba desde Bogotá al municipio de Villa de Leyva.
Fue un accidente inexplicable aquel del 25 de septiembre de 1976
en donde la única víctima fue el poeta Gonzalo Arango Arias,
El cual se autodenominó a sí mismo "El profeta" y guía de poetas,
Aquella desgraciada fecha muere un poeta colombiano;
Pero nacía a su vez en el continente entero, una inagotable leyenda

lunes, 13 de enero de 2014

19. Medellín: Deterioro y Abandono de su Patrimonio Histórico: Manuel Uribe Ángel

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19. Medellín: Deterioro y Abandono de su Patrimonio Histórico: Manuel Uribe Ángel

Manuel Uribe Ángel

Víctor Bustamante

En una fotografía de Melitón Rodríguez donde aparecen unos bueyes con unos arrieros en Palacé, al pie de página había un comentario donde se señalaba que al fondo, en la casa de tres pisos, vivió Manuel Uribe Ángel. Y la curiosidad es por lo siguiente, al ser el Centro de la ciudad convertido poco a poco en un sitio puramente comercial se fue perdiendo su carácter residencial y así mismo entre la profusión de avisos, de locales destinados al comercio, o sea el abandono por parte de las diversas administraciones municipales de los sitios de intereses, el concepto de patrimonio fue engullido por esta actividad, llevando a la ciudad a que se perdiera la presencia de muchos sitios caros debido a ese desmantelamiento progresivo, que es la expresión más acabada de la indiferencia de los organismos que debieron estar atentos a ello.

Hay una palabra, progreso, como una mirada al futuro, como un deseo de realizar eventos, construir edificios, actividades nuevas, como si fuera un imperativo, pero si esto es valioso, no puede olvidarse que la ciudad ha tenido una presencia cultural de relevancia y no se trata de ese continuo empezar donde se ultraja y se deja y se destruye lo construido. Algo es cierto, y lo reitero, nuestros administradores, incluidos los concejales de la ciudad, no les interesa para nada este tema. Es más, no tienen una formación intelectual sólida que los lleve a preguntarse el significado histórico de la ciudad: donde ronda lo político ronda el abandono. Es más el tema de patrimonio no da votos.

Dentro de este orden de ideas, el sector privado, con los urbanizadores tienen siempre la palabra, e inescrupulosos, para ellos el concepto de patrimonio, de lugares históricos, son considerados como algo desueto, como algo romántico, a quienes nos preguntamos por qué la ciudad va siendo demolida poco a poco sin que nadie se oponga. Cemento y  olvido es la constante en la ciudad de Medellín. A la élite paisa poco le interesa conservar la ciudad que con tanto denuedo fue construida en los años pasados. Y ha llevado sin que nadie caiga en cuenta en esa lumpenización del Centro. De esta destrucción solo quedan las fotos de Melitón Rodríguez, de Benjamín de la Calle, de Pastor Restrepo, de Gabriel Carvajal, Jorge Obando entre otros.

Pero ahora, recordemos a Manuel Uribe Ángel, que fue un intelectual valioso que estudió medicina en París. A él le cabe el mérito de haber escrito un libro sobre la región donde se engloba ese carácter de unificar, a través de ese estudio, las diversas zonas geográficas, algo así como un inventario: Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia.

En ese tercer piso vivió Manuel Uribe Ángel y ofició no solo como médico y político de preminencia ya que su carácter de filántropo lo llevó a recetar gratis a las personas humildes que se le acercaron, también vivió ciego los últimos años de su vida. Eran otros tiempos del político culto.

Su casa es en la actualidad el edificio Anveres, perdido entre el barullo de esa ciudad que olvida su historia.

sábado, 4 de enero de 2014

Darío Lemos: ¿Las almas devotas van a cielo? Si Darío hasta un poeta maldito como tú.

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Darío Lemos: ¿Las almas devotas van a cielo?  

Si Darío hasta un poeta maldito como tú.

