miércoles, 17 de julio de 2013

Eduardo Peláez Vallejo






Eduardo Peláez Vallejo

Víctor Bustamante

 

Por encima del concepto literario de moda, de los editores y su concepto relativo de la brevedad, de los temas repetidos -en el caso local la mafia o los asesinatos en serie-. Pero por encima del avinagrado realismo mágico de Ospina. Hasta por encima de  lo que viene del exterior -he intentado leer en dos veces fallidas a Foster Wallace ya descreyendo de los laudatorios comentarios y dejando incluso de lado el criterio de Rodrigo Fresan de una manera definitiva como reseñador o critico tibio de libros- Y sigo, por encima de tantos premios locales o hispanoamericanos, tanta literatura de marketin que dura dos meses en cartelera como si la literatura bajo este concepto fuera algo inmediato y no el trabajo de toda una vida.

Digo lo anterior por algo que me ha ocurrido: no sabía quién era Eduardo Peláez, claro que sus amigos que lo sabían no lo referenciaron, y lo digo por el texto que Francisco Velásquez ha escrito sobre uno de sus libros, Este caballero a caballo. Y me entró curiosidad y, en efecto, me ha colmado de curiosidad y me ha hecho feliz en el trascurso de su lectura.

Pero, ¿por qué esa suerte de felicidad?, lo digo por el equilibrio narrativo, de una parte no dejarse absorber por el folclorismo fácil de algunos narradores de provincia que se han quedado  muchos en una elongación de lo mismo, dejando que los temas se los coma el  telurismo y narrar solo los locos o los personajes típicos y es aquí cuando  aparece la sorpresa que dan estos textos de Eduardo Peláez al narrar los hechos y vivencias de un pueblo, El Retiro, de una manera poética tan sugestiva, tan equilibrada que me ha dejado perplejo  en el sentido de él narrar los temas de un pueblo con el vigor y el rigor con que se han vivido, apartados de las truculencias otra vez del folklor. Las palabras de Carrasquilla acerca de que las historias están ahí y basta buscarlas, es como si las tomara al pie de la letra nuestro escritor ya que la grandeza de una vida, sus avatares les ha dado lustre a ese color local narrándolas de una manera certera  con la poesía pero también el equilibrio suficiente para atraparnos. De ahí que a través de sus dos textos, Desarraigo y Este caballero a caballo, haya vuelto a que la literatura recupere su intuición: contar historia y de qué manera.

Desarraigo, su primera novela, se centra sobre una suerte de árbol genealógico personal donde poco a poco adquiere preponderancia su padre, Don Arturo, con sus viajes a Estados Unidos, Cleveland, a aprender la naciente tecnología de fabricar baterías, su regreso y su boda fastuosa con viaje al Hotel Magdalena en Puerto Berrio y sus viajes a Bogotá. Pero sobre todo aparece esa doble vida del exitoso Don Arturo con dos familias paralelas, el inicial éxito al lado de las infidelidades hasta su obligado regreso al Retiro a su decadencia. Don Arturo afirma que a los cincuenta años comienzan el descenso personal, claro que el dentro de su fracaso económico advierte su deseo y su responsabilidad y consigue empleo en al alto San Jorge, tierra de nadie, donde es asesinado.

Y es ahí donde comienzan las preguntas del escritor acerca de la conflictiva relación padre e hijo, cuando este último lo evoca y lo admira de todas maneras, así sea desde la lejanía del tiempo y lo instaure al darle ese toque emocional que solo se le da a quien se quiere a pesar de haberlo fustigado con su lejanía.

