miércoles, 15 de diciembre de 2010

Don Iván Zuluaga

                                                         
Don Iván Zuluaga
Víctor Bustamante

Habría que verlo con su ademán pensativo a la hora de almuerzo cuando nadie habitaba La Boa, o al menos, si, algunas personas tomando un tinto. Horas que se le hacían aburridas porque los verdaderos habitúes llegaban desde las seis de la tarde a ocupar una mesa y a darle a la conversación alrededor del fuego de la amistad o del descarado cinismo de fingir que ahí estábamos como por azar, cuando en realidad era la espera de algún amigo que sin cita previa aparecería a cualquier hora.
Don Iván siempre detrás de su atalaya, el mostrador, espiaba y cuando estaba de buen genio era un contertulio audaz; todo el Medellín literario había pasado por allí, pasaba por allí.
La rutina era unos tintos en Versalles y después iniciar un corto camino de tres cuadras hasta llegar a La Boa guiados por la sed. Esa sed de algo de licor que era, es la disculpa para el preámbulo de la noche, de nuestra noche. Entonces La Boa estaba colmada con pocas personas.
Ese lugar con los días se convirtió en nuestro territorio de encuentro, de una cita impostergable, y además donde no era raro encontrar allí al staff de Punto Seguido en su reunión plenaria para la elaboración de una próxima revista, a Omar, a Oscar Castro, a los poetas de Prometeo urdiendo planes para el festival. La Boa era, es síntesis de encuentro y del discurrir de la utopia de la literatura. O ver a José Martínez ahí en la ventana apurando una cerveza para después irse hacia otros lugares, porque a veces estaba como muy quisquilloso. O sumido en su seriedad sicoanalítica a Rubén López o a Carlos Puerta que siempre de afán, tiene un compromiso con alguna bella chica. Sin embargo Harold Dávila compuso un tema, una suerte de ranchera donde menciona a Iván el terrible que él mismo colocaba cuando el cantante iba allí, como una suerte de aprobación.
Pero si el ambiente era propicio para esos encuentros, una generación. Ahí, repito soñaba, operaba planes; nada menos para convertirse con los días en la expresión del Centro, de esa Villa, ay, tan amada, tan vivida.
Pero La Boa es Iván e Iván es La Boa como dice en un poema Omar Castillo, y ahí reside el centro de esta nota. Un lugar como La Boa era, es impensable sin don Iván, a veces con su furia, a veces inmerso en esos días lóbregos del licor cuando quedaba desprogramado y ahí parecía un no querer hablar nadie. Lo sabía porque estaba inmerso en los tangos de Goyeneche; y bebiendo solo y encerrado solo: lo embargaba una saudade extraña...
Siempre me inquietó esa cosa oscura en que parecía hundirse a pesar de ser una persona amable, a veces caprichosa, pero siempre con esas dotes de saberse un gran conversador.
Pero sobre todo era, es la necesidad de intercambiar unas palabras con don Iván, que salía del mostrador, donde oficiaba como el soberano, para distraerse un poco, para escucharlo contar tantas historias del Medellín que vivió, tantas faltónerías que tuvo que soportar, tantos viajes lejos de Medellín a su utopia: Ayapel cuando de pronto regresaba y cauteloso no contaba nada de sus peripecias.
Cierto, un café, un bar, es la síntesis de su dueño, iba, íbamos a La Boa pero en realidad queríamos verlo ahí cuando estaba lúcido detrás del mostrador con su buen ánimo o muchas veces cuando estaba seco, medio enojado. O cuando decidió colocar su trono junto a la ventana, una silla grade de oficina, casi reclinomática sólo para su uso.
Cierto, los lugares tienen su dueño y ellos lo han formado a su imagen y semejanza. Cada lugar es su dueño con esa cita secreta que realizamos solo para estar ahí y mirar la imagen múltiple de Gardel de varios colores, una serpiente colgada del techo, unos cuadros algo fantasmagóricos o escuchar algo de salsa cuando le colocó videos a La Boa.
Hay tantas historias en La Boa, hay tanto de don Iván en esas paredes, en ese ambito qei es suyo, pero él se ha marchado y se lleva de su puño un Medellín.
¿Cuál era, es el encanto de La Boa?, el encuentro con los amigos, con aquellos que sin pensar una cita uno sabe que de pronto están allí, y dentro de su ámbito Medellín y la noche.
Con don Iván hay un Medellín que desaparece.