Directora: 
Ángela María Puerta

Actores:

Juan Fernando Saldarriaga - Gerson Osorio - Gustavo Lopera- Idali Vanegas - Mauricio Flórez - Estefany Cañas - Camila Agudelo - Manuela Vélez - Andrés Villa - José Alfredo Argumedo - Carolina Franco - Tatiana López - Ana María Zuluaga - Jacqueline Bohórquez - Laura Henao - José Andrés Ardila - Sara Flórez - Simón Flórez - Vanessa Velásquez.
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Darío Lemos:

¿Las almas devotas van a cielo?  
Si Darío hasta un poeta maldito como tú.

Víctor Bustamante

De golpe, Lemos comienza a recordar los eventos que ha vivido; debería decir, que ha padecido, porque esos fueron los últimos años de su vida, el sufrimiento y la exclusión que lo llevaron casi a delinquir se suceden como una fantasmagoría en un lugar donde pasó los últimos años de su vida: la cama. Allí se convirtió en un viajero inmóvil detenido físicamente, pero en tránsito al territorio de la nada, mientras de golpe en su misma inmovilidad se suceden uno a uno los intervalos de su existencia. Ahí reside la magia de la obra, en el umbral de la muerte, de golpe, se empozan en el poeta: nada menos que su vida, esa larga cadena de eventos que lo definen.

Antes de entrar a la obra me preguntaba cómo, su directora Ángela, iría a tratar el personaje y esa leyenda negra que aun en vida lo embargó, dudaba acerca de qué aspecto ella iría a intimar, el punto de vista, en cuál haría más énfasis; preguntas que se resolvieron al saber que ha pasado el tiempo de la obra y no ha tenido puntos muertos, porque así como en Darío toda su subsistencia fue algo sin concesiones, así Ángela y sus actores van enseñando en cada cuadro esa vida azarosa que vivió el poeta de una manera serena.

Hay un recurso que me sorprende, los diversos Daríos, la sucesión de personalidades en que ella ha quebrado al poeta, lo ha diseccionado no para ensañarse en una sola personalidad sino para enseñarnos todos los posibles caracteres que él vivió y padeció así como las que nos reveló de una manera fugaz. Y ahí reside el equilibrio al mostrarnos ese Darío cuya vida se deslizaría poco a poco  hacia los terrenos sombríos de la maldición. Aunque hay una fisura: uno se pregunta en la persistencia del amor, del deseo, en las  mujeres que lo rodearon y que aún lo aman, como si fuera una suerte de yacente a la espera de la bondad femenina que lo saque de ese desierto de la noche, de ese abismo, de esa cuerda floja en que el poeta seguía los  dictados de los manifiestos nadaístas, y como, solo él, fue capaz de vivirlos y cumplirlos al pie de la letra

No hay alarde de lo que en vida hizo Darío, de vivir de su enfermedad para buscar conmiseración, no, Ángela escudriña en el interior del poeta, de la desazón, nunca de su fracaso sino de una vida calcinada en pos de la poesía, y por supuesto del nadaísmo más puro.