En Este caballero a caballo, su segunda novela, persisten tres líneas narrativas fundamentales: El Retiro, la presencia de Uribe Uribe, y du afición por los caballos, eso sí que sean de paso finco colombiano. El tema de los caballos casi siempre nos remite a la leyenda de los paisas cazurros en la colonización con su novela máxima, La casa de las dos palmas de Mejía Vallejo, donde los Herreros se constituyen en los arrieros de porte y dignidad, o en la relación entre pueblos y veredas y sobre el tema existen novelas desde Carrasquilla donde es notoria su presencia en su novela más interesante, Hace Tiempos, donde se narra la llegada con su familia desde Santo Domingo, perennes cabalgatas por la Otrabanda: a conocer los pueblos de Robledo y Belén, También existe otro serie de relatos donde se realiza un epitome a la mula  así como la serie de viajes largos con sus fincas, fondas y sus leyendas de arrieros,  como el de Tulio Ospina, pero Eduardo Peláez le da otro sentido a esta temática, es tan fuerte y sentida su relación con los caballos, que nos habla con la seguridad y el sentido de quien sabe todos los secretos de su crianza, el tedio de las exposiciones con los nuevos ricos, y sobre todo las cabalgatas por las carreteras y caminos de El Retiro bebiendo aguardiente con un pasante cercano: rodajas de naranja. Y es ahí donde el texto se aparta de toda la literatura anterior sobre el tema al tratarlo de una manera digna y mostrarnos como existe todo un mundo sobre alrededor de ellos, alejado de las cabalgatas y de la aparición de los nuevos ricos. Desde el comienzo el autor da sentido a esa relación amorosa y sobre todo estética sobre su relación sobre su cercanía con los caballos. Nosotros, legos en esta materia, somos llevados de la mano por Peláez, por los caminos secretos de la crianza de caballos, las faltonerías en los criaderos, el mundo extraño de las pesebreras con su negocios rotundos, pero sobre todo es la manera como nos embauca el escritor al hacernos leer con agrado este par de novelas con su gran secreto, la calidad narrativa, su prosa, que le da brillo y donosura al tema.

Por los libros de Eduardo Peláez, El Retiro ha dejado de ser ese pueblo insólito y apacible y frio y hermoso, ya que el escritor nos ha empezado a contar su historia, su presencia no contándonos las historias con el tono del montañero que piensa que deslumbra sino con el talento y la brillantez del narrador. No sé quién dijo por ahí que el estilo es el hombre, pero creo que Eduardo Peláez ha demostrado.

Estas dos novelas recuperan el paisaje nuestro sin ningún temor a no ser postmodernos como lo sugieren algunos escritorcillos o algunos profesorcillos, estetas anacrónicos. Al leerlo nos damos cuenta que ese paisaje dejado atrás ahí está aun intacto a la espera de que las palabras no lo dejen olvidar. Así Eduardo Peláez Vallejo

12 comentarios:

Sergio dijo...

Víctor mu amable de tu parte darme a conocer a Eduardo lo leeré. Va un abrazo

Anónimo dijo...

Imagínese que un hijo le dice que quiere leer para ser como Víctor Bustamante o como el hamaquero!!! Eso sería como para mandar a quemar toda la biblioteca de la casa. Si ésta es la gentuza que lee en Colombia, entonces no hay esperanzas.

Pocho dijo...

Imagínese que un poeta le dice que quiere leer para ser como algunas mujerzuelas poetas de Medellín o como ellas, las solapadas de la poesía internacional Imagínese que un hijo le dice que quiere leer para ser como Víctor Bustamante o como el Mono Jojoy de la poesía mundial!!! Eso sería como para alquilar balcón!!! Eso sería como para mandar a quemar toda la biblioteca de la casa. Si ésta es la gentuza que lee en Colombia, entonces no hay esperanzas. Adhiérete a nosotros los del Partido te prometemos todos los libros del mundo. Ji ji ji jim

Alberto P dijo...

Definitivamente los buenos escritores aparecen sin tana bulla, sin tanto festival internacional, sin tata editorial sino que hay que buscarlos. Felicitaciones Víctor por tu generosidad

Su sargento dijo...

Felicitaciones al cabo Vitor Vustamante.

Tusitala dijo...

Estos neocacorritos no tienen hoja de vida. Tendrán si mucho obituario.

Martha Estrada dijo...

De naricita parada y caballista, como Uribalas, el patrono de los seudopoeticas neonazis y de los escribanos católicos huérfanos de todo

Capeto dijo...

Se acaba moralmente el Festival de Poesía entre tanta dosis e magia religiio y la paz que ellos mismos cada diaspromueven como negocio. Las farc son indignas del país y de los poeats aunque ellos las tengan a su aldo

Goebbels dijo...