 


Jofre Peláez, Luis González y Rubén López
 
Alberto Escobar y Darío Ruiz Gómez



Omar Castillo y don Iván

Johm Sosa

(Fotografías de Carlos Puerta)

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De pies: Luis Eduardo Rendón, Orlando Gallo, Néstor López, Jairo Guzmán.
Sentados: Carlos Sierra. José Martínez, Harold Dávila, Samuel Vásquez, Omar Castillo. Darío Ruiz y Víctor Bustamante.

Con Harold Dávila, Raúl Henao, Carlos Bedoya y Fabián Castaño



Con Jairo Guzmán, Fernando Rendón y Gloria, Omar Castillo y Marley



Con Carlos Sierra, una bella dama, Ernesto López y don Iván

(Forografías de Fotógrafos nocturnos)


13 comentarios:

El Hamaquero dijo...

Fiesta Neonadaista en el Café Libro Este Lugar de la Noche:

Requisitos: Traer una flor para mascar.
Presentación de los extraordinarios libros "Música" de Víctor Bustamante y "Poemas para esos Breves Espacios" de Edgar Bustamante.
Traer vino y flores.

Presentación a cargo de Martha Quiñonez,
Gabriel Jaime Caro, Jessica Castrillón, Alenjandra Arcila y más.

Únete al combo.

Convoca el Hamaquero.


Jueves 16 de Diciembre
Hora 7:30 p.m.
Café Libro Este Lugar de la Noche

JUAN P dijo...

SE NOS FUE EL MEJOR POETA DE INTERREGNO

M dijo...

Victor nos matas con estas fotos
Te quiero,

la pelona dijo...

la muerte llega con su hacha oxidada no nos descuidemos que el dia menos pensando nos toca

ZXELIQ EL MAGHOH dijo...

la última punto seguido la consigues en la tienda del inconsciente, ubicada en el epicentro del centro de una ciudad paralela a la sala de belleza del doncel hipnótico.

por lo tanto
hoy fue jueves y no me cacorro.

esto significa que volverá a llover poesía en sus cabellos de barba de maiz con quesito de sangre

jueves 16 de diciembre de 2010 10:46:00 GMT-05:00

Jota dijo...

Entonces volveremos por esos lados aunque La boa esté mas llena de plásticos y empleados municipales que nunca aunque hay que huir de la zona de la muerte.

juan jo dijo...

¿Y qué me dicen del animal que acaricia Iván?

¿Cómo se llama el perrito?

El zoo etílico de La Boa y sus historietas

PABLITO dijo...

Aqui hay un pedazo de Medellin, y ahi en esas fotos estan los mejores esritores actuales de la ciudad, menos uno que tiene cola de pavo real
Victor nos tocas la fibra
MANEJATE BIEN PARA QUE NO TE CIERREN OTRA VEZ LA PAGINA

alex dijo...

El mejor escritor de Medellín es es perrito de Iván

xandor colli dijo...

este blog salió cagao/ caca de perro eterna para sus míseras palabras

Lucho dijo...

Ivan te quedé debindo una ceutna pero en la eternidad tambien me la bebere a tu salud

Reinaldo Spitaletta dijo...

Con Iván Zuluaga, goyenecheano mayor, se nos va un poco de Manuel Mejía, de Darío Ruiz, de aquellas noches de tango y buena conversa con Aldemar Betancur, Gabriel Restrepo, Fernando el ajedrecista y otros duendes. La Boa, café con historia. Palabra y anís, con fondo de bandoneón. Que siga el júbilo y gloria eterna al viejo Iván.

Arturo dijo...

Don Ivan gran señor de la nohe, pero no me gustan esos mancitos que posan de intelecutales
Chao