DARÍO LEMOS, POETA IRREVERENTE SIN RETRACCIÓN / Ángela Patricia David López






DARÍO LEMOS, POETA IRREVERENTE SIN RETRACCIÓN

Ángela Patricia David López



INTRODUCCIÓN
El presente trabajo  tiene como objetivo analizar acontecimientos de la trayectoria del poeta antioqueño Darío Lemos (1942-1987), poeta que se destaca por su marcada irreverencia. Para esto, se abordarán también otros poetas del movimiento Nadaísta, del cual Lemos  hacía parte. También se analizan algunas características biográficas del poeta francés Arthur Rimbaud (1854-1891), ya que este, al igual que Lemos, se destaca por ciertos modos irreverentes y por su trayectoria poética caracterizada por su compleja relación con las letras y la vida.
  Darío Lemos es uno de los máximos representantes  del movimiento Nadaísta, el cual surgió en el año 1958 en la ciudad de Medellín por el poeta y escritor Gonzalo Arango (1931-1976). Este movimiento fue una  manifestación de rebeldía, de revolución  y oposición a ciertos valores tradicionales en la sociedad colombiana, que se manifiestan en la política, en la religión y en la cultura. Su intención era demoler los valores decadentes de una sociedad moralmente hipócrita.
  Para analizar lo anterior, es relevante reconocer la importancia de la irreverencia en la postura vital de estos escritores, ya que en muchos momentos de la historia literaria se han manifestado diversas actitudes para expresar esta realidad. El caso del movimiento Nadaísta no es la excepción, ya que intentaban, con su ataque al establecimiento, escandalizar las visiones más moralistas de la época, las cuales se imponían en las instituciones sociales. Detenerse en la irreverencia de Lemos, nos ayuda a comprender su radical pensamiento frente a los preceptos morales de su momento histórico.
La perspectiva de análisis del presente trabajo se centra en la obra Darío Lemos cuando el poeta muere del escritor y poeta antioqueño Víctor Bustamante, ya que en este texto hay un sinnúmero de registros que analizan el motivo de la irreverencia en los poetas Nadaístas y sus arraigadas influencias. Muestra de ello, es el desencanto con algunos valores impuestos en la sociedad colombiana. La postura de estos poetas en relación a la iglesia y  la política, dan cuenta de su irreverencia y la necesaria revisión de los valores más tradicionales.
Lemos en el Nadaísmo
  Gonzalo Arango escribió en cromos una crónica sobre el poeta  Eduardo Escobar; cofundador del movimiento Nadaísta, la cual tiene particularidades que se asemejaban  perfectamente a las características biográficas de  Lemos; con lo que se expresa el contenido de este trabajo. Gonzalo la escribió al inicio utilizando en su discurso la ironía y la mordacidad, pero luego fue una premonición:
Para empezar era algo, casi nada, pero en el nadaísmo exigíamos como único mérito la ausencia de virtudes. Ni siquiera se requería ser artista, ni bachiller, ni digno, al contrario: preferíamos al anormal, al neurótico, al apache, al bastardo, al marihuano, al demente, al desarrapado, al nadie, al apátrida, al antisocial, a ese cuya naturaleza mística se emparentaba más con el bandido que con el santo. (Bustamante 34).
  Parecía que Lemos, sin un plan preconcebido, necesitara la vida de vagabundo para tener esa experiencia sobre la cual quería escribir. La irreverencia de Lemos apareció desde su adolescencia, no le surgía interés por los estudios escolares, prefería ser autodidacta, leer lo que él quisiera, aprender de lo que hablaban los demás de literatura, o de lo que le sucedía con sus sórdidas hazañas callejeras.  Lemos se mostró rebelde ante cualquier organismo social donde se incorporaba, y de tal modo, llegó a  la escuela de trabajo san José donde  estuvo una temporada por sus pasadas desobediencias en otras instituciones. No quería estudiar. La severidad que imponían los sacerdotes que coordinaban aquella escuela, no sirvió para transformar al adolescente díscolo en un verdadero humano, con valores. En esta escuela trabajó el poeta Eduardo Escobar, quien afirma que vio el expediente de Lemos con un diagnóstico: Debilidad mental.
  En un poema de Lemos titulado “hablando con el viento” recuerda esta temporada en esa escuela; “…frailes españoles  y golpes fuertes en las nalgas, con un garrote español y basta decir que como un niño yo no era más que un pequeño pino sembrado con mano izquierda (Lemos 17). Lemos demostró a muy temprana edad el desagrado por los religiosos, ya que notaba en ellos una odiosa petulancia, por la forma en que trataban a los que no hicieran las cosas para su agrado.
  Lemos, cuando conoció el  Nadaísmo, quiso entregarse completamente a sus fundamentos caóticos. En ese momento, este movimiento ya era reconocido por sus desmanes públicos, y sus miembros ya tenían una consigna: “hay que embriagarse de vino, de vida, de dichas”, como lo expresaba  Rabelais  en el siglo XVI. Todo era placer y opulencia. Darío y Eduardo decían: “hay que aniquilarse lentamente como decía Baudelaire” (Bustamante 25), pues la búsqueda extrema de tantos vicios y placeres; esa vida de bohemio,  llevó a este perverso poeta hasta su propio olvido.