Recompensa de hasta 25.000 euros para encontrar a últimos nazis
"Tarde, pero no demasiado" es el lema de la campaña que ofrece dinero por información sobre los nazis.
Por: Agencia EFE
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"Tarde, pero no demasiado" es el lema elegido por el Centro Simon Wiesenthal para intentar llevar ante los tribunales a los últimos criminales nazis que pueden vivir en Alemania, una campaña en la que ofrece hasta 25.000 euros de recompensa a quien facilite información valiosa.
Esta organización judía de defensa de los derechos humanos colgó alrededor de 2.000 carteles en las calles de Berlín, Hamburgo y Colonia para pedir durante dos semanas la colaboración de los ciudadanos alemanes.
"El paso del tiempo no puede borrar su responsabilidad en los crímenes que cometieron", sostuvo en Berlín al presentar la campaña Efraim Zuroff, reconocido "caza-nazis" y director del centro Wiesenthal de Jerusalén.
Zuroff, que se considera a sí mismo "un tercio detective, un tercio historiador y un tercio lobista", defendió el pago de una recompensa a quien proporcione datos útiles para encontrar a esos criminales a pesar de las críticas que esta iniciativa ha despertado en Alemania.
"Estamos obligados a hacer todo lo que podamos", subrayó recordando que la policía ofrece recompensas en ocasiones y también que muchas de las personas que se ponen en contacto con ellos rehúsan recibir el dinero.
La campaña del Centro Wiesenthal -denominada "Operación última oportunidad II"- fue presentada en un primer momento en 2011, pero no se ha puesto en marcha formalmente hasta hoy por la falta de fondos, que han conseguido gracias a tres empresas germanas.
Aunque sus expectativas no son muy elevadas dado que asumen que la mayoría de los criminales nazis han fallecido, desde que ayer anunciaron que hoy comenzaría la campaña ya han recibido cerca de cincuenta llamadas telefónicas ofreciendo colaboración.
Zuroff destacó además las posibilidades que abrió la condena en 2011 a John Demjanjuk, antiguo guardián de un campo de exterminio nazi fallecido el año pasado, a los 91 años.
Demjanjuk fue declarado culpable de complicidad en el asesinato de al menos 28.080 judíos del cerca de medio millón que perdieron la vida en el campo de concentración de Sobibor, en territorio de la Polonia ocupada.
Fue la primera vez, explicó Zuroff, que se condenaba a alguien sobre la base de su trabajo en un campo de concentración, que no ostentaba un cargo de responsabilidad y al que no se lo atribuía un crimen concreto.

Héctor Clarinete dijo...


Definitivamente, el glorioso Festival Internacional de Poesía de Medellín ha calado hondo.Barco Ebrio de Poesía de hondo calado. Tanto, que en el subfondo de las malas letras de la godarria paisa, el cataclismo del hermoso Festival Internacional de Poesía de Medellín aún no cesa de estremecerlos.

El Festival Internacional de Poesía de Medellín es tan bueno que está logrando que todos los postergados empiecen a despertar de su letargo

Ha sido tan poderoso el impacto del entrañable, popular, multicultural y luminoso Festival Internacional de Poesía de Medellín que muchos zoilos pirujos !se están volviendo poetas¡ ¡Hurraaaaaaa! ca

¡Ya tienen pestival ratalnetivo!
¡Hurraaaaaaaaaaaa! ca

Lo que demuestra que el excelso Festival Internacional de Poesía de Medellín ejerce un impacto social rotundo en Medallo.

"Agúzate que te están velando"

Ivan dijo...

Con esa gentuza ordinaria del partido comunista piensan que se van a apoderar de la poesía en Medellín, pero aquí estamos este frente unido para que no nos den las mismas patadas desde hace más de 20 años. Qué pena que hayan usufructuado la poesía de esa manera, ahora les salió la contra, Yo no busco premios de ninguna clase de prebendas solo escribió mi antipoesia como algo que sale de mi corazón con una fuerza extraordinaria, ellos en su santuario de aron pagado por las multinacionales de cultura no conocen a Medellín como yo y se ríen porque lo único que tengo para hacer es caminar por las calles y tomar pandequesito caliente con tinto, eso si que les quede en su remordimiento que si soy un poeta verdadero.
El humono debería ser más humano y no burlarse de muestras alternatividades. Y leer mejor aunque en su vida haya leído un libro completo a Eduardito Peláez

Anonymus dijo...

Iván= el bobetas triste con seudónimo, el macartista poetita católico uribista, el burguesito arruinado de poesía escuálida, el que malgastó su herencia en pandequesitos y con automentirijillas, el hecho de autodestructivo rencor, el vanidoso seminarista de La Ceja incapaz de amar a nada ni a nadie. Siga midiendo calles vago incongruente. Siga engañándose y mienta. Mienta escandalosamente. Como si algún partido político de la a a la z pudiera tomarse la poesía por asalto. Mire qué terror de ultraderecha se ha tomado el país por asalto, con su miserable coimplicidad.