sábado, 11 de junio de 2011

Carlos César Arbeláez






Carlos César Arbeláez
Víctor Bustamante

A Laura Santamaría

Lo que molesta viendo Los colores de la montaña, es que el país sigue lo mismo o peor, porque cuando se termina el film y comienza el desalojo de su finca de la familia de Manuel, ya sabemos que sus otros amigos se han ido. Así es que uno se da cuenta de cómo no es saludable mantenerse alejado de este país violento y dulce como es Colombia,
En Los colores e la montaña de Carlos César Arbeláez, todo esto es fatal: saber de ese país que a cada momento histórico se desgrana en apariencia de otra manera, cuando es el la misma violencia que persiste.
He mencionado la palabra violencia, pero nada más alejado de esta película que ese tópico que, como consolación marca mucho cine colombiano. Aquí no hay nada de eso, la violencia está sublimada, subyace ahí. No es necesario hacerla evidente para que, con muchos muertos. conmover al espectador y a los jurados europeos. Nada de eso, Carlos César a la violencia  no le da ninguna concesión, le importa más la vida que ocurre ahí; esa vida de unos personajes que sólo tienen como opción convivir con ella y no sólo ser contemporáneos de ella, sino espectadores y testigos de ese otro rostro del país, no de ese país llamado por los Chicago boys: “este país”, sino de esa tierra propia, de ese paisaje pintado con amor por los niños de la escuela; un paisaje de lo suyo, un deseo de mantener una memoria ante la pared, de la escuela mancillada por los violentos de ambos extremos. A esa escena de amor al paisaje y a los colores, la historia responde con el desalojo, y las familias a tenerse que ir a otras tierras, a otras calles donde comienza otro tipo de violencia, la de supervivir en paisajes desconocidos.
Cuántos colombianos, al final de esta bella película, comienzan otro periplo, desde cuántos años se repite este tenerse que ir ante nuestros ojos impávidos que piensan como este suceso ocurre en un país lejano.
Pero la película también es la grata presencia de una familia campesina, de varias familias campesinas, donde aparece el entorno vital, sus raíces, aquellas que uno presiente que en algún momento los van a desalojar. Aquí la familia no está signada por el afán del folclor sino por una mirada llena de ternura hacia la familia de Manuel, de una familia cualquiera que es nuestra expresión, y la cercanía de las otras familias: la  de Julián y de Poca luz, tal vez el personaje conque uno más se encariña. Cierto, uno repara en Poca luz, tan frágil, que piensa que en lugar de cuidarlo sus amigos, ellos están a punto de hacerlo desaparecer.
Pero si he dejado la violencia de lado, los muertos que bajan por los ríos, aparecen aquellos de uniforme verde olivo que cambian un país a balazos, aquellos que, enruanados recuerdan los turbios Pájaros de la Violencia de los años Cuarenta, entonces uno dice que no queda nada más por decir, Los colores de la montaña es la expresión de ese país que no cambia de manos sino parcialmente, y es el mismo rompecabezas que no se ha podido armar hace años.
Sutileza y símbolo, cine y resistencia al silencio  definen este film, Tampoco podemos olvidar como los niños ensalzados hace tiempos como ángeles sucios y heraldos de la muerte, aquí son mirados con toda exactitud no solo con cierta ingenuidad sino con la pesadez de saberlos llenos de malicia y nada de bonhomía, porque cuando Julián y Manuel llevan a Poca luz a coger el balón en un campo minado, uno sabe que los niños no son aquellos angelitos brillantes sino empantanados: aquellos que desde el comienzo son la presencia del ser que no tiene historia ni principios sino que sólo les importa el momento y ellos mismos, como la mas acabada e inicial expresión de los hombres que luego serán personas maduras. Ellos no razonan ante la muerte que muestra su presencia en la escuela, en su amenaza cuando la maestra anterior se ha marchado. Ahí están ellos despedazados con otro tipo de circunstancias.
Nada hay mas triste que cuando los niños comienzan a alejarse de la escuela, que es su segunda casa, como un paso, un escalón para luego tener que irse de ahí las familias completas. Nada hay mas ilusorio que una maestra nueva que llega con todos los brios a enseñar y a intentar de construir otro nuevo mundo y no le queda otra opción que proseguir la misma historia, irse como lo mismo que hizo su predecesora.
Carlos César ha sublimado la violencia, ha preferido mirar al interior de esas montañas y de esa familia. Se ha alejado de la magra imagen campesina y del folclor y nos ha dado una bofetada: esa es Colombia y esos somos nosotros, lo demás será nunca regresar al idilio porque cuando la película termina, recordamos de nuevo que ser un desplazado no es un simple acto violento sino un cambio de lugar, que es la presencia cuando el campo cambia de manos y cuando las comunas y los suburbios de las ciudades reciben este tipo de personas donde la indolencia es nuestro símbolo. En síntesis ser desplazado es la metafísica del colombiano.
Pero también en este film está el miedo que subyace desde un comienzo: el miedo del padre y de la madre de Manuel a ser desalojados. El miedo que merodea con sus presagios. El miedo de sus amigos cuando rechazan ir a un “taller” a la escuela, un domingo, dictado por los violentos. Eso, Los colores de la montaña también es una parábola sobre el miedo.
Los colores de la montaña nos tocan, nos abofetean de nuevo.
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Nota Bene: Esta conversación con Carlos César Arbeláez, ocurrió en el mes de mayo y está fraccionada en cuatro partes donde Carlos César amablemente nos responde unas preguntas sobre su ópera prima.
Se puede ver completa en Youtube.



12 comentarios:

Chunchi dijo...

Felicitaciones carlos cesar Arbelaez por tu pelicula nos enseñas a mirar de otra amnera a Colombia. Gracias Victor por tu pagina tan actual que muestra lo que ocurre en la ciudad.

Carmen dijo...

Hwemoaa la entrevusta
Muy bine.

Fassbinder dijo...

El vendedor de libros viejos y llenos de polvo, el Hamaquero, si es un farsante completo, confunde la telnovela La bruja con Los colores de la montaña,

Susana dijo...

Carlos cesar mucahs felicitaciones por todo lo qeu ahces por el cine. Es meritorio que amntenags esa actitud y ese deseo de mostar este pais quee s tan conflectivo.
Susana

Bera Vera dijo...

Tu pelicula es muy cimple pero dice la berdad.

Bera Vera dijo...

Tu pelicula es muy cimple pero dice la berdad.

Toti dijo...

Es muy sencilla pero eso basta apra contarnos la verdad.

melissa dijo...

Esta bine lo de cine, pero queremos qeu haya poesia, mucha poesia y lo demas es contrarias a los que les gusta el cine, pero ellos tiene mucho espacio. la peliulca mke gusto muhco.no es tan simple como dicen algunos bobitos por aqui

Quique dijo...

al menos no hay tantos muertos. Y debriamos ver mas a Arbelaez por Medellin
La buena parce.

NATALIA ANDREA TAMAYO CANO dijo...

Que actitud la de Carlos C. Eso si es ser sereno ante el boom que le han hecho a su obra y él sigue siendo como es, sencillo.
Ademas muy bien el tipo de trabajo que haces Victor de la forma mas serena posible muestras los temas humanos y profundos...

Pablo dijo...

Home muy bine se lucieron todos. Gracias Desar por tu cine.

Jota dijo...

Cesar gracais por las cosas hermosasq eu ves aqui en nuestri oueblo sudrido, y Ademas oir tu sensibilidad,