“Lemos fue uno de los más salvajes demoledores. Tanto que se destruyó a sí mismo, o se construyó de otra manera, se construyó al revés y de para adentro” (Jaramillo 348). 
Arthur Rimbaud, poeta de la oscuridad
  “El poeta  Arthur Rimbaud comienza por la cólera y por la injuria” (Celaya 19). Rimbaud  se caracterizaba por su irreverencia hacia las instituciones, le gustaba ir poco a la escuela. En el prólogo de sus  primeras prosas escribe: “A mí me gustaba poco el estudio, es decir, aprender a leer, escribir y contar. Pero si se trataba de arreglar la casa, cultivar el huerto hacer recados, sea en buena hora: esto me gustaba” (V J 28). Este poeta maldito  aprendió a rebelarse desde muy joven, primero que todo ante su madre; una mujer extremadamente moralista y autoritaria: “Se insurreccionó contra su familia para luego alzarse contra la religión, la sociedad y  la literatura”. (Marie 17).  Rimbaud es naturalmente precedido por una inmensa oscuridad. La historia de Rimbaud, reúne  toda la “grandeza” y todas las miserias humanas, poeta con un genio devorador y de una inestabilidad fatal.  “Rimbaud rechaza todo en bloque: se levanta contra la condición humana; más aún: contra la condición física y astronómica del universo. Lo insoportable está en todo, para él. Vivir ¡ése es el horror! Estar en el mundo”. (Celaya 32).
  Rimbaud no solo se complace siendo irónico con los demás sino que  también condena su falta de sentido común, se burla de sí mismo interpelándose irónicamente.  La madre de Rimbaud escribe: “no ama a Dios, este sin corazón, pero aún ama, su nihilismo no es universal: ama a los pobres, a los humildes, a los desdichados, a los rebeldes. (Marie 46). Pero realmente el odio  era lo que invadía a este  aventajado poeta, pues en varias ocasiones lo manifestó hasta con sus propios ataques incontrolables a las personas.  Rimbaud detestaba  lo que era la vida misma.  Su amigo Delahaye escribe sobre él: “no es solamente insensible; hay en él un verdadero furor, una necesidad de  venganza. Se vuelve contra nosotros; nos aborrece con todas sus fuerzas, con todo su corazón” (Celaya 25).  
Similitudes entre  la vida biográfica de Darío Lemos y Arthur Rimbaud
  Respecto al rastreo que se hizo a la vida biográfica de  Darío Lemos, el poeta Nadaísta de Medellín del siglo XX, y de ciertos registros que se extraen de la vida biográfica del francés  Arthur Rimbaud, el poeta maldito del siglo XIX,  se pueden captar diversos acontecimientos símiles en ambos poetas, donde se identifica claramente la principal característica que define a estos anacrónicos hombres de letras,  la irreverencia.
  Para comenzar, ambos poetas  tuvieron sus obsesiones con paisajes naturales,  pero más que todo, esa obsesión era la de interactuar con esos hermosos lugares. Lemos vivió su niñez en un pueblo aislado de la ciudad de Medellín llamado Jericó, y cuando este llevaba dos años viviendo en  Medellín, añoraba el paisaje silvestre de su pueblo, aunque allí no podía llevar una vida desenfrenada Luego le entró una nueva obsesión, Lemos quería conocer el mar, pues éste  aún sin conocerlo, se lo imaginaba, hablaba inspirado con su inmensidad por lo que veía en las propagandas de la tele, de empresas de turismo, en fotografías etc. Hasta que viajó a tolú Coveñas con dos amigos, pero a Lemos, no le pareció tan mágico como lo “pintaban”.
  Rimbaud, desde su adolescencia, también sintió la necesidad de estar entre la naturaleza. “el río se convirtió en el centro  de todas las diversiones del muchacho” (VJ 10). Su mayor obsesión era permanecer echado en el fondo de una barca, leyendo cualquier libro que llegara a sus manos. Además, la naturaleza  fue un elemento profundo en su escritura.
  La soberbia,  es un elemento evidente en estos poetas, y sobre todo,  al comienzo de sus vidas como poetas “oscurantistas”. En ocasiones alardeaban de sus presencias, tan solo por el hecho de haber tomado el camino de las letras. Lemos, en sus primeros años en el Nadaísmo, también quiso llamar la atención con su aspecto físico, ya que quería aparentar  opulencia e inspirar respeto.  “Lemos, con sus vestidos lucientes y relucientes, bocadillos barranquilleros, era buen conversador, amable, manejaba un lenguaje bueno y una voz como de locutor” (Bustamante 46).
  El joven poeta francés, al principio de su camino en la literatura, también impactaba con una reluciente apariencia. Su maestro Georges Izambard,  describe su ropa cuando lo ve entrar a su casa diciendo: “con cuello duro a la moda, de palomita, con una ancha corbata de seda tornasolada de deslumbrante efecto, un perfecto ‘dandi’ (Marie 42). Un “dandi” era quién tuviera una refinada forma de vestir, y en el siglo XIX, estos personajes pertenecían a la burguesía. “Rimbaud al mismo tiempo se pavoneaba orgullosamente bajo el manto de su precoz impiedad y de su anarquía” (Marie 31). 
  Lemos tuvo su época de “hermosa Juventud”, ya que lo consideraron el terror de las muchachas, “Las herederas de la burguesía, que juniniaban, lo habían elegido como el Nadaísta más llamativo. Él se destacaba por su presencia atlética, cuajado, buena cara de malo y un collar. Era el símbolo sexual”. (Bustamante 49).  Rimbaud no fue la excepción, pues sus rasgos físicos lo dibujan de esta manera: era un chico alto, delgado, con su rostro ovalado y con aspecto de llamativa melancolía, sus ojos azules, el color rozagante en sus mejillas y con un  cabello abundante que resaltaban en la tersura de su piel blanca.
  Rimbaud  fue declarado poeta maldito por su devastadora vida, y “Lemos jugaba a ser un poeta maldito, ya que emulaba a Rimbaud” (Bustamante 21), quien fue una de sus más fuertes influencias junto con Baudelaire, Jean Genet, entre otros.  En una carta extensa le escribe Rimbaud a Paul Demeny, poeta de París, el primer manifiesto de la poesía moderna donde expresa las características que debe poseer un verdadero poeta vidente. En unas líneas de esa carta dice: “tiene que convertirse en el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito y el sabio supremo[1]. Para Rimbaud, el hacerse odioso, absurdo y abyecto eran sus ideales. Propiedades que Lemos aplicó muy rigurosamente para sí hasta el final. “Su postura (Rimbaud) era nihilista, absurda, anarquista. Se convierte en el precursor de la rebeldía de la juventud de nuestro tiempo”. (V J 406).
  Diversos incidentes en estos poetas los hacían distinguidos  a donde quiera  que fuesen, claro está, que esos incidentes siempre eran escandalosos. No respetaban nada ni a nadie. Lemos buscaba la debilidad de las personas para molestarlas, era burdo, cleptómano, irónico, sacrílego, altanero y por supuesto, irreverente. Su  comportamiento era inaceptable en cualquier establecimiento o lugar a donde llegaba. Era inaudito que Lemos hiciera escándalos continuamente en Medellín. Los mismos: pedir o robarle a sus amigos, entre otras cosas, pero tales cosas nunca le importaron. Se fabricó como poeta de la calle. Y Rimbaud, era expulsado de cualquier grupo intelectual, pues ofendía y molestaba con sus impertinencias a cada miembro de diversos parnasos donde intentaba incorporarse. Su joven profesor  Delahaye dice: “de nada nos servirá mostrarle el más benévolo de los semblantes; durante ese tiempo, buscará la forma de hacernos mal”. (Celaya 27). Pero Rimbaud, por su cuenta, se aislaba, le parecía innecesario  pertenecer a un grupo de poetas  y se divertía con sus descortesías. “Rimbaud consiste en escoger al azar no importa qué cosa y rodearla de su reticencia”. (Celaya 31). Sin embargo, también condena su falta de sentido común, se burla de sí mismo, interpelándose irónicamente.  
  Ambos poetas fueron hombres de dolor, de vicios, de rebelión y hasta de miseria, y a su vez,  no aceptaban ningún acto bondadoso hacia ellos, no soportaban que los miraran con hospitalidad. No admitían  limosnas lastimeras, rechazaban los alimentos, pues solo querían complacer la ansiedad de estar  narcotizados, y de tal manera, agudizar el desprecio de todo lo que les rodeara. “Rimbaud se establece deliberadamente fuera de toda consolación, de toda simpatía humana. Porque el mal que sufre, no es una injusticia cuya reparación pueda anhelar; es un tormento personal, reservado, que le ha sido conferido como un misterioso privilegio”. (Celaya 35). Para este poeta era un placer ahogarse en sus estados siniestros. A continuación, se describe un esbozo de su comportamiento indiferente en uno de sus acontecimientos vitales: “un día en la plaza Ducal, es interpelado por un joven burócrata que, creyendo ofenderlo, le da cuatro centavos: “toma chico, toma esto y ve a cortarte los cabellos”. Pero sin inmutarse: serán -dice Rimbaud-  para comprar tabaco”. (Marie58).
   A Lemos le ocurrían sucesos similares, pues muchos de los personajes que le conocían y lo valoraban como un gran poeta, le ofrecían ciertas comodidades. Algunos le regalaban ropa, comida, implementos de aseo, refugio, buscaban que este soberbio desdichado no se acostumbrara a la autodegradación. Sin embrago Lemos los rechazaba, pues él solo quería estar drogado y ensimismado, no en el regocijo del que hablan las personas con ambiciones comunes, sino en tener la sensación de que  no pertenecía a este mundo. “Un amigo de Lemos en una ocasión quiso demostrarle su afecto,  le compró una pijama, un cepillo de dientes, medias, pantaloncillos, una calurosa cobija de lana y una toalla con   palmeras. Lemos al recibir este equipaje se sintió humillado; solo quería dinero”. (Bustamante 83).
  La homosexualidad en Lemos y en Rimbaud también hizo parte de sus desdenes, de sus oposiciones a lo establecido en la iglesia, aunque la homosexualidad en Rimbaud fue más evidente, pues este tuvo una relación “sentimental” por dos años  con su compañero poeta Paul Verlaine; fue un vínculo arduo para éste, ya que Rimbaud siempre se mostraba despiadado, no le importaban lo que pudieran sentir hacia él, y mucho menos, el daño que pudiera causar a otra persona; al contrario, sentía gusto viendo el sufrimiento ajeno.
  Lemos tuvo el atrevimiento de cautivar con su excentricidad a un banquero de la ciudad de Bogotá, el cual, venía muy bien vestido  hasta Medellín para visitarlo, claro está, el sentimentalismo en el decadente poeta no existía, solo era para que le diera dinero y lo  invitara a enfiestarse junto con otros de sus compañeros de la élite Nadaísta. El poeta Eduardo Escobar escribe sobre este instante homosexual de la vida de Lemos diciendo:     
A lo sumo conseguirás en el ministerio desgraciado del poeta maldito que el banquero llore con tus ingenuidades, antes de meterse en tu cama. Pero después de apagar la luz y cobijarse con sus gansos tibios…vuelve a divagar sobre su montón de oro como si tuviera  hambre de justicia, verdad y belleza nunca hubiera existido. (Romero 218).
Rimbaud  pensaba  que no era suficiente ser cínico, y por ello su escritura se reciente. Parecían  conversaciones obscenas, escatológicas. “Pero no era horrible solamente por sus palabras. Su alma se yergue detrás de sus palabras, semejante a ellas, más espantosa aún, si es posible” (Celaya 22). Rimbaud escribió unas cartas a su amigo Delahaye que permiten advertir de qué profundidades surgían en él las palabras obscenas, qué placer sentía en ellas, con qué plenitud, con qué afán las evocaba. Estas son algunas frases de las cartas: “lo que hay de cierto, es mierda en Perrin (…) no olvides cagar sobre la Renaissance, periódico literario y artístico, si llegas a encontrarlo” (Celaya 21).
  Lemos usaba términos de enaltecimiento, de soberbia, y de irreverencia en su poesía. Como ejemplo de ello está el poema “Yo soy Darío Lemos”. Estos es algo del contenido de sus versos:
Visto simplemente, sin exageraciones, con un formidable desdén por la moda. Tengo chaqueta de aviador que nunca estuvo en la guerra. Vivo de la poesía, o mejor, la poesía vive de mí. Nunca tengo dinero, ni me interesa. Tengo en cambio abundantes amigos que pagan por mí en tributo a mi genio y a la amistad que les concedo por minutos, pues nadie es digno de mi compañía…” (Romero 53).
  Estos poetas no reconocen nada digno de respeto; no encuentran nada ante lo cual exista alguna razón para inclinarse. Rimbaud, a pesar de que le ofrecían cómodos refugios, siempre terminaba por abandonarlos, prefiriendo así las calles. “Cuando toma la ruta de Bruselas, pasando la noche en el campo, al pie de los molinos, mendigando en las ciudades, compartiendo la sopa con los sirvientes de las chacras” (Marie 42). Para Rimbaud era más placentero estar libre, alcoholizarse y compartir con los míseros que con los burgueses, de hecho los aborrecía.
  La condición física en estos poetas también se comenzó a degradar, pues sus semblantes ya no resplandecían, solo se percibían opacos y sombríos. “Rimbaud  en 1873 en los primeros meses se caracterizaron por inquietantes malestares: fiebre, languidez, visiones, alucinaciones y, especialmente, por una irritabilidad mórbida. Adelgazaba a ojos vistos. ¡Duro rescate de sus últimos excesos de alcohol y hachís, y especialmente tabaco!”  (Marie 92).  Rimbaud comienza a descuidar su vestir,  sus modales que con tanto ahínco fueron enseñados por su madre moralista y por la imposición de su padre que fue un militar. Adquiere un andar altanero, un acento mordaz; más agresivo.
  El aspecto físico de Lemos se fue degradando al cabo de los años, también era un gran consumidor de drogas alucinógenas, entre esas está el bazuco, las pepas, la marihuana, las bebidas alcohólicas etc.  Lemos  se transformó en un completo indigente; era desgarbado, vestía cualquier ropa que se robara de las personas que le ofrecían  refugio en las noches, a pesar de que  ya tenía la fama de poeta de escándalos, lo veían y decían que era un botín de la literatura, del Nadaísmo. “Era un honor atender a Darío. El poeta, que hacía días no se bañaba, no porque el agua escaseara, sino porque habitaba la calle…” (Bustamante 100).
  Para concluir con el contexto físico de estos poetas, Lemos terminó perdiendo sus dientes, el color vital de su piel, hasta perder la movilidad de una pierna a causa de una fétida gangrena que terminó por consumirlo por completo a sus 45 años. Jaime espinel, poeta que también perteneció a la elite del nadaísmo, escribió refiriéndose a la muerte de Lemos “…el casi cuarentón poeta Darío Lemos, señores, que como Calvinia se muere muy despacio entre el vicio, sumiéndose más y más en su gloriosa abyección”. (Bustamante 6).
  Rimbaud, al igual que Lemos, contrajo la misma enfermedad, un tumor canceroso, de origen reumático y sifilítico en la rodilla izquierda que le retuvo en cama,  acabando con su existencia a los 37 años. “El poeta,  que se reveló a los dieciséis años, hacía diecisiete que había muerto” (V J 23).

Conclusiones:
La vida de Darío Lemos se define en una extraña y decadente presunción que lo ínsita a experimentar un hedonismo y a extremos que lo llevaron hasta la miseria total.            Según la vida que llevó Lemos,  Arthur Rimbaud, el poeta maldito,  fue un notable precursor de este poeta Nadaísta, por los registros de sucesos símiles en ambas vidas biográficas.                                                                                                                             La irreverencia en ambos poetas es ante las imposiciones moralistas y sociales, y estos, solo infringen  tales reglas para vivir libres sin ningún tipo de restricción.  
 







BIBLIOGRAFÍA:
Bustamante, Víctor. Darío Lemos cuando el poeta muere.  Medellín. Ateneo Porfirio Barba Jacob. 2008.
Romero, Armando. Antología del Nadaísmo. Sibila fundación BBVA. 2009.
Jaramillo, Escobar Jaime. Medellín en la poesía. Medellín instituto tecnológico metropolitano. 2006.
Marie, Carré Jean. Vida de  Rimbaud. Buenos aires argentina. 1974.
V. J. J. F. Arthur Rimbaud Obra Completa Prosa y Poesía. Libros río nuevo.1 serie poesía/I. Barcelona. 1975.
Celaya, Gabriel. Rimbaud Una Temporada en el Infierno. Alberto Corazón, editor. Madrid 1972.



[1] Esta cita es tomada del prólogo al libro obra completa prosa y poesía 



8 de Noviembre de 2013




miércoles, 1 de enero de 2014

Carolo..Gonzalo Caro Maya.

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Retrato de Carolo

Víctor Bustamante

Hay un evento que le dio énfasis a Carolo. Me refiero al Festival de  Ancón. Aún es un misterio que ocurra un evento de esa envergadura en una sociedad tan cerrada a toda experiencia exterior como ha sido la antioqueña. Carolo se dio el lujo de convocar las bandas rockeras de su momento bajo el emblema de Paz & Amor. La hierba sagrada el amor libre, la naturaleza obraron como catarsis a una sacudida generacional que tenía que ser necesaria en un instante donde el nadaísmo se encontraba con la sintonía más contemporánea en el país a nivel intelectual.
El Festival de Ancón y el nadaísmo han quedado como dos momentos cumbres de sacudidas culturales. Pero, ¿qué ha ocurrido con Carolo? Pues bien él ha sido un viajero incansable desde San francisco, California; una de las ciudades más libres de Estados Unidos,  hasta Ámsterdam otra ciudad que no se queda atrás, solo para mencionar dos puertos habitados y vividos por él. Y es ahí donde uno podría definir ese carácter de trotamundos que vive en Carolo donde la necesidad de vivir otras experiencias lo han llevado a trasegar por diversos países con esa sed de aventura pero también de despojo personal necesario para convertirse en una suerte de hippie nadaísta, a quien la sociedad es necesario mantener en vilo de una manera constante para que no establezca su imperio de la mediocridad dentro de cada uno.
En síntesis, Carolo ha sido un guerrero. Hay dos o tres ademanes que parecen enfrascarlo, pero algo si es cierto ha enfrentado la necesidad de la liberalidad de la marihuana como una cruzada personal, lo cual el tiempo le ha dado razón en medio de leyes restrictivas hasta el desespero.
Siempre ha sido un luchador a favor de los derechos de los animales, y ha organizado innumerables Festivales de la Mascota donde se sensibiliza a los ciudadanos sobre la necesidad de proteger y darles buen trato.
La revista El Pellizco es su tribuna, su quehacer cotidiano a nivel intelectual.
Aquí, en esta conversación, realizada en su finca de El retiro indagamos en su memoria, como si quisiéramos restituir ese retrato que hemos ido elaborando desde hace muchos años sobre su presencia en la ciudad, como una persona fundamental en los diversos campos donde Carolo se interesa, sobre todo en el civismo. Una materia que la mayoría de colombianos perdemos cada